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Veracruz

La leyenda de la Danza de los Negritos

En el tiempo en que la Villa de Santa María de Papantla estaba dominada por los conquistadores españoles abundaban los esclavos negros. En el año de 1550, Papantla, El Lugar de los Papanes, formaba parte de la encomienda otorgada a Andrés de Tapia, y contaba con bastantes esclavos indígenas y negros que habían sido traídos por esclavistas portugueses para trabajar en las labores agrícolas. Entre tales esclavos negros, se encontraba un jovencito que había sido capturado en África.

La leyenda de la Danza de los Negritos

Al ser apresado, su madre, que le adoraba, pidió que se la hiciese esclava y se la llevaran junto con su único hijo querido. Así llegaron ambos hasta tierras americanas. Trabajaban mucho y eran sometidos a malos tratos por parte de los españoles. Cierto día, el jovencito tuvo que ir al monte a buscar un poco de leña y de repente una víbora lo mordió. La madre se dio cuenta de lo acontecido y acudió en auxilio del muchachito acompañada de otros esclavos negros. Para salvarle la vida ejecutó de inmediato una ceremonia como las que su comunidad en África realizaba en tales casos: bailó, cantó, y gritó alrededor del joven en espera de revivirle. Un grupo de indios totonacos observaba lo que la madre realizaba y le gustaron los movimientos que la mujer realizaba.

Entonces, decidieron imitarla y crearon una hermosa danza adaptándola a su propia inventiva. Así nació la Danza de los Negritos. Con el tiempo, la incipiente danza se consolidó hasta llegar a ser lo que es actualmente. La comparsa está integrada por un caporal, un subcaporal, la Maringuilla, que representa a la madre del mordido, un bufón que abre la danza, y nueve danzantes ayudantes. Al compas de la música de El Son de la Calle, La Cadena, Menear la Cabeza y El Son de Salida, la danza suela durar hasta cuatro horas, cuyo clímax se alcanza cuando la serpiente muere.

Los instrumentos empleados en la música son un violín, una guitarra, y algunas veces castañuelas. Los Negritos visten traje de color negro con flores bordadas con chaquiras y lentejuelas, pantalón con flecos, dos pañuelos en el pecho y dos en la cintura, botín de color negro, sombrero de palma cubierto de espejos y de papel de China simulando el pelo encrespado de los esclavos y flequillo que cubre parte de la cara. *

*Una de las versiones

Sonia Iglesias y Cabrera

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Chiapas

Vida y Muerte

Los indígenas zoques, los o’depüt como se autodenominan, habitan en Chiapas. Como todos los pueblos cuentan con una interesante cosmovisión. Por ejemplo, para los zoques de Tuxtla, El Lugar de los Conejos, los dioses crearon el cuerpo humano y lo dotaron de cuatro elementos vitales, sin los cuales los hombres no pueden vivir: el animá, el alma; la copák, la cabeza; chocoy, el corazón; y los órganos sexuales, la vagina y el pene. Al cuerpo humano llamado nitok, le da energía el animá, gracias a ella hay movimiento y vida. El alma tiene dos espíritus, uno está formado por el animá que es inmaterial pero que puede pensar y razonar, y otro al que llaman nahual, animal que puede desprenderse del alma y puede ser bueno o maligno. Copak es la cabeza donde se asienta la razón y la conciencia, guía a las personas y les proporciona luz. A su vez, el chocoy controla las pasiones y los sentimientos de los zoques, envía energía y fortaleza anímica a todo el cuerpo, y dicta el comportamiento de los hombres. Como es de suponer los penes y las vaginas son los encargados de la reproducción y continuación de la vida.

Vida y muerte

Cuando un zoque muere, las almas se dirigen al Tzapatá, El Petate de Piedra, tomando la ruta del Río Sabinal, hasta llegar al lugar de las ánimas llamado Cunguy anteriormente y hoy conocido como el poblado de San Fernando. Dentro de las cuevas hay velas que alumbran el camino de las almas para llegar al Tsuan, donde la vida continúa y se es feliz.

