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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Leyenda Azteca del Aguila y el Nopal

El águila y el Nopal. Esta es la leyenda en que se inspiraron los antiguos aztecas para fundar la ciudad de México. El escudo de armas de la bandera nacional mexicana representa parte del mito en el centro de la misma.

Cuaucóhuatl y Axolohua fieron pasando y miraron mil maravillas allí entre las cañas y las juncias.
Ese había sido el mandato que les dio Huitzilopochtli a ellos que eran sus guardianes, eran sus padres los dichos.
Lo que les dijo fue así: – “En donde se tienda la tierra entre cañas y entre juncias, allí se pondrá en pie, y reinará Huitzilopochtli.”
Así por su propia boca les habló y esta orden les dio.
Y ellos al momento vieron: sauces blancos, allí enhiestos; cañas blancas, juncias blancas, y aun las ranas blancas, peces blancos, culebras blancas: es lo que anda por las aguas.
Y vieron después donde se parten las rocas sobrepuestas, una cueva: cuatro rocas la cerraban. Una al oriente se ve, nada de agua tiene, es sin agua que se agita.
La segunda roca de la cueva ve al norte: se ve que está sobrepuesta, y de ella sale el agua que se llama agua azul, agua verdosa.
Cuando esto vieron los viejos se pusieron a llorar.
Y decían: – ¿Con que aquí ha de ser?
Es que estaban viendo lo que les había dicho, lo que les había ordenado Huitzilopochtli.
Es que él les había dicho:
-“Habéis de ver maravillas muchas entre cañas y entre juncias.”
¡Ahora las estamos mirando – decían ellos –, y quedamos admirados!
¡Cuán verdadero fue el dicho, bien se realizó su orden!
Van a buscar a los mexicanos y les dicen:
– “Mexicanos, vamos, vamos a admirar lo que hemos contemplado. Digamos al
Sacerdote: él dirá qué debemos hacer.”
Fueron a Temazcatitlan y allí se detuvieron. Por la noche vinieron a ver, vieron a mostrarse unos a otros y era el sacerdote Cuauhtlaquezqui, que es el mismo Huitzilopochtli.
Dijo él: – Cuaucóhuatl, ¿habéis visto allí todo lo que hay entre cañas y juncias? ¡Aún resta ver otra cosa!
No la habeís visto todavía.
Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón: ¡allí está el corazón de Copil que tú fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias, ¡del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí estaremos y allí reinaremos: allí esperaremos y daremos encuentro a toda clase de gentes!
– Nuestro pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos, allí les haremos ver: a todos los que nos rodean allí los conquistaremos! Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! El sitio donde el águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlan, y muchas cosas han de suceder!”
– Dijo entonces Cuauhcóatl: – ¡Muy bien está mi señor sacerdote:
¡Lo concedió tu corazón: vamos a a hacer que lo oigan mis padres los ancianos todos juntos!
Y luego hizo reunir a los ancianos todos Cuauhcótal y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli.
Las oyeron los mexicanos. Y de nuevo van allá entre cañas y entre juncias, a la orilla de la cueva.
Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje allí al borde de la cueva, y vieron tranquila parada el Águila en el nopal salvaje: allí come, allí devora y echa a la cueva los restos de lo que come.
Y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente.
Y el Águila veía desde lejos.
Su nido y su asiento era él de cuantas finas plumas hay: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal.
Y vieron también allí cabezas de aves preciosas y patas de aves y huesos de aves finas tendidos en la tierra.
Les habló el dios y así les dijo:
– Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí! Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron a llorar y decían: – ¡Felices nosotros, dichosos al fin: hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad! ¡Vamos y vengamos a reposar aquí!

Texto de la Crónica Mexicayotl, que redactó Fernando de Alvarado Tezozómoc hacia 1600, fundado en documentos muy antiguos de la Casa Real de México, de que era deudo. Fue dada a luz con versión en 1945. Es el fondo de muchos mitos que repiten otros autores. El texto es muy antiguo.

Tomado de La Literatura de los Aztecas – Editorial Joaquín Mortiz
Ángel M. Garibay K.
Especialista en náhuatl y en letras clásicas
Premio Nacional de Literaura 1965

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Cuentos Cortos

El diablo y sus añicos

El diablo y sus añicos no es una leyenda urbana, es un cuento de miedo escrito por Hans Christian Andersen:

Cierto día un duende malo, el peor de todos, puesto que era el diablo, estaba muy contento porque había preparado un espejo que tenía la propiedad de que todo lo bueno, bonito y noble que en él se reflejaba desaparecía, y todo lo malo, feo e innoble aumentaba y se distinguía mejor que antes. Hans Christian Andersen

¡Qué diablura malvada! Los paisajes más hermosos, al reflejarse en el espejo, parecían espinacas hervidas y las personas más buenas tomaban el aspecto de monstruos o se veían cabeza abajo; las caras se retorcían de tal forma que no era posible reconocerlas, y si alguna tenía una peca, ésta crecía hasta cubrirle la boca, la nariz y la frente.

-¡Vengan diablitos, miren que divertido! -decía el diablo.

Había algo peor todavía. Si uno tenía buenos pensamientos, aparecía en el espejo con una sonrisa diabólica, y el peor de todos los duendes se reía satisfecho de su astuta invención. Los alumnos de su escuela, pues tenía una porque era profesor, decían que el espejo era milagroso, porque en él se podía ver, afirmaban, cómo eran en realidad el mundo y los hombres.

Lo llevaron por todos los países y no quedó ningún hombre que no se hubiese visto completamente desfigurado. Pero los diablos no estaban satisfechos.

-¡Quisiéramos llevarlo al Cielo para burlarnos de los ángeles! -dijeron sus alumnos.

Así lo hicieron, pero cuanto más subían, más muecas hacía el espejo y más se movía, y casi no lo podían sostener. Subieron y subieron con su carga, acercándose a Dios y a los ángeles. El espejo seguía moviéndose; se agitaba con tanta fuerza que se les escapó de las manos y cayó a tierra y se rompió en más de cien millones de pedazos.

Pero entonces la cosa fue peor todavía, porque había partículas que eran del tamaño de un granito de arena y se esparcieron por todo el mundo, y si caían en el ojo de alguien, se incrustaban en él y los hombres lo veían todo deformado y sólo distinguían lo malo, porque el más pequeño trozo conservaba el poder de todo el espejo.

Lo terrible era cuando una partícula se incrustaba en el corazón de una persona, porque se convertía en un pedazo de hielo. Algunos hicieron cristales de gafas con los trozos que se encontraron pero fue espantoso. El que se ponía las gafas veía todas las cosas transformadas en cosas tristes y desagradables y ya no podía ser feliz.

El diablo se desternillaba de risa vendo lo que habían hecho sus discípulos. Se reía tan a gusto que su gordo vientre se agitaba y se cansaba de felicitar a sus alumnos.

¿Quién fue Hans Christian Andersen?

Hans Christian Andersen (1805-1875), fue un escritor danés, y uno de los mayores autores de cuentos para niños.

