Categorías
Mitos Mexicanos

Tatei Urinaka, el universo

Tatei Urinaka, el mundo-diosa, está formado por una calabaza a la que circundan cinco hermosos mares, y  dividida en cinco regiones donde habita un dios poderoso cuyo nombre no se conoce. Tatei Urinaka es de índole femenina, simboliza la fertilidad y la matriz. Abajo de la calabaza se encuentra una zona cóncava, Heriepa, ahí moran los seres humanos. En la parte de hasta arriba de la calabaza está el Cielo, una puerta que da acceso al mundo de los muertos. La parte baja de la calabaza cobija al Inframundo: Watet Uapa, cavidad oscura y acuática. Las tres partes están regidas por el movimiento del Sol, Tau, que baja del Cielo hasta el mar, continúa su recorrido por debajo de la calabaza y vuelve a subir por una escalera mágica llamada Umumui por la montaña situada en el Este.

Los límites del mundo están marcados por rocas situadas en cada punto cardinal. Cada punto está regido por una deidad de la cual toma su nombre: el Norte, Tzakaimute; el Sur, Rapaviemeta; el Oeste, Haramara; y el Este, Nariwame.
La Tierra, Heriepa, es femenina, surgida del sacrificio de la dios Tatei Urianaka quien copuló con Kauyumarie, el Ciervo-Sol, y su vientre se ensanchó lo suficiente para formar a la Tierra, a quien Tatewari, el dios del fuego, dividió en cinco rumbos cardinales al mando del Sol  cuidados por venados: en el Norte está Narihuame; en el Sur, Ushikuikame; en el Este, Kauyumarie; y en el Oeste, Watemukame. La Tierra, aunque de índole femenina, está gobernada por cuatro venados machos.

El Cielo, Taheima, de índole masculina, está formado por la deidad Tatei Werika Wimari, Joven Madre Águila, el espíritu el Cielo, surgida de una sombra de Kauyumarie. Esta diosa se representa como un águila de dos cabezas que irradia energía entre ellas, y de la cual se creó el Cielo. Esta diosa-águila se encuentra en el centro del firmamento y se encarga de cuidar la entrada a la región de los muertos. El Cielo es inmaterial, ventoso. Cerca del Sol, vive la Luna, llamada Mezeri. Debido a la lunación que dura veintiocho días, el Cielo tiene características masculinas y femeninas. El Sol es más poderoso que la Luna, sube al Cielo por el Este por medio de cinco pasos sagrados que lo llevan hasta la cima de la montaña Rreunar: Sheiwitari, Jutariaka Niwetari, Jairaka Niwetari, Nairaka Niwetari, y Ashuwirieka,  llega al Oeste donde se mete en el Inframundo. Al dejar la Tierra, el Sol por cuatro mares hasta que llegar al quinto. Un mar rojo lleno de flamas y espuma candente donde se introduce en un hoyo para adentrarse al Inframundo. Cuando desciende, se provocan enormes olas que llegan hasta el Cielo. El mundo celestial está gobernado por las águilas que son tan importantes como el Sol. En el centro se encuentra Tatei Werika Wimari, que tiene a su lado dos águilas más pequeñas rodeadas por otras más que se sitúan en cada uno de los puntos cardinales: Shurike (Sur), de plumas negras bordeadas de blanco; Piwame (Norte) de color gris con blanco; Kuishutasha (Oeste) de color amarillo y blanco; y Japuri (Este) rosa y negro. Todas las diosas femeninas del Cielo están relacionadas con el Sol. Arriba del Sol se encuentran las estrellas que surgieron por las chispas que produjo el astro cuando ascendió por primera vez al Cielo, de la cual la más importante es la Estrella de la Mañana y dos constelaciones: Simanixi, La Cabra, y Nivericate, La Campana. Las estrellas acompañan al Sol en su recorrido diurno, como cristales de roca que representan a las almas de los antepasados, pero se quedan en el Cielo cuando el Sol debe pasar por el Inframundo.