Cuando los hombres vivos sueñan, las estrellas los dirigen al Tsuan para que visiten a sus difuntos. El Día de Muertos, los que moran en el Tsuan salen para visitar a los vivos y disfrutar de las ofrendas que se les colocan en las casas. Para que las almas lleguen con bien a este mundo, se les reza, se les ofrenda copal, y se les exhorta diciéndoles: ¡Vení, chalucas, a comé y a bebé, no seas flojo! ¡Dí, ay, pues, a quihoras vas a vení? Ya que se van, se las despide con música de tambor y pito. Al morir, los zoques tienen la esperanza de reencarnar en algún animal: un colibrí, un quetzal, una mariposa, un águila, o en el nahual que le corresponde.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Puebla

Xelhua y el Tlachihualtépetl

Cuenta una leyenda nahua del estado de Puebla que Xelhua fue un gigante que durante un diluvio se escondió en las grutas de la montaña del dios de la lluvia Tláloc y se salvó de morir ahogado junto con seis de sus hermanos; ninguno de sus otros congéneres pudo sobrevivir a tal catástrofe; algunos gigantes se convirtieron en peces. Sus hermanos se llamaban Olmécatl, Mixtecátl, Chichimécatl, y Tecpanécatl. Los gigantes eran sabios, fuertes, considerados como los elegidos de los dioses, y respetados por el resto de la población formada por los comunes macehuales. Como era de suponer, tal supremacía causaba envidia en ciertas personas que empezaron a preparar una campaña de insubordinación de los macehuales. De tales manejos nada sabían los dioses.

Xelhua y el Tlachihualtépetl

Cierto día cuando estaba por cumplirse un siglo de cincuenta y dos años, Xelhua y sus hermanos se preparaban para llevar a cabo las celebraciones del Fuego Nuevo, según los cánones establecidos por la religión. Una noche soñaron que los dioses les ordenaban subir a la montaña de Tláloc, el dios de la lluvia, porque pronto se produciría un enorme diluvio que acabaría con los envidiosos macehuales. Los gigantes se aprestaron a obedecer a los dioses y se dirigieron a la montaña de Tláloc, donde se protegieron en unas grutas de la terrible lluvia que empezó a caer en forma de terribles serpientes venenosas. Un rayo le indicó a Xelhua que el diluvio había terminado. Los dioses les indicaron a los gigantes que debían seguir su camino por diferentes rutas donde debían dar a conocer la grandeza de los dioses del Anáhuac. Así lo hicieron los elegidos de los dioses.

Una vez a salvo Xelhua caminó hasta llegar al Valle de Cuetlaxcoapan y al ver un cerro al que llamaban Zapotecas, recordó la montaña de Tláloc y quiso hacer una más grande para reverenciar la dios Tláloc. Puso manos a la obra, y ordenó a los hacedores de adobes de Tlamanalco que elaboraran muchos ladrillos, los llevaron hasta el Valle formando una fila india pasando los tabiques de mano en mano. Pero no contaban Xelhua con el enojo de Tonacatecuhli, que al ver que la construcción llegaba hasta el Cielo, envió fuego celeste y arrojó una gran piedra en forma de sapo para que matasen a los atrevidos constructores, pues pensó que era demasiada la vanidad de Xelhua y los tlalmanalcas.

Así se construyó, gracias a la sabiduría y religiosidad de Xelhua, el gran cerro situado en la Gran Ciudad de Tollan Cholollan, y al que se llamó Tlachihualtépetl; es decir, el Cerro Hecho a Mano. Además, el gigante Xelhua tuvo a bien fundar Teotitlan, Coxcatlan, Tehuacan, Teopantlan, Ixcaquixtan, Atlixco, Ecatepec y varias ciudades más.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Puebla

Los seres sobrenaturales

En la cosmovisión de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla, la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego constituyen el eje fundamental de su cosmovisión. En la Tierra, de condición femenina, transcurre el ciclo de vida, dentro de ella se forman los seres humanos y los animales. El agua, de índole masculino-femenina, es el líquido indispensable para que puedan vivir los hombres, las plantas y los animales. El Aire contribuye a que las lluvias tengan lugar y proporcionen el sagrado líquido. Y el Fuego permite purificar la suciedad que producen los seres humanos. El universo nahua se encuentra conformado por el Cielo, el Ilhuicac, la Tierra, Tlaticpactli, y el Inframundo, llamado Tlalitec o Mictla. Se trata de mundos horizontales y planos, donde transcurre la vida de los hombres, los animales, las plantas y los seres sobrenaturales, que ayudan a las personas en las dificultades y en las penas de la vida diaria. Son seres asociados a la naturaleza, como los bosques, las cuevas, los ríos y a aspectos domésticos como el hogar y el temascal.

