Categorías
Leyendas Cortas

El charro y la partera


En cierta localidad a la parte norte del pais solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes. Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió. El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro. Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos. Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera. Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.

Categorías
Ciudad de México

El charro y la partera


En cierta localidad a la parte norte del pais solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes. Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió. El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro. Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos. Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera. Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.

Categorías
Ciudad de México

La calle de la mujer herrada



En el año 1670, en una casa de la calle de la Puerta Falsa de Santo Domingo vivía un clérigo en concubinato con una mala mujer. No muy lejos de allí existió un lugar llamado la casa del Pujavante, hogar y taller de un herrador, que frecuentaba el clérigo por ser su compadre. El herrador le aconsejaba renunciar a ese concubinato pero el clérigo no quería.

Una noche, el herrador fue despertado por unos golpes a la puerta de su taller, al abrir se encontró con dos negros que le entregaron a una mula y un recado de su compadre el clérigo, suplicando que le herrara, porque en la mañana cabalgaría al Santuario de la Virgen de Guadalupe. El herrador clavó cuatro herraduras en la mula, después la entregó a los negros y le pegaron tan cruelmente al animal que los reprendió.

En la mañana fue a casa del clérigo para saber el porque de su partida al santuario le sorprendió encontrarlo dormido en la cama, lo despertó y le contó lo sucedido en la noche. El clérigo negó tal partida y enviar ningún recado, por lo que ambos supusieron que algún travieso les jugó una broma y para celebrar la broma quiso despertar a su concubina, pero no se movió, insistió y se percató de que estaba muerta. Se horrorizaron al ver las cuatro herraduras en las palmas de las manos y plantas de los pies, el freno en la boca y los golpes. Ambos se convencieron de que todo aquello era efecto de la Divina Justicia, y que los negros eran demonios.

Hubieron otros tres testigos del cadáver, el cura Dr. D. Francisco Antonio Ortiz, el R. P. Don José Vidal y un religioso carmelita, venidos al lugar de los hechos. Los tres respetables testigos acordaron el entierro de esa mujer en esa casa y guardar en secreto permanente lo sucedido. Ese mismo día aquel clérigo, abandonó la casa para cambiar de vida y no se volvió a saber de él.

Categorías
Leyendas Mexicanas Época Colonial

La Calle de Don Juan Manuel

Leyenda de la época colonial de un asesino en serie llamado Don Juan Manuel, quien motivado por celos absurdos y obedeciendo consejos del Diablo acostumbró a matar, sin que nadie lo descubriera, al primer peatón que viera pasar por la calle de su hogar a las once de la noche en punto, con la esperanza de asesinar al supuesto amante de su esposa.

 

Sin embargo, un día asesinó a un sobrino que quería mucho por no identificarle antes de atacarlo, muy triste y con remordimientos, acudió a un convento franciscano para confesarse con un sacerdote, quien le impuso de penitencia rezar un rosario diario a los pies de la horca de la localidad a las once de la noche en punto durante 3 noches consecutivas.

 

Don Juan Manuel, apenas pudo rezar uno que no completó en dos noches por escuchar y ver hechos sobrenaturales que auguraban su muerte y lo enmudecieron de terror. El sacerdote le pidió que al menos completara ese rosario en la tercera noche para absolverlo de sus pecados.

 

Estando otra vez a los pies de la horca a la misma hora de la tercera noche, nadie sabe lo que sucedió, pero a la mañana siguiente el cadáver de Don Juan Manuel apareció ahorcado. Se rumoró que lo hicieron los ángeles, pero también que lo hizo el Diablo. Aunque según otro rumor, no murió sino ingresó a la orden franciscana. Sin embargo, después de los asesinatos la gente temía andar por la calle de su casa a las once de la noche.

Categorías
Estado de México

Quetzalcóatl busca a su padre

Cuando ya un poco discierne, cuando va a cumplir 9 años, Quetzalcoatl dijo: ¿Como era mi padre? ¿Como era su figura?

-Yo quisiera ver su rostro.

Le respondieron :

-Ha muerto y muy lejos queda enterrado.

Ven a ver. Fue Quetzalcoatl y removio la tierra:

Buscó sus huesos y, cuando hubo sacado el esqueleto, lo fue a sepultar en el palacio de la Diosa de la Verdura (Quilaztli) .