Criado en al pobreza, se fugó a Copenhague donde fue apadrinado por Jonas Collin, director del Teatro Real. Publicó poesía, novela y obras teatrales con éxito, pero su principal aporte está en los cuentos infantiles, entre los que destacan: “El patito feo”, “La sirenita”, “El traje nuevo del emperador”, “Las zapatillas rojas”, entre otros.

Empleó el lenguaje cotidiano en su obra infantil, logró expresar los sentimientos e ideas de su público. Su obra ha sido traducida a más de 80 idiomas, fue adaptada al teatro, cine, dibujos animados, ballet, video juegos, etc.

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Cuentos Infantiles

La doncella sin manos

Cuento infantil de duración extensa, escrito por los populares Hermanos Grimm: La doncella sin manos.

A un molinero le iban mal las cosas, y cada día era más pobre; al fin, ya no le quedaban sino el molino y un gran manzano que había detrás. Un día se marchó al bosque a buscar leña, y he aquí que le salió al encuentro un hombre ya viejo, a quien jamás había visto, y le dijo:

– ¿Por qué fatigarse partiendo leña? Yo te haré rico sólo con que me prometas lo que está detrás del molino.

«¿Qué otra cosa puede ser sino el manzano?», pensó el molinero, y aceptó la condición del desconocido. Éste le respondió con una risa burlona:

– Dentro de tres años volveré a buscar lo que es mío -y se marchó.

Al llegar el molinero a su casa, salió a recibirlo su mujer.

– Dime, ¿cómo es que tan de pronto nos hemos vuelto ricos? En un abrir y cerrar de ojos se han llenado todas las arcas y cajones, no sé cómo y sin que haya entrado nadie.

Respondió el molinero:

– He encontrado a un desconocido en el bosque, y me ha prometido grandes tesoros. En cambio, yo le he prometido lo que hay detrás del molino. ¡El manzano bien vale todo eso!

– ¿Qué has hecho, marido? -exclamó la mujer horrorizada-. Era el diablo, y no se refería al manzano, sino a nuestra hija, que estaba detrás del molino barriendo la era.

La hija del molinero era una muchacha muy linda y piadosa; durante aquellos tres años siguió viviendo en el temor de Dios y libre de pecado. Transcurrido que hubo el plazo y llegado el día en que el maligno debía llevársela, lavóse con todo cuidado, y trazó con tiza un círculo a su alrededor. Presentóse el diablo de madrugada, pero no pudo acercársele y dijo muy colérico al molinero:

– Quita toda el agua, para que no pueda lavarse, pues de otro modo no tengo poder sobre ella.

El molinero, asustado, hizo lo que se le mandaba. A la mañana siguiente volvió el diablo, pero la muchacha había estado llorando con las manos en los ojos, por lo que estaban limpísimas. Así tampoco pudo acercársele el demonio, que dijo furioso al molinero:

– Córtale las manos, pues de otro modo no puedo llevármela.

– ¡Cómo puedo cortar las manos a mi propia hija! -contestó el hombre horrorizado. Pero el otro le dijo con tono amenazador:

– Si no lo haces, eres mío, y me llevaré a ti.

El padre, espantado, prometió obedecer y dijo a su hija: – Hija mía, si no te corto las dos manos, se me llevará el demonio, así se lo he prometido en mi desesperación. Ayúdame en mi desgracia, y perdóname el mal que te hago.

– Padre mío -respondió ella-, haced conmigo lo que os plazca; soy vuestra hija.

Y, tendiendo las manos, se las dejó cortar. Vino el diablo por tercera vez, pero la doncella había estado llorando tantas horas con los muñones apretados contra los ojos, que los tenía limpísimos. Entonces el diablo tuvo que renunciar; había perdido todos sus derechos sobre ella.

Dijo el molinero a la muchacha:

– Por tu causa he recibido grandes beneficios; mientras viva, todos mis cuidados serán para ti.

Pero ella le respondió:

– No puedo seguir aquí; voy a marcharme. Personas compasivas habrá que me den lo que necesite.

Se hizo atar a la espalda los brazos amputados, y, al salir el sol, se puso en camino. Anduvo todo el día, hasta que cerró la noche. Llegó entonces frente al jardín del Rey, y, a la luz de la luna, vio que sus árboles estaban llenos de hermosísimos frutos; pero no podía alcanzarlos, pues el jardín estaba rodeado de agua. Como no había cesado de caminar en todo el día, sin comer ni un solo bocado, sufría mucho de hambre y pensó: «¡Ojalá pudiera entrar a comer algunos de esos frutos! Si no, me moriré de hambre». Arrodillóse e invocó a Dios, y he aquí que de pronto apareció un ángel. Éste cerró una esclusa, de manera que el foso quedó seco, y ella pudo cruzarlo a pie enjuto. Entró entonces la muchacha en el jardín, y el ángel con ella. Vio un peral cargado de hermosas peras, todas las cuales estaban contadas. Se acercó y comió una, cogiéndola del árbol directamente con la boca, para acallar el hambre, pero no más. El jardinero la estuvo observando; pero como el ángel seguía a su lado, no se atrevió a intervenir, pensando que la muchacha era un espíritu; y así se quedó callado, sin llamar ni dirigirle la palabra. Comido que hubo la pera, la muchacha, sintiendo el hambre satisfecha, fue a ocultarse entre la maleza.

El Rey, a quien pertenecía el jardín, se presentó a la mañana siguiente, y, al contar las peras y notar que faltaba una, preguntó al jardinero qué se había hecho de ella. Y respondió el jardinero:

– Anoche entró un espíritu, que no tenía manos, y se comió una directamente con la boca.

– ¿Y cómo pudo el espíritu atravesar el agua? -dijo el Rey-. ¿Y adónde fue, después de comerse la pera?

– Bajó del cielo una figura, con un vestido blanco como la nieve, que cerró la esclusa y detuvo el agua, para que el espíritu pudiese cruzar el foso. Y como no podía ser sino un ángel, no me atreví a llamar ni a preguntar nada. Después de comerse la pera, el espíritu se retiró.

– Si las cosas han ocurrido como dices -declaró el Rey-, esta noche velaré contigo.

Cuando ya oscurecía, el Rey se dirigió al jardín, acompañado de un sacerdote, para que hablara al espíritu. Sentáronse los tres debajo del árbol, atentos a lo que ocurriera. A medianoche se presentó la doncella, viniendo del boscaje, y, acercándose al peral, comióse otra pera, alcanzándola directamente con la boca; a su lado se hallaba el ángel vestido de blanco. Salió entonces el sacerdote y preguntó:

– ¿Vienes del mundo o vienes de Dios? ¿Eres espíritu o un ser humano?

A lo que respondió la muchacha:

– No soy espíritu, sino una criatura humana, abandonada de todos menos de Dios.

Dijo entonces el Rey:

– Si te ha abandonado el mundo, yo no te dejaré.

Y se la llevó a su palacio, y, como la viera tan hermosa y piadosa, se enamoró de ella, mandó hacerle unas manos de plata y la tomó por esposa.

Al cabo de un año, el Rey tuvo que partir para la guerra, y encomendó a su madre la joven reina, diciéndole:

– Cuando sea la hora de dar a luz, atendedla y cuidadla bien, y enviadme en seguida una carta.