Los seres sobrenaturales

En los seres mágicos se integran los dioses mayores y menores, los llamados “dueños”, los fenómenos de la naturaleza, y los aires o vientos. Cristo es la divinidad superior creadora que vive en el Cielo, es el Sol, Nuestro padre. Su índole es masculina y seca. Suele llamársele Totecotzi. Le siguen en jerarquía como dioses secundarios, Nuestro Padre, San Francisco, dueño del maíz, y guía de las almas cuando regresan cada año a la Tierra desde el Inframundo. No vive en el Cielo, sino en la Tierra, dado que en alguna ocasión fue un hombre.

San Marcos vive en la Tierra y es el dueño de los nahuales, guardián del pueblo; procura que los habitantes tengan salud y alimentos, y los protege de asechanzas malignas ayudado por los nahuales-tigres.

Santa Marta es la dueña del temascal, dadora de vida y auxiliadora de los que regresan del más allá. Patrona de las parteras, de las tocitzi, las “abuelitas”. En tanto que dueña del temascal es una diosa purificadora, que da vida y muerte a los seres humanos.

La Cihuapipiltin gobierna el destino de los infantes hasta los siete meses de edad. Por ende, es la dueña de las parteras y de los niños, se la suele asociar con las “nanitas” que cuidan a los niños cuando duermen. La Cihuapipiltin siempre será invocada por la partera cuando lleva a cabo el “levantamiento del niño”, para que le de protección. Su vida transcurre en el Inframundo, húmedo y frío, donde viven los hombres, los animales y las plantas que han fenecido.

Meztle, la Luna, propicia la fertilidad de los seres humanos y de las plantas. Es un dios masculino, secundario, que visita cada mes a las mujeres para que menstrúen. Posee a las mujeres en su época fértil.

El Teponaztle, es el dios de los mantenimientos, del frijol básicamente; vive guardado en la capilla de naupan; está fabricado de madera y es muy antiguo. Sólo es tañido durante la fiesta patronal, aquél que lo toca debe estar puro, sin haber tenido relaciones sexuales durante quince días previos.

El Fuego del Fogón, es una divinidad secundaria doméstica que cuida la casa y rige la vida de sus habitantes. Se le representa con la piedra más grande del fogón; por lo tanto se la nombra Tetatatenamaztle, Nuestro Padre, y nunca se la debe dejar en un hogar apagado. Los “dueños” están asociados a la naturaleza, obedecen a la Madre Tierra y controlan la fertilidad de las plantas, la lluvia, y demás elementos de la naturaleza.

De entre ellos, los más respetados son los dueños de los cerros, los patrones de las parteras y de los diferentes tipos de curanderos de la Sierra de Puebla. Cada uno tiene su cerro patrón, su itecotépetl, que les ayuda a bien ejercer su profesión, y a los que los curanderos rinden pleitesía y ofrendas.

El Cohuitlehuatl es el dueño del bosque, quien adora asustar a las personas, asechándolas cuando van camino a sus milpas. Provocan ruidos para anunciar que los terrenos tienen dueños. Para evitar ser atacado por el Cohuitlehuatl es necesario fumar un cigarrillo, o ponerse un ajo en la bolsa de la camisa o del pantalón.

El dueño del agua, llamado Itecóatl, es una figura dual, a la cual se identifica con la Sirena y la Llorona. Vive en los ríos, pozos o charcos; si las personas invaden sus dominios, el Itecóatl les provoca enfermedades, muchas veces mortales.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Aguascalientes

El Caporal y el Diablo

El Marqués de Guadalupe vivió en Aguascalientes en el siglo XVII. Era un hombre muy rico, de fuerte carácter pero bondadoso con los empleados de la hacienda en que vivía. Uno de sus ranchos lo administraba un caporal llamado Resendes, al que apodaban el Caporal Ardilla por su agilidad en los caballos. Resendes era cumplido, pero también muy pachanguero y mujeriego; y como era espléndido con el dinero las mujeres se lo disputaban.

el caporal y el diablo

 