Al tiempo de que nacía (Quetzalcoatl) , por espacio de 4 días hizo estremecerse a su madre, y apenas hubo nacido y su madre murio. y al niño 1-Caña lo crió la Diosa de las Legumbres, la Diosa (Quilaztli) (Cihuacóatl) Cuando una era medianillo de edad lo llevo a su padre en plan de conquistar. Y el sitio en el que se adiestro en la guerra se llamaba "donde están los que tienen turquesas" (Xihuacan) .Allí hizo cautivos, pero sus tíos, los 400 serpientes de nube (Centzon Mimixcohua), le mataron a su padre, al que habían aborrecido, lo enterraron en la arena. y el joven 1-Caña va en busca de su padre diciendo -¿en donde está mi padre?-.

Le responde el buitre -a tu padre lo mataron allá yace, allá lejos lo fueron a enterrar. El fue a recogerlo entonces y lo vino a colocar en su templo (que es) el Monte de Mixcoatl.

Los tíos que lo habían matado en Apenecatl, Zolton, Cuiton (Morador de la Ribera domicilla, Cautivilla) .Estos tres se decían -¿con qué va a perforar su templo? , fuera conejo, ni que fuera serpiente, nos enojaremos; bien que hay un tigre, un un oso, eso mismo le dijeron. 1-Caña respondió: está bien, que sea así; venid aquí tíos míos, dizque con vosotros tengo que perforar mi templo y por cierto no moriréis antes habréis de comer gente: aquella precisamente con la que voy a perforar mi templo- esa fuente son mis tíos y sin dificultad ninguna quedaron atados éstos con una cuerda por el cuello. Enseguida 1-Caña convoca a los topos y les dice: venid acá tíos míos agujeraremos nuestro templo e inmediatamente los topos agujeraron cavando el templo entró 1-Caña y fue a salir en la cumbre del templo. Y dijeron entonces unos tíos los hermanos de su padre -nosotros somos los que vamos a dar también pábulo a los palos que encienden el fuego. Cuando los vieron el tigre, el águila y el oso se alegraron grandemente -hubo muchos lamentos- allí. Cuando se reanimaron un tanto, ya dispone 1-Caña los palos de fuego. Vienen llenos de cólera sus tíos; por delante un Apenacalt, subió de prisa la cumbre. Al momento se le rompe la cabeza con un espejo esférico, con el cual rodó rápidamente hasta la falda del monte. Ya iva a aferrar a Zolton y Cuiton y las fieras comenzaron a aullar. Inmediatamente sacrifica a los dos; se pone a tirar Chile y les unta un poco en el cuerpo y después se lo está sajando. Y cuando los ha atormentado es cuando les abre el pecho

Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México
Categorías
Estado de México

Nezahualcóyotl

Varios son los códices, y también las antiguas crónicas y los poemas en idioma náhuatl, en los que la figura de Nezahualcóyotl de diversas formas se nos vuelve presente. Por una parte están las palabras, testimonio de admiración, acerca de su casi proverbial sabiduría como forjador de cantos, como maestro versado en todas las artes y como profundo conocedor de las cosas ocultas. Por otra, se reiteran también los relatos, en los que se da cabida incluso a presagios y portentos en torno a lo que llegó a ser su actuación .

Así, por ejemplo, en las colecciones de antiguos cantares una y otra vez afloran alabanzas, como ésta de un poeta anónimo de la región culhuacana que, dirigiéndose al sabio señor de Texcoco, dejó dicho:

Sobre la estera de flores
pintas tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.
En los libros de pinturas está tu corazón ,
con flores de todos colores
pinta tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.

Un elogio que rivaliza con la anterior afirmación de que el corazón de Nezahualcóyotl da vida a los libros de pinturas, lo hallamos en otro breve canto que apunta a la más honda raíz de la sabiduría que llevaban consigo sus palabras:

Dentro de ti vive,
dentro de ti forja un libro de pinturas,
inventa, el Dador de la vida,
¡príncipe chichimeca, Nezahualcóyotl!

Si nos fijamos ahora en algunas de las crónicas indígenas, los presagios sobre lo que habría de alcanzar el príncipe texcocano, repetidas veces nos salen al paso. De los anales de Cuautitlán tomamos, como una muestra, el relato de lo que aconteció a Nezahualcóyotl cuando todavía era muy joven, poco después de la muerte de su padre, perpetrada por las gentes de Azcapotzalco. Lo que en estos Anales se consigna, siendo legendario y portentoso, es sin duda reflejo de la nunca disminuida admiración de que fue objeto Nezahualcóyotl en el mundo de Anáhuac.