A su vez, el Inframundo, Watet Uapa conlleva el concepto de los cinco mares, cual cinco regiones llenas de serpientes, algunas de las cuales atacaron al Sol al inicio de la Creación. Los mares, llamados Tatei Haramara, tienen una amante que es una roca llamada Washiewa, situada frente a las costas de Nayarit. Cada uno de los mares está asociado a una deidad que lo rige, sus nombres son: Shewitemaka, Jutariakamaka, Jairakamaka, Nauriakamaka, y Aushiviriamaka. Es en Watet Uapa donde los antepasados vivieron cuando aún no tenían forma definida; está gobernado por el dios de la muerte, Tukákame, asociado con los animales de la noche que acechan al Sol en su trayectoria nocturna. Por eso siempre va vigilado por Tatewari. Cuando el Sol entra en el Inframundo debe pasar por Shiraunita, un mar de ruido; por Mayashure, el lugar de los precipicios; por Paritauta, la tierra de la oscuridad; y por Werikamuta, el lugar del águila que sube. En el Inframundo también mora Tatewari, el dios del fuego y Nakawé, la diosa máxima de los huicholes.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

De cómo obtuvieron el fuego los yaquis.

En tiempos muy antiguos no existía el fuego. Los indios yaquis, los animales terrestres, acuáticos, y aquellos que vuelan lo desconocían y no podían disfrutar de sus beneficios. Cierto día, todos los habitantes de los pueblos yaquis, junto con los animales decidieron efectuar un gran concilio para averiguar por qué no había fuego decidir la mejor manera de conseguirlo. Aunque carecían de este necesario elemento, estaban conscientes de su existencia y de que en algún lugar lo podían encontrar. Pensaron que tal vez se encontrara en alguna isla o en sitio dentro del mar.

En el concilio se acordó que fuera Bobok, el Sapo, el encargado de buscar el fuego. Enseguida, el Correcaminos, el Perro y el Cuervo se ofrecieron a ir con el Sapo y ayudarlo en su búsqueda. Sin embargo, aunque su ayuda era valiosa ninguno de estos animales era capaz de sumergirse en el agua sin morirse como lo podía hacer Bobok.

El Dios del Fuego lo tenía muy bien guardado dentro del mar, no permitía que nadie se lo llevase, para ello enviaba rayos y centellas a quien trataba de robar un poco de fuego y morían calcinados.

Sigilosamente, Bobok se metió al agua, encontró el lugar donde el dios guardaba el fuego, y se lo robó metiéndose un poco en la boca. Cuando se dio cuenta el Dios del Fuego, le envió los rayos y centellas que hacían mucho ruido y producían muchos destellos. Pero Bobok no se amilanó y continuó su camino, pues sabía que dentro del agua no corría peligro. De repente se formaron muchos remolinos en el agua con basura y desperdicios de madera, pero Bobok siguió nadando nada lo detenía.

En cierto momento, Bobok vio que había muchos sapos que le acompañaban nadando junto a él, todos cantaban felices y llevaban un pedacito de fuego en la boca. Eran los hijos de Bobok que le ayudaban en su noble tarea y se habían pasado pedazos de fuego unos a otros.

Al poco tiempo llegaron todos los sapos a la Tierra de los yaquis, donde estaban esperando Correcaminos, Perro, y Cuervo. A cada uno Bobok les dio un poco de fuego. Pero el Dios del Fuego se dio cuenta y les envió a los animales sus rayos mortales. Sin embargo, la cantidad de sapos que llegaba con fuego en la boca era impresionante, iluminaron todas las cosas y le pusieron fuego a los árboles y a las rocas. Desde entonces los yaquis pueden hacer fuego pues saben que dentro de las ramas de los árboles se encuentra el fuego necesario para su supervivincia.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Mexicanos

El regalo del Padre Sol. Mito tzotzil.

En la Primera Creación la pareja humana inicial fue hecha de barro. Cuando los hijos de sus descendientes tenían seis meses de nacidos, se los comían, una vez que los habían hervido en agua. Este hecho enojó al Padre Sol quien mató a la pareja y castigó a los hombres enviándoles un horrible diluvio de agua hirviendo. Los hombres rompieron sus ollas para que sus espíritus pudieran escapar. Vino una terrible oscuridad y todos murieron devorados por las serpientes, los pumas y los jaguares que nacieron en esa oscuridad. Pero los niños no murieron, sino que les salieron alas y se convirtieron en pájaros. Los pocos hombres que lograron salvarse se fueron a refugiar a las cuevas y a las montañas. Los que se fueron a  éstas, comieron frutas, plantas silvestres y bellotas, por lo que se convirtieron en ardillas y monos. Los que se escondieron en las cuevas comieron bulbos y plantas. Ese fue el castigo que les dio el Padre Sol por no haber muerto en la inundación como él les ordenara. Además, los convirtió en mapaches, a quienes ya se les olvidó que un día fueron hombres. Por eso se meten a las milpas a comerse el maíz tierno. Una mujer sobrevivió porque se subió a la cima de un cerro con su perro, hizo el amor con él obligándolo, y quedó embarazada. Así surgieron los ladinos (mestizos). Los únicos que se salvaron de tal inundación fueron los sacerdotes, porque eran monos araña y aulladores que se subieron a los árboles.

