Panchito, o el niño Paco como le decían sus allegados, era un joven rico da familia que se creía aristocrática. Cierta noche, en una fiesta conoció a una hermosa muchacha que vivía en el Barrio de Colón, en Tuxtla, Chiapas, su nombre era Josefa, pero todos sus amigos y familiares la nombraban Chepa de cariño.
Desde que la vio Panchito quedó prendado de la joven y empezó a rondar el barrio donde vivía con el propósito de encontrarla. Cuando Chepa iba al Río Sabinal por agua, la seguía, y muchas veces le cargaba el cántaro con el cual la muchacha se abastecía del líquido. Nunca llegaba Paco a la puerta de la casa de ella, ya que los padres estaban ajenos al incipiente idilio, así como los progenitores de Panchito estaban escandalizados por el interés que su hijo le prestaba a Chepa, a quien consideraban de baja categoría. Paco inventaba que iba al colegio para poder entrevistarse con la niña.
Chepa era una damisela ardiente y siempre le estaba insistiendo al galán que la llevara a algún sitio donde pudieran estar a solas y gozar de sus quereres. Ante tanta insistencia Paco aceptó y la dijo que la iba a llevar a algún sitio donde pudieran vivir en paz su amor. Entonces Chepa la comunicó que conocía una cueva donde podrían vivir sin ser molestados por sus padres, y donde podrían formar un hogar para ellos solos.
Panchito aceptó y le dijo a su amada que estaba dispuesto a complacerla, que al otro día la pasaría a recoger, que solamente iría a su casa por su ropa. Y cumplió lo prometido, pues se presentó en la casa de Chepa tal y como habían quedado.
La pareja se puso en camino hacia la cueva que habrían de habitar, y ni lentos ni perezosos dieron rienda suelta a su amor carnal. Mientras tanto, los padres de los enamorados, al no verlos regresar a casa, se preocuparon mucho pensando en que podían estar muertos o heridos en algún barranco. Sin embargo, varias personas se habían dado cuenta que los jóvenes se habían escapado de casa con unos bultos de ropa y que se habían dirigido hacia el Río Sabinal.
Los padres y varios vecinos se dieron a la tarea de buscarlos. Cuando se encontraban cerca de la cueva vieron a Panchito caminando solo y le observaron hasta que llegó a su casa. No dijo nada de lo que había hecho en su fuga ni mencionó a la muchacha. Chepa se había quedado en la cueva esperando el regreso de su amante, quien no les dijo nada a los padres acerca de donde se encontraba su hija escondida.
Mientras tanto, Chepa esperaba impaciente el regreso de Panchito. Pasaron varios días, la desilusionada mujer se alimentaba de frutos del campo y de hierbas, pero era una alimentación insuficiente y pronto se debilitó. Pasado un mes, la pobre chica murió de hambre y de dolor al confirmar que su enamorado nunca más volvería y que solamente la había utilizado como objeto sexual, sin jamás haberla querido de verdad.
Dos meses después, los padres de Chepa, que no habían cejado en su empeño de encontrarla, la descubrieron muerta en la cueva, su cuerpo era puros huesos y pellejo. Desde entonces, la cueva lleva el nombre de La Cueva de la Chepa, en honor a la pobre niña engañada por el canalla de Paco.
Sonia Iglesias y Cabrera