Cuenta la leyenda que para poder realizar la labor de entregar juguetes a los más pequeños, los Reyes Magos cuentan con la ayuda de unos pequeños duendes que van informando a sus jefes del comportamiento de los niños. La costumbre exige que los pequeños depositen sus zapatos limpios en el balcón la noche del 5 de enero y, junto a ellos, agua, alguna pieza de fruta y un poco de yerba para aliviar el esfuerzo de los Magos y los dromedarios reales. La leyenda cuenta que dos amiguitos del Niño Jesús, viéndole pobre y descalzo, decidieron cederle sus zapatos, por lo que los lavaron y dejaron en el balcón para secar. A la mañana siguiente, cuál no sería su sorpresa al encontrárselos llenos de regalos que habían dejado los Reyes Magos premiándoles así por su bondad.
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