Y los hombres fueron creados

En la segunda creación, el Padre Sol dio vida a un segundo hombre hecho de madera labrada, que pudo hablar en cuanto estuvo terminado. El Sol le dio un instrumento de madera con una sola cuerda, pero como el hombre no supo cómo tocarlo, el Padre le rompió las manos y los pies, pero luego les hizo otros. De puro gusto, el hombre se puso a bailar. Después el Sol le construyó una casa y le dio una mujer. En esa casa vivieron y se multiplicaron; así fue como surgieron los seres humanos. Pero como no sabían hacer nada ni hablaban, el Padre Sol les envió otra inundación de la que tan solo se salvó una pareja que se metió en una caja. Poco a poco, las aguas se retiraron y surgieron los valles, las cuevas, los cerros; pero también los demonios y las serpientes. El Sol se llevó a su casa a la pareja que se había salvado y le preguntó si quería quedarse con él. Como ellos no quisieron porque le reprocharon que casi los hubiera matado, el Sol se enojó y los convirtió en monos. Y volvió a desaparecer la raza humana

La inundación destruyó todo menos a los reptiles: la serpiente de cascabel, la serpiente-oveja y la ballena, porque el dios que vivía en la parte subterránea, se los llevó con él y los alimentó. La comida que les dio los transformó en pollos, pero luego volvieron a su estado normal y se fueron a sus propias cuevas.

En la Tercera Creación el Padre Sol dio vida a Adán y Eva. Los hizo de barro; iban desnudos y no tenían casa ni comida. Como la Tierra era plana, el Padre Sol envió un terremoto que le dio relieve. Pero la Tierra seguía cubierta de agua, y el Sol pidió a los dioses subterráneos que hicieran cauces para los ríos y le ordenó a los mares que se evaporaran lo suficiente para dejar libre a la Tierra de tanta agua. Con la leche de sus senos, la Virgen salpicó a la Tierra, y a las gotas les salieron raíces y plantas que luego dieron papas. Pero Adán y Eva no sabían comérselas y la Virgen les enseñó. De su collar roto se crearon los frijoles, y de la sangre del talón del Sol, los chiles. De su ingle y de su  axila, el Padre se cortó un trozo de carne que se convirtió en maíz, el cual regaló a los hombres a quienes gustó mucho. Después, los seres humanos aprendieron a sembrarlo y a cosecharlo, a hacer casas, vestidos, cocinar y criar cerdos y aves. Como estos hombres no tenían hijos, trataron de hacerlos de madera, pero existía el problema de que no podían caminar ni hablar  por ser de palo. Para que aprendieran a hacer hijos de verdad, el Sol les envió un mensajero que les enseñó a hacer el amor. Pero no se dieron cuenta de que el mensajero era un demonio que se había acostado con una mujer casada para enseñarles bien cómo se debía hacer el amor. El marido de la mujer se enojó y le prohibió ver al mensajero.

Los hombres, que ya sabían hacer fiestas, bailar y cantar, decidieron hacerle una fiesta al Padre Sol en el atrio de la iglesia, porque les había dado herramientas de trabajo como machetes, hachas y azadones. Las herramientas tenían la facultad de trabajar solas, por lo que los hombres no hacían nada porque no sabían cómo emplearlas. Los dioses del Inframundo hablaron con el Sol y le dijeron que eso no estaba bien, que si los hombres no trabajan no se cansarían y entonces no le rezarían. Entonces, el Dios Padre les ordenó a los hombres que trabajaran y lo adoraran. Todos los hombres hablaban español. Pero como se peleaban mucho entre sí, el Padre ordenó que se separaran en grupos y que cada uno empleara una lengua diferente. Así aprendieron a hablar tzotzil. Pero el Padre Sol no estaba conforme, ya que los hombres eran malos y estúpidos, por lo cual mandó un terremoto y lo destruyó todo. Esta vez el Padre Sol creó el mundo actual. En él aparecieron todas las costumbres y tradiciones de los indios tzotziles. Este mundo actual cuenta con 150 o 400 años.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Cortos

Las larvas doradas. Mito xochimilca.