Sucedió que la Reina tuvo un hijo, y la abuela apresuróse a comunicar al Rey la buena noticia. Pero el mensajero se detuvo a descansar en el camino, junto a un arroyo, y, extenuado de su larga marcha, se durmió. Acudió entonces el diablo, siempre dispuesto a dañar a la virtuosa Reina, y trocó la carta por otra, en la que ponía que la Reina había traído al mundo un monstruo. Cuando el Rey leyó la carta, espantóse y se entristeció sobremanera; pero escribió en contestación que cuidasen de la Reina hasta su regreso.

Volvióse el mensajero con la respuesta, y se quedó a descansar en el mismo lugar, durmiéndose también como a la ida. Vino el diablo nuevamente, y otra vez le cambió la carta del bolsillo, sustituyéndola por otra que contenía la orden de matar a la Reina y a su hijo. La abuela horrorizóse al recibir aquella misiva, y, no pudiendo prestar crédito a lo que leía, volvió a escribir al Rey; pero recibió una respuesta idéntica, ya que todas las veces el diablo cambió la carta que llevaba el mensajero. En la última le ordenaba incluso que, en testimonio de que había cumplido el mandato, guardase la lengua y los ojos de la Reina.

Pero la anciana madre, desolada de que hubiese de ser vertida una sangre tan inocente, mandó que por la noche trajesen un ciervo, al que sacó los ojos y cortó la lengua. Luego dijo a la Reina:

– No puedo resignarme a matarte, como ordena el Rey; pero no puedes seguir aquí. Márchate con tu hijo por el mundo, y no vuelvas jamás.

Atóle el niño a la espalda, y la desgraciada mujer se marchó con los ojos anegados en lágrimas.

Llegado que hubo a un bosque muy grande y salvaje, se hincó de rodillas e invocó a Dios. Se le apareció el ángel del Señor y la condujo a una casita, en la que podía leerse en un letrerito: «Aquí todo el mundo vive de balde». Salió de la casa una doncella, blanca como la nieve, que le dijo: «Bienvenida, Señora Reina», y la acompañó al interior.

Desatándole de la espalda a su hijito, se lo puso al pecho para que pudiese darle de mamar, y después lo tendió en una camita bien mullida. Preguntóle entonces la pobre madre:

– ¿Cómo sabes que soy reina?

Y la blanca doncella, le respondió:

– Soy un ángel que Dios ha enviado a la tierra para que cuide de ti y de tu hijo.

La joven vivió en aquella casa por espacio de siete años, bien cuidada y atendida, y su piedad era tanta, que Dios, compadecido, hizo que volviesen a crecerle las manos.

Finalmente, el Rey, terminada la campaña, regresó a palacio, y su primer deseo fue ver a su esposa e hijo. Entonces la anciana reina prorrumpió a llorar, exclamando:

– ¡Hombre malvado! ¿No me enviaste la orden de matar a aquellas dos almas inocentes? -y mostróle las dos cartas falsificadas por el diablo, añadiendo: – Hice lo que me mandaste ­y le enseñó la lengua y los ojos.

El Rey prorrumpió a llorar con gran amargura y desconsuelo, por el triste fin de su infeliz esposa y de su hijo, hasta que la abuela, apiadada, le dijo:

– Consuélate, que aún viven. De escondidas hice matar una cierva, y guardé estas partes como testimonio. En cuanto a tu esposa, le até el niño a la espalda y la envié a vagar por el mundo, haciéndole prometer que jamás volvería aquí, ya que tan enojado estabas con ella. Dijo entonces el Rey:

– No cesaré de caminar mientras vea cielo sobre mi cabeza, sin comer ni beber, hasta que haya encontrado a mi esposa y a mi hijo, si es que no han muerto de hambre o de frío.

Estuvo el Rey vagando durante todos aquellos siete años, buscando en todos los riscos y grutas, sin encontrarla en ninguna parte, y ya pensaba que habría muerto de hambre. En todo aquel tiempo no comió ni bebió, pero Dios lo sostuvo. Por fin llegó a un gran bosque, y en él descubrió la casita con el letrerito: «Aquí todo el mundo vive de balde». Salió la blanca doncella y, cogiéndolo de la mano, lo llevó al interior y le dijo:

– Bienvenido, Señor Rey -y le preguntó luego de dónde venía.

– Pronto hará siete años -respondió él- que ando errante en busca de mi esposa y de mi hijo; pero no los encuentro en parte alguna.

El ángel le ofreció comida y bebida, pero él las rehusó, pidiendo sólo que lo dejasen descansar un poco. Tendióse a dormir y se cubrió la cara con un pañuelo.

Entonces el ángel entró en el aposento en que se hallaba la Reina con su hijito, al que solía llamar Dolorido, y le dijo:

– Sal ahí fuera con el niño, que ha llegado tu esposo.

Salió ella a la habitación en que el Rey descansaba, y el pañuelo se le cayó de la cara, por lo que dijo la Reina:

– Dolorido, recoge aquel pañuelo de tu padre y vuelve a cubrirle el rostro.

Obedeció el niño y le puso el lienzo sobre la cara; pero el Rey, que lo había oído en sueños, volvió a dejarlo caer adrede. El niño, impacientándose, exclamó:

– Madrecita. ¿cómo puedo tapar el rostro de mi padre, si no tengo padre ninguno en el mundo? En la oración he aprendido a decir: Padre nuestro que estás en los Cielos; y tú me has dicho que mi padre estaba en el cielo, y era Dios Nuestro Señor. ¿Cómo quieres que conozca a este hombre tan salvaje? ¡No es mi padre!

Al oír el Rey estas palabras, se incorporó y le preguntó quién era. Respondióle ella entonces:

– Soy tu esposa, y éste es Dolorido, tu hijo.

Pero al ver el Rey sus manos de carne, replicó: – Mi esposa tenía las manos de plata.

– Dios misericordioso me devolvió las mías naturales -dijo ella; y el ángel salió fuera y volvió en seguida con las manos de plata. Entonces tuvo el Rey la certeza de que se hallaba ante su esposa y su hijo, y, besándolos a los dos, dijo, fuera de sí de alegría.

– ¡Qué terrible peso se me ha caído del corazón!

El ángel del Señor les dio de comer por última vez a todos juntos, y luego los tres emprendieron el camino de palacio, para reunirse con la abuela. Hubo grandes fiestas y regocijos, y el Rey y la Reina celebraron una segunda boda y vivieron felices hasta el fin.

Fin.

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Leyendas Urbanas de Terror

Leyenda del Leviatan

La leyenda de una gran serpiente marina, es una de las más conocidas del folklore marino. Se supone que el Leviatán hebreo, que aparece en la Biblia, es esta serpiente mitológica.

Este monstruo marino figura en varios pasajes bíblicos. En el libro apócrifo de Enoc, es mencionado como una hembra que vive en el abismo, sobre el manantial de las aguas.

El Leviatán aparece en el Génesis, donde aparece una hembra y un macho, y Dios mató a la hembra, para evitar que procrearan, pues nadie podría detenerlos. También figura en el libro de Isaías.

En el Talmud, también es mencionado, en el Avoda Zara.

La leyenda habla sobre el banquete posterior al Armagedón, donde el caparazón de esta criatura, será servido como comida junto al Behemoth y el Ziz.

