Categorías
Leyendas Urbanas de Terror

El callejón de la Delgadina

Leyenda urbana de Mexico. Saltillo, Coahuila.

La diabólica imaginación de Edgar Allan Poe, y la narración fantástica de H. G. Wells, pueden ser comparadas a la siniestra historia del callejon de la delgadina que aqui es narrada con singular vivacidad.

Esta historia tiene su origen en el callejón que nace en la antigua calle de Santa Ana, hoy llamada de "Guerrero", cruzando la calla de San Joaquín, ahora conocida como Arteaga, y termina en el pequeño arroyo llamado ahora "La Tórtola", a pocos metros al norte del puente de Gómez Farías. Este vecindario junto con el de Aguila de oro, se distinguían de otros, por las narraciones espeluznantes de las que fue teatro esta sección del sureste de Saltillo.

En 1786, el Ayuntamiento llegó a cicatrizar a la calle de San Joaquín, pero en un callejón, que después fue conocido como "La Delgadina". Allí vivió un carnicero en una casa grande y sombría, que tenía mas establos y pesebres que recámaras; por su original estatura, al carnicero lo llamaban despectivamente "el gigante severo", por que siempre usaba una camisa y un pantalon que cambiaba una vez al mes, y sus ropas estaban siempre cubiertas por enormes manchas de grasa de los animales, signos naturales de su negocio.

Crisóstomo Sánchez, como así se llamaba, aparentaba tener alrededor de 38 años de edad, y a despecho de su excesivo peso, no parecía ser muy viejo. Se casó con la hija de un portero que estaba viviendo en el mismo vecindario. Ella, Isaura Delgado, era mucho menor que él, pero no menos robusta y fuerte. Por su cutis bronceado y su largo cabello trenzado que le llegaba hasta los zapatos, obtuvo el despectivo nombre de "La trenzona".

La pareja era muy popular en el vecindario, pues aparentaban ser muy felices. Los domingos cuando salían fuera para pasear, su poco común estatura y corpulencia atraían considerablemente la atención.

Habiéndole dicho alguien que habia algo entre su esposa y el "freidor", no tardó mucho para comprobarlo, pues por sopresa una tarde encontró a su esposa en los brazos de su amante.

Por varios meses "La Trenzona" no fué vista y los vecinos comentaban acera de la causa de su repentina desaparición. Muchas gentes estaban acostumbradas a pararse en el umbral de la vieja puerta de la casa de Chagua, y la veían debajo del puente de Tacubaya, de rodillas lavando, con su pelo trenzado cayendo completamente sobre su espalda y amontonado sobre sus tobillos. Si nadie supo de la muerte de Chagua, entonces donde estaba ella?…Esta pregunta se hacía seguido por los vecinos del callejón, pero ninguno podía encontrar una respuesta adecuada; hasta que una mañana corrió el rumor de que en ángulo del arroyo de la Tórtola, el cuerpo de Isaura Delgado, había sido encontrado casi irreconoscible, y se dedujo que era Isaura por el extraordinario tamaño y tupido del pelo en completo desórden; Que le había pasado??….. La gente preguntaba, y alguien reveló la historia entera del castigo, de una muy inhumana y cruel manera, que el carnicero había dado a la infortunada "Trenzona".

Se decía que el marido rencoroso había dejado suspendida a su esposa en un gancho usado para colgar carne, en uno de los mas escondidos cuartos de la casa; después de conservar su colgadura ahí por varios meses, dándole solamente migajas de pan y agua, hasta que comenzo a cambiar su lamentable figura, por su estado de debilidad, la colgo completamente desnuda por el pelo, divido en cuatro partes, cada sección amarrada de los cuatro picos del garabato suspendido a una pulgada del suelo, dándole la ilusión de tocarlo con la punta de los pies…
Pasaron los días hasta que la pobre mujer llego a ser esqueleto y murió.

Cuando ella fué encontrada, la gente decía que era un montón de huesos envueltos en una arrugada y amarillenta piel.

El carnicero desapareció del pueblo y nadie supó de su paradero. La gente empezó a llamar al callejón con el nombre de "La delgadina". No se sabe si este nombre fue originado por el apellido de la protagonista de esta historia (Isaura Delgado), o por el estado en el que la pobre mujer quedó con la cruel venganza de su esposo.

Categorías
Cuentos Cortos

El juego de Martina

El juego de Martina. Cuento infantil. Página de cuentos. Cuentos autores argentinos. Cuentos infantiles con audio. Lecturas infantiles. Escritores de literatura infantil.

Tema del cuento: La separación de los padres

 Cuando Martina tenía ocho años, tenía una vida como la de muchos chicos. Vivía con sus papás y dos hermanitos varones menores que ella.  Era buena alumna y  tenía muchas amiguitas en el colegio. Su gran compinche fue siempre Valentina. Pasaban casi todas las tardes jugando, en la casa de una,  o en la casa de otra y todos los días tomaban un helado juntas, sin importar el frío que  hiciera.

Martina  tenía muchos juguetes con los que siempre  jugaba, pero  uno siempre fue su preferido. Se lo habían regalado sus papás cuando cumplió seis años, una especie de caja con forma de casita con cuatro muñequitos: un papá, una mamá y dos hijitos, tenía también una mesa, cuatro sillas, un sillón, un cuadrito y un perrito pequeño. Martina lo llamaba el juego de la familia y le daba un lugar de privilegio en su repisa, siempre estaba atenta a que no faltara nadie, que todo estuviera en orden y en el mismo lugar donde ella lo había dejado.

