Es costumbre extendida y mito, entre la población rural, el considerar que en numerosas ocasiones en que el niño enferma es provocado porque le “han hecho mal de ojo”.
Esto significa que el niño no tiene ninguna enfermedad orgánica, sino que sus problemas (llanto, pérdida de apetito, vomitos, decaimiento, etc), se deben exclusivamente a que alguna persona ha ejercido sobre este pequeño personaje su influencia mágica y maligna, de tal modo que el bebé o chico mayor comienza a alterarse y presentar una sintomatología rara, que en algunas ocasiones y según creencia, puede llegar hasta ocasionarle la muerte.
Hay remedio para acabar con la influencia de este maléfico poder, y por ello se ponen manos a la obra, aquellas mujeres que saben “cortar el mal de ojo”, porque tienen “gracia” (han nacido en Viernes Santo) o porque lo han aprendido de los mayores, los cuáles le transmiten los textos que hay que rezar y los mecanismos a hacer para dejar al niño libre de esos influjos.
Para evitar estos problemas se le colocan a los niños, prendidos a la ropa, o en el cochecito o cuna, un lazo rojo o bien una cruz de Caravaca o diversos tipos de escapularios