Hubo un tiempo que Xochimilco padeció una gran sequía y el sol calcinaba todo cuanto tocaba. No había alimentos y los macehuales morían de hambre. Fue entonces cuando los tlamati, los sabios, decidieron subir a lo alto del Cerro de la Estrella, el Citlaltépetl, a fin de acercarse al Cielo, al Omeyocan, Lugar de la Creación Dual, donde moran Ometecuhtli y su esposa Ometecíhuatl, y pedir a ambos dioses que propiciaran la lluvia que tanta falta hacía. Pero los sabios esperaron en vano: no hubo respuesta divina.

Pasaron varias noches, hasta que  de la Vía Láctea, la Iztacmixcóatl, llegó una voz que les decía que Mixcóatl, Dios de las Tempestades y de la Caza, les enviaría las tan ansiadas lluvias, y que Citlalnenque, la Estrella Viajera, les daría el tlaol, el maíz, para que les sirviera de sustento. Pero todo ello a condición de que cuando murieran sus almas no podrían ir al Sol, sino que irían a radicar en la Iztacmixcóatl, la Serpiente Blanca de Nubes. En ese preciso momento Ehécatl, Dios del Viento, atrajo muchos nubarrones sobre la Tierra, Tlalli, y del centro de la Iztacmixcóatl surgió la Citlalnenque, que iluminó y mojó la quemada Tierra con su cabellera. Cuando pasó por el Cerro de la Estrella arrojó a los sabios el Citlalcuítlatl, el Excremento de las Estrellas, que los dejó sin sentido. Cuando lo recobraron, los sabios vieron que en el lugar donde había caído el Excremento Sagrado había larvas doradas que unas hormigas negras se llevaban a varios lugares, y se sepultaban con las larvas en la tierra húmeda y fértil.

Mito corto de mexico - larvas doradas

Pasó un cierto tiempo y de la tierra brotaron retoños de maíz y de frijol que provenían de las doradas larvas que habían obsequiado a los sabios los dioses de la dualidad, por medio de la hermosa cabellera de la Citlalnenque, la Estrella Viajera.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Mexicanos

Tlalcíhuatl-Tlaltecuhtli, la diosa sapo

El sapo es un animal tímido y nocturno, que se oculta en lugares oscuros y que por la noche sale a cazar insectos para alimentarse. En muchas culturas antiguas se le ha asociado con la Luna. Varias tribus de indios norteamericanos lo relacionaban con la fase oscura del ciclo lunar; es decir, el período de tiempo más silencioso y profundo que permite encontrar y enseñar la sabiduría. Asimismo, se le ha vinculado con diversos dioses. Por ejemplo, en la religión mexica el sapo excavador, tamazolin, (Scaphiopus Multlipicatus), “animal viejo con verrugas”, estaba relacionado con el dios del agua Tláloc, obviamente por la lluvia de la cual ambos eran partícipes, era el lento mensajero del dios, pues al dar un brinco se quedaba abstraído y mirando a la nada, como lelo. El sapo también ha tenido fama de flojo y descuidado, como nos informa fray Bernardino de Sahagún: El sapo (tamazolin) es flojo, no va caminando con las patas cuando anda, sino que nomás va dando brinquitos; y cuando brinca no va haciéndolo seguido, sino que nomás va de brinquito en brinquito (zan chocholotiuh); o brinca una vez y ahí se queda sentado, mirando, croando nomás.

Mito de mexico imagen

Los sapos y las ranas fueron asociados por los mexicas con la lluvia, cuando se escuchaba  croar a los sapos sabían que las lluvias estaba cerca. El dios Tlaltecuhtli, Señor de la Tierra, era un monstruo marino que vivió en el mar pasado el cuarto diluvio que sufrió la Tierra. En su forma femenina se la llamaba Tlalcíhuatl. La diosa Tlalcíhuatl-Tlaltecuhtli, Señor/Señora de la Tierra, la Gran Devoradora de Hombres, se representaba en la iconografía mexica con una parte de su cuerpo en forma de serpiente y la otra como un sapo con  bocas llenas de sangre en sus coyunturas, y en la posición del parto indígena con las fauces abiertas. A veces, se la representaba con la mitad de su rostro descarnado con una boca de la cual sale un tepatl, cuchillo, con ojos y boca. Su cabello era rizado, por ello asociado a los dioses de la Tierra y del Más Allá. Esta extraña diosa se tragaba los cadáveres y los hacía pasar hasta su matriz a través de su vagina dentada, a fin de encaminarlos hacia el Mictlan. Se le reverenciaba llenándose el dedo cordial con polvo del suelo y llevándoselo a la boca; se le ofrecían corazones que se colocaban en unas vasijas nombradas cuauhxicalli, la sangre se vaciaba en el temalácatl, el altar circular de sacrificios, como parte del rito de fertilidad. Hemos de mencionar que los rituales dedicados a Tlaltecuhtli sólo los realizaban los sacerdotes, por tratarse de un aspecto tan importante como era el nacimiento de una nueva vida. Como afirma Eduardo Matos Moctezuma: Al ser un rito de tránsito o de iniciación muy importante que dará pie para que el individuo pueda nacer o renacer para continuar su nueva vida, se convierte en algo sumamente sagrado que permanece or esta razón en el mundo de lo oculto.