Si su mamá, al limpiar, corría algún muñequito de lugar, ella se enojaba y corría inmediatamente a ponerlo donde estaba.
 Valentina, siempre fue traviesa, y a veces disfrutaba de hacer enojar a su amiga cambiándole las cosas de lugar. Sabía que a Martina, tan ordenada como era, no le gustaba. Peleaban un poquito y luego siempre hacían las pases, como muy buenas amigas que eran.

Con el correr del tiempo, las cosas en la familia de Martina se fueron complicando, sus papás empezaron a pelear muy seguido y todos sufrían por ello.
  A pesar de sus ocho pequeños años, nuestra amiguita se daba cuenta de que su papá y su mamá discutían demasiado  y que las cosas no eran como antes. Cuando ella era más chiquita no peleaban tanto, todo estaba empeorando.

Si sus hermanitos se asustaban por esa razón, ella, como hermana mayor, los consolaba y les decía que algún día todo mejoraría.
 Como si  le permitiera mejorar la realidad,  ordenaba cada vez más seguido “la casita de la familia” el juego,  continuamente se fijaba si todo y todos estaban en su lugar.
A pesar de que Martina siempre trataba de prestar atención, en el colegio notaban que se distraía y la veían preocupada y triste.

Valentina la hacía reír a pesar de todo, nunca faltaba un chiste, una golosina, un abrazo que la hiciera sentir mejor y seguía con la costumbre de invitarla un heladito y de desarmarle los juegos para que se enojara un poquito.

El tiempo pasó y como la situación no mejoraba, los papás de Martina decidieron separarse. Si bien les daba mucha pena hacerlo, consideraban que era mejor tomar esa decisión que pelearse como perro y gato todos los días, y así se lo explicaron a sus tres hijitos.
 Muy enojada y más triste todavía, Martina se encerró en su habitación, empezó a llorar tirada en su camita, y cuando levantó la vista vio su cajita querida, ordenada como siempre. Como si el juego tuviera algo de culpa, lo sacó de la repisa y tiró sus piezas por toda la habitación. 

Por un tiempo largo no volvió a ordenarlo, su mamá había juntado todos los muñequitos pero no los había puesto exactamente en el orden que estaban antes. Martina se dio cuenta, pero no lo ordenó, no quiso.
 Valentina la visitaba más que nunca y trataba, sin éxito, de hacerla reír. Ella también se dio cuenta de que el querido juego de su amiga no  tenía el orden de siempre y le preguntó qué le había pasado  y por qué no lo ordenaba.

– ¡No quiero, no voy a hacerlo!. Contestó llorando Martina. -Ya no tiene sentido. Ese juego se parecía a mi familia, y mi familia se desarmó también, ya no es igual.
  Valentina trató de consolarla, pero no se le ocurrió mucho para decir, le invitó con un helado, pero tampoco esto dio resultado. Salió de la casa de su amiga pensando en cómo ayudarla, en cómo hacer para que recuperara la sonrisa. No sería fácil, pero tal vez, con el tiempo…

Y el tiempo pasó, y como  es lógico las cosas cambiaron y  mucho. Martina  seguía viviendo con su mamá y sus hermanitos, pero su papá ya no estaba con ella todos los días. Sin embargo, iba muy seguido a buscarlos al colegio. Empezaron a ir a tomar la leche juntos, a hablar solitos de cosas de las que antes no hablaban. Se dio cuenta que su papá no había dejado de ser su papá y no dejaría de serlo nunca. Ya no vivía con él, era cierto, pero cada vez que lo extrañaba lo llamaba y él a ella, y los fines de semana la llevaba a pasear y a veces a tomar helado con Valentina.
 Si bien su mamá no estaba contenta, por lo menos estaba más tranquila y era cierto que en la casa ya no se escuchaban peleas.

De todas maneras, nada se comparaba a que todos estuviesen juntos, nada. Martina vivía ahora con tantos otros chicos, con sus papás separados.
 Mientras tanto, el juego de la casita seguía  desordenado. Un muñequito por allá, otro por acá. Una pieza en un costado, otra en  otro. No se veía igual que antes, lo mismo que su familia.
 Martina tardó en acostumbrarse a su nueva vida, no  era fácil y tal vez  nunca lo fuera, pero el tiempo en muchas oportunidades es un buen amigo y nos ayuda a entender cosas que son difíciles de entender.

Así fue. Con el tiempo Martina pudo aceptar su nuevo modelo de familia. Entendió que si bien no vivían todos juntos, ella no había perdido a su papá y si bien no era lo que ella hubiera deseado, era su realidad y lo mejor para todos era aceptarla de la mejor manera posible. Se dio cuenta que seguía contando con sus papás, que el amor que sentían por ella y sus hermanitos, no había cambiado en absoluto, que el hecho que, como pareja no se llevaran bien, no significaba que los quisieran menos,  eran cosas bien distintas.
 Un día, solita en su habitación empezó a mirar su casita de la familia y sus muñequitos desordenados y pensó que era hora de hacer algo.

Se paró frente a la casita y sus habitantes, los ubicó como siempre, los miró un rato largo y se dio cuenta que ahora debía ordenarlo de otra manera. Y lo hizo.
 Por extraño que pareciera, aquellos muñequitos, que ya no estaban todos juntos en la misma cajita, seguían pareciendo una familia, Martina los había ubicado de tal modo que si bien no estaban  uno junto al otro, tampoco estaban lejos y, sobretodo, seguían siendo piezas de un mismo juego.
 Lo mismo pasó en el corazón de Martina, el tiempo y el amor de sus papás, de sus amigos y  de Valentina, le ayudó a ordenar las piezas de su familia en su corazón.

