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Puebla

El Mole Poblano

Cuenta la leyenda, que en una ocasión Juan de Palafox, Virrey de la Nueva España y Arzobispo de Puebla, visitó su diócesis, un convento poblano le ofreció un banquete, para el cual los cocineros de la comunidad religiosa se esmeraron especialmente.

El cocinero principal era fray Pascual, que ese día corría por toda la cocina dando órdenes ante la inminencia de la importante visita. Se dice que fray Pascual estaba particularmente nervioso, y que comenzó a reprender a sus ayudantes, en vista del desorden que imperaba en la cocina.

El mismo fray Pascual comenzó a amontonar en una charola todos los ingredientes para guardarlos en la despensa, y era tal su prisa, que fue a tropezar exactamente frente a la cazuela, donde unos suculentos guajolotes estaban ya casi en su punto.

Allí fueron a parar los chiles, trozos de chocolate y las más variadas especias, echando a perder la comida que debía ofrecerse al Virrey.

Fue tanta la angustia de fray Pascual, que éste comenzó a orar con toda su fe, justamente cuando le avisaban que los comensales estaban sentados a la mesa.

Un rato más tarde, él mismo no pudo creer cuando todo el mundo elogió el accidentado platillo.

Incluso hoy, en los pequeños pueblos, las amas de casa apuradas invocan la ayuda del fraile con el siguiente verso: "San Pascual Bailón, atiza mi fogón".

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Leyendas Cortas

El Mole Poblano

Cuenta la leyenda, que en una ocasión Juan de Palafox, Virrey de la Nueva España y Arzobispo de Puebla, visitó su diócesis, un convento poblano le ofreció un banquete, para el cual los cocineros de la comunidad religiosa se esmeraron especialmente.

El cocinero principal era fray Pascual, que ese día corría por toda la cocina dando órdenes ante la inminencia de la importante visita. Se dice que fray Pascual estaba particularmente nervioso, y que comenzó a reprender a sus ayudantes, en vista del desorden que imperaba en la cocina.

El mismo fray Pascual comenzó a amontonar en una charola todos los ingredientes para guardarlos en la despensa, y era tal su prisa, que fue a tropezar exactamente frente a la cazuela, donde unos suculentos guajolotes estaban ya casi en su punto.

Allí fueron a parar los chiles, trozos de chocolate y las más variadas especias, echando a perder la comida que debía ofrecerse al Virrey.

Fue tanta la angustia de fray Pascual, que éste comenzó a orar con toda su fe, justamente cuando le avisaban que los comensales estaban sentados a la mesa.

Un rato más tarde, él mismo no pudo creer cuando todo el mundo elogió el accidentado platillo.

Incluso hoy, en los pequeños pueblos, las amas de casa apuradas invocan la ayuda del fraile con el siguiente verso: "San Pascual Bailón, atiza mi fogón".

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

El Armado

Allá a principios del Siglo XVI los habitantes de la Capital de la Nueva España veían salir a este hombre misterioso del rumbo del Callejón de Illescas, que hoy es Calle de Pedro Ascencio. Callado, mustio, si acaso saludando con un: "Vaya usted con Dios" o "Santas y buenas tardes tenga su merced", o "Dios Guarde a su Persona", se perdía entre las sombras del callejón de Los Gallos, cruzaba los pantanosos llanos y llegaba a Corpus Christi. De allí siempre con su paso lento, se llegaba hasta las puertas del Convento de San Francisco y penetrando con resolución se iba a postrar de hinojos ante el altar y capilla del Señor de Burgos.

 

Grandes y prolongados gemidos escapaban de su pecho, gruesos goterones de llanto resbalaban por entre la rejilla de hierro de su celada y en un tintinear de espadas y armadura, se inclinaba hasta besar el suelo siete veces.

Allí permanecía orando, gimiendo y pidiendo perdón sin que nadie osara acercarse para enterarse qué clase de culpas solicitaba expiar. Después, se levantaba y continuaba su camino hasta hallar otra iglesia en donde penetraba para repetir sus lloros y sus oraciones.

Primero los transeúntes lo miraban con miedo, con ojos interrogantes y después con respeto y lástima, pues se decía que era un penitente que arrepentido de sus graves culpas, andaba de la Capilla del Señor de Burgos hasta cuantos altares le era permitido el tiempo, hasta llegada la medianoche en que se le veía alejarse recorriendo los callejones de Arsinas, de los Betlhemistas, de La Celada, de los Sepulcros, de Santo Domingo y de los Monasterios, para perderse como ya se dijo, por el rumbo del callejón de Illescas.

Sin duda alguna se trataba de un caballero, a juzgar por la ropa que vestía, negra toda, de seda y astracán, de asfodelo y paños cubierto este atuendo con la pesada armadura que portaba, su espada en la que todos reconocieron como hoja de hidalgo caballero y un puñal de izquierda o de misericordia, pues en un duelo a estoque jamás se remata al rival cuando ya agoniza, sino que se le remata con este puñal misericordioso que llega a cortar la vida de una vez.

Así, año tras año y noche tras noche, se veía cruzar callejones y plazuelas, entrar al templo y sollozar a los pies del Señor de Burgos, a este caballero misterioso a quien se llegó a conocer como "El Armado".

Servíale una mujer enteca y fría, que sólo salía para comprar lo indispensable para el alimento diario y para escuchar misa en la iglesia de la Concepción, pero jamás se interrogó a esta sirvienta ni se supo el nombre ni la alcurnia de su amo "El Armado". Las gentes decían que se trataba de un conocido caballero que malo había sido en su juventud y que había violado damas y engañado esposos, que había maltratado indios y engañado a encomenderos y en fin, que llevó una vida crapulosa de la cual estaba arrepentido y purgaba sus culpas pidiendo perdón en capillas y conventos.

Al fin, un día, cuando la vieja enteca y fría salió a comprar hogaza de pan y vino, descubrió que su amo pendía colgado de uno de los balcones de la casa, casa magnífica, de piedra y cantera, con grandes balcones enrejados.