Así se entretenía jugando Nezahualcóyotl,
pero, una vez, se cayó en el agua.
Y dicen que de allí lo sacaron
los hombres-búhos, los magos;
vinieron a tomarlo, lo llevaron
allá, al Poyauhtécatl,
al Monte del Señor de la niebla.
Allí fue él a hacer penitencia y merecimiento . Estando allí, según se dice,
lo ungieron con agua divina ,
con el calor del fuego.
le ordenaron, le dijeron :
tú, tú serás,
así para tu mano,
habrá de quedar la ciudad
Enseguida los magos lo regresaron
al lugar donde lo habían traído,
de donde lo habían tomado…

Ser llevado por los magos para que hiciera merecimiento en el Poyauhtécatl y ser luego ungido con el agua divina y con el calor del fuego, símbolo de la guerra, fue presagio, al que de inmediato siguió nueva palabra profética en relación con Tezcoco, dominado entonces por los tecpanecas: "así, para ti, en tu mano, habrá de quedar la ciudad".

Otro relato, de contenido afín, nos lo ofrecen también los Anales de cuauhtitlán. Es esta la tradición de un prenuncio: el sueño que tuvo Tezozomoctli de Azcapotzalco, el anciano usurpador de la herencia de Nezahualcóyotl. Hondamente perturbado por la visión que había tenido en su sueño, manifestó Tezozomoctli.

En verdad tuve un sueño no bueno:
un águila se irguió sobre mí,
Un ocelote se irguió sobre mí,
un cuetlaxtli se irguió sobre mí,
el señor amarillo sobre mí se quedó .
mucho me ha atemorizado mi sueño.
Por ello digo:
¡No sea que Nezahualcóyotl me haga perecer!

Así, a los elogios expresados en los antiguos cantares, reconocimiento de la sabiduría del príncipe tezcocano, se sumaron también los presagios, los portentos y las leyendas consignadas por la tradición prehispánica que quedó al fin en las crónicas. Tan celebrada y admirada en extremo, como lo fue la figura de Nezahualcóyotl entre los antiguos mexicanos, también había de atraerse más tarde la atención de otros muchos a lo largo de las centurias coloniales y después, durante el periodo independiente, hasta la época actual.

Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México

 

Categorías
Estado de México

La Muerte y el Destino del Alma

Las causas de muerte pueden ser: naturales, violentas y sobrenaturales.

Las naturales obedecen a alguna enfermedad (predominan en la región las enfermedades gastrointestinales y las broncorrespiratorias).

Las violentas se deben al hecho desafortunado de caer en un río, pozo, quemado por un rayo, homicidio (es muy común el asesinato a pedradas o por arma punzocortante).

Las sobrenaturales, en los adultos, obedecen a brujerías realizadas, a través de individuos que saben "hacer daño". Estos brujos pueden ser hombres y mujeres. En los recién nacidos la muerte por causas sobrenatulrales se debe a que los "chupa la bruja", la cual generalmente se ensaña con los neonatos sin bautizar. Este último grupo de bruja, compuesto siempre por mujeres, se acomoda más dentro de concepto de nagual, y para lograr sus fines se transforma en lagartija, guajolote, perro, etc. Para contrarrestar sus efectos se colocan en lugares estratégicos de la vivienda y cerca de la cabecera del infante, tijeras abiertas, agua bendita, oraciones impresas. Dichos objetos sin embargo, resultan en ocasiones insuficientes para detener a tan maligno ser .

La idea católica de la supervivencia, se entremezcla con las antiguas tradiciones prehispánicas, a pesar de que se piensa que el destino del alma es el señalado por el pensamiento cristiano. De este modo, tenemos que los buenos van al cielo, donde se encuentra el "trono de la justicia".

muchas comunidades colocan en ese lugar junto a Dios, al Santo Patrón. El alma de los malos va al infierno. Poco se habla del purgatorio (aunque en los rezos se le menciona) El alma de los niños que mueren sin bautizar va al limbo. Si han recibido ese sacramento, van directamente al cielo, en donde se convierten en "Angelitos".