Sabía muy bien que ya no era lo mismo,  había crecido y había entendido muchas cosas, pero lo más importante que pudo entender fue que, aunque las cosas fueran diferentes, en su corazón, cada persona ocupaba el lugar que debía y, como en  su juego de la casita, todas las piezas estaban juntas y ordenadas.
 Cuando Valentina volvió a visitarla, lo primero que hizo fue darse cuenta que el juego favorito de su amiga estaba ordenado de otra manera y sabía que no había sido la mamá.

 Como queriendo jugarle una broma le dijo a su amiga

-¿Pero quién desordenó esto sin mi permiso? ¡Acá la única que te hace lío con las cosas soy yo! Dijo con una sonrisa.
 Martina miro a su amiga y  le contestó:
  -Estaba desordenado, y ya no quedaba bien en la repisa como estaba antes, le di un nuevo orden. ¿No se ve del todo mal verdad?
  -¡Claro que no! ¡Lo hiciste bien amiga! Contestó Valentina, le dio un abrazó y con una guiñadita de ojos le ofreció ir a tomar un helado. 
  Esta vez, Martina dijo que si.

Fuente: http://www.encuentos.com

Categorías
Monterrey

La Mujer de Blanco

Saludos a todos los respetebles lectores, esta historia me sucedio a mi. Corria el año 1979 en la ciudad de Monterrey, Nuevo Leon, situados en la popular colonia de "La Coyotera", especificamente en los patios del ferrocarril, eran alrededor de las once de la noche cuando mis cuatro hermanos y un servidor que en esos tiempos tenia alrrededor de ocho años de edad, ivamos pasando por medio de los patios del ferrocarril y a lo lejos  de los patios se escucho un chistido y todos a la vez volteamos. Cual fue nuestro asombro! Lo que vimos hasta la fecha lo tenemos presentes todos nuestros hermanos hasta el dia de hoy. Se trataba de una mujer de blanco sentada en la parte superior de un poste de luz. Enseguida todos corrimos para llegar a la casa que estaba sitiada en la parte de enfrente de los patios del ferrocarril.  Llegando a la casa le comentamos a nuestros padres y estos ni tarde ni peresosos llegaron al lugar con todos nosotros, donde estaba la mujer de blanco, pero ésta ya no estaba, Hoy en dia se le conoce como el mercado campesino en Monterrey.

Categorías
Leyendas Urbanas de Terror

El camión incendiado por los Chaneques

Leyendas urbanas de mexico

Juan Aldama y su hermano Demetrio quedaron sorprendidos. A unos cuantos metros de donde se encontraban, sobre la carretera 180, vieron un camión de carga que, incendiándose y haciendo ruido con la bocina, transitaba dando tumbos sobre la costera del Golfo de México. Los hermanos Aldama, campesinos y vecinos de Las Palmas, en el Estado de veracruz, declararon que vieron al camión cuando venía ardiendo sobre la carretera. Eran aproximadamente las 16:00 horas del 25 de mayo de 1973. El “camión incendiado por los chaneques”.

De inmediato acudieron a prestar ayuda al conductor, una vez que éste logró detener el camión sobre la cuneta. Lo bajaron y auxiliaron: no tenía ninguna quemadura de importancia pero gritaba, exaltado, que se había quedado sin frenos y que se quemaba. Entre todos intentaron apagar el fuego, pero nada pudieron hacer para sofocarlo. Las llamas se propagaron rápidamente quemando las tarimas de madera y tdo el material combustible sobre el vehículo. Los asientos, en la cabina del conductor, se convirtieron en cenizas y algunos de sus resortes se doblaron por el calor; las llantas continuaron quemándose por varias horas. El conductor del camión, una vez repuesto del susto, huyó con rumbo desconocido.

El siniestro fue reportado en varios periódicos de la República Mexicana, llegando a aparecer en el Novedades, uno de los principales diarios de la capital mexicana.

Las compañías e seguros y los Miniserios Públicos reciben al mes varios reportes de autos y camiones quemados por diversas causas, principalmente debido a accidentes automovilísticos. Sin embargo, estos accidentes no son tan importantes como para que su crónica aparezca en la mayor parte de los periódicos del país. ¿Qué tenía de especial este caso para que se le diera tanta importancia?

Siete días antes había ocurrido otro siniestro similar muy cerca de ahí. Un caso que ha entrado en la historia de la ufología mexicana como “el caso del camión quemado por los ovnis”. Este suceso ocurrió en el mismo estado de Veracruz y, supuestamente, estuvieron involucrados unos diminutos seres conocidos en la zona con el nombre de chaneques.

Como bien ha apuntado Héctor Escobar, el caso de Las Palmas no era más que una copia del suceso ocurrido el 18 de mayo en Cintalapa, aunque más simple. La diferencia entre ambos era que en Cintalapa, como veremos, los elementos que no se queman fácilmente fueron los que, supuestamente, ardieron, y en Las Palmas, se dijo, no se quemaron los productos combustibles.

Como elementos de extrañeza se apuntaron: que el parabrisas de cristal del camión no se había quemado; que en las cercanías del camión se hallaron fragmentos de cartón y de mica (silicato aluminicopotàsico hidratado con cantidades variables de Magnesio, Manganeso, Fierro y Titanio) sin quemar; y que también se encontró un costal de yute (fibra de henequén) sin dañar.