Como gastaba tanto dinero en sus diversiones los habitantes de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes afirmaban que tenía pacto con el Diablo, lo cual era verdad. A cambio de los dineros que recibía, Resendes entregaría su alma a Satanás el día 24 de diciembre de 1870. Mientras tanto el muchacho aprovechaba la vida. Pero todo llega, y el plazo se cumplió. Un día antes, Resendes lloraba de miedo y se arrepentía de haber realizado tal pacto satánico. Cuando el caporal se enfrentó al Diablo le pidió un aplazamiento. Satanás aceptó, pero alegó que debía cumplir con el Marqués de Guadalupe y levantar una barda alrededor de todas sus tierras; le dijo que si para cuando cantaran los gallos no había terminado de construir la barda, quedaba libre del compromiso y no se lo llevaría al Infierno, pero que si terminaba antes el alma se iría con él al Infierno. Resendes aceptó, en seguida tomó un gallo que escondió bajo el brazo. Pasadas unas horas, el caporal apretó al gallo que empezó a cantar, al oírlo, los otros gallos de la hacienda lo imitaron. Por supuesto que el Diablo no había acabado de levantar la barda; muy enojado se vio derrotado y se alejó, refunfuñando, hacia los infiernos, lamentando el alma que había perdido, nunca se percató del engaño.

Arrepentido de su vida anterior de disipación y farra, Resendes le confesó al Marqués lo disoluto que había sido y su terrible pacto con el Diablo. El Marqués muy espantado por la confesión, acudió a ver la barda para comprobar que lo que decía su caporal era verdad. Al verla se convenció, pero como era muy bueno, lo perdonó. Resendes cambio de vida, se volvió serio, dejó las parrandas y vivió muy feliz por haberse librado de perder su alma con el poderoso Lucifer.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Puebla

Los Aires nahuas

Cuenta una leyenda nahua de la Sierra de Puebla que los indígenas le temen a los Aires, entidades frías muy peligrosas que enferman a las personas. Aunque todos pueden ser malignos hay una cierta graduación entre ellos; así pues hay Aires “buenos” y Aires “malos. Suelen penetrar en el cuerpo por los orificios naturales o si alguien padece una herida. Al introducirse en el cuerpo se llevan el tonalli, el alma, y lo arrojan en cualquier parte.

Los Aires Nahuas

Los Aires se encuentran en los pozos, barrancas, manantiales, cerros, en las mujeres que acaban de parir, en los muertos accidentados, y hasta en los recién nacidos todavía impuros por haber nacido de las relaciones sexuales de los padres (la impureza se quita con el bautismo), y en los hombres recién fallecidos. Durante la fiesta de Carnaval aparece un aire que no es realmente tan malo, sino que le gusta molestar a las personas y a los danzantes de la Danza de los Huehues.

Los brujos de las comunidades tienen la capacidad de producir aires malignos por encargo, con el fin de matar a quien se desee; se les conoce como Amo Cuali Yeyecatl; es decir “aire que no es bueno”; se suelen encontrar en los cruces de los caminos, que son las entradas al Inframundo. Los nahuas del Valle de México afirman que los Aires tiene la figura de hombres chiquitos, de tipo indígena que moran en los manantiales y en las cuevas. Y para los nahuas de Pahuatlán, Puebla, estos seres chiquitos son masculinos y femeninos, jóvenes y viejos, que tienen el poder de enfermar o de curar.

Los Aires Buenos son blancos, y los Aires Malos son de color negro y de género masculino. Los indígenas nahuas de Tlaxcala creen que los cadáveres generan Aires malignos a los que denominan Aires de Muerto o Cáncer de Muerto. Por ello, si alguna persona tiene una herida en su cuerpo, no debe asistir a algún velorio ni entrar a un cementerio, pues se le puede meter este Aire al cuerpo y producirle cáncer; lo mismo puede suceder con una mujer que se encuentra en su período o en estado de puérpera, las cuales terminarán con ardor y dolor de matriz y pudriéndose. Las emanaciones de las prostitutas y de las mujeres ligeras, provocan el llamado Aire de Basura, el Yeyectalcíhuatl, de índole caliente, que ataca principalmente a los niños y les provoca enfermedades de los ojos, aun cuando también afecta a los adultos cuando tiene relaciones sexuales con las meretrices, sus ojos se llenan de pus, dolor y se le provoca borrosidad en la visión.

Para curar estos estados morbosos, los hombres deben lavarse los ojos con el agua donde se haya hervido un cordón umbilical de un hijo primogénito.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tlaxcala

La flojera y el dinero

Cuenta una leyenda nahua de Tlaxcala que un señor que se llamaba Tomás iba todos los días a trabajar a su milpa, y a recoger leña. Era muy trabajador, pero muy pobre. Un día ya no le dieron ganas de trabajar ni de hacer nada. Su esposa, doña Chole, se encargó del trabajo de la milpa y el de la casa.