También se lo puede identificar con el mar en sí mismo, y sus contrapartidas, Behemoth, la tierra, y Ziz, el espacio y el aire.

Algunas leyendas judías, consideran al Leviatán como un dragón andrógino, que habría seducido a Adán y a Eva, tomando alternadamente formas femenina y masculina.

El cristianismo lo identifica con un demonio, en algunos casos, lo asocian con el monstruo Rahab.

Las leyenda bíblica podría tener origen en una leyenda canaanita, que habla de la confrontación entre Hadad (Baal) y un monstruo marino de siete cabezas, al que derrota.

También recuerda a la creación babilónica de Enuma Elish, donde el dios tormenta Marduk, mata a su madre (Tiamat, diosa del caos y la creación representada por un monstruo marino), y crea la tierra y los cielos con las dos mitades de su cuerpo.

El temor del hombre hacia los monstruos marinos es generalizado. Las serpientes marinas gigantes han atemorizado a los marinos desde la antigüedad.

Avistamientos de monstruos marinos y la leyenda del Leviatán:

Olaus Magnus, un arzobispo de Uppsala (Suecia) del siglo XVI, describía a la serpiente marina como un animal de 60m de largo y 6m de ancho, color negro, con escamas filosas y pelo en el cuello. La consideraba muy peligrosa, como un presagio de desastres. 

Hans Egede, un misionero noruego, testificó la visión de un monstruo marino en las costas de Groenlandia, el 6 de julio de 1734. Así también, el obispo Eric Pontoppidan, de Bergen, publicó en 1752, un libro con relatos de avistamientos de serpientes marinas, una de las serpientes tenía cabeza gris, similar a la de un caballo y ojos y boca, negros, con una melena larga blanca. Detrás de la cabeza del monstruo, se divisaron ocho promontorios que sobresalían del agua, el cuerpo de la bestia se retorcía formando espirales.

Los marinos europeos identificaban al Leviatán como una ballena gigantesca y monstruosa, o una serpiente marina, que atacaba las naves, creando un torbellino en torno a ellas y devorándolas luego.

Hay quienes identifican al Leviatán con otras criaturas marinas de la mitología, como los Nafa de siete cabezas, de la mitología de Oriente Medio.

Los testimonios más confiables son los pertenecientes a embarcaciones de guerra, como el buque británico HMS Daedalus, que en 1848, protagonizó el avistamiento de una serpiente marina, que los científicos de la época atribuyeron a un plesiosaurio, o ictiosaurio, o cualquier reptil gigante que pudiese haber sobrevivido.

El 15 de mayo de 1833, cuatro oficiales británicos y un intendente militar, vieron una serpiente de cerca de 24m de largo, mientras pescaban. La serpiente nadaba a unos 180m del sitio donde se encontraban, en Mhone Bay, a unos 65km de Halifax, en Nueva Escocia.

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Ciudad de México

La Leyenda de La Estrella de México

Leyenda mexicana sobre una mujer muy bella, apodada La Estrella de Mexico, y una historia de amor trágica. Ciudad de Mexico.

Sin tener una fecha exacta del suceso se comenta, que una noche con motivo de haber recobrado la salud la Virreina se reunieron en palacio las principales familias de México las cuales conformaban la corte que en realidad era una caricatura de la de España, pero en cuanto a lujo y opulencia a veces la superaba ya que en México vivían los dueños de las minas de Taxco en Guerrero, Real del Monte en Hidalgo, Fresnillo en Zacatecas y Guanajuato.  

Después de algún tiempo de haber iniciado la fiesta llegó una mujer llamada Clara que cautivaba a los hombres y opacaba a las mujeres con su belleza, una vez instalada, el hijo del Virrey se dedicó a cortejarla obteniendo por respuesta el desaire, el fue quien la bautizó como La Estrella de México.  

Al término de la fiesta, Clara salió hacia su casa ubicada en la esquina formada por las actuales calles de Argentina y Luis González Obregón, pasado algún tiempo apareció por la calle un joven llamado Gonzalo de Leiva quien pretendía a Clara, después de entonar una canción, apareció la bella mujer en su balcón iniciando así la clásica plática de los enamorados jurándole Gonzalo amor eterno, al término de este juramento se escucharon pasos que se aproximaban obligando a la pareja a retirarse. Gonzalo emprendió la huida empuñando, pero sin sacar su espada, al ver que lo seguían se detuvo e hizo frente al desconocido quien se cubría el rostro con una gran capa advirtiéndole que pretender el amor de Clara le costaría muy caro, ante esta amenaza ambos iban a desenvainar en ese lugar pero acordaron acudir a una zona mas apropiada y se dirigieron a la Plaza de Santo Domingo.  

En este lugar inicio el duelo, después de largos minutos uno de ellos cayó herido, su adversario quiso prestarle ayuda pero no le fue posible porque se acercaba la ronda y huyó. En la tarde del siguiente día Doña Pánfila, madre de Clara, recibe en su casa al Virrey que solicitó la mano de su hija disculpando a Carlos su hijo por no poderlo acompañar ya que la noche anterior algo le salió mal en su parranda. Ante esta solicitud de matrimonio, Clara le pide al Virrey tres días para tomar una determinación a lo cual accedió amablemente. Acababan de despedir al Virrey cuando madre e hija salieron al balcón atraídas por un murmullo y el paso de gran cantidad de gente, extrañada Clara preguntó a su madre:  

-¡Qué será eso madre mía!  

-¿No escuchas doblar en San Ildefonso? Es un entierro, mira ya sale el acompañamiento  

-¿Será algún colegial noble o uno de los reverendos padres jesuitas?  

-Era un joven, pobre familia está inconsolable. Los padres jesuitas han puesto interés en que no se conozca cómo o por que fue su muerte pero cómo los sirvientes en todo se entrometen dicen que fue un desafío por amores, en la madrugada ya casi moribundo sus amigos lo llevaron a su cuarto desde el lugar de la contienda, me han dicho que es hijo de la señora de Leiva.  

-¿Quién de los dos? por que son dos  

-Gonzalo  

-¡Gonzalo!  

Después de la noticia Clara quedo inmóvil durante largo tiempo, ante esta reacción su madre le pregunto el por que se sentía así a lo que contestó:  

-Porque ese joven…Gonzalo…era mi único amor, era el alma de mi vida. Con él lo he perdido todo y hoy nada en el mundo vale para mí. Madre concede mí última voluntad, entraré al monasterio…allí sepultaré mi dolor.  

-Respeto tu decisión, ya que has renunciado al matrimonio a mí no me queda más que volver al campo y administrar la hacienda, de vez en cuando vendré a visitarte…¿Y a qué convento prefieres entrar?  

-A la Encarnación para estar cerca de ti y de la casa en que nací y me crié, abriga para mí tantos y tan tiernos recuerdos.  

-Hija, sabes que quiero dejar la corte y tengo una idea, yo no quiero conservar la casa si no vives en ella conmigo, propondré a la religiosas que te permitan habitarla.  

-¿Cómo puede ser eso?  

-Cerrando toda comunicación a la calle y abriendo una hacia el convento. Así las monjas aumentarán su espacio con una finca más que puede serles útil con el tiempo, y tú podrás vivir en la morada que tanto amas.  