En cuanto al cristal y a la mica no era tan extraño que no hubieran sufrido daños, ya que el primero era un parabrisas del tipo de cristal templado y la segunda, como se sabe, en algún tiempo se utilizó como aislante térmico en algunos aparatos eléctricos. El pedazo de cartón tal vez no pertenecía al camión o llegó al lugar con l viento, y el costal del yute era del mismo tipo del que utilizan los campesinos de la zona para guardar sus cosechas. Los hermanos Aldama lo habían utilizado para tratar de apagar el fuego, probablemente lo dejaron olviddo. En realidad nada había e misterioso. Ni siquiera la huída del conductor, pues seguramente por algún error suyo en el mantenimiento o la conducción del camión, había sufrido este incendio o temía que le acusaran y le obligaran a pagar los destrozos.

Lo que hizo “famoso” este caso fueron los sucesos ocurridos días antes en la carrtera Tinaja a Tierra Blanca y de los que a continuación nos vamos a ocupar.

Fuente: http://marcianitosverdes.haaan.com/2006/04/chaneques-incendiarios/

Categorías
Leyendas Urbanas de Terror

¿Monstruos mexicanos? Los cheneques

¿Monstruos mexicanos? Los cheneques o chenekes
El miedo es algo que siempre ha acompañado a los seres humanos desde sus orígenes. Antes de que Bram Stroker escribiera su famosa novela de terror “Drácula”, el mito de los vampiros chupadores de sangre ya estaba bastante extendido por toda Europa.

Pero… ¿qué es el miedo? En sí, podríamos definirlo como la angustia que todos los seres humanos sentimos ante un peligro real… o imaginario. De hecho, la mayor parte de las veces sentimos miedo cuando nos enfrentamos a algo desconocido.

Es cierto que en la actualidad el cine y la televisión nos han dado muchos monstruos que producen miedo. Pero definitivamente los antiguos mexicanos no necesitaron de ellos para crear leyendas tenebrosas y escalofriantes.

Por ejemplo, los aztecas o mexicas creían en una aterradora criatura llamada cuitlapanton que solía aparecer durante la noche, con cabellos largos hasta la cintura y caminando como pato. Si alguien trataba de atraparla, la cuitlapanton se escabullía, desaparecía y volvía a aparecer en un lugar distinto, burlándose de su perseguidor. Se creía que esta ilusión era provoca por Tezcatlipoca (un antiguo dios cuyo nombre significa “Espejo humeante”).

Algunos hechiceros y brujos de la época prehispánica eran conocidos como nauallis (hoy conocidos como “nahuales”) y se pensaba que de noche espantaban a los hombres y chupaban a los niños. Algunos de estos nauallis tenían un pacto con ciertos dioses perversos que les permitía transformarse en diversos animales. Como puedes ver, esta leyenda se parece mucho a la de los hombres-lobo.

Los cazadores mexicas creían en una fiera salvaje muy peculiar: un tigre de pecho blanco y piel manchada que no huía ante las personas, sino que se sentaba mirándolas fijamente y comenzaba a hipar. Este hipo podía llenar de temor a cualquier ser humano o animal, e incluso era capaz de hacerlos desmayar. Los cazadores sólo podían arrojarle cuatro flechas; si fallaban, la fiera se les abalanzaba de un solo salto y se los merendaba.

Aunque no era un monstruo, el cóyotl (o coyote) te podía dar muchos buenos sustos. Cuentan las creencias antiguas que, si se te ocurría robar la presa que un coyote había cazado, éste podía seguirte sin que te dieras cuenta para vengarse matando a todas tus gallinas. Si no tenías gallinas, el coyote te acechaba en algún camino, ya fuera de noche o de día, y cuando menos te lo esperabas, te salía de frente ladrando para espantarte.

Sin embargo, el coyote también podía ser agradecido. Si alguna vez ayudabas a uno, éste te seguía hasta tu casa y te consentía llevándote una gallina muerta de vez en cuando. Se dice que Tezcatlipoca solía adoptar la forma de un coyote para presentarse ante los viajeros y advertirles de algún peligro que les aguardaba en el camino, como la presencia de ladrones.

También se creía que ciertas regiones eran habitadas por los ohuican chaneque o chaneques («los dueños de los lugares peligrosos»), seres que cuidaban los manantiales, los ríos, los árboles y los animales silvestres. Estos duendecillos podían atacar a los intrusos provocándoles un susto tan grande que podía sacarles el alma, la cual encerraban en la profundidad de la tierra. Si la víctima no la recuperaba por medio de un ritual específico, enfermaba y moría al poco tiempo.

Los Chaneques son dioses menores de la mitología mexicana, habitan en los bosques y selvas, cuidan de la naturaleza, animales silvestres, manantiales y árboles.  Se dice que asustan a la gente que invade sus territorios y son capaces de hacer perder su “tonalli“.

A los Chaneques, se les suele describir como personitas que miden 1 metro 20 aproximadamente, con los pies al revés, con cuerpo deforme y con una cola, otra de las características más resaltantes es la ausencia de la oreja izquierda. Pero no siempre son descritos de la misma manera, a veces son descritos con cara de niño y piel color de chocolate y los asemejan mucho a los niños.

