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Mitos Cortos

El origen de las fiestas. Mito yaqui.

Había una vez un cazador llamado Yomumuli que vivía cerca de Huirivis, Sonora. Yomumuli era un anciano. Tenía dos hijos gemelos que se llamaban Yomumulin. Cierto día, el cazador caminaba por el monte cuando escuchó la música de un tambor. Sorprendido, se fue acercando al lugar de donde provenía el sonido, pero no encontró al músico. A Yomumuli le fascinó el sonido que había escuchado, pues en ese tiempo no se conocían las pascolas ni los tambores; por lo tanto, el cazador estaba escuchando por primera vez el sonido de un tambor en tierras yaquis.

Al siguiente día, por los mismos parajes, Yomumuli volvió a oír el tambor que producía una bella canción. Encantado con la música, quiso encontrar al músico para conocerlo y felicitarlo. Pero tampoco lo encontró. Decidió regresar a su casa. Cuando vio a los gemelos les platicó de su placentera experiencia, y les ordenó que fuesen al lugar donde había oído el prodigio cerca de un montón de espinas. Yomumuli dijo. – ¡Vayan, hijos míos, estén alertas al delicioso sonido que yo escuché, traten de localizarlo, pero no se acerquen a las espinas, es peligroso!

Mito corto de mexico, origen de las fiestas

Los gemelos como eran muy obedientes se encaminaron al lugar indicado. Cuando llegaron escucharon la bella música del tambor. Los muchachos, emocionados, se detuvieron a escucharla. Al terminar la música, detrás de las espinas que eran de cholla, mezquite y pitahaya, apareció Toli, una rata que forma su nido debajo de los montones de espinas. Al ver a los gemelos, Toli les saludó y los invitó a su casa. Pero los gemelos replicaron: – Muchas gracias, pero no podemos, porque nuestro padre nos prohibió que nos acercáramos a las espinas. Toli les preguntó que más les había dicho su padre. A lo que respondieron: -También nos envió a que averiguáramos que es ese bello sonido que sale de tu casa. Toli contestó: – Pues este instrumento se llama tambor. Y se los mostró. –Este otro es una flauta, y les enseñó una hermosa flauta de carrizo.

Los muchachos regresaron a su casa y le platicaron a Yomumuli su encuentro con Toli. Pasados unos días llegó a la casa la Madre Eva y dijo que desde ese momento habría fiestas religiosas, que Yomumuli sería el Moro Yaut, que sus hijos debían elaborar cohetes, que avisara a Toli para que fuera a tocar en la fiesta, y que debía ir con el Diablo para que bailara pascola. Yomumuli hizo lo indicado. Cuando llegó con el Diablo éste le dijo que no iría a bailar, pero que mandaría a su hijo. El Diablo llamó a su hijo y le dijo: -¡Vas a ir a la fiesta a hacer payasadas para que los yaquis se diviertan! ¡Te darán tres cohetes, pero no los enciendas! El Diablito se fue a la fiesta. Le dieron los cohetes, no los quemó, los yaquis le dijeron que ahora era un pascola y tenía la obligación de encenderlos. Pero el Diablito sabía que los cohetes son sagrados y que se queman para ahuyentar al Diablo y a los malos espíritus, por eso su padre le prohibió quemarlos. Sin embargo, ante la presión tuvo que encenderlos. El Diablo que estaba escondido viendo la fiesta, huyó despavorido cuando el Diablito le lanzó los cohetes. Al día siguiente regresó, pero volvieron a encender cohetes y volvió a huir. Es por eso que desde entonces el Diablo no puede asistir a las fiestas de los yaquis.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Masas y panes en el siglo XVII

Casi un siglo después de consumada la conquista de México por las tropas de Hernán Cortés, la panadería se había enriquecido considerablemente. Abundaban las masas y los panes en las panaderías y en las cocinas particulares de los españoles. Por ejemplo:
1. Masa de hojaldre. “La que de muy sobada con manteca, hace al cocerse en el horno unas hojas delgadas, puestas unas sobre otras. Sirve esta masa para tortadas, cubrir pasteles y otras cosas”. (1)
Tortada. “Torta grande de masa delicada rellena de carne, huevos, dulce y algunas veces aves, la cual se sirve en las mesas por plato especial, regalado y apetitoso”
Pasteles. “Trae su origen de pasta, es como una empanadilla hojaldrada que tiene dentro carne picada (…) hay mucha diversidad de pasteles.