Corrió la vieja de un lado a otro llamando a la Justicia y a poco se presentaban alguaciles y corchetes.

Se descolgó el cuerpo de "El Armado" y se vió a través de la celada un rostro enjuto, lloroso y triste todavía.

En la empuñadura de su espada de caballero estaba enlazada solo una palabra "paz" y dos estrellas. En el interior de su casa, que era todo lujo y brillantez, se hallaron grandes y pesadas talegas llenas de oro y plata, cofres con joyas y objetos de arte y cuanto puede tener para ostentación y lujo un gran señor, cuyo nombre escapó a la acuciosa investigación y oidores y alguaciles.

Y cuentan que años después y aún a principios de siglo, algunas gentes que pasaban a deshoras de la noche podían ver a "El Armado", colgado de los hierros de aquella casona ya ruinosa y quienes con valor se acercaban, escuchaban sus gemidos y veían que por entre la rejilla de la celada, resbalaban lágrimas de pena.

No se supo el nombre y el vulgó bautizó a ese callejón como "El Callejón de el Armado", en memoria de aquel suceso espeluznante.

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

El Señor de la Santa Veracruz

Leyenda Colonial – La leyenda sobre el Cristo de la Santa Veracruz, tal como la recogió don Miguel Salinas, es la siguiente: "Poco después de la fundación de Toluca sucedió en esta ciudad el siguiente prodigio: vivía en ella un vecino tan virtuoso como noble; llegaron a él, cierto día, dos hermosos mancebos, quienes le mostraron una devota y perfecta efigie de Cristo Crucificado, diciéndole que si gustaba comprarla, a lo que respondió que en qué precio la estimaban; y ellos respondieron que sólo les diera 30 pesos. Considerando el sencillo comprador lo corto del precio por tan perfecta efigie, les dijo que esperasen mientras sacaba el dinero. Al estarlo contando, por tener inclinada la cara y fijos los ojos en las monedas que contaba, no vio que en ese tiempo desaparecieron los mancebos, dejándole la imagen. Admirado de lo maravilloso del Suceso dio cuenta al párroco, quien dispuso con solemnes procesiones y festivas demostraciones colocarla en el altar mayor de la parroquia".

La casa en que se efectuó la compra, según la misma tradición, es aquella que se encuentra en la esquina de las actuales calles de Independencia y Aldama, antes calles Real y Navarrete, ahora primera de Aldama.

Los documentos que se encontraron respecto a la construcción de la iglesia de la Santa Veracruz, que por muchos años fue la portería del convento de San Francisco, dicen que el día 13 de diciembre de 1733 se abrieron los cimientos y se puso la primera piedra, siendo mayordomo de la cofradía de la Veracruz el señor don Bernardo Serrano. La cofradía de la Veracruz pasó a ser dirigida por clérigos seculares a quienes reclamaron los derechos los franciscanos, en quienes se encontraba la administración parroquial de Toluca. Los franciscanos, para vencer a sus enemigos que se negaban a entregar los derechos parroquiales exigieron que les presentaran la cédula de edificación de la iglesia los dirigentes de la cofradía de la Veracruz, lo que nunca pudieron hacer, pues parece que, en efecto, la iglesia se construyó sin permiso del rey. Don Bernardo Serrano, que era uno de los más ricos labradores del Valle de Toluca, para vencer a los franciscanos que pretendían paralizar la obra, envió a España a su

sobrino don Pablo Arce, quien mediante las chicanas y dádivas comunes en todos los litigios, obtuvo permiso para edificar la actual iglesia de la Santa Veracruz, acallando las pretensiones del guardián del convento de Franciscanos, en cuyo territorio se levantó la iglesia.

Terminada la iglesia, los cofrades de la Veracruz quisieron que se trasladara la imagen milagrosa de la iglesia parroquial al nuevo templo, pero los frailes se opusieron otra vez a tales pretensiones. El 30 de diciembre de J 796 el corregidor de la ciudad se puso del lado del guardián de los franciscanos y ordenó que se cerrara la iglesia. Sin embargo todos los labradores del Valle de Toluca que habían contribuido a la edificación de la iglesia, pidieron al virrey les permitiera el uso del templo, que por fin les fue concedido con algunas condiciones.

A partir de aquella fecha la iglesia de la Veracruz estuvo a cargo de capellanes del clero secular, siendo los dos últimos' de esta clase los padres don Ignacio Juan Manuel Escudero, que eran nativos de Toluca.

En la obra que se escribió sobre la orden de los frailes de San Juan de dios se relata bajo una forma diferente la historia del Cristo de la Veracruz, que de todos modos, como ya hemos narrado, representa el sincretismo del dios Opochtli prehispánico y al cristo de los conquistadores, Por eso a pesar del extranjerismo de los misioneros del corazón de María, perdura el culto al Cristo Negro de la Santa Veracruz, aunque ya no ocupe el lugar preferente del templo que se le edificó por honrados vecinos de esta ciudad.

Lo más notable del templo de la Veracruz es su reloj. Esta máquina perteneció al convento de los Carmelitas del Santo Desierto de Tenancingo; de ahí fue llevada a Tlalpan; de Tlalpan vino a Toluca y estuvo colocada en las casas consistoriales, de donde fue trasladada al lugar que ocupa sobre la bóveda de la Santa Veracruz.

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

Milagro y Cataclismo

El Señor de las Ampollas

Leyenda Colonial – La imagen del Señor de las Misericordias, Santo Patrono de Tlalnepantla, fue regalada por el rey Carlos V a Hernán Cortés, quien a su vez 'la donó al convento de San Francisco, de México. De allí fue traída provisionalmente a la iglesia de Tenayuca, y luego a la capilla abierta del Convento de Corpus Christi, en Tlalnepantla. En 1666, al ocurrir un incendio en la iglesia, el Cristo de las Misericordias se salvó milagrosamente, pues habiéndose quemado la cruz que lo sostenía, la escultura sólo registró quemaduras en la espalda, semejantes a ámpulas en carne viva, por lo que fue llamada el "Señor de las Ampollas".