Los chaneques son de naturaleza traviesa, juegan con las cosas, y molestan a los animales de corral, suelen robarse una que otro objeto. También se dice que pueden ser muy peligrosos, ya que con solo tocar el rostro a un ser humano lo puede enfermar. También existe la leyenda de que se llevan a los niños para convertirlos en sus sirvientes.

En las leyendas actuales, los chaneques son identificados como niños con cara de viejos que hacen que las personas se extravíen durante tres o siete días, tras los cuales las víctimas no pueden recordar nada… aunque se piensa que las conducen a su hogar en el inframundo, cuya entrada es una ceiba seca.

Por último, el más célebre de los “monstruos mexicanos”, la Llorona, también tiene sus orígenes en las leyendas mexicas, donde recibía el nombre de Ciuahcóatl. Poco antes de la llegada los conquistadores españoles, los aztecas solían escuchar a una mujer que, por las noches, lloraba y gritaba lastimeramente “Hijitos míos: ¿a dónde los llevaré?”, haciendo un eco fantasmal entre las calles de la antigua ciudad de México-Tenochtitlan.

Como verás, en nuestro país también tenemos motivos de sobra para asustarnos muy a la mexicana… aunque no contemos con un tenebroso Frankenstein.

Categorías
Leyendas infantiles

La mujer herrada

La mujer herrada. Leyendas de México. Leyendas Mexicanas. Leyendas cortas. Mitos leyendas.

 

Vivía en la ciudad de México un buen sacerdote, acompañado de su ama de llaves, quien se encargaba de las tareas domésticas.

Un herrero, el mejor amigo del buen capellán, desconfiaba instintivamente de la vieja ama de llaves, y así hubo de decírselo al cura, instándole repetidas veces para que la despidiera, aunque el sacerdote no llegó nunca a hacer caso de tales advertencias y consejos.

Una noche, cuando ya el herrero se había acostado, llamaron a su puerta violentamente, y al abrir se encontró con dos hombres de color que llevaban una mula. Aquellos hombres rogaron al herrero que pusiera herraduras al animal, que pertenecía a su buen amigo el sacerdote, quien había sido llamado inopinadamente para emprender un viaje.

Satisfizo el herrero el deseo de los desconocidos herrando la mula; y, cuando se alejaban, tuvo ocasión de ver que los indios castigaban cruelmente al animal.

Intrigado e inquieto pasó la noche el herrero, y a primera hora del día siguiente se encaminó a casa de su buen amigo el sacerdote. Largo rato estuvo llamando a la puerta de la casa, sin obtener respuesta, hasta que el capellán fue a franquearle el paso con ojos soñolientos, señal evidente de que acababa de abandonar el lecho.

Enterado por el herrero de lo que sucedió aquella noche, le manifestó que él no había efectuado viaje alguno ni tampoco dado orden para que fueran a herrar la mula. Después, ya bien despierto, se rió el buen capellán muy a su gusto, de la broma de que había sido objeto el herrero. Ambos amigos fueron al cuarto del ama de llaves, por si ésta estaba en antecedentes de lo ocurrido.

Llamaron repetidas veces a la puerta, y como nadie les contestara, forzaron la cerradura y entraron en la habitación.

Un vago temor les invadía al franquear el umbral y una emoción terrible experimentaron al hallarse dentro del cuarto.

El espectáculo que se ofreció ante sus ojos era horrible. Sobre la cama ensangrentada, yacía el cadáver de la vieja ama de llaves que ostentaba, clavadas en sus pies y manos, las herraduras que el herrero había puesto la noche anterior a la mula.

Los aterrorizados amigos convinieron en que la desdichada mujer había cometido un gran pecado, y que los demonios, tomando el aspecto de indios, la habían convertido en mula para castigarla.

http://www.encuentos.com/leyendas/la-mujer-herrada-leyendas-de-mexico-leyendas-mexicanas-leyendas-cortas-mitos-leyendas/

Categorías
Puebla

El mal yerno

Esto es para los que piensan que por no tener a su suegra viva ya se libraron de ella, cuidado con lo que le hagan a sus esposas.

Era 1 de Noviembre de 1997, mi abuela falleció el 17 de septiembre del mismo año, a lo que mis tíos y mi mamá se pusieron de acuerdo para ir al panteón a ver a sus papas.
Entonces le hablaron a mi tía que vivía en Tlaxcala, para ver a que hora llegaba para que se fueran al panteón, a lo que mi tía les dijo que cuando llegara su marido se ponía de acuerdo con él y les regresaba la llamada.

Total que mi tía les habló y les dijo que su marido no la había dejado ir diciendo que para qué iba si ya su madre estaba muerta.

Y mi tía se acostó a dormir con ese dolor y coraje hacia su marido. Al dia siguiente mi tía se sorprendió cuando su marido muy temprano le dijo que se levantara para que la llevara a la casa de su hermana, ásta así lo hizo y cuando llegaron todos le preguntaron que por qué ese cambio tan repentino, a lo que mi tío les dijo: "les voy a contar pero no se vayan a burlar".

Y a si empezó su relato:

No podía conciliar el sueño y me levante a tomar un vaso con agua, regresé a mi recama y me recosté boca arriba mientras me fumaba un cigarro que no me terminé y apague la luz, no lo hubiera yo hecho, total que entre sueños escuche que golpeaban la paredes con algo y al prender la luz ví a mi suegra parada justo enfrente de mi apoyada como siempre en su bastón, viéndome con mucho coraje, a lo que yo cerré mis ojos y recé todo lo que jamás en mi vida había rezado. Y pues bueno, por eso es que su hermana y yo estamos aquí viniendo a ver a sus papas, y les juro jamás negarle eso a su hermana.