Tres días después, la casa se anexa al convento de la Encarnación y la Estrella de México se eclipsó para siempre.

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Leyendas Urbanas del Mundo

Leyenda del monstruo del Lago Ness

Esta leyenda urbana, un poco larga, trata sobre el misterioso monstruo del Lago Ness que se encuentra en Escocia.

El lago Ness es famoso en todo el mundo por el supuesto monstruo que vive en sus aguas. Pese a que las reiteradas exploraciones para tratar de encontrar alguna prueba definitiva de su existencia no han tenido éxito hasta el momento, los indicios parecen abrumadores. Hay registrados más de tres mil testimonios de observaciones, decenas de fotos y filmaciones atestiguan que en este lago del norte de Escocia se esconde lo que parece un enorme animal misterioso. En los últimos meses se han producido nuevas observaciones de la bestia, se han realizado más fotografías, tan discutibles como las anteriores, e incluso se han escuchado misteriosos gruñidos y gemidos procedentes del lago. Los documentos más novedosos están compuestos por la nueva secuencia de tres fotografías que se ha conocido recientemente y que muestra con claridad lo que parece el largo cuello y la cabeza de un animal que emergen de las oscuras aguas de este lago. Los escoceses están convencidos de que si no existiese Nessie, nombre cariñoso con el que conocen al monstruo dellago Ness, habría que inventarlo. Cada año, decenas de miles de personas procedentes de todo el mundo viajan hasta las Tierras Altas en busca de un misterio y de un sueño.

Envuelto en una casi permanente bruma se encuentra el lago Ness, uno de los lugares enigmáticos más famosos del mundo y el «hogar» del célebre monstruo que se cree vive n sus frías aguas. Todos esperan poder atisbar, aunque sea sólo unos instantes, la extraña silueta de la bestia, con su largo cuello fuera del agua, pero la inmensa mayoría debe conformarse con sumergirse en el ambiente enigmático de ese lago. Algunos parecen tener suerte; el último avistamiento conocido ocurrió el pasado 15 de junio, cuando el personal y los huéspedes del hotel Craigcarroch se quedaron sorprendidos al ver, durante unos diez minutos, unas misteriosas ondas en las aguas del lago, que se movían en forma de zigzag. La propietaria del establecimiento, Kate Munro, no dudó en afirmar a la prensa que ,<siempre he creído que aquí vive una enorme criatura acuática».

Primer encuentro con Nessie. La leyenda cuenta que el misionero irlandés San Columbano, evangelizador de Escocia, fue el primero que relató un encuentro con el monstruo en el año 565 de nuestra era. La bestia había atacado a un vecino en el río Ness, que desemboca en el lago y el hombre santo exhortó a la bestia a que no atacase a las personas. Probablementee, la influencia del santo varón fue determinante, pues aunque los avistamientos de este monstruo se han seguido produciendo, no hay noticias significativas de ataques a humanos. Por suerte para los vecinos de la zona, las costumbres de esta bestia parecen ser bastante pacíficas. De todas formas, no fue hasta los años treinta de nuestro siglo cuando los testimonios de avistamientos del monstruo se hicieron más frecuentes. Es más que probable que una causa directa de este mayor número de observaciones fuese la construcción de una carretera que bordea al lago y que lo hace, por lo tanto, mucho más accesible a los visitantes. Precisamente, mientras viajaban por esa carretera, George Spicer y su esposa vieron el 22 de julio de 1933 lo que describieron como una enorme y oscura criatura con un largo cuello.

Unos meses después, el 12 de noviembre, un trabajador de la compañía British Aluminium llamado Hugh Gray, afirmó que había visto un objeto de grandes dimensiones en el lago, al que consiguió fotografiar. La imagen, no demasiado clara, dio la vuelta al mundo, y al año siguiente ya se registraron medio centenar de observaciones de esa enigmática criatura.

Los testimonios se suceden.
Entre estos primeros avistamientos y algunos de los últimos apenas ha cambiado nada. Edna MacInnes, de 25 años, y su amigo David Mackay, pudieron contemplar a este extraño ser el 17 de junio de 1993. Calcularon que medía unos doce metros de longitud y de su figura destacaba su largo cuello, similar al de una jirafa. Se encontraba a un kilómetro y medio de ellos, pero lo pudieron contemplar nítidamente durante diez largos minutos, hasta que se sumergió en las oscuras aguas. «Era de un color marrón brillante y se podía ver con mucha claridad», declaró la testigo en un programa radiofónico, y añadió que durante todo el tiempo que duró la observación corrieron por la ribera para intentar acercarse a la bestia. «Tuve miedo cuando la estela del monstruo llegó a la orilla, pero en ningún momento dejé de correr detrás de él tan rápido como pude», añadió. Después de que Nessie se sumergiese en el agua, la pareja fue a buscar una cámara fotográfica y unos binoculares a su casa, que estaba relativamente cerca. Tuvieron suerte, pues esa criatura volvió a aparecer, apenas a seis metros de la orilla del lago, instante en el que le hicieron una fotografía que, por desgracia, no muestra al monstruo sino sólo la estela que dejaba. Esta pareja de vecinos de Invemess no fueron los únicos que ese mismo día vieron al monstruo.

James MacIntosh volvía con su hijo de una excursión de pesca cuando el joven le dijo que en el lago había algo que no era un bote. «Estaba concentrado conduciendo -declaró este testigo- pero miré al lago y vi una cosa marrón con un largo cuello como el de las jirafas que nadaba por la superficie. Fue una experiencia misteriosa». Este enigmático ser se sumergió rápidamente instantes después. En septiembre de 1995, Loma Taylor afirmó haber visto cerca del castillo de Urquhartona muy frecuentada por la criatura una cabeza con un largo cuello sobre el agua. Un año antes, el 26 de agosto de 1994, otro testigo llamado james Brown aseguró que había observado moverse sobre el agua un objeto de color negro y forma oval, aproximadamente de 1,8 metros de largo por 1,2 de ancho, y que, comparando sus dimensiones con las indicadas por otros testigos, debía ser un pequeño retoño de la familia Ness, ya que quienes aceptan que tanto éste como otros monstruos marinos y lacustres son bestias que han logrado sobrevivir a la desaparición de los dinosaurios, consideran que debe tratarse de diversos especímenes que se reproducen y esconden en túneles subacuáticos por los que acceden al mar. Los testimonios son tan abundantes que incluso Nessie es motivo de apuestas, un pasatiempo muy arraigado entre los británicos. Según un experto en este tipo de pronósticos, William Hill, las posibilidades de que se consiga demostrar científicamente la existencia de esta criatura oscilan entre las 500 a 1 y 100 a 1. En caso de que el monstruo apareciese, debería desembolsar alrededor de un millón de libras esterlinas, unos doscientos millones de pesetas. Los incontables testimonios recogidos, y las fotografías conseguidas, apuntan a un retrato robot bastante concreto de esta criatura. Se trata de un animal de entre los 14 y los 20 metros de longitud, de piel lisa y color oscuro, por lo general gris o pardo, en el que destaca su largo cuello rematado por una cabeza relativamente pequeña y achatada, que en ocasiones está coronada por una especie de pequeños cuernos o antenas.