Las iglesias viejas

En el antiguo Teocalhueyacan, pueblo otomí situado a unos tres kilómetros al poniente de Tlalnepantla, los frailes franciscanos edificaron un templo bajo la advocación de San Lorenzo, tal vez sobre las ruinas y hasta con el mismo material de que estuviera construido el antiguo teocalli.

A este nuevo templo acudía el pueblo a los servicios religiosos. Una noche, en medio de un estruendo inexplicable, el templo se hundió y de él no amaneció ni rastro. La gente quedó profundamente atemorizada.

Ante tal pérdida, los habitantes de San Lorenzo Teocalhueyacan tuvieron que acudir a sus servicios religiosos a Corpus Christi, el templo de Tlalnepantla. Pero debido a la larga distancia que tenían que recorrer diariamente, optaron por construir en su región un nuevo templo.

Entonces surgió entre ellos una angustia interrogante: "¿no se hundirá nuevamente el templo y acaso junto con todos nosotros?". La solución fue sencilla: levantarlo en otro sitio. y fue en Atenco (junto al río) , en la falda del cerro, donde se erigió el nuevo recinto, sólo que en esta ocasión bajo la advocación de San Andrés Apóstol. Esta antigua leyenda aún corre de boca en boca entre la gente "grande" del pueblo.

 

Guillermo Ernesto Padilla Díaz de León

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

Huitzilopoxtli

Tuve que ir, hace poco tiempo, en una comisión periodística, de una ciudad frontera de los Estados Unidos, a un punto mexicano en que había un destacamento de Carranza. Allí se me dio una recomendación y un salvoconducto para penetrar en la parte de territorio dependiente de Pancho Villa, el guerrillero y caudillo militar formidable. Yo tenía que ver un amigo, teniente en las milicias revolucionarias, el cual me había ofrecido datos para mis informaciones, asegurándome que nada tendría que temer durante mi permanencia en su campo.

Hice el viaje, en automóvil, hasta un poco más allá de la línea fronteriza en compañía de mister John Perhaps, médico, y también hombre de periodismo, al servicio de diarios yanquis, y del Coronel Reguera, o mejor dicho, el Padre Reguera, uno de los hombres más raros y terribles que haya conocido en mi vida. El Padre Reguera es un antiguo fraile que, joven en tiempo de Maximiliano, imperialista, naturalmente, cambió en el tiempo de Porfirio Díaz de Emperador sin cambiar en nada de lo demás. Es un viejo fraile vasco que cree en que todo está dispuesto por la resolución divina. Sobre todo, el derecho divino del mando es para él indiscutible.

—Porfirio dominó- decía—porque Dios lo quiso. Porque así debía ser.

—¡No diga macanas! —contestaba mister Perhaps, que había estado en la Argentina.

—Pero a Porfirio le faltó la comunicación con la Divinidad… ¡Al que no respeta el misterio se lo lleva el diablo! Y Porfirio nos hizo andar sin sotana por las calles. En cambio Madero…

Aquí en México, sobre todo, se vive en un suelo que está repleto de misterio. Todos esos indios que hay no respiran otra cosa. Y el destino de la nación mexicana está todavía en poder de las primitivas divinidades de los aborígenes.

En otras partes se dice: «Rascad… y aparecerá el…». Aquí no hay que rascar nada. El misterio azteca, o maya, vive en todo mexicano por mucha mezcla social que haya en su sangre, y esto en pocos.

—Coronel, ¡tome un whisky! dijo mister Perhaps, tendiéndole su frasco de ruolz.

—Prefiero el comiteco— respondió el Padre Reguera, y me tendió un papel con sal, que sacó de un bolsón, y una cantimplora llena de licor mexicano.

Andando, andando, llegamos al extremo de un bosque, en donde oímos un grito: «¡Alto!».

Nos detuvimos. No se podía pasar por ahí. Unos cuantos soldados indios, descalzos, con sus grandes sombrerones y sus rifles listos, nos detuvieron.

El Viejo Reguera parlamentó con el principal, quien conocía también al yanqui. Todo acabó bien. Tuvimos dos mulas y un caballejo para llegar al punto de nuestro destino. Hacía luna cuando seguimos la marcha. Fuimos paso a paso. De pronto exclamé dirigiéndome al viejo Reguera:

—Reguera, ¿cómo quiere que le llame, Coronel o Padre?

—¡Como la que lo parió! — bufó el apergaminado personaje.

—Lo digo— repuse— porque tengo que preguntarle sobre cosas que a mi me preocupan bastante.

Las dos mulas iban a un trotecito regular, y solamente mister Perhaps se detenía de cuando en cuando a arreglar la cincha de su caballo, aunque lo principal era el engullimiento de su whisky.

Dejé que pasara el yanqui adelante, y luego, acercando mi caballería a la del Padre Reguera, le dije:

—Usted es un hombre valiente, práctico y antiguo. A usted le respetan y lo quieren mucho todas estas indiadas.

Dígame en confianza: ¿es cierto que todavía se suelen ver aquí cosas extraordinarias, como en tiempos de la conquista?

—¡Buen diablo se lo lleve a usted! ¿Tiene tabaco?

Le di un cigarro.

—Pues le diré a usted. Desde hace muchos años conozco a estos indios como a mí mismo, y vivo entre ellos como si fuese uno de ellos. Me vine aquí muy muchacho, desde en tiempo de Maximiliano. Ya era cura y sigo siendo cura, y moriré cura.

—¿Y… ?

—No se meta en eso.

—Tiene usted razón, Padre; pero sí me permitirá que me interese en su extraña vida.

¿Cómo usted ha podido ser durante tantos años sacerdote, militar, hombre que tiene una leyenda, metido por tanto tiempo entre los indios, y por último aparecer en la Revolución con Madero? ¿No se había dicho que Porfirio le había ganado a usted?

El viejo Reguera soltó una gran carcajada.