Claro que después de eso todos mis tíos soltaron la carcajada.

Categorías
Leyendas infantiles

La señora del salto mortal

La señora del salto mortal. Leyendas de México. Leyendas Mexicanas. Leyendas cortas. Mitos leyendas.

Cuando México se hallaba todavía bajo el dominio de España, residía en aquella capital un rico comerciante, retirado ya de sus negocios, llamadodon Mendo Quiroga y Suárez. No obstante su gran fortuna, por todos envidiada, su vida era triste y solitaria y sus tesoros no fueron nunca bastantes, con ser inmensos, como para comprarle un amor que endulzara su amarga ancianidad.

Para mitigar sus penas envió a buscar a una hija de su difunta hermana, que debía acompañarlo en su soledad. La joven era hermosa, vana, egoísta y muy coqueta. Aunque se mostraba extremadamente agradecida y satisfecha por el lujo y comodidades que le prodigaba su tío, no por eso llegó a quererlo ni se esforzó en hacerle la vida más agradable. Vistiendo trajes de riquísimos encajes y terciopelos, distraía sus ocios paseándose en el coche de su tío, luciendo orgullosamente su riqueza y hermosura, que bien pronto sedujo a más de cuatro enamorados mancebos. Pero doña Paz recibía despectivamente cuantas atenciones le prodigaban sus rendidos admiradores, en la certeza de que, al morir su tío, sería ella la mujer más rica de México.

Y así fue, efectivamente, aunque bajo ciertas condiciones que hirieron su orgullo en lo más vivo. En el largo testamento en que don Menda la llamaba siempre «mi querida sobrina», legábale todas sus propiedades; pero al final del documento se insertó una cláusula, que debía indispensablemente cumplirse antes de que doña Paz pudiera disponer de un centavo de la cuantiosa herencia.

El testamento decía así:
«y la condición que ahora impongo a mi querida sobrina es la siguiente:
Ataviada con su mejor traje de baile y luciendo sus joyas más preciadas, se encaminará en coche abierto y en pleno mediodía a la plaza Mayor. Allá descenderá del carruaje y se situará en el centro de la plaza, inclinando humildemente al suelo la cabeza, y en esta posición deberá dar un salto mortal. Y es mi voluntad, que si mi querida sobrina Paz no cumple precisamente con esta condición dentro de los seis meses del día en que yo fallezca, no perciba ni un solo centavo de mi herencia. Esta condición la impongo a mi querida sobrina Paz, para que, en la amargura de su verguenza, considere las angustias que yo sufrí por sus crueldades durante mis últimos años».

Herido tan vivamente su orgullo por esta imposición testamentaria de su tío, doña Paz en encerró en las habitaciones de su palacio y nada se supo de ella durante los seis primeros meses, que transcurrieron desde la muerte de don Menda: Y, el mismo día en que finaba el plazo impuesto en el testamento, la gente de la ciudad contempló llena de asombro cómo las hermosas puertas de hierro fundido de don Menda, girando lentamente sobre sus goznes, abrían paso al majestuoso carruaje en cuyo interior lucía esplendorosamente doña Paz su más rico traje de baile y sus valiosas alhajas.

 

Leyenda mexicana de la Señora del Salto Mortal

En su pálido rostro, los hermosos ojos, entornados los párpados, miraban humildes. De este modo la orgullosa mujer marchó a la plaza Mayor, luciendo su gentileza y rico atavío por las calles más céntricas de la capital, atestadas de gente. En llegando al término de su viaje, se apeó del coche, y precedida de sus criados, que cuidaron de abrirle paso entre la compacta muchedumbre, avanzó hacia el centro de la plaza, donde sus servidores habían colocado una mullida alfombra sobre las baldosas. Allá en el mismo centro y en presencia de todos, dio el salto mortal que exigía el testamento de su tío y heredó su fortuna, después de haber humillado, amarga y vergonzosamente, su indomable orgullo.

http://www.encuentos.com/leyendas/la-senora-del-salto-mortal-leyendas-de-mexico-leyendas-mexicanas-leyendas-cortas-mitos-leyendas/

Categorías
Leyendas infantiles

La leyenda de Doña Beatriz

La leyenda de Doña Beatriz. Leyendas de México. Leyendas Mexicanas. Leyendas cortas. Mitos leyendas.

Vivía en la ciudad de México una hermosa joven, doña Beatriz, de tan extraordinaria belleza, que era imposible verla sin quedar rendido a sus encantos.

Contábanse entre sus muchos admiradores la mayor parte de la nobleza mexicana, y los más ricos potentados de Nueva España; pero el corazón de la bella latía frío e indiferente ante los requerimientos y asiduidades amorosas de sus tenaces amantes. Y así pasaba el tiempo; pero, como todo tiene un término en la vida, llegó el momento en que el helado corazón de doña Beatriz se incendió en amores.

Ello fue en un fastuoso baile que daba la embajada de Italia.

Allí conoció doña Beatriz a un joven italiano, don Martín Scípoli, de esclarecida y noble estirpe. La indiferencia de doña Beatriz fundióse entonces como la nieve bajo la caricia de los rayos solares, y sintióse la hermosa poseída de un nuevo sentimiento, en tanto que el joven, por su parte, se había también enamorado profundamente.