Sonidos inexplicables.
Los indicios de la presencia de esta extraña criatura no se limitan a sus difusas imágenes gráficas; también ha sido posible escuchar el gruñido o gemido que produce esta bestia desconocida. El diario Dundee Courier publicó el 19 de julio de 1995 que varios de los tripulantes de un minisubmarino que opera en el lago habían podido escuchar unos sonidos inexplicables. Según uno de los pilotos del navío, Bill Bolton, él y otros cuatro tripulantes de este sumergible dedicado tanto a la investigación como a llevar pasajeros, se encontraban a unos 13S metros de profundidad cuando escucharon esos ruidos. «Sólo oímos un par de gruñidos y nada más», dijo Bolton, pero añadió que «unas semanas atrás escuchamos en esta misma zona unos sonidos extraños a los que no dimos más importancia en el momento». Otro piloto de este minisubmarino, Allen Whitfield, aseguró que él ha buceado por todo el mundo y ha escuchado en diversas ocasiones el sonido que producen los delfines y las ballenas, pero lo que oyó no era nada comparable. «He escuchado frecuentemente a los mamíferos marinos, pero esos gruñidos eran algo raro, diferente», aseguró. Estos extraños sonidos se oyeron cerca del pueblo de Abriachan, en la orilla oeste, y fueron también recogidos por una serie de micrófonos que tiene el submarino a largo de toda su estructura, y enviados a la base que se halla en la orilla del lago. Los intentos por descubrir la realidad que se encuentra detrás de todos los testimonios de avistamientos de esta extraña bestia han sido hasta el momento infructuosos. Nunca se ha encontrado ningún resto orgánico que pudiese pertenecer a un cadáver de este monstruo, y las mayores campañas para intentar arrojar luz al asunto, como la que se realizó durante octubre de 1987, cuando veinte barcos recorrieron metódicamente todo el lago barriéndolo con el sonar, no han tenido jamás la recompensa del éxito, aunque en 1960 se obtuvieron unos precisos ecos de sonar que indicaban la presencia de un enorme cuerpo nadando a gran velocidad bajo el agua.

Evidencias fotográficas. Como casi única prueba más o menos palpable quedan las fotografías, algunas de bastante buena calidad, aunque nunca se puede garantizar completamente su autenticidad y que correspondan al «monstruo» y no a otros animales u objetos confundidos en la distancia, como quedó de manifiesto al denunciarse la falsedad de la fotografía obtenida por Kenneth Wilson en 1934, y que estaba considerada hasta el momento como una de las más significativas de esta bestia. De todas formas, las fotografías submarinas obtenidas por Roben H. Rines en 1972 son, posiblemente, las imágenes más espectaculares de este monstruo, pues presentan con bastante claridad lo que parece una enorme aleta romboidal, de unos dos metros de longitud, y también, aunque más vagamente, un cuerpo de entre quince y veinte metros, con un largo cuello coronado por una curiosa y pequeña cabeza. Estas sorprendentes imágenes fueron cuidadosamente analizadas por el Jet Propulsion Laboratory de Pasadena que, mediante tratamientos informáticos de las imágenes, consiguió mejorar su calidad. Nessie también ha sido filmado y grabado en vídeo. Desde que se obtuvo la primera secuencia, en 1933, hay registradas ya unas veinticinco, siendo la más famosa la que obtuvo en 1960 el ingeniero aeronáutico Tim Dinsdale, un veterano «cazador de Nessie», quien filmó un borroso objeto sobre el agua, de unos cuatro o cinco metros de longitud por metro y medio de ancho. La cinta fue analizada por expertos del Centro de Inteligencia y Reconocimiento Aéreo de las Reales Fuerzas Aéreas Británicas, que concluyeron que el objeto filmado no era un bote, sino «un objeto animado».

¿Los últimos dinosaurios? ¿Qué tipo de animal se esconde en las aguas del lago Ness? Los más escépticos, como Adrian Shine, responsable del Proyecto Loch Ness, opinan que se trataría nada más que de grandes esturiones, unos peces que pueden alcanzar los tres metros de longitud y pesar más de 200 kilos. Sin embargo, los esturiones no pueden explicar el largo cuello característico que sobresale de la superficie del lago, según la mayoría de los testigos y las fotografías obtenidas. Otros investigadores consideran que habría que pensar en otro tipo de animales, desconocidos en la actualidad, para explicar las apariciones de este ser. En este punto las hipótesis se disparan, pues mientras que zoólogos tan conocidos en el estudio de los animales misteriosos como el doctor Bernard Heuvelmans apoyan que el origen más probable habría que buscarlo en la existencia de un enorme Pinnípedo de largo cuello, un pariente gigante de las focas que este científico ha bautizado como Megalotaria Longicollis, otros creen más probable que se trate de un antepasado de las ballenas, de aspecto serpentiforme, llamado Zeugledón, o de una anguila gigante.

También son legión los que están convencidos de que Nessie es en realidad un superviviente de los plesiosaurios, unos reptiles marinos que se extinguieron en la misma época que los dinosaurios. Esta hipótesis cuenta con el nada desdeñable inconveniente de que no está claro que estos reptiles estuviesen adaptados a la vida en un agua tan fría como la del lago Ness, que nunca supera los veinte grados. Sea un pariente gigante de las focas, un reptil supuestamente desaparecido hace sesenta millones de años o una anguila desconocida, lo cierto es que algo extraño se oculta bajo las aguas del lago Ness. Hace unos meses, diversos medios de comunicación británicos y americanos se hicieron eco de la supuesta noticia de que se había encontrado un cadáver de Nessie. Dejando a un lado su falsedad, como se demostró con posterioridad, la noticia provocó una ola de indignación popular en Escocia, pues para los habitantes de estas tierras Nessie es algo más que un importante atractivo turístico, ya que representa un símbolo nacional. El monstruo del lago Ness no puede morir, porque con independencia de su existencia física en las aguas del lago, vive también en el corazón de los escoceses.

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Cuentos Infantiles

El deseo de navidad de Niki

Cuento infantil acerca de un niño que pide un deseo para navidad

Había una vez en un país muy tranquilo una bella casa, con sus alrededores floridos y una playa preciosa y un mar tan azul como el cielo. En su interior vivía una bonita familia, había un niño llamado Niki el cual era muy inteligente, y lo tenía todo: amor, atenciones, juguetes; pero a pesar de tenerlo todo no era completamente feliz, pues deseaba tener un hermanito y cada navidad le pedía a Dios que se lo trajera, mama y papá le preguntaron que tu quisieras para esta Navidad y el niño respondió:

Tengo todo pero lo que en realidad deseo con mi corazoncito es un compañerito y papá le dijo: Tu mamita también y sabes parece que Dios te ha escuchado y pronto llegara, ¿verdad mamita? Y ella respondiendo le dijo si, y pasaron los meses y llego el gran momento y una bonita mañana Niki despertó cuando escucho llorar a alguien, y fue corriendo a ver a su mamita y cual grande fue su sorpresa: sus ojos se llenaron de lagrimas al ver de lado de su mamita a la personita que tanto le había pedido a Dios.