El mito relata que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca raptaron a la diosa del Cielo y la colocaron en un sitio donde había agua. Ellos la observaban en silencio y pensaron que era necesario fundar la Tierra. Se transformaron en serpientes gigantes y la atacaron. Cada uno de los dioses agarró un brazo y una pierna, y jalaron hasta que la partieron por la mitad: una parte la aventaron hacia arriba para crear al Cielo y las estrellas; la otra, la tiraron y se convirtió en la Tierra. Fue tan brutal la acción a que sometieron a  Tlaltecíhuatl, que los dioses viejos se enojaron, y decidieron que para mitigar el dolor infligido a la diosa de su cabeza surgiera todo lo bueno de la Tierra para que los hombres pudieran habitarla. Así pues, de sus ojos nacieron las cuevas, las fuentes y los pozos; de sus largos cabellos surgieron las flores, las plantas, y los árboles; de su piel la hierba chiquita y las pequeñas florecitas; y de su nariz, los valles y las montañas. El monolito de esta destripada diosa se encontró en las Ajaracas, en el Centro histórico de la Ciudad de México un 2 de octubre de 2006. Se trata de un disco de andesita rosa proveniente del cerro de Tenayuca que pesa doce toneladas. Matos Moctezuma dijo que se trataba de: …una deidad telúrica y nocturna del sexo femenino que porta un faldellín adornado con cráneos y huesos cruzados, además de lucir un adorno dorsal con tiras y caracoles, exclusivo de las deidades femeninas.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

En el principio. Mito purépecha.

Mi bisabuelo  Jacinto, indio purépecha puro, y curandero de su pueblo, Cherán, me contaba hace muchos años, antes de que cayera fulminado por un ataque al corazón y siendo yo aún una niña de trenzas, que su tatarabuelo le relataba muchas historias. Entre ellas le gustaba mucho la que se refería al diluvio que cayó sobre la Tierra. Me contaba  que en el principio de los tiempos sólo existían los animales, las plantas y los árboles, pero no había seres humanos. Un día, Tucupachá, el dios de todo el universo, o más bien, la palabra de Dios, decidió crear a las personas. Tomó un poco de barro, lo moldeó, y creó a un hombre y a una mujer. Pero cuando la pareja se fue a bañar al río se desbarató. Así pues, decidió probar con masa de cenizas, y les dio forma otra vez, Pero sucedió lo mismo, al bañarse la pareja se deshizo. Tucupachá pensó entonces en hacerlos de metal. Puso manos a la obra y, ¡listo!. Cuando el hombre y la mujer se metieron al agua se multiplicaron y se formaron todos los pueblos indios que habitan la Tierra. No se deshicieron, sino que se convirtieron en los padres de todas las personas.

Pasado un cierto tiempo, llegó un diluvio que arrasó con todo y con todos, solamente sobrevivieron Tezpi, un hombre muy inteligente, y su parentela que pudieron salvarse del horror del agua gracias a su ingenio. Tezpi construyó una canoa con madera de ciprés, metió en ella a su esposa, sus hijos, granos de maíz y muchos animales, y se fue navegando cerca de las nubes. Pasado un largo tiempo, las aguas del diluvio empezaron a bajar, y Tezpi envió a Curitze, el Zopilote, a inspeccionar la Tierra, pero el ave no volvió por andarse comiendo los cadáveres que encontraba. Decidió entonces mandar a Tzintzuni, el Colibrí, que regresó con las plumas llenas de olor y reflejos de la naturaleza, y con una flor en su piquito que indicaba que ya se podía habitar la Tierra. Entonces, Tezpi decidió bajar al mundo para volver a poblarlo, pues supo que Colibrí tenía razón, ya que era un mensajero del dios Sol. Así fue como el semidiós Tezpi salvó a la humanidad de desaparecer para siempre de la faz de la Tierra, lo cual debemos agradecerle… ¿O quizá no?