En cierta ocasión, cuando la esposa regresó del campo le preguntó a su marido qué era lo que hacía; enojado, éste le contestó que nada, que no era asunto suyo. La mujer, muy enfadada y con razón, le replicó que ya no tenían nada para comer y le reprochó el que estuviese siempre durmiendo. Pero el cínico marido respondió que tenía mucha flojera. Al otro día, al amanecer la mujer despertó al marido para que fueran a pizcar. Al principio no quiso ir, pero ante la insistencia de la esposa, se subió al burro, aunque todo adormilado.

La flojera y el dinero

Cuando llegaron a la milpa, la señora le obligó a trabajar, pero nada, el flojonazo seguía indolente. En eso estaban cuando el señor vio tiradas en el suelo unas monedas: un montoncito por ahí, otro por allá, y otros por acullá. Como la mujer lo seguía arriendo, el hombre le dijo; -¡Para qué trabajamos si allá atrasito hay muchas monedas!, -¿Y porque no las recogiste?, le replicó la mujer que inmediatamente fue a buscar el dinero sin encontrarlo. Buscó y buscó, y nada. Pues solamente las podía ver el campesino. esos que gastaron en comida, ropa, y en la compra de animales.

 

Pasado un tiempo, Chole le volvió a decir a Tomás que se fuera a trabajar. Éste renegó mucho, pero a regañadientes aceptó ir y tomó su hacha, se subió al burro y se fue a la milpa. Otra vez volvió a encontrar mucho dinero que recogió y llevó a su casa. En otra ocasión, cuando estaban juntando leña, a Tomás le entró la flojera y se recargó en un tronco para dormir; en esas estaba cuando vio una ollita llena de dinero, pero le dio flojera llevársela, alegando que para qué quería el dinero. Cuando regresaron a la casa, a la hora de la comida, Tomás le dijo a su esposa: -Allá, cuando estábamos juntando leña, había una ollita llena de dinero, junto al ocote grande, la olla es negra. Pero no se dio cuenta que su cuñado lo había escuchado y había emprendido la carrera para robar la olla. Chole le recriminó a Tomás el que no la hubiese traído, pero le dijo que le había dado mucha flojera cargarla. Mientras tanto, el cuñadito había encontrado la olla. La destapó y vio que sólo contenía excrementos.

Entonces, David se fue corriendo a la casa de su hermana y arrojó el contenido de la olla en la cabeza del Tomás que se encontraba durmiendo. Pero Tomás tenía tanta flojera que así continuó durmiendo a pesar de lo sucio y apestoso que estaba. Cuando al otro día su esposa lo vio, Tomás estaba lleno de monedas que Chole recogió y guardó. Así siguió la vida: Tomás siempre se encontraba dinero que la esposa guardaba. Tuvieron un hijo y vivieron todos muy felices.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Zacatecas

«Cajón de Reales»

En Zacatecas, hace ya muchos años, vivía una señora a la que apodaban Cajón de Reales, ya que cuando se refería a sus riquezas ella respondía: – ¡Sólo tengo un cajoncito de reales donde guardo el dinero para mantener a mis perritos! Pues doña Nicolasa Rojas tenía en su casa muchos y variados perros.

La señora era una usurera, una prestamista que vivía en la mejor calle de unos de los barrios de Zacatecas,, situado cerca de la estación de ferrocarril. Su casa se encontraba muy protegida, pues doña Nicolasa les temía a los ladrones; de ahí que tuviera tantos perros y una gruesa puerta de madera con tranca. Nadie la quería en el barrio, pues aparte de prestamista traficaba con joyas robadas.

Cajón de reales

En cierta ocasión llegaron a la ciudad unos titiriteros y pusieron su teatrino en la Plazuela de Carretas. Los artistas eran dos hombres y dos mujeres comandados por un jefe negro. Doña Nicolasa no se perdía función, iba todas las noches a la carpa. Al regresar a su casa la acompañaba el negro del cual se había hecho muy amiga. Una noche en que cenaba con la troupe fue vista por varios vecinos.

