Hace muchos años en esta basílica, un capellán solía tocar las campanas puntual y diariamente. Un día adquirió una grave enfermedad respiratoria, pero era un hombre tan responsable que no dejó de tocar las campanas aun enfermo y eso lo empeoró tanto que murió.
Tiempo después se escuchaban las campanas cuando nadie las tocaba y mucho después se retiraron las cuerdas de las campanas y todavía se siguen escuchando. Nadie sabe la causa de este fenómeno pero muchas personas creen que el fantasma del capellán sigue cumpliendo sus obligaciones.