—Mientras Porfirio tuvo a Dios, todo anduvo muy bien; y eso por doña Carmen…

—¿Cómo, padre?

—Pues así… Lo que hay es que los otros dioses…

—¿Cuáles, Padre?

—Los de la tierra…

—¿Pero usted cree en ellos?

—Calla, muchacho, y tómate otro comiteco.

—Invitemos —le dije— a míster Perhaps que se ha ido ya muy delantero.

—¡Eh, Perhaps! ¡Perhaps!

No nos contestó el yanqui.

—Espere— le dije, Padre Reguera; voy a ver si lo alcanzo.

—No vaya— me contestó mirando al fondo de la selva . Tome su comiteco.

El alcohol azteca había puesto en mi sangre una actividad singular. A poco andar en silencio, me dijo el Padre:

—Si Madero no se hubiera dejado engañar…

—¿De los políticos?

—No, hijo; de los diablos…

—¿Cómo es eso?

—Usted sabe.

—Lo del espiritismo…

—Nada de eso. Lo que hay es que él logró ponerse en comunicación con los dioses viejos…

—¡Pero, padre…!

—Sí, muchacho, sí, y te lo digo porque, aunque yo diga misa, eso no me quita lo aprendido por todas esas regiones en tantos años… Y te advierto una cosa: con la cruz hemos hecho aquí muy poco, y por dentro y por fuera el alma y las formas de los primitivos ídolos nos vencen… Aquí no hubo suficientes cadenas cristianas para esclavizar a las divinidades de antes; y cada vez que han podido, y ahora sobre todo, esos diablos se muestran.

Mi mula dio un salto atrás toda agitada y temblorosa, quise hacerla pasar y fue imposible.

—Quieto, quieto— me dijo Reguera.

Sacó su largo cuchillo y cortó de un árbol un varejón, y luego con él dio unos cuantos golpes en el suelo.

—No se asuste —me dijo—; es una cascabel.

Y vi entonces una gran víbora que quedaba muerta a lo largo del camino. Y cuando seguimos el viaje, oí una sorda risita del cura…

—No hemos vuelto a ver al yanqui le dije.

—No se preocupe; ya le encontraremos alguna vez.

Seguimos adelante. Hubo que pasar a través de una gran arboleda tras la cual oíase el ruido del agua en una quebrada. A poco: «¡Alto!»

—¿Otra vez? — le dije a Reguera.

—Sí —me contestó—. Estamos en el sitio más delicado que ocupan las fuerzas revolucionarias. ¡Paciencia!

Un oficial con varios soldados se adelantaron. Reguera les habló y oí contestar al oficial:

—Imposible pasar más adelante. Habrá que quedar ahí hasta el amanecer.

Escogimos para reposar un escampado bajo un gran ahuehuete.

De más decir que yo no podía dormir. Yo había terminado mi tabaco y pedí a Reguera.

—Tengo —me dijo—, pero con mariguana.

Acepté, pero con miedo, pues conozco los efectos de esa yerba embrujadora, y me puse a fumar. En seguida el cura roncaba y yo no podía dormir.

Todo era silencio en la selva, pero silencio temeroso, bajo la luz pálida de la luna. De pronto escuché a lo lejos como un quejido largo y aullante, que luego fue un coro de aullidos. Yo ya conocía esa siniestra música de las selvas salvajes: era el aullido de los coyotes.

Me incorporé cuando sentí que los clamores se iban acercando. No me sentía bien y me acordé de la mariguana del cura. Si seria eso…

Los aullidos aumentaban. Sin despertar al viejo Reguera, tomé mi revólver y me fui hacia el lado en donde estaba el peligro.

Caminé y me interné un tanto en la floresta, hasta que vi una especie de claridad que no era la de la luna, puesto que la claridad lunar, fuera del bosque era blanca, y ésta, dentro, era dorada. Continué internándome hasta donde escuchaba como un vago rumor de voces humanas alternando de cuando en cuando con los aullidos de los coyotes.

Avancé hasta donde me fue posible. He aquí lo que vi: un enorme ídolo de piedra, que era ídolo y altar al mismo tiempo, se alzaba en esa claridad que apenas he indicado. Imposible detallar nada. Dos cabezas de serpiente, que eran como brazos o tentáculos del bloque, se juntaban en la parte superior, sobre una especie de inmensa testa descarnada, que tenía a su alrededor una ristra de manos cortadas, sobre un collar de perlas, y debajo de eso, vi, en vida de vida, un movimiento monstruoso. Pero ante todo observé unos cuantos indios, de los mismos que nos habían servido para el acarreo de nuestros equipajes, y que silenciosos y hieráticamente daban vueltas alrededor de aquel altar viviente.

Viviente, porque fijándome bien, y recordando mis lecturas especiales, me convencí de que aquello era un altar de Teoyaomiqui, la diosa mexicana de la muerte. En aquella piedra se agitaban serpientes vivas, y adquiría el espectáculo una actualidad espantable.

Me adelanté. Sin aullar, en un silencio fatal, llegó una tropa de coyotes y rodeó el altar misterioso. Noté que las serpientes, aglomeradas, se agitaban; y al pie del bloque ofídico, un cuerpo se movía, el cuerpo de un hombre Mister Perhaps estaba allí.

Tras un tronco de árbol yo estaba en mi pavoroso silencio. Creí padecer una alucinación; pero lo que en realidad había era aquel gran círculo que formaban esos lobos de América, esos aullantes coyotes más fatídicos que los lobos de Europa.

Al día siguiente, cuando llegamos al campamento, hubo que llamar al médico para mí.

Pregunté por el Padre Reguera.

—El Coronel Reguera— me dijo la persona que estaba cerca de mí—está en este momento ocupado. Le faltan tres por fusilar.

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

Las Costillas del Diablo

Leyenda Colonial –  La gente de Tepotzotlán era muy afecta a la narración de leyendas; actualmente esta tradición se ha ido perdiendo, probablemente, quizá debido a la existencia de la radio y la televisión. Antiguamente se contaban leyendas de brujas, nahuales, duendes, lloronas, aparecidos y demonios.