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Mexicanos

Hun Nal Ye, la primera semilla de maíz.

La civilización maya geográficamente tuvo una extensión bastante considerable, pues abarcó los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán; más algunos países de América Central que hoy conocemos como Guatemala, Belice, Honduras y el Salvador. Su abundante y maravillosa mitología se encuentra en libros tales como el Rabinal Achí, EL Popol Vuh, y el Chilam Balam.

En el Popol Vuh, Libro del Consejo, recopilación de los mitos de los mayas quiché de Guatemala, se encuentra el mito del ordenamiento del universo, sus niveles y sus cuatro rumbos espaciales. Para crear al mundo, los dioses utilizaron una cuerda para medir, y con ella dibujaron un cuadrado que determinaba los límites del universo. Dentro de dicho cuadrado erigieron un árbol: el eje cósmico. Según la estela de Quiriguá que se encuentra en Palenque, fechada en 3,114 a.C.,  el Primer Padre llamado Hun Nal Ye, nombre que significa Primera Semilla de Maíz o Uno Maíz  creó el Cielo levantando una casa dividida en ocho partes orientadas  hacia los puntos cardinales; colocó en el centro tres piedras para indicar el inicio de la creación, más un árbol sagrado que se llamó Wakah-Chan, representación simbólica de los “cuatro vientos”, de la vida y de la fertilidad. Este árbol sagrado unía los tres planos fundamentales del cosmos: el Cielo, la Tierra y el Inframundo; se localizaba en el plano terrenal, desde donde partían su copa y sus raíces hacia los otros mundos. A Wakah-Chan se le rendía culto al término de la época de secas, cuando daba inicio el tiempo de las lluvias, y se efectuaban los rituales dedicados a Chaac, dios del agua, convertido en cada uno de los rumbos cósmicos. Este árbol aun representa para los mayas la estabilidad del cosmos. Su espléndido ramaje verde se asocia al jade, al maíz y a la satisfacción que éste cereal proporciona al hombre. Las ramas verdes del árbol sirven de asiento a hermosos pájaros: los de las ramas del este son rojos; los del oeste, negros; blancos los del norte; y amarillos las aves del sur.

Las hazañas más destacadas del dios Hun Nal Ye se encuentran pintadas en un edificio del Petén en Guatemala; se refieren, en primer término, a cuando el dios descendió a Xibalbá, el mundo subterráneo, donde moraban los espíritus de la enfermedad y de la muerte, cuya entrada se encontraba situada a la entrada de una caverna en Alta Verapaz, Guatemala, en busca de la montaña escondida de los mantenimientos, lugar en donde se guardaban los elotes de granos amarillos y blancos. La entrada del dios-semilla al mundo subterráneo, corresponde a la época en que el grano debe sembrarse. En Xibalbá el dios tuvo que enfrentarse con los seres del Inframundo, quienes no lo aceptaron porque al dios se le olvidó llevar las ofrendas necesarias. Tal fue el rechazo de los señores de Xibalbá, que el Dios del Maíz terminó decapitado sin piedad.

Hun Nal Ye tenía dos hijos gemelos llamados Hunahpú e Ixbalanqué, quienes decidieron descender al Inframundo en busca de su padre. Ellos también entablaron grandes peleas con los seres malignos de Xibalbá. Poco después, el dios-semilla germinó en el Inframundo y se convirtió en una hermosa planta de maíz. En su viaje, el joven dios encontró a unas bellas mujeres desnudas que lo vistieron  con un faldellín de mazorcas de jade, y le adornaron con orejeras brazaletes, ajorcas y un cinturón de caracolas marinas hechas de jade. Tal vestimenta simboliza a la fertilidad por el jade, las hojas verdes y las caracolas marinas. Ya vestido con tales galas, el dios emprendió un viaje en canoa, cuyos remeros fueron un jaguar que portaba un remo en la mano, un ser fantástico que llevaba un instrumento musical elaborado en concha de tortuga, y el dios  de la lluvia Chaac. Así llegó a Xibalbá a recoger las semillas nutrientes que se encontraban en tal sitio. Las recogió y metió en un saco, y salió a la superficie de la Tierra por una grieta, simbolizada por una concha de tortuga. Su salida fue custodiada por sus dos hijos, gracias a cuyos denodados esfuerzos  resucitó. Todas estas aventuras emprendidas por el dios, son nada menos que el ciclo reproductivo del maíz: siembra, germinación y nacimiento de la planta.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos Mitos Mexicanos

Los hombres de maíz

Algunos testimonios nahuas que retoman la mitología teotihuacana cuentan que una vez creada la Tierra, y después de haber pasado por varias etapas creativas, se le encomendó a Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, la creación de los seres humanos que poblarían al mundo en el Quinto Sol; es decir en la quinta era.