Tradicion de masas y panes en Mexico

2. Masa para pan común de sal. Esta masa era muy simple, llevaba harina de no muy buena calidad, una pizca de sal, un poco de azúcar, levadura y agua suficiente para dar cuerpo. Con ella se hacían:
Hogaza. “El pan grande y que pesa más, de dos libras, como son los que hacen en los lugares, porque no se cuece todos los días. Antiguamente se llamaba así el pan de salvado, ó harina mal cernida, que hacían la gente para el campo”
Bonete. Pan  de harina flor mezclada con harina más gruesa llamada cabezuela, obtenida después de haber cernido la harina.
Virote. Pan largo de harina simple.
Mollete. “Bodigo de pan redondo y pequeño por lo regular blanco y de regalo”.
Bodigo. “Pan regalado y en forma pequeña, de los que suelen llevar las mujeres por ofrenda”.
Pan de pistola. “Pan alargado y duro”.
Pan de poya. “Con el que se contribuye para el uso de los hornos públicos. Poya. “El derecho que se paga en pan en el horno común; por eso se dice horno de poya y pan de poya”.
Pan de proposición. “Que comían los sacerdotes los días sábados”.
Pan regañado. “Que se abre por el fuego por incisiones que se le hacen al labrarlos”.
Pan de munición. “Para los soldados y presos”.
Pan sobornado. “Cocido en la charola entre dos hileras de pan”.
Pan subcinericio. “Cocido entre las cenizas”.

3. Masa sin levadura.
Pan cenceño. “Pan sin levadura”. “Que se aplica al pan sin levadura, como lo es la masa de que hacen las hostias”.
Torta. “Pan tendido que no se levanta muy alto y es el modo del pan cenceño de los indios” (Tortillas).

4. Masa de bizcocho.
“Masa compuesta de la flor de la harina, huevos y azúcar, que se cuece en hornos y se hace de varios géneros.” “Pan que se cuece segunda vez para que se enxugue y dure mucho tiempo, con el cual se abastecen las embarcaciones. Llámase bizcocho porque se cuece dos veces”. “Masa de bizcocho. Contiene harina, mantequilla, huevo, sal, azúcar y levadura. La sal le sirve para darle consistencia. El azúcar le da sabor, color y le ayuda a esponjar (…), se utiliza para hacer nuestras actuales “conchas”, “chilindrinas”, “pechugas” y “rollos de bizcocho”.
Bigotes. “Es vocablo Francés, y son unos rollitos de pan y azúcar, para los niños, y porque tienen esta forma de pelos largos del labio superior”.
Bollo. “Cierta hechura de pan prolongado y redondo”. “Panecillo amasado con diferentes cosas, como leche, huevos, etc.”
Bolillo. “Unos palillos largos de masa dulce que hacen los confiteros”.
Bollo maimón. “Pan mezclado con hechizos de bienquerencia”
Cubilete. “Vaso pequeño de metal (…) hazen (sic) con ellos cierta forma de pasteles que no son ordinarios”.
Hornaza. “Cierto género de rosca amasada con huevos, que se suela hacer en las casas por tiempo de Pascuas”.

5. Masa de buñuelos. La masa básica llevaba harina, huevos enteros, mantequilla, manteca, un poquito de levadura, y, a veces, agua de anís.
Buñuelo. “Fruta de sartén que se hace bien batida, frita en aceyte (sic), ó manteca. Al tiempo de freírse se esponja y sale de varias figuras, y se come comúnmente con agua miel, ó azúcar.” “Con esta masa se hacían varios tipos de de buñuelos como de viento, de queso y de requesón…»
Hojuelas. “A cada libra de açúcar (sic), cuatro yemas, un poco de almíbar. Se amasan muy bien y se extiende con palote para que adelgace y se cortan.

6. Masa de rosquillas. Para hacer las rosquillas se usaba esta masa básica; harina, azúcar, un poco de nuez moscada, un tanto de levadura en polvo, huevos enteros y leche. Se hacían varios tipos de rosquillas, según el ingrediente que se le adicionara a la masa base, por ejemplo canela. Mezclados todos los ingredientes se formaban rollitos delgados que se unían en los extremos para formar una circunferencia, y se freían en una sartén con mantequilla o manteca. También había rosquilla que en lugar de freírse se horneaban.