Cuenta una leyenda que el diablo se iba a llevar a su casa una piedra; después de que la hubo atado con mecates, trató de arrancarla del suelo de lava Volcánica donde estaba, pero fue tanto su esfuerzo que dejó marcadas las costillas, y al no poder cargarla antes de que el gallo cantara, la abandonó.

Otra leyenda asegura que existen túneles que van desde el Colegio Jesuita hasta distintas haciendas y parroquias de la periferia; Asimismo, se habla de una campana encantada; al respecto, cuentan que cuando fueron colocadas las campanas en la torre grande, en 1762, una de ellas cayó y se hundió en el suelo, quedando allí encantada. En 1914, cuando llegaron al pueblo los carrancistas, se dice que trataron de sacarla pero que fue inútil, ya que entre más escarbaban, aquella más se hundía.

Se habla también de que en los cerros hacen sus sesiones las brujas y que después salen a chupar la sangre de los niños pequeños, principalmente de aquellos que no están bautizados. También se cuenta de un jinete vestido de negro, con botonadura de oro, que se aparece en algunos caminos, sobre un caballo negro, de cuyos cascos y cola salen chispas; aseguran que seduce con su riqueza a la gente codiciosa.

 

Gaudencio Neri Vargas

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

Un Saludo al Tesoro del Nevado

Leyenda Colonial – Todo principió al finalizar el año escolar de 1942. Gilberto, amigo y compañero de estudios, me invitó a pasar las vacaciones en un pequeño rancho próximo al Nevado de Toluca, acedí gustoso y para hacer ejercicio, realizamos el viaje a pie. Aquel pequeño rancho había sido propiedad de su padre, que a su vez lo había heredado de su abuelo y éste, de su tatarabuelo. Todos los días nos levantábamos temprano para excursionar por los montes, unas veces a caballo y otras a pie.Después tomábamos un baño en un manantial de agua caliente.

Uno de tantos días amaneció lluvioso y resolvimos quedarnos en casa. Para distraernos subimos a las galeras donde sus antepasados guardaban todo lo que ya no les era útil. Para nosotros ese lugar fue muy atractivo, encontramos cosas de mucho interés y gran valor; pero llamó poderosamente nuestra atención un cajón a manera de cofre de pirata que contenía papeles; los leímos con avidez por tratarse de la historia de la familia de Gilberto. Entre estos documentos encontramos un pliego escrito hace más de 150 años, en papel corriente, escrito con lápiz; no obstante el paso de los años, se leía con claridad. El documento tenía documento tenía el color amarillento de los papeles viejos, al desdoblarlo se separó en partes, acomodadas por nosotros pudimos descifrar su contenido.

Iniciamos su lectura con gran sorpresa y encontramos lo siguiente.

"Año de 1760, yo, Bartolomé Juan del Castillo, en nombre de Dios Padre que me crió y me conserva, hago la confesión siguiente:

Siendo el jefe de los ladrones que operaban en la Sierra del Nevado, yo como depositario de grandes robos de conductas que llevaban grandes tesoros que se conducían a España y que pasaban por estos campos y de varios puntos de los minerales.

Declaro en nombre de Dios Todopoderoso, ser cierto todo lo que voy a escribir.

Declaro que en la Cañada del Jicote que se halla en los Montes de los Estrada, de su lugar donde se juntan dos aguas una chica y otra mayor, de allí por abajo donde hace un salto chico, está un subterráneo, su puerta es pequeña, apenas puede caber el cuerpo de un hombre, está al pie de una corta peñita, dicha puerta está cubierta con una losa que a su vez está cubierta con tierra, aquí hay intereses muy grandes. Y del salto para arriba, en está misma cañada está otra que no tiene peña, está en la loma o costado de la cañada, está donde hay muchas hierbas de otatillo.

De allí mismo, subiendo rumbo al poniente, hasta llegar a la cumbre de la loma del Espinazo, estando allí encima del sur, se tomará a la derecha para abajo hasta dar con un cerrito chico que tiene muchos árboles, allí mismo se buscará un encino con dos brazos que figuran codos, uno está mirando a Zacualpan y otro al veladero, al pie están ocho botijas de dinero enterradas. Se tomará rumbo abajo hasta dar con una aguita muy pequeña que sale del mismo cerro y va dar un salto chico, a un lado está la puerta de la cueva, la mitad está en el salto grande, si lo encuentras te harás rico, allí está el convoy que se le quitó al virrey O Donojú en el paso del macho, este fue como un millón de dinero, al frente se encontrara un altar hecho de mezcla donde está colocado el señor del hospital, que es el que veneraban antes más.También se encontrarán los útiles de plata y oro con que se servía el virrey, en el interior está la gran cantidad de barras de plata formando un camellón, tambien se encontrará un gran depósito de ornamentos y a un lado otro altar con el Cristo de oro del Virrey, allí está también el esqueleto de don Cristóbal de Nova, que murio atado por querer entregar a los españoles este tesoro.

Hijo mío, pocos son los días que me restan de vida y mi alma está devorada por crueles remordimientos. En este fatal estado pienso y recuerdo tu orfandad desde la muerte de tu tierna madre, muerta de ti, la que te dio a luz; quiero recompensarte a ti y a Inés mi hermana, por sus humanitarias acciones.

Hijo mío, sabes que tienes un padre que tú no conoces, vive todavía, pero que enviado en un mar de crímenes, hace horribles memorias al título honroso de padre. Cometí varios crímenes, unas veces empujado por venganza y otras por la defensa que debía hacer de mi persona.

En fin, querido Paulino, tú comprenderás que yo quiero hacerte el bien y pido a Dios te conserve muchos años.