Ante la incertidumbre acerca del destino del alma, debe rezársele a los muertos temporalmente, recordándoles de este modo para ayudarlos a una mejor estancia en el más allá. Los festejos, los rezos y las ofrendas que se les hacen los días de difuntos esto tinados a proporcionar este tipo de ayuda.

Los muertos siguen teniendo contacto con los vivos, predomina de esta manera la creencia de que aquellos que perecieron en forma violenta, se aparecen para asustar a los vivos, y es común escuchar de labios de los vecinos, relatos sobre apariciones que han sufrido de alguna persona que murió ahogada, asesinada, etc.

Es también frecuente oír que los parientes muertos y que han sido olvidados, se aparecen en sueños donde piden a sus familiares que recen por ellos. En cuanto se les ofrece una misa o se les dedican oraciones, no vuelven a presentarse, lo que indica que fueron de utilidad los rezos ofrecidos.

Los muertos llegan también a coaccionar a una persona para que observe buena conducta, así pueden aparecerse la primera vez, para amonestar ya modo de adver la segunda para llevarse consigo al transgresor de las normas de comportamiento.

 
Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México

 

Categorías
Estado de México

Los Bandidos de Agua Zarca y su Tesoro

(Fragmento) En las inmediaciones del pueblo de Otzoloapan, perteneciente a la jurisdicción del Valle de Bravo, Estado de México, hay un barranco que baja del rancho de Agua Zarca y cuentan las historias antiguas que, una partida de ladrones que conducía al lomo de poderosas mulas un cuando de alhajas y onzas de oro y plata robado a innumerables víctimas que habita rico mineral de Temascaltepec, era perseguida por la justicia que estaba a punto de darles alcance .

Los bandidos aquellos, viéndose perdidos, resolvieron descargar las mulas de los pesados sacos que fueron arrojados en una cueva que había en aquel barranco y que precisamente taparon Con tierra, ocultándolos de esta manera a los ojos de sus perseguidores teniendo la esperanza de que libres de ellos, algún día podrían volver allí, para desenterrar el tesoro.

Aligeradas las acémilas de aquel peso y montados en ellas los ladrones emprendieron con más velocidad la huida; pero en esto último no fueron ayudados por la fortuna porque los dados que los perseguían les dieron alcance matándolos a todos cuando iban en la fuerza de la carrera. Y al ser identificados sus cadáveres, los agentes de la justicia se dieron cuenta de que ya no llevaban absolutamente nada de lo robado, abrigando la íntima convicción de que únicamente en el barranco que baja del Agua Zarca lo pudieron haber ocultado ya que todo el resto del camino era llano y parejo, no pudiéndolo haber abandonado allí.

Desde luego mucho se buscó el escondite; pero todo fue en vano, pues nunca se encontro.

Pasaron muchos años de aquel suceso; pero su memoria no pereció, porque de generación en generación se iba renovando el recuerdo y sobre todo en las personas mas ancianas había la plena seguridad de que ese tesoro continuaba enterrado pues no habia sido descubierto por nadie en aquel lugar.

Entre estas personas había tres sumamente caracterizadas, cuyos nombres eran Antonio Sánchez, Juan Hernández y Rafael Flores; los dos primeros originarios y vecinos de San Martín Otzoloapan y el último del Valle de Bravo.

Convencidos hasta la saciedad de que en la barranca que baja del Agua Zarca estaba escondido un gran botín, determinaron irlo a buscar con todo ahínco, y para el efecto invitaron para que los acompañara a Primo Castillo del Valle de Bravo, hombre decidido para cualquier empresa y de un valor casi temerario.

Hechos todos los preparativos se encaminaron cierto día al lugar de referencia y despues de trazar planos y conbinar el trabajo, comenzaron a escarbar en y un lugar que creyeron más seguro; y cuando hacian esta operación, hé aquí que escucharon unos quejidos huecos que salian de la tierra: los oyó primero Primo Castillo quien me contó esta leyenda y también los demás acompañantes, quienes poseídos de terror, acobardados emprendieron precipitada fuga.

Dos veces más fueron y en ellas también volvieron a oír los lúgubres quejidos que les impedían proseguir su trabajo y que les hicieron comprender que el demonio estaba apoderado de esas riquezas y no permitía que las sacaran.

