En el estado de Puebla llaman xocoyoles a los niñitos que mueren al nacer o que no han recibido el bautizo y que viven en el Cielo. Estos pequeñines salen cuando llueve y producen los truenos y los relámpagos. Con sus bellas alas suelen volar hasta los cerros y sentarse en los peñascos. Algunos xocoyoles producen la lluvia volcando cántaros de agua sobre la tierra; otros se encargan de producir el granizo que avientan como si estuvieran alimentando polluelos; a más de los que producen los rayos empleando mecates que chicotean.
Acerca de ellos nos cuenta una leyenda nahua que hace mucho tiempo existió un hombre que no creía en las tradiciones de su pueblo ni en los xocoyoles. Un cierto día se fue a cortar ocotes al cerro; de repente, vio a un niñito con alas que estaba atorado en la rama de un árbol de ocote. Al verlo, el xocoyol le dijo: – ¡Dame el mecate que está en el suelo, y yo te cortaré toda la leña que pueda dar este ocote! Entonces, el hombre tomó varios palos, los unió, amarró el mecate en la punta y se lo entregó al niño alado. Cuando éste lo recibió le dijo: -Ahora vete, y regresa mañana a recoger tu leña. El hombre obedeció. En seguida que el hombre se fue el xocoyol hizo rayos y relámpagos, el árbol del ocote se rompió y se formó mucha leña. El niñito salió volando y se fue al Cielo donde se encontraban sus compañeros.
Al siguiente día el hombre acudió al lugar del encuentro y vio un gran montón de leña. Buscó al xocoyol, pero no le encontró, tomó la carga y se la llevó a su casa. Desde entonces el descreído hombre cree firmemente en todas las tradiciones de su pueblo, incluidos los xocoyoles.
Sonia Iglesias y Cabrera