Poco tiempo después, don Martín se mostró excesivamente celoso de todos los demás adoradores de la hermosa doña Beatriz, promoviendo continuas reyertas y desafiándose con aquellos que él suponía que pretendían arrebatarle sus amores. Y tan frecuentes eran estas querellas, que doña Beatriz estaba afligida, y en su corazón comenzó a arraigar el temor de que don Martín sólo se había enamorado de su hermosura, de modo que, cuando ésta se marchitara, moriría, indefectiblemente el gran amor que ahora le profesaba.

Esta preocupación embargó su mente y amargó su vida en forma tal, que decidió tomar una resolución terrible, para poner a prueba el amor de su galán. Y al efecto, en el deseo de saber si don Martín la quería sólo por su belleza, un día en que su padre se hallaba de viaje, con un pretexto despidió a todos sus criados para quedar sola en su casa.

Encendió el brasero que tenía en su habitación, colocó enfrente la imagen de santa Lucía y ante ella rezó fervorosamente para pedirle le concediera fuerza y valor con que poner por obra su propósito. Después, atándose ante los ojos un pañuelo mojado, se inclinó sobre el brasero, y soplando avivó el fuego hasta que las llamas rozaron sus mejillas. Luego metió su hermosa cara entre las ascuas.

Leyenda de Doña Beatriz, Leyenda de Mexico

Terminada esta terrible operación, cubrió su rostro con un tenue velo blanco y mandó llamar a don Martín. Una vez en su presencia, apartó lentamente el velo que le cubría el rostro desfigurado por el fuego y se lo mostró al galán; solamente brillaban en todo su esplendor sus hermosos ojos relucientes como las estrellas. Por un momento su amante quedó horrorizado contemplándola. Luego la estrechó en sus brazos amorosamente. La prueba había dado un resultado feliz, y durante todos los años de su dichoso matrimonio, doña Beatriz no volvió a sentir el temor de que don Martín sólo la amara por su hermosura.

http://www.encuentos.com/leyendas/la-leyenda-de-dona-beatriz-leyendas-de-mexico-leyendas-mexicanas-leyendas-cortas-mitos-leyendas/

Categorías
Leyendas Urbanas de Terror

El entretecho

Cuando yo era joven, vivía en una casa normal, de un piso, y era tremendamente acogedora, pero esta casa, escondía un secreto escalofriante.
Todo Comenzó, cuando cierta noche, cerca de las dos de la mañana, mientras estaba metido en el computador jugando, para variar con la luz apagada, comencé a sentir un leve y tenue llanto en el cual a ratos se escuchaba el nombre “marucho” que me puso la piel de gallina.
Debido a la hora en que se escuchaba, me dio demasiado miedo, pero el llanto se parecía mucho al del hijo menor de la casa de al lado, asi que luego de unos segundos, el miedo se fue y este suceso se me olvido.

Pero, llego una noche, en la cual decidí quedarme a ver una película en la noche,
Todo estaba bien, cuando alrededor de las tres de la mañana, el mismo lastimero llanto de niño se comenzó a oír, pero este llanto, no era como el otro, ya no se parecía en nada al llanto del niño de al lado, aun seguía tenue y lastimoso, pidiendo a ratos a un tal Marucho.
Por un momento deje de ver la película para escuchar bien el llanto y poder deducir que rayos era lo que producía eso, ya que podía ser un simple gato.
Comencé entonces a escuchar y tratar de captar de donde venia aquel llanto.
Cuando por fin pude, saber de donde provenía, quede helado al saber que venia desde arriba, del entretecho, justo abajo en donde yo me encontraba.
El miedo me invadió, y cuando ya el ruido seso preferí ir a acostarme para que mañana pudiera revisar el entretecho, para ver, nose a lo mejor suponía que hubiera una camada de gatos recién nacidos, pero me negaba a pensar que fuera algo paranormal.

Llego la mañana, me levante un poco pensativo, realmente me había asustado,
Les conté a mis padres sobre esto y me dijeron lo que yo pensaba; sobre los gatos y mi padre me dijo que el iba a revisar por lo cual me tranquilice.
Pero llego la noche y mi padre no reviso….
Cuando llego la noche, pensé en grabar el ruido para posteriormente mostrarles el ruido a mis padres, pero el sueño me venció.
Durante la noche me levante a tomar un poco de agua, tenia la boca seca, cuando volví a la cama note que eran un cuarto para las tres de la mañana.
Estuve alrededor de quince minutos esperando el llanto para poder grabarlo, pero no aparecía, pero cuando los ojos míos se destinaban a cerrarse, el esperado suceso ocurrió,
Comenzando con leve ruido, pero este comenzó a hacerse mas fuerte y mas lastimero,
Cuando de repente seso……
El ruido me pillo tan desprevenido, que no alcancé a grabarlo,
Cuando comencé a preparar la grabadora, esperando que se escuchara de nuevo, paso lo inesperado, comencé a escuchar el crujir de tablas desde de la esquina en donde había escuchado la vez pasada el llanto, hasta donde estaba yo, justo bajo donde estaba yo acostado…
Estaba paralizado, solo miraba con temor el lugar donde los crujidos se habían detenido, cuando de repente se escucho un golpe, como un palmetazo, que me hizo gritar del terror haciendo que mis padres se despertaran preguntando que sucedía,
Yoles respondí diciendo que vinieran a oír…
Pero me dijeron que me calmara y que solo eran gatos, no me calme pero el ruido seso y no se escucho nada mas hasta que por fin pude conciliar el sueño.
La mañana siguiente, intrigado por el suceso acontecido, decidí yo averiguar, y subir al entretecho.