En cierta ocasión Antonio Sánchez llevó un rosario bendito y se lo colgó en el cuello creyendo que con aquella prenda el demonio los dejaría trabajar; pero no fue así, porque cuando menos pensaron, el del rosario sintió que se le acercaba un hombre que intem pesitvamente había aparecido; y cuando llegó a él, lo saludó dándole las "buenas tardes". ..y esto diciendo le arrebató el rosario y desapareció en la medianía de la barranca. Tan raro Suceso los desconcertó e hizo que emprendieran precipitada fuga.

Pero aquellos hombres estaban decididos a todo; y aunque se apoderaba de su ánimo un temor natural, en otra ocasión fueron de nuevo en busca del ambicionado tesoro, y entonces una extraña aparición les trastornó sus mentes, al ver que en un tepeguaje estaba un mono negro con un sombrero que casi le tapaba la cara y al acercarse a ellos se reía a carcajadas. Creyeron firmemente que era el demonio; y Antonio Sánchez que era el más piadoso de todos, rezó el Magnificat; el mono se esfumó, pero a poco tiempo volvió a salir de un antro y aquellos hombres amedrentados por esas muestras misteriosas y sobrenaturales, huyeron y ya no volvieron a presentarse más en aquel lugar.

Esto pasaba por el año de 1880.

Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de Méxic

 

Categorías
Toluca

Callejon del muerto

Cuentan las leyendas populares que, al sonar las doce campanadas de la media noche en el doliente y melancólico reloj del convento del Carmen, un fantasma impreciso, una vaga silueta, mezcla de luz y de sombra, atravesaba el entonces cementerio, salía a la calle del Cura Merlín y torciendo por el que más tarde se llamara callejón del Muerto, desaparecía al pisar los umbrales de un viejo y chaparro caserón bautizado por el vulgo con el título de "Casa de las Animas" .

¿Y después?.. ¡Alabado sea Dios!… Dentro de aquella casa misteriosa, de sórdida apariencia, se realizarán, quizá, cosas estupendas y sobrenaturales. .. iArrastrar de cadenas y gritos moribundos!. ..¡Danzas macabras de esqueletos y brujas!,.. ¡Llamas azuladas y búhos de miradas demoniacas!…¡Viejas, horriblemente viejas, de rostros macilentos y colmillos muy largos, muy largos!… ¡Oscuras cuevas, apenas alumbradas por informes hogueras de canillas humanas, donde celebraríase el Aquelarre!. ..iTodo misterioso, macabro, espeluznante!

La fantasía popular, a este respecto fecundísima, había rodeado aquella casa y aquella historia o leyenda, de tal número de mentiras y supercherías, que las viejas timoratas, y los viejos, y los niños, no osaban transitar por aquella calleja una vez sonado el toque de oración, sin haber rezado cuatro o cinco Padre-nuestros y haberse persignado, por lo menos, doble número de veces .

Y es que la leyenda que sobre el tal callejón se contaba, no era para menos, Había sido bastante sugestiva y novelesca para darle fama en muchas leguas a la redonda, sirviendo lo mismo para amedrentar a los niños, que para entretener a los viejos.

Era yo muy pequeño cuando conocí la famosa historia (contaría a lo sumo doce años) , y como todos los chiquillos de mi edad, era afecto, en grado superlativo, a oír de labios del achacoso abuelo o de los de la complaciente nodriza, los portentosos relatos, IIénos de maravillas, de quimerismos y hazañas estupendas, atribuidos, casi siempre, a héroes novelescos, que en la mayoría de los casos, resultaban ser hijos de poderosos reyes o monarcas de la India, quienes, como en los cuentos de Las Mil y Una Noches, tenían que exponer veinte veces la vida en formidable y desigual pelea contra monstruos plutónicos o dragones de incontables cabezas, para libertar a una princesita rubia, prisionera de alguna hada maligna, que le había hecho víctima de sus brujerías, ya la que siempre libertaba el príncipe, obteniendo su mano y realizando a la postre unos esponsales tan llenos de esplendor y de lujo, que su sólo relato era suficiente para dejarnos boquiabiertos y como quien mira visiones.

Por estas y muchas otras causas, cuando en aquel entonces, y en virtud de no sé qué trebejos encontrados en la "Casa de las Animas", al hacer unas excavaciones, se volvió a poner en el tapete de la curiosidad pública la tan traída y llevada historia del callejón del Muerto, no paré en mis investigaciones hasta lograr que una conserva de años a quien llamábamos la Nanita, mujer que desempeñaba a la sazón el oficio de cocinera en mi casa, me contara una noche, al amor de las hornillas y junto al recién fregado y rojo brasero, aquella espeluznante historia que en no lejanas épocas había tenido la fuerza de interesar a propios y extraños, dando origen y renombre al famoso y discutido callejón del Muerto.