Para ello, el dios descendió al Inframundo, al Mictlan, en busca de los huesos que habían dejado las antiguas y desaparecidas generaciones de hombres que habían vivido en las cuatro eras anteriores. Después de mucho disputarse los huesos ya que Mictlantecuhtli, el Dios del Mictlan, se oponía que a Quetzalcóatl se los llevase, éste acabó por obtenerlos  y emprendió su salida del Inframundo. Pero Mictlantecuhtli, no conforme con ello, hizo un hoyo en el que el dios cayó, con la consecuencia de que los huesos se rompieron al caer. Desesperado, el dios juntó los huesos y se dirigió a Tamoanchan, lugar donde se encontraban los dioses creadores.

Quetzalcóatl le entregó los huesos a la diosa Quilaztli (o Cihuacóatl), quien los molió y les dio vida al mezclarlos con masa de maíz que llevaba la vitalidad necesaria para dar vida. En seguida, el dios roció la masa divina con sangre de su pene, y aparecieron los pobladores del Quinto Sol en una cueva que comunicaba con el interior de la Tierra, localizada debajo de la Pirámide del Sol. Así dio inicio Nahui Ollin, Cuatro Movimiento destinada a desaparecer a causa de un terrible temblor de la Tierra.

Otros datos históricos

El lugar donde fueron creados los dioses, nombre que le otorgaron los mexicas a este increíble sitio llamado Teotihuacan, pues su verdadero nombre nos es desconocido, fue el centro urbano más grande de Mesoamérica durante el Período Clásico (200d.C. a 900 d.C.). Teotihuacan se encuentra situado al noreste del Valle de México, cerca del desaparecido Lago de Texcoco.

Teotihuacan fue la primera ciudad del Altiplano, cuyo trazo fue medido siguiendo el rumbo del Sol. Para el año 400 era la mayor de las ciudades: media veinte kilómetros cuadrados y contaba con 100,000 habitantes. Fue el poderoso Estado que dominó la parte central de Mesoamérica durante seis siglos, para acabar completamente arrasada hacia el año 650, consumiéndose los registros y libros testimoniales que pudieron habernos contado su historia y cultura. De la cosmovisión teotihuacana saldrá el modelo cosmogónico que será la base para muchas otras culturas mesoamericanQuilaztlias, y aun de las que subsisten en nuestros días, herederas de esta excepcional cultura teotihuacana.

 

Categorías
Mitos Mexicanos

El pequeño Cristo se convierte en Sol.

Cuentan los abuelos hña hñu, “los que hablan la lengua nasal”, del Valle del Mezquital, Hidalgo, que hace muchos miles de años el mundo era absolutamente diferente al que conocemos ahora. El Sol no existía, las personas no conocían el maíz ni el agua, y vivían diseminados por los montes junto con los animales, pues los pueblos tampoco existían. Zithú, el Diablo, “el devorador de nombre” y amo de la castración, era el rey de todo lo existente, era el propietario. En ese entonces Cristo, diosito el hijo de Dios, era muy pequeñito, era un niño al que habían puesto por nombre Ója. El Niño Dios estaba muy solito y triste, sentadito en una sillita de madera. Estaba triste porque el Diablo y toda su pandilla de seres malévolos, lo quería matar. Ója iba de casa en casa pidiendo a la gente que le diera refugio y lo salvaran de ser asesinado por Zithú. Sin embargo, todo fue inútil, la pandilla del Diablo lo encontró y le disparó flechas que lo pusieron a la muerte. Como estaba todo malherido pero no muerto, el Diablo le ordenó al Gallo que lo vigilara para que no se fuera a escapar. Pero el Gallo decidió que no era justo lo que le hacían al Niño Dios, y dejó que escapara y se subiera a un árbol que lo condujo hasta el Cielo. Cuando habían pasado cuatro días, el Gallo cantó, pero Cristo ya estaba al lado de su papá, y los diablos  no pudieron hacer nada para recuperarlo.