Los tesoros son muchos, puedes acompañarte de quienes gustes, no importa cuántos sean, para todos alcanza; una sola condición te pido, que mandes decir muchas misas para que Dios nos perdone, tanto a los malhechores que anduvieron conmigo, como a mí. Todos los objetos sagrados que pertenecen a la Iglesia como cálices, custodias, vasos sagrados, patenas y demás ornamentos religiosos, te ruego querido Paulino, hagan diligencia para que sean entregados a la Iglesia y puedan ser utilizados para lo que fueron hechos; con todo lo que sobre se remediarán; pues como te he dicho: hay tantos tesoros como para fincar otro México nuevo.

Principia tu recorrido por el Cerro del Manzano, es un cerro que tiene un manzano silvestre, está cerca de la Barranca del Muerto, en su tronco tiene una herradura clavada, al pie de ese tronco hay seis botijas de monedas de oro.

Yo, tu padre, estuve en tantos peligros que ignoro por qué Dios me Conservó la vida. Sufrí muchas heridas mortales, sin embargo pude Soportarlas porque uno de nuestros compañeros era curandero y Conocía las propiedades curativas de muchas plantas de estos montes; así gracias a Dios pude Conservar la existencia.

Todo lo que está ahí es de ustedes, remédiense en sus necesidades y sigue buscando y no te olvides, querido Paulino, de ayudar a los pobres, te lo encargo como primera obligación y manda decir muchas misas por el alma de tu padre y por todos los demás malhechores que bien lo necesitan".

 

Agustín Monroy Carmona 

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Ejemplos de mitos

Ejemplos de mitos mas comunes

Ejemplos de mitos o supersticiones mas comunes entre la gente.

 

1.   Un gato negro que camina hacia ti o que se cruza en tu camino

MALA SUERTE: Aunque en Egipto se creía que el gato era la reencarnación de los dioses, siglos después, la Iglesia Católica lo consideró como la reencarnación del diablo, por lo que eran quemados. El negro se identificaba con el diablo por ser el color de la noche. En casi toda Europa y en Norteamérica se cree que un gato negro trae mala suerte si se aleja de ti, pero buena suerte si camina hacia ti.

 

2.   Colgar una herradura detrás de la puerta

BUENA SUERTE: Según los griegos, el hierro -en forma de media luna- protegía de los hechizos, así que la herradura colocada en la puerta impedía la entrada de las brujas y del mal. Tradicionalmente se creía que las herraduras otorgaban más suerte eran las de los borricos, porque tienen siete agujeros, un número mágico por excelencia.

 

3.   Un cuadro torcido o que cae de la pared donde está colgado

MALA SUERTE: Esta idea tiene su origen en la Grecia clásica, donde se creía que si el retrato de un monarca o una celebridad caía al suelo sufriendo serios daños significaba que iba a morir en poco tiempo.

 

4.   Escupir

BUENA SUERTE: Se cree que escupir evita males. Plinio dejó escrito en su historia natural: "es sorprendente, aunque fácilmente comprobable, que si alguien ha sido golpeado y se escupe enseguida en la palma de la mano del agresor, el dolor de la víctima se alivia al momento. Algunos incrementan la fuerza de sus golpes escupiendo en sus manos antes de realizar cualquier esfuerzo". Se dice también que con esa fuerza se podía golpear mejor al Diablo.

 

5.   Encender tres cigarrillos con la misma cerilla

MALA SUERTE: Se cree que en una guerra -no se sabe con precisión cual, y en ocasiones se habla de la Primera Guerra Mundial, en otras de la Guerra Civil Española…- tres soldados encendieron sus cigarrillos con la misma cerilla y el enemigo vio la llama del primero, apuntó en la del segundo y disparó sobre el tercero.

 

6.   Poner un sombrero sobre la cama

MALA SUERTE: Poner un sombrero encima de la cama es presagio, en España e Italia, de que algo malo va a ocurrir. Esta superstición tiene otro significado: que se te quedará la mente en blanco. Esta creencia viene probablemente del simbolismo del sombrero, que representa la cabeza y los pensamientos y es símbolo de identificación personal.

 

7.   Derramar la sal

MALA SUERTE: Su origen data del año 3.500 a.C. Ya entonces se creía que la sal era incorruptible, razón por la cual se convirtió en símbolo de amistad. De ahí la creencia de que si se tira, la amistad se romperá. Para contrarrestar ese supuesto efecto maldito, se debe echar una pizca de la sal derramada sobre el hombro izquierdo.

 

8.   Romper un espejo

MALA SUERTE: Se dice que ocasiona siete años de maldición. El espejo era un elemento mágico de adivinación, por lo que si se rompía, era para no mostrar una imagen aterradora del futuro. Siete años es el tiempo que, supuestamente, tardaba en renovarse un cuerpo.

 

9.   Apagar las velas de un soplido

BUENA SUERTE: Fue en la Baja Edad Media alemana donde surgió la idea de colocar en las tartas de cumpleaños tantas velas como años cumplían los niños más una. Para dejar atrás los años cumplidos y pasar a los siguientes, se debían apagar todas las velas de un solo soplido.

 

10.  Decir "Jesús" o "Salud" cuando alguien estornuda

BUENA SUERTE: Se debe a que el estornudo era el principio de muy diversas enfermedades y por eso se pedía a Dios que apartase el peligro de cualquier infección.

También se dice que era para evitar que entrara el demonio a través de la boca.

 

11.   Encontrar un trébol de cuatro hojas

BUENA SUERTE: Es un símbolo sagrado para los druidas de las Islas Británicas, que ya en el año 200 a.C. pensaban que con él se podía ver a los demonios.

Según la leyenda, cuando Eva fue expulsada del Paraíso se llevo un trébol de cuatro hojas; por eso, desde entonces, se cree que da suerte.

 

12.   Llevar una pata de conejo

BUENA SUERTE: Su origen está en la antigua creencia de que cada pueblo descendía de un animal, que no podía ser cazado ni comido. Seguramente, los celtas nos trajeron la creencia de que el nuestro era el conejo. Seis siglos antes de Cristo ya era utilizada como amuleto para alejar el mal. Además, la pata de conejo era también un símbolo fálico capaz de hacer fértiles a las mujeres.