Al día siguiente corrió la noticia de que el Santuario de Nuestra Señora del Patrocinio de la Bufa había sido robado. La policía no encontró a los ladrones. Pasaron muchos días. Los vecinos de la casa de doña Nicolasa oían que los perros aullaban demasiado y dieron aviso a las autoridades. Cuando éstas llegaron y abrieron la casa encontraron a Doña Cajón de Reales devorada por los canes. Encontraron en un gran cajón parte de las joyas y las vestimentas de los santos que fueran robadas en el Santuario.

Todo el mundo atribuyó el robo a la mujer y a los titiriteros que habían quitado su carpa y desaparecido sigilosamente. El hecho de que devoraran a la mujer sus propios perros, fue considerado como un castigo divino por su participación en el robo, pues los empleados del rastro se habían olvidado por completo de entregar a la dama la carne necesaria para alimentar a los perros, como era costumbre. Desde entonces, la calle donde vivió Doña Cajón se llamó El Callejón de los Perros.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tabasco

Los pollos hechizados

En Mazateupa, pueblo pequeño del Municipio de Nacajuca, Tabasco, los abuelos cuentan que en el rancho de El Guanal una familia criaba pollos en la parte trasera de la casa. El rancho se encontraba muy aislado, nadie moraba cerca. Cierto día, los pollos, que ya llegaban a setenta, empezaron a actuar extrañamente: caminaban torpemente, el cuello se les torcía, se caían y eran incapaces de levantarse. Sin embargo, en cuanto llegaba la noche todo volvía a la normalidad. Esto sucedía día con día.

Los pollos hechizados

 

Naturalmente la familia estaba desconcertada, no sabían qué sucedía, porque nada más les pasaba a los pollos y no a los otros animalitos que tenían. Pensaron que estaban embrujados. Ante tal sospecha, el dueño del rancho decidió pedir ayuda al chamán del pueblo que acudió prestamente. Lo primero que pidió fue pozol con cacao, dos pequeñas jícaras y una cajetilla de cigarrillos. Se fue al popal y se aprestó a llevar a cabo un ritual.

Cuando terminó, regresó al rancho y le dijo al dueño que los duendes eran los que les estaban haciendo brujería a sus pollos, pues el rancho se encontraba asentado en el territorio propiedad de los duendes. Ante la imposibilidad de enfrentarse a los duendes, la familia se trasladó al poblado de Mazateupa. El rancho quedó abandonado, pues nadie quiso vivir en el rancho de El Guanal por temor a los pícaros duendes. Hasta hoy en día se encuentra inhabitado.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tabasco

La Virgen de Cupilco

Cupilco es un pueblo que se encuentra en la región de la Chontalpa en el estado de Tabasco. De ese hermoso lugar ha llegado hasta nosotros una leyenda que a continuación relatamos.

La Virgen de Cupilco

Corría el año de 1638, cuando en la Barra de Tupilco, en el Municipio de Paraíso, de pronto se les apareció, a unos pescadores que se encontraban en la playa la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de la Asunción de María, sentada en una barca que flotaba en el mar. Asombrados, los pescadores la admiraron y se la llevaron a su comunidad llamada Ayapa, donde la colocaron en el altar de la iglesia, para venerarla como correspondía a tan especial Madona. Los pobladores notaron que cada noche la imagen se movía hacia el norte, como mirando hacia Cupilco, la volvían a colocar y otra vez se movía. Ante este insólito hecho, los sabios ancianos de Ayapa tomaron la decisión de llevarla a varios poblados cercanos a Ayapa, pero la santa imagen seguía dirigiendo su cuerpo y mirada hacia Cupilco. Convencidos de que el lugar en donde quería permanecer la Virgen era Cupilco, los creyentes decidieron trasladarla a la iglesia de dicho pueblo. La Virgen agradeció el cambio, pues era en ese sitio donde quería morar para siempre. En seguida que llegó, se produjeron toda clase de milagros, por lo que su devoción y fama de milagrosa se extendió a otras comunidades.

Desde entonces, para corresponder a los dones que les envía Nuestra Señora de la Asunción, los días treinta de cada mes, la bajan del su altar para limpiarla con oloroso aceite, y cambiarle su humilde pero hermoso ropaje. Esta querida Virgen fue coronada como la Reina de Tabasco, el día 11 de mayo de 1990, por el entonces Papa Juan Pablo II. A partir de entonces, su iglesia es lugar de peregrinación.

Sonia Iglesias y Cabrera