Mito de mexico - conversion a sol

Cuando Cristo subió al lado de su padre, el Dios todopoderoso, se convirtió en el Sol, en Hyádi. Al subir al árbol, como Ója estaba herido, de sus heridas brotaron treinta y seis gotas de sangre; diez y seis se convirtieron en hermosos granos de maíz, y las otras diez y seis dieron lugar al agua: a los ríos, las lagunas y los pozos que serían inagotables y estarían marcados con una cruz. Además, el Buen Dios dejó diez y seis huevinas de pescado que se transformaron en grandes manantiales. Las huevinas  deseaban que nunca se secara el agua. Eso fue lo que le dijeron a Xúmfo Déhe, la Sirena, Señora del Agua, engalanada con aretes y collares de gotas de agua y lucidora de un hermoso vestido color de humedad, que se encargó de preguntarles qué era lo que querían que sucediera con ellas, con la huevinas. El cerro Toho, fue el encargado de proporcionar el agua necesaria para que no se secaran, ya que como todos sabemos el agua pertenece al cerro y siempre será de él, aunque fuese la Sirena la encargada de proporcionársela a la huevinas de pescado.

Así fue cómo surgieron el señor Sol y el agua bondadosa, Déhe, que gozan los pueblos otomíes. El Sol  recorre desde entonces los espacios del Cielo y el Inframundo, territorio subterráneo donde viven los muertos. El Sol sale de Oriente, de las aguas marinas chorreando gotas, efectúa su recorrido, y regresa al agua por el Poniente, pues como todos sabemos el mundo está rodeado de agua.  El Sol gira iluminando los tres niveles celestiales superiores, y el nivel donde moran los seres humanos.

El mismo Sol, cuando recibe el agua que le llega en forma de nubes vapor, juega con ellas y las emplea para cocinar sus alimentos, mientras que la sagrada agua-nube canta su canción favorita:
Yo soy la nube, soy la tormenta y recorro el mundo porque dios me ha dado el
Poder para que todos mis hijos se beneficien de mí.
¿Quién puede darles a ustedes agua cuando tienen sed sino yo?
¿Quién hace brotar el agua, nacer las plantas sino yo?
Tengo mis hijos que sufren sobre sus tierras, sobre sus parcelas,
No se perderán gracias a mí.
Porque soy la que refresca, soy la tormenta fresca
.

He aquí como el Niño Dios se convirtió en el Sol.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Cortos

El pecado de Xoxhiquetzal. Mito mexica.

En la parte más alta de los Trece Cielos existió un hermoso lugar llamado Tamoanchan, La Casa del Descenso, donde habían nacido todos los dioses debido a la gracia de Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl. En ese mismo sitio paradisíaco se encontraba Xochitlicacan, El Lugar Donde Crecen Las Flores, donde habitaba la hermosa diosa Xochiquetzal, Flor de Quetzal, junto a su esposo el dios Centéotl. La diosa de la belleza y del amor vivía sumamente vigilada y nadie podía verla, tan solo las personas que estaban a su servicio que eran enanos y jorobados, quienes tenían como tarea principal entretenerla con música, cantos y bailes, y llevar sus mensajes, en caso de que Xochiquetzal desease comunicarse con alguno de los dioses que moraban en Tamoanchan. Los días de la joven pasaban tranquilamente dedicados, en su mayoría, a tejer en el telar de cintura exquisitas y suaves telas para sus huipiles.

En Tamoanchan había un árbol sagrado pleno de flores. Nadie podía tocar ninguna de tales flores, so pena de convertirse en un enamorado de la diosa. Un día en que Xochiquetzal estaba tejiendo, llegó hasta ella el dios Tezcatlipoca transformado en un hermoso y colorido pájaro y se atrevió a cortar una flor del árbol. El dios, con artimañas y de mala manera, la sedujo. Se había transgredido la prohibición de tomar las flores del árbol sagrado. El árbol, al sentir que le habían arrancado una blanca flor,  se partió por la mitad y se puso a sangrar. Cuando la pareja de dioses supremos Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, se enteraron del Epecado cometido por Xochiquetzal y Tezcatlipoca, los expulsaron de Tamoanchan, junto a todos los dioses que ahí vivían. Unos se fueron a la Tierra y otros al Inframundo.

Xochiquetzal se convirtió en Tlazoltéotl, la diosa de los adúlteros y de las inmundicias, y Tezcatlipoca devino Huehuecóyotl, Coyote Viejo, dios de la danza y el canto.

Sonia Iglesias y Cabrera