 

13.   Pasar debajo de una escalera

MALA SUERTE: Es por el triágulo que forma ésta con la pared. Antiguamente se pensaba que todos los triángulos eran un símbolo sagrado, tanto las pirámides como la trilogía de la Santísima Trinidad y, por lo tanto, era un sacrilegio pasar bajo ese arco.

Se cree que, una vez que se había pasado, el mal se conjuraba cruzando los dedos, escupiendo una vez bajo la escalera o tres veces después de cruzarla. También se relaciona esta superstición con el patíbulo: siempre había que usar una escalera de mano para colocar la soga y también para retirar el cadáver: la muerte y la escalera iban siempre muy unidas. Otra creencia proviene de los cuadros de la crucifixión, en los cuales figuraba una escalera bajo la cual Lucifer veía con furia cómo Jesús moría para salvar a la humanidad. De ahí la costumbre de santiguarse para preservarse de las furias del Diablo o ahuyentar el peligro.

 

 

14.   Colocar el pan boca abajo en la mesa o dejarlo caer al suelo

MALA SUERTE: El pan es un alimento básico. Por ello han sido varias las supersticiones que ha generado en su forma de hacerlo, cortarlo, comerlo y ofrecérselo a los demás. Ponerlo boca abajo se supone que traerá mala suerte por tratarse en realidad de una ofensa al cuerpo de Cristo; asimismo, cuando se caiga al suelo es costumbre besarlo y hacer tres cruces para alejar las desgracias.

 

15.   Derramar el vino

MALA SUERTE: Cuando viertes el vino en la mesa debes aplicarte en seguida un poco del mismo sobre la frente para atraer la buena suerte; si se trata de champán tienes que tocarlo entonces con la punta de los dedos y dártelo sobre el lóbulo de la oreja para conseguir una felicidad eterna. La causa de esta creencia puede ser que el inicio del feto es el lóbulo de la oreja. Por ese motivo, al empaparlo en champán estás deseando que tu vida se vea rodeada de toda clase de felicidad y dicha. Esta bebida espumosa también se suele romper contra los barcos en su botadura para desearles con este gesto buena suerte en su travesía.

 

16.   Dejar las tijeras abiertas

MALA SUERTE: Este instrumento debe permanecer cerrado mientras no se usa porque atrae la mala suerte. Si se cae al suelo y queda con las puntas abiertas apuntando hacia ti, recógelo y echa sal por encima del hombro izquierdo para ahuyentar los malos espíritus. En Grecia se creía que la moira Atropos cortaba con las tijeras el hilo de la vida, así que de alguna forma los objetos cortantes dirigen el destino y son símbolo de muerte repentina.

 

17.   Tocar madera

BUENA SUERTE: Un posible origen tiene que ver con los trozos que se conservaron de la Santa Cruz. Otro, proviene de Estados Unidos, donde hace 4.000 años los indios veneraban al roble como la morada de los dioses. Este material simboliza también la protección maternal y aleja el peligro.

 

18.   Poner la cama con los pies hacia la puerta

MALA SUERTE: Viene del dicho popular: "los muertos salen siempre de la casa con los pies por delante".

 

19.   Empezar el día con el pie izquierdo

MALA SUERTE: Ya Petronio aludía en el "Satiricón" a la mala suerte de entrar en un lugar con el pie izquierdo. En España puede tener su origen en la tradición celta y en el movimiento solar, siempre hacia la derecha. El efecto negativo se elimina al santiguarse tres veces.

 

20.  Martes y 13

MALA SUERTE: La maldición del número trece tiene su origen en la última cena de Jesucristo con los doce apóstoles, en la que fue delatado.

Se cree que si se sientan a comer trece personas en una misma mesa, una de ellas morirá antes de un año.

El día de la semana varia: en España, México y Grecia se teme al martes y trece; y en los países anglosajones al viernes y trece, porque en viernes fue crucificado Jesús.

 

21.   El día de la boda, llevar algo prestado, algo nuevo, algo azul y algo viejo

BUENA SUERTE: No se sabe cuándo comenzó la costumbre de que la novia, el día de su boda, llevara "algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul". Algo prestado representa el presente, algo viejo el pasado, algo nuevo el futuro y algo azul simboliza la pureza.

 

22.   Que el novio vea a la novia antes de la ceremonia o que esta se mire al espejo

MALA SUERTE: Antiguamente se consideraba que hacer cualquiera de estas dos cosas era sinónimo de adelantar acontecimientos positivos que quedarían así "gafados". Otra explicación es que la novia no podía mirarse en el espejo antes de celebrarse el matrimonio si estaba completamente ataviada, porque se proyecta su imagen de ésta antes de estar casada y esto podía hacer que los dioses pusieran en duda su derecho a contraer matrimonio. Si desea ver su aspecto, deberá dejar sin ponerse los guantes o alguna otra prenda.

 

23.   Besarse los novios al final de la ceremonia

BUENA SUERTE: El beso era el símbolo de la consumación del matrimonio. En la Antigüedad, los contrayentes hacían el amor públicamente para consumarlo.

 

24.   Arrojar arroz en un a boda

BUENA SUERTE: Antiguamente se tiraban trocitos de dulce a la novia, como símbolo de felicidad y de fertilidad. Pero en la época de vacas flacas se les tiraba trigo o arroz, ya que era bastante más barato.

 

25.   Entrar en el nuevo hogar alzando a la novia

BUENA SUERTE: Se cree que con este gesto se protegía a la novia de los hechizos, además de evitarle que fortuitamente tropezara al pasar la barrera del mundo exterior al interior e íntimo del hogar, símbolo de mal agüero; y por otro, para que no perdiese la virginidad por obra de la tierra en vez de por su marido.

 

26.   Ir de luna de miel

BUENA SUERTE: El viaje postnupcial proviene de la huida que en tiempos de Atila, rey de los hunos, seguía al rapto y matrimonio de la hija, y se llama así por la costumbre de que los novios bebieran un brebaje durante el viaje que contenía vino y miel.