Lo besaba y besaba lo abrazaba y le daba las gracias a su mami por pedir el mismo deseo, entonces su papito lo abrazo muy fuerte, y le dijo ahora tendrás una compañía a quien tendrás que enseñarle todas las cosas bonitas que tu ya sabes, pero prométenos a mamita y a papito las tres palabras, mas importantes que te hemos enseñado:

El Amor, El Perdón y la fe porque sin ellas el mundo no tendría sentido, pero recuerda la más importante de las tres es el Amor porque sin él no tendría sentido la vida, porque las tres siempre van de la mano, viste tuviste fe y Dios te concedió este deseo, El amor que desde hoy une más nuestra familia y el perdón por los malos tiempos que tuviésemos algún día. Niki todos los hombres aprenderemos a perdonar, y dar el amor por medio de la fe y nos conozcamos del modo que Dios nos conoce a nosotros, y recuerda Niki dar y recibir. Y así termina esta historia llena de amor y felicidad familiar.

 

Luz Marina López de George, Willemstad – Antillas Holandesas

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Ciudad de México

Leyenda de la Aduana de Santo Domingo

 Leyenda mexicana sobre la construccion del edificio de la Aduana en la Ciudad de Mexico.

¿Leyenda?… ¿Historia?… sea lo que fuere debemos relatar lo que se cuenta acerca de la construcción de este edificio, en la que entró como razón principal el amor de un noble y rico caballero, a distinguida dama, hermosa y de alto linaje.  

A principios del siglo XVIII, vivía en la corte de la Nueva España don Juan Gutiérrez Rubín de Celis, rico y noble caballero, coronel del Regimiento "Tres Villas", perteneciente a la Orden Militar de Santiago, y que, según afirman varios cronistas de la época, poseía también el hábito de Calatrava, así como el cargo de Prior del Consulado, nombramiento que había recibido del Virrey Don Juan de Acuña, Marqués de Casafuerte. Esto le hacía ser respetado y gozar de distinciones en las altas esferas sociales y nobles del Virreinato.  

Don Juan vivía en medio del lujo más grande y la suntuosidad más refinada; jamás se le veía a pie, siempre en su carroza o en su litera forrada de seda. Le gustaba vestir con la elegancia más costosa de aquellos días, y afirma más de un historiador, que en 1716, durante los festejos de la toma de posesión del Gobierno por el Marqués de Valero, llevaba tal cantidad de joyas sobre su traje, que solamente los bordados de perlas del casacón representaban la suma de treinta mil pesos, por cuyo dato se calculará el valor de sus cadenas, sortijas, de los alfileres sobre el encaje de la corbata, los broches en el sombrero, y demás brillantes preseas.  

En el nobilísimo y nada joven caballero, se despertó loca y profunda pasión amorosa por la linda doncella Doña Sara de García Somera y Acuña, parienta del Virrey Marqués de Casafuerte, la cual dudaba en corresponder a aquel amor, por el carácter especial del enamorado que no presagiaba mucha felicidad en el matrimonio para el día de mañana.  

Pero eran tantas las promesas y tantos los juramentos del apasionado pretendiente que allá por el año 1741, correspondió Doña Sara a las pretensiones de Don Juan, pero con una sola condición, algo rara en efecto, pero indispensable para conseguir la mano de la dama, y fue ésta: que el apasionado caballero concluyera en el plazo improrrogable de seis meses las obras del edificio de la Aduana, cuya construcción se había empezado años antes y estaba completamente abandonada. Algo le extrañó la condición, pero como el amor es poderoso cuando se adueña de las voluntades, sacudió Don Juan su manera de ser abandonada y fría, aceptando el requisito que se le imponía, y con actividad en él desusada, puso mano a la obra sin escatimar gasto alguno ni esfuerzo de ninguna clase, para salir airoso de la empresa.  

No encontró ningún arquitecto que se comprometiera en ese plazo, a terminar el edificio y él en persona se convirtió en director de la obra. Hizo traer negros para que trabajasen día y noche, con teas encendidas se realizaban estos trabajos cuando la luz del sol faltaba; distribuyó entre los canteros, todos cuantos existían en la ciudad, las piedras que habían de labrar; mandó construir apresuradamente balcones y barandales de hierro; al mismo tiempo hizo que cientos de carpinteros construyeran bastidores, puertas, frontis y ventanas, vigilándolo todo él, antes holgazán caballero, que al presente desplegaba una actividad extraordinaria descansando apenas unas cuantas horas para dormir.  

De esta manera, empeñoso y con tesonera constancia, tres días antes de expirar el plazo fijado por la dama de sus pensamientos, se puso de gala y, en su mejor coche, se dirigió a la casa de la amada a la que, en un cojín de terciopelo, hizo entrega de las llaves del edificio ya terminado y le pidió que cumpliera su palabra de ser su esposa, ya que él había cumplido la suya de terminar el edificio. Doña Sara cumplió su palabra. Se verificó el matrimonio en agosto de ese mismo año y Don Juan, para dejar un recuerdo de su amada a las generaciones futuras, mandó esculpir sobre un arco una inscripción acróstica, en la cual se puede leer lo siguiente:  

"Siendo Prior del Consulado don Juan Gutiérrez Rubín de Celis, Caballero de la Orden de Santiago, y Cónsules don Gaspar de Alvarado, de la misma Orden y don Lucas Serafín Chacón, se acabó la fábrica de esta Aduana, a 28 de junio de 1741 ".  

Algunos historiadores dicen, que doña Sara puso la condición a Don Juan aconsejada por el Virrey Marqués de Casafuerte.  

Tal es la historia de cómo se construyó el edificio mencionado.  
Observadores escrupulosos han hecho notar que la prisa con que se construyó se destaca en lo defectuoso de algunas partes, sobre todo en las piezas de hierro forjado, que no tienen la finura y delicadeza debida.  

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Cuentos Infantiles

El delfín que perdió a su mamá

Cuento infantil sobre el delfín que extravió a su mamá.

Un día estaba el delfincito nadando un poco triste por la superficie del mar, había perdido a su mamá, estaba buscándola por todos lados sin poderla encontrar. Por su lado pasó un pez muy largo, serio y con cara de buenazo, al verlo tan triste le preguntó qué le ocurría. El delfincito bebé le contó su pena y el pez Sabio le dijo que debía ir a buscar dónde terminaba el arco iris, que allí donde los colores se derritieran encontraría a su mamá.

Para allí empezó a nadar el delfincito bebé, mirando al cielo a ver si encontraba por algún lado una nubecita que le regalara una lluvia y un poco de sol para que se dibujara el arco iris que le devolviera a su mamá. Muy lejos descubrió una nubecita chiquitiiiiita, nadó, saltó, se sumergió, fue a toda velocidad. Cuando llegó, se encontró con una sola y triste nube que no tenía pensado llover ni llamar a sus otras amigas para hacerlo. En el acto se le acercó un pez gordo y con cara de oler algo sucio, y el delfincito le dijo:

–Antes que me preguntes que me pasa, te lo cuento: he perdido a mi mamááá……, dijo muy muy triste el bebé. El pez le dio unas palmitas en la espalda, diciéndole cómo podía encontrar el arco iris mas rápidamente y así a su mamá. Debía seguir siempre las crestas de las olas. Así lo hizo el pequeñin, tanto rato que ya no daba mas.