7. Masa de pucha.
“Para una libra de harina catorce yemas de huevo, media taza de jugo de naranja con un granito de tequesquite blanco, tantita sal, tantita mantequilla, cosa de media onza o tres cuartas; la mantequilla va derretida y se le envuelve con tres claras de huevo bien batidas como para freír y tantita levadura, tos esto se amasa junto muy bien sobado, se hacen las rosquitas y se ponen en un cazo con agua en la lumbre y ya que está el agua a borbollones se echan las rosquitas y no de montón, sino pocas y conforme se suben para arriba, se sacan y se arropan a que suden, ya que sudaron muy bien que se hayan enfriado, se meten al horno y luego se les echa su encalado, para cocer estas rosquitas ha de estar el horno violento y ya que las metieron se la tapa al horno la boca porque no les entre el aire hasta que se conozca que ya se cocieron o que les falte muy poco para acabar de cocer”.

(1) Recetas de un recetario anónimo de 1625 ca. Archivo General de la Nación.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Las manos cercenadas. Leyenda totonaca.

Un día llegó a la Ciudad de Mexico-Tenochtitlan el príncipe Itecupinqui, hijo del Señor totonaca Itzcahuitl. Iba muy enfadado por los terribles tributos que su pueblo debía pagar a Moctezuma Xocoyotzin. Cuando caminaba por la plaza del Templo Mayor, vio a Teizalco, la esposa de Moctezuma,  hija de Totoquihuatzin, el Señor de Tlacopan, y a Tecuichpo, Copo de Algodón, la hija preferida del Huey Tlatoani. El príncipe quedó sumamente impresionado por la belleza de Copo, joven, esbelta y bella como una flor recién abierta. Siguió su camino hasta el palacio del Tlatoani. Cuando entró en la sala de recepciones vio  al emperador sentado en su silla de oro. Moctezuma era atractivo, de piel morena y brillante, cabello negro y lacio que le caía a los hombros, sus facciones recias y masculinas desmentían su carácter un tanto cuanto timorato.

Itecupinqui iba con Ichcatzin el hechicero más competente del Totonacapan que Moctezuma había pedido se le trajese, para que le diera luz acerca de un suceso que le preocupaba. El Huey Tlatoani se les quedó mirando fijamente, sin ocultar su interés, pues sabía que tenía enfrente al más famoso guerrero y al más competente de los chamanes de tierras totonacas. Pausadamente, el monarca habló: – Ha poco tiempo unos pescadores me han traído de la laguna un ave semejante a una grulla, que lleva un espejo en medio de la cabeza. El espejo es redondo y muy pulido, en él vi a las mamalhuaztli, las estrellas del cielo que perforan y taladran. A más de ello, en el espejo aparecieron unas personas extrañas montadas en animales que desconozco, parecidos a venados pero sin cuernos; estos hombres llevaban armas diferentes a las nuestras.

Leyenda mexicana, las manos cercenadas

Mis tonalpoulques no conocen el significado de estos prodigios. Por eso quiero que tú, Ichcatzin, me digas que significan. El hechicero sacó de su morral una calabaza donde guardaba ololiuhqui, una hierba alucinógena, la masticó, y afirmó que ahora podría ver el pasado y el futuro. Minutos después, Ichcatzin dijo: -No quisiera inquietarte, sabio soberano, pero las profecías de Quetzalcóatl se están cumpliendo. Unos hombres blancos llegarán por el Oriente, destruirán nuestras ciudades y matarán a nuestros hermanos, los dioses serán vencidos y sus templos destruidos, nuestros señoríos se acabarán. Es el regreso de la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl. Moctezuma al escuchar tales palabras sintió que el mundo se desplomaba.
Ichcatzin y el príncipe se apresuraron a regresar a Papantla, donde vivían, temiendo la cólera del tlatoani. Debían asistir a la fiesta dedicada a Centeocíhuatl, la diosa del maíz. Terminada la fiesta, Itecupinqui fue a buscar a Petálcatl, una vez que le hubieron ofrecido a la diosa el sacrificio de tórtolas, codornices y conejos. Ambos guerreros estuvieron hablando mucho tiempo, y decidieron preparar al ejército para la guerra con los seres extraños, para defender la libertad de los indios, sus hermanos. Al darse cuenta de la cobardía de Moctezuma pensaron que había llegado el momento de liberarse del yugo azteca. Pero Cacamatzin, el mejor guerrero azteca, se enteró de las intenciones del príncipe totonaca, y raudo se dirigió hacia sus tierras. Totonacas y mexicas pelearon en una cruel batalla. Flechas y macanas hirieron a los