EL DZIU Y EL MAÍZ En el Mayab Tamaychi fue una divinidad que protegía a los animales, y a veces también a los hombres. Genio invisible del que se cuentan muchos mitos interesantes. En algunas ocasiones Tamaychi es un ave agorera que presagia cosas fatales, de ahí que su nombre signifique “mal agüero”. Sea uno u otro, ha pasado a formar parte de la tradición oral de los pueblos mayas.
Un mito nos cuenta que cierto día Tamaychi convocó a todas las aves de la región para avisarles que todo el campo iba a quemarse, y por lo tanto les recomendaba que tomaran las semillas que pudieran, o quisieran, y las pusieran a buen recaudo con el objeto de usarlas una vez que hubiese pasado el peligro.
Las aves le respondieron al dios que estaba bien, que ya lo harían en cuanto diera comienzo el incendio. Pero los campos comenzaron a quemarse y los pájaros, temerosos, huyeron y se olvidaron de recoger las semillas. Solamente el pájaro Dziu, arrojado y valiente, atravesando las llamas cogió algunos granos de maíz. Gracias a su acción, el sagrado maíz pudo salvarse. Como premio, Tamaychi le permitió poner su nido y sus huevos en cualquier parte, como hasta la fecha lo hace.
LAS LAGARTIJAS. Otro mito del buen Tamaychi nos cuenta que en cierta ocasión la más vieja y sabía de las lagartijas, acudió a ver a Tamaychi para pedirle ayuda ya que los hombres perseguían y mataban a las lagartijas continuamente, o las mutilaban cortándoles la cola. Tamaychi le respondió a la vieja Lagartija, que lo sentía mucho, pero que no podía hacer nada para impedirlo. Sin embargo, dijo, les voy a dotar de una facultad: -¡Cada vez que una persona les corte la cola, les volverá a salir y mucho más larga que la anterior! Muy contenta, la vieja Lagartija corrió a avisarles a sus compañeras del don que el dios les había otorgado.
EL ARMADILLO. Un día un hermoso Armadillo acudió a ver a Tamaychi a su casa. Muy acongojado le contó que ya no aguantaba a los hombres y a los animales que constantemente lo perseguían para comérselo, y que le costaba mucho trabajo defenderse de tales ataques porque sus patas eran muy cortas y no podía correr velozmente, tampoco tenía alas para volar ni cuernos para atacar ni veneno para matar a sus verdugos; y que además carecía de la suficiente inteligencia para planear su defensiva. Por todas estas razones, le rogaba al dios Tamaychi le proporcionara los medios para defenderse. Compadecido, el geniecillo le contestó al Armadillo: -¡Tienes toda la razón, te encuentras muy indefenso ante los ataques de los hombres y los animales, por eso, desde ahora, te doto de un grueso y fuerte caparazón que pueda defenderte de la crueldad de los otros!
Desde entonces, el Armadillo cuenta con un fuerte y bello caparazón.
Sonia Iglesias y Cabrera