Alguien me ha dicho que la leyenda que me fuera referida por la vieja sirvienta, adolece de algunos errores históricos; pero como en este caso yo trato solamente de referir lo que me contaron, sin pretensiones de historiógrafo, dejo a la credulidad de mis lectores el aceptarla o no como auténtica, que harta paciencia he necesitado yo también para garrapatear estos renglones, y ¡váyase lo uno por lo otro!

y sin más discresiones, entramos de lleno al asunto.

Allá por los años de La Llorona, cuando es fama, según los empolvados cronicones de la época, que en México pasaban cosas increíbles y asombrosas, vino a Toluca un extraño y misterioso matrimonio formado por una encantadora muchacha de tez pálida y morena, poseedora de unos ojos que, según dicen, alumbraban como luceros, y un viejo, muy entrado en años, de aspecto huraño, continente airado y antipático, a quien daba marcado aspecto de ferocidad el escalofriante mirar de sus ojos mefistofélicos; matrimonio que ocupó por entero una de las casitas del callejón de nuestra historia, casa que, por su lujo, por la riqueza de sus muebles y por el ambiente de misterio que rodeaba a sus moradores (pues nadie sabía quiénes eran o de dónde venían), había cautivado por completo la atención y la curiosidad de los desocupados y murmuradores vecinos del barrio del Carmen. Por lo que no es de extrañar que, en su afán de adquirir noticias sobre los recién venidos, llegaran a exponerse a recibir más de cuatro "descolones" de parte del intratable viejo, que nunca soltaba prenda y sí, a menudo, cada interjección que temblaba Cristo .

Aquella curiosidad y maledicencia del vecindario hubieran quedado del todo defraudadas, si la indiscreción de una sirviente, que hacía poco,entrara en la casa, no hubiera venido en su ayuda, al revelar algunos detalles, muy pocos por cierto, que hicieron cierta luz entre tantas tinieblas: "que el siñor se llamaba, Don Carlos López y Mendoza; que era español de origen; que su mujer, una niña retechula, se llamaba Carmen y era, al parecer, mexicana; que algo muy grave debía haber entre ambos, porque nunca se hablaban a la hora de las comidas; que la señora se pasaba la mayor parte del día encerrada en su recámara, llorando inconsolablemente y besando el retrato de un niño pequeño que se le parecía mucho (ella lo había observado a hurtadillas} y…" inada más!

iAh, sí!. ..Que una noche había visto que el siñor salía del cuarto de la señora y que ésta, en medio de un mar de lágrimas, sollozando desesperadamente, le demandaba con voz conmovedora: "¡Carlos, mi hijo!. ..Devuélveme mi hijo!" ¡Si ustedes la oyeran cómo lloraba!. ..(decía la sirvienta, en medio de un corro de comadres) .¡Probe niña; se le hacía a uno un nudo en la garganta!. ..

Y, ¡eso era todo! …

Como se comprenderá fácilmente, aquello vino a avisar más aún la insatisfecha curiosidad de los vecinos, quienes, cada uno a su modo y según su imaginación y temperamento, fabricaron treinta historias distintas sobre los impenetrables vecinos del número 7, vecinos que, encerrados en el misterio de sus habitaciones, apuraban quién sabe qué extrañas y abracadabrantes aventuras.

Así las cosas, una noche, a eso de las doce (hora de los fantasmas y las brujas) , un disparo, que por la estrechez del callejón debió oírse formidable, vino a interrumpir el tranquilo sueño del vecindario, haciendo que los amedrentados colindantes, todos temblorosos ya medio vestir, salieran, cada quien de su casa, como búhos en su nido, a enterarse del motivo de aquella inesperada detonación, que había sembrado el pánico y la zozobra en más de cuatro espíritus pusilánimes.

Poco después llegaba la policía, recogiendo de en medio de la calle, el cadáver de un hombre, aparentemente y visto a la luz de las gendarmeriles linternas, joven y no mal parecido. Tenía una bala incrustada en la sien derecha, la que debió producirle una muerte instantánea.

