Cuentan los indios lacandones de la selva chiapaneca que el mundo fue creado cuatro veces por el dios Hach Ak Yum, Nuestro Verdadero Padre. El Primer Mundo fue destruido por medio de fuertes vientos y lluvias que inundaron la Tierra. El Segundo, llegó a su término a causa de un eclipse que provocó que los monstruos terrestres y celestiales devoraran a los hombres. El Tercer Mundo fue destruido por Hach Ak Yum, descontento a causa del comportamiento poco piadoso de los hombres hacia él. Cuando Hach Ak Yum, creó el Cuarto Sol; es decir, el Cuarto Mundo, las almas de los muertos se despertaron y volvieron a poblar la Tierra.
Cada vez que el mundo se destruía a causa de los enojos de Hach Ak Yum, el dios cubría al Sol con su manto, y los grandes Jaguares Cósmicos bajaban a la tierra para devorar a los hombres. Los jaguares, connotados con características masculinas, se encontraban amarrados a un árbol de copal, copalcuáhuitl, y vivían en el Este del universo.
En cambio, los jaguares hembras habitaban el Oeste, y se mantenían atadas a un tronco de guaje, huaxin. Entre ambos bandos se entablaban, constantemente, cruentas luchas. Siempre triunfaban los jaguares masculinos, pues de otra manera el mundo hubiera terminada irremediablemente, pues nunca la Luna, hembra, puede derrotar al Sol, macho, y sumir al mundo en las tinieblas a causa de su triunfo. Ya que Hach Ak Yum calmaba su ira, encerraba a los jaguares debajo de la Tierra, en el Inframundo donde reinaba el terrible dios Menzabak, el Hacedor de Humo, quien cuidaba las almas de los muertos, producía las negras nubes que traen consigo las lluvias, y colocaba un nuevo Sol; es decir, se iniciaba una nueva etapa en la historia de la vida de los hombres.
Un día, tal vez no muy lejano, el dios Sol y los Jaguares Cósmicos provocarán el último cataclismo y será el fin de la humanidad. Posiblemente, las plegarias a la diosa Luna pudieran detener tal catástrofe, pero aun antes de que acontezca este suceso, los dioses ya se han alejado de la selva, la han abandonado, razón por la cual los hombres viven actualmente sin sus dioses protectores y deben luchar, escarnecidamente, por sobrevivir en el mundo de los blancos. Los dioses se han ido, los dioses se han muerto…
Sonia Iglesias y Cabrera