Estaba oscuro, veía solo lo que mi linterna apuntaba.
Comencé a caminar algo encorvado, ya que el espacio era algo pequeño, cuando ya me aproximaba a la esquina en donde el llanto se escuchaba, sé sentía un aire espeso y depresivo.
Cuando llegue al lugar, no había nada, salvo un par de cajas vacías, y un peluche roto que me pareció extraño pero podía notar una presencia, una presencia extraña y que hacia el ambiente mas pesado, asi como deprimente…
Cuando estaba dispuesto a irme… sentí el sonido de unas pisadas por alrededor mió…
Desesperado y aterrado, comencé a iluminar para todos lados, hasta que vi hasta ese momento, la explicación de todo…
Un maldito gato, un maldito y simple gato.
Asi que baje mas tranquilo y la verdad es que me dio alo de risa que un maldito gato me causara tanto temor…
En la noche, luego de una fiesta, volví a casa como las tres de el mañana, me acosté,
Pues ya estaba cansado.
Cuando mis ojos se disponían a cerrarse, mirando el techo, de reojo pude notar, la presencia de una sombra, parada en el umbral de la puerta, era similar a la de un niño… por la oscuridad no note ningún detalle, esto fue por segundo, ya que apenas lo note, me levante y esta cosa, salio corriendo, quede exaltado, no me atreví a ver que era, asi que intente dormirme a pesar del susto…
Cuando pasado un tiempo, un maullido de gato me hizo saltar…
Este maullido provenía del lugar en donde el supuesto llanto se había escuchado,
Pero mas me aterro cuando sentí unos pasos que cruzaban por encima mió se dirigían al lugar del gato, estos pasos eran tenues y veloces, como si fueran los de alguien corriendo, como decía estos pasos se dirigieron al lugar en donde se escuchaban los maullidos, y cuando llegaron se escucho un ensordecedor maullido….
Que me dejo paralizado…
Y desde ese momento la noche siguió en calma….y no se volvió a escuchar ningún otro sonido.

Al día siguiente, un olor fétido inundaba la casa, sobre todo mi pieza.
Subí con mi padre a revisar el entretecho…
Y la escena que se veía era asquerosa…ahí estaba el gato que había visto el otro día…
Pero estaba mutilado, le faltaba una pata, y tenia la cabeza abierta, el piso estaba manchado de sangre.
La imagen era chocante…ahí ver tanta sangre revuelta con tripas y cosas asi, que me fui dejando a mi padre que limpiara y sacara el gato muerto, pero antes de esto,
Recogí un muñeco de trapo, un peluche que estaba todo maltrecho y sucio , le faltaba
un ojo y un brazo, lo recogí y me lo lleve a mi pieza.
El día paso, y llego la noche…noche helada por cierto, me quede hasta tarde en el computador, cuando alrededor de las tres de la mañana, comencé a sentir, esa misma presencia que sentía en el entretecho,
Era escalofriante la sensación, a cada rato miraba a cada lado haber si algo había, cuando de repente en la oscuridad que queda hacia el comedor, mirado desde mi pieza…
Comencé a divisar una silueta… algo que desde la oscuridad surgía…
Estaba atento mirándola, cuando de pronto por detrás mió, se sintió un leve…
Y entrecortado “Hola”…que me dejo helado y paralizado…
No me podía mover… Estaba temblando, cuando gire a mirar… pude divisar que en la esquina de mi pieza… se encontraba parado un niño.. Como de 7 años ,estaba todo sucio y maltrecho, su tez era blanca con manchas de suciedad.. Eso era lo que notaba, de su rostro solo veía unos ojos cabizbajos que reflejaban tristeza…
Cuando atemorizado estaba, el extraño niño dijo “quiero a marucho, solo eso quiero”, y con estas palabras, el extraño niño comenzó a llorar… mejor dicho sollozaba.
Con esto sucedido, pensé en el peluche que había encontrado en la mañana asi que lo agarre y se lo lancé al niño… no estaba dispuesto a moverme de donde estaba..
Cuando el niño lo vio, dejo de llorar, y dijo un lastimero “gracias”…. Y en un abrir y cerrar de ojos el niño se perdió en la oscuridad.
Estaba sudando del miedo…templaba de pies a cabeza… y tenia miedo de moverme de ahí….
Luego de lo sucedido prendí la luz, me acosté… con la luz prendida, estaba de verdad aterrado.

A la mañana siguiente les conté todo a mis padres, pero no me creyeron nada, y me dijeron que por la hora había visto alguna alucinación, la cosa es que no me creyeron…
Y al parecer con respecto al niño, solo quería al peluche, ya que nunca jamás lo volví a oír ese escalofriante llanto que el niño producía.

Luego de años, me entere, que cuando construían la casa en la que vivía,
Un curioso niño, se metió a observar la nueva construcción, pero la casa aun no estaba lista, por lo cual el niño cuando recorría el entretecho, cayo por una madera mal trecha
Fracturándose el cuello y muriendo al instante, este niño no superaba los 7 años de edad, y según contaban, el entretecho quedo sellado y nadie mas entro ahí hasta que la casa se vendió, ya que según los maestros, se escuchaba un llanto, un misterioso llanto, que a ratos sonaba al llanto de un niño, buscando al famoso marucho, su peluche.-

 
Fuente: http://relatos.escalofrio.com/busqueda.php?tipo=2&buscar=TheCrazyHappy