Como del interior de la casa misteriosa partieran sollozos estridentes y gritos estentóreos demandando auxilio, el jefe de la policía, al penetrar al interior de la casa, había encontrado a la infeliz sirvienta presa del terror más angustioso y con la razón extraviada, y al llegar a la recámara de la infortunada Doña Carmen, un cuadro por demás horrible y macabro, pues ésta yacía en medio de un mar de sangre, con la cara completamente desfigurada, el cráneo hendido y roto y los miembros increíblemente mutilados, prueba inequívoca de la furia infernal que debió apoderarse de su asesino.

Cerca del cadáver, como cuerpo del delito, fue encontrado un primoroso alfanje morisco, arrancado no se sabe de qué rica panoplia, con el cual aquella bestia humana había dislacerado y herido aquella carne sonrosada y bellamente morena, que aun en medio de tanta sangre, resultaba tentadora en sus desnudeces…

Una roja lamparilla, pendiente del techo, hacía más roja aún aquella roja escena de sangre.

¿Qué había pasado ahí? …¿Qué oscuro y formidable drama se había desarrollado algunos momentos antes entre la víctima y su verdugo, aquel sanguinario y brutal asesino, que tanta saña había demostrado al perpetrar su enorme crimen?

¿Quién era el autor de aquella feroz hazaña, en la que habían perdido la vida dos seres humanos?

¡Don Carlos! ¡Don Carlos!

Lo habían señalado desde luego los vecinos del barrio. El era, a no dudarlo, el cobarde asesino de Doña Carmen y del desconocido, cuyo cadáver fuera encontrado en mitad de la calle; porque era de presumirse que una misma mano había disparado la pistola sobre el uno y esgrimido el alfanje sobre la otra.

Pero Don Carlos había escapado.

Como todos los cobardes, había huido después de perpetrar el doble crimen, marcando con huellas sangrientas su paso a través de las habitaciones, hasta el corral, cuyas tapias pudo escalar fácilmente sin gran esfuerzo.

Fueron inútiles todas las pesquisas realizadas por la policía, que no debe de haber sido ni más eficiente ni más activa que la de hogaño.

iTarea inútil!. ..Don Carlos se esfumó definitivamente del horizonte.

Sin embargo, la luz se hizo, gracias a una carta encontrada entre los papeles del individuo que sucumbiera a manos de don Carlos.

La carta era de Doña Carmen y decía lo siguiente:

"Señor Fernando de Santillana.- Presente.

"Querido hermano :

"Es absolutamente preciso que yo te hable esta noche (a de los acontecimientos) .

"Mi marido tiene sospechas de mi conducta y duda de mi fidelidad. ¡Esto es horrible!

"Como no le he podido revelar el secreto de nuestro nacimiento, está en la creencia de que eres mi amante y de que yo lo estoy traicionando.

"¿Qué hacer? ¿Habrá necesidad de deshonrar a nuestra querida muerta para salvar mi ,honor? …iPobre madre mía!

"La desesperación me mata. No sé que hacer. iHe llorado tanto! Mas lo que colma la copa de mis sufrimientos, es el hecho dolorosísimo de que, en su desconfianza, ha llegado a dudar el insensato, de que su hijo lo sea de verdad y lo ha separado de mi lado, para darle, acaso, la muerte.

"Ven, por Dios, esta noche, pues necesito tus consejos. Todo lo temo de este hombre, a quien odio por su brutalidad y sus excesos.

"Tu pobre hermana, Carmen".

Y es fama en Toluca que desde entonces, al sonar las doce campanadas de la media noche, en el doliente y melancólico reloj del convento del Carmen, un fantasma impreciso, una vaga silueta, mezcla de luz. y de sombra, atravesaba el entonces cementerio, salía a la calle del Cura Merlín y, torciendo por el callejón de Muerto, desaparecía al pisar los umbrales del viejo y chaparro caserón bautizado por el vulgo con el título de: "Casa de las Animas"…

 
Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México

 

Categorías
Otras

Las almas de Xantolo (Día de muertos)

 ( Enviado por Citlaly Hernández )

 

Ixcanelco es un pueblito pintoresco de la Huasteca Veracruzana, fundado a finales del siglo XIX y desde esos tiempos, año con año se festeja el Día de muertos o Xantolo, como sus habitantes llaman a esta bonita tradición.