 

27.   Abrir el paraguas bajo techo

MALA SUERTE: La primera noticia que se tiene de esta creencia data del siglo XVIII en inglaterra, donde creían que daba mala suerte por la negatividad que existía entre el paraguas y la casa, ya que ésta protege a sus habitantes y no tolera ninguna protección adicional. Si alguien lo abría sobre su cabeza, supuestamente esa persona moría antes de que acabase el año.

 

28.   El perejil

BUENA SUERTE: En la Antigua Grecia el perejil estaba considerado como una planta sagrada que simbolizaba el triunfo y la resurrección. Llevados por esta creencia, los griegos adornaban las tumbas con coronas de perejil.

 

29.   Taparse la boca al bostezar

BUENA SUERTE: Proviene de la costumbre de hacer la señal de la cruz sobre la boca abierta, para evitar que se metiera el demonio, debido al dicho popular: "por puerta abierta, el Diablo se cuela". También se pensaba que en una de esas exhalaciones se podía escapar el alma."

 

30.  Cruzar los dedos

BUENA SUERTE: Antes de la era cristiana, existía la costumbre que dos personas enlazaran sus dedos indices formando una cruz para expresar un deseo; una apoyaba a la otra mentalmente para que éste se cumpliera. La cruz, en la era precristiana, siempre ha sido el símbolo de la perfección y en su unión residían los espíritus benéficos. La costumbre se ha ido simplificando hasta nuestros días, donde se da por valido con cruzar dos dedos de una mano.

 

31.   Poner la escoba al revés detrás de la puerta

BUENA SUERTE: En realidad, en relación a esta superstición, no podemos hablar realmente de buena o mala suerte. A las brujas siempre se las ha descrito subidas en una escoba para acudir a los aquelarres; de ahí que antiguamente se creyera que colocando una escoba a las puertas de una casa donde se sospechaba que había entrado una, ésta no resistiría la tentación de cogerla y salir volando. Así, si llega una visita molesta, hay que colocar una escoba invertida detrás de una puerta y el inoportuno abandonará tu casa.

 

32.   Llevar una escoba usada al cambiarse de casa

MALA SUERTE:No se deberá llevar una escoba usada al cambiarse de casa, ya que el hacerlo atraerá la mala suerte y traerás con ella las desgracias del hogar anterior.

 

33.   Barrer los pies de una soltera o una viuda

MALA SUERTE: Esto quería decir que no se casarían. Tiene también que ver con las brujas y sus vehículos preferidos para asistir a los aquerrales: las escobas.

 

34.   Poner cáctus en las ventanas

BUENA SUERTE: Una creencia popular afirma que esta planta aleja el mal de la casa. Su gran capacidad para absorber la humedad del ambiente lo convierte en un poderoso protector contra los espíritus malignos, que necesitan la humedad para desarrollarse. La costumbre de colocar cáctus en las puertas y ventanas, observada en toda la cuenca mediterránea europea y asiática, proviene de la creencia que si  los espíritus encuentran agua a su paso, pueden ahogarse al cruzarla y quedar así retenidos en ese sitio.

 

35.   Tocar la joroba de un jorobado

BUENA SUERTE: Asegura un éxito en breve plazo.

 

36.   Ver una rata

MALA SUERTE: A este animal siempre se le han atribuido malos augurios. Sin embargo, esta idea sólo tiene que ver con la coincidencia de la aparición de plagas de estos roedores con desastres históricos como la peste bubónica.

 

37.   Una pestaña caída

BUENA SUERTE: El Diablo colecciona pestañas y, según la tradición, perder una significa correr toda clase de peligros. Así que si se te cae, colócala en el dorso de la mano y lánzala por encima del hombro o sitúala en la punta de la nariz, sopla para que salte y pide un deseo.

 

38.   Sentir un zumbido de oídos

BUENA SUERTE: Cuando te silban los oídos pide a alguien que te diga un número. La letra del alfabeto correspondiente a dicho número será la primera del nombre de la persona con la que esperas casarte. "El izquierdo para el amor y el derecho para el rencor". Si te pellizcas inmediatamente el oído derecho cuando éste te silba, la persona que te está criticando se morderá la lengua.

 

39.   Tirar monedas a un pozo o una fuente

BUENA SUERTE: Viene del antiguo rito adivinatorio de arrojar alfileres o piedras a un pozo, con el fin de saber si un hecho se iba a cumplir o no. Si al caer salían burbujas, significaba que lo que se había solicitado se llegaría a cumplir.

 

40.  Que alguien te eche el mal de ojo

MALA SUERTE: Tradicionalmente se ha creído que al reflejarse en la pupila de un ojo, podíamos quedar atrapados por ella. Por esto, desde la antigua roma hasta la edad media, aquellas personas que tenían cataratas u otro defecto visual, a menudo eran sacrificdas en la hoguera. Grecia, Turquía y Egipto tiene muy extendida la creencia de que existen personas con poderes maléficos en la mirada; incluso, aunque sea de forma inconsciente pueden hacer daño si clavan sus ojos en algo. Antiguamente se atribuía al mal de ojo enfermedades de origen desconocido. Lo echaban las brujas, los gitanos, los gafes y los bizcos y afectaba a los niños. Para protegerse hay que llevar ajos, oro y plata, ojos de cristal azul y herraduras.

 

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Ejemplos de mitos

Ejemplos de mitos varios


Ejemplos de mitos comunes

● El que se baña el jueves o viernes santo se convierte en pez.

 

● Si se le para una mosca en la nariz, recibirá una carta.

 

● Cuando una tara entra a una casa, significa que pronto habrá una muerte.

 

● Las personas que tienen los dientes separados son mentirosas.

 

● La ropa negra atrae luto.

 

● Cuando sueñe un sábado, todo se le cumplirá.

 

● El que pase por un puente después de haber tomado una copa, se emborrachará.

 

● A las personas que les suda la nariz son muy celosas.

 

● Las manchas blancas en medio de las uñas significan mentiras que se han dicho.

 

● Las personas que tengan un lunar cerca de la boca quedarán viudas.