Cansado y decepcionado como estaba se dejó caer hasta el fondo del mar, recostándose en una cama de algas marinas de todos los colores, mirando sin ningún interes las preciosas plantas que adornaban aquel rincón del mar, todo era tan lindo allí que hasta parecía una selva acuatica multicolor, solo quería descansar un poquito y hallar consuelo para su corazoncito.

Un cardumen de pecesitos rayados negro y amarillo se acercaron a alegrarlo un poco, pero el se dio vuelta para no verlos, éstos llamaron a otros de muchos colores distintos, de todos los tamaños, formas, y grosores. El delfincito no pudo ahora negarse a mirarlos aunque fuera de reojo, pero enseguida recordó a su mamá y se tapó los ojitos para no ver mas nada.

Un pulpo muy señorial llegó moviendo sus tentaculos con un ritmo de baile antiguo, cuando descubrió al pequeño tan triste, le hizo cosquillas con un tentaculo, después con otro, al no ver ningún resultado, atacó de cosquillas con todos sus tentaculos, hasta que las risitas se oian bien lejos.

El pulpo escuchó seriamente toda la historia del arco iris, de las crestas de las olas, y le confesó al bebito que en realidad, el "Pez con Cara de Oler a algo Sucio", era el pez bromista, que los grandes ya saben que no hay que hacerle caso. El señor pulpo le aconsejó buscar las nubes bien grises y oscuras, oler el aire y no parar hasta encontar a su mamá, que un día la encontrará.

Así hizo el delfincito, nadó por muchos mares, vio montones de peces distintos, peces que parecian tener una espada, o que parecian gallos, también vio caballitos de mar, de lejos vio pingüinos y una ballena. Tánto nadó, tántos mares recorrió, que ya no quedaba casi mas nada del delfincito bebé, se había convertido en un delfin grande y bello.

Una ostra grandiosa, cuando lo sintió a su lado le dijo que escuchara un secreto que tenía para el, era un secreto que se lo habían dicho hace mucho tiempo, que solo a un delfin bello como el podría contarselo. La ostra se abrió un poquitin para que la pudiera escuchar y el delfin puso su orejita.

Una sonrisa dibujó la cara del buscador de su mamá y salió a la superficie, con tanta alegría que dio un salto como de tres metros e hizo dos volteretas, en la bajada vislumbró una delfina algo mas allá. Al salir a la superficie nadaron juntos un ratito, haciendo circulos, saltando uno por encima del otro, jugando a las escondidas, y todas esas cosas que hacen los delfines cuando estan felices. Tan felices estaban que se enamoraron, y al cabo de un tiempo la delfina tenía una panza gordota con un delficito en ella.

Una tarde, se había nublado todo el cielo, y empezó a llover, salió el sol un ratito y claro, se hizo un arco iris delante mismo del delfin, estaba tan sorprendido que le dijo a su delfina que iba a bucear allí abajo. El pobre delfin no sabía que iba a pasar, ¿estaría su mamá?, ¿se acordaría de el?, ¿cómo estaría? Todo esto se preguntaba mientras iba cautelosamente hacia las profundidades del mar. Desde donde estaba logró ver una delfina viejita y bastante arrugada.

–¡Siiiii, es ella!, gritó corriendo a su encuentro.

Se dieron muchísimos besitos, y mimos, y la mamá le dijo que había crecido mucho, que ya era un delfin muy grande y bello.

–Mamá, tengo que contarte que vas a ser abuelita dentro de muy poquito, sube que te voy a mostrar a mi delfincita, le dijo muy feliz el delfin.

La delfina abuelita estaba muy contenta tambien, despues de todos los besitos, de ver la pancita gordota, decidieron irse los tres a buscar un lugar donde pudieran vivir alegremente y hacer un lugar maravilloso para el futuro delfincito bebé.

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Guadalajara

La leyenda del judío

En lo que podría ser el Acto de Fe más sobresaliente, fue relajado al fuego don Tomás Treviño y Sobremonte, nacido en Castilla la Vieja. Su madre, Doña Leonor Martínez de Villagómez, fue relajada en estatua por judaizante en la Inquisición de Valladolid.  

Se ignora cuándo Don Tomás, pasó a la Nueva España, pero continuó con la tradición familiar impuesta por su madre y fue apresado por el Santo Oficio a finales del siglo XVII, pero como fingió arrepentimiento fue reconciliado y puesto en libertad. Poco tiempo después se casó con María Gómez procreando dos hijos llamados Rafael de Sobremonte y Leonor Martínez, quienes fieles a la familia también cayeron en las prisiones de la Inquisición.  

Pero ¿cuales fueron los crímenes cometidos por Don Tomás Treviño?  
He aquí una breve descripción de ellos.  

Cuando vivía en Guadalajara tuvo una tienda con dos accesos. Bajo una de las puertas había enterrado un Cristo, y se cuenta que todos aquéllos que entraban por ahí, les vendía más barato que a los que entraban por la otra. Comentaban también que en las noches azotaba a un Niño Dios de madera el cual conservaba las marcas de los azotes y por esto se consideró como milagroso venerándose en la Iglesia de Santo Domingo.  

Cuando regresó a México fue nuevamente hecho prisionero por el Santo Oficio con la respectiva incautación de bienes, nuevamente fingió arrepentimiento y fue puesto en libertad.  

En el nuevo proceso que se le siguió en donde fue condenado a la hoguera, los cargos fueron los siguientes:  

Realizar ceremonias judaicas, cubrirse la cabeza al momento de comer, iniciar la comida con un plato de buñuelos cubiertos con miel, degollar las gallinas con un cuchillo diciendo una oración con la vista hacia el oriente, se le acusó de obligar a su mujer y a su cuñada a denunciarse al Santo Tribunal porque ya estaban presos sus cuñados y su suegra, de haberse circuncidado, de no oír misa, cuando le decían buenos días o buenas tardes, él respondía beso las manos de vuestras mercedes, en lugar de alabado sea el Santísimo Sacramento, de que su mujer lo llamaba Santo de su Ley, y de maldecir al Santo Oficio y a sus ministros.  

La sentencia se cumplió el 15 de abril de 1649, saliendo Don Tomás Treviño de Sobremonte con San Benito y coroza, sin vela verde porque no la quiso, se le amordazó por blasfemo y fue entregado a la justicia y brazo seglar. Una vez en poder de la justicia fue montado en una mula, la cual reparaba cambiándosele a varias, la gente comentaba que los animales no querían llevar en su lomo a tan perro judío. Después de muchos intentos fue montado en un caballo que era conducido por un indio, el cual le aconsejaba se arrepintiera respondiendo Don Tomás con golpes y patadas.  

Ya en el Quemadero ubicado entre el convento de San Diego y la Alameda se le amarró al garrote de los suplicios y se encendió la hoguera. Don Tomás, a pesar del fuego y el humo no se quejó ni gritó, al contrario, acercaba las brazas y recordando sus bienes confiscados exclamó:  

-¡Echen más leña que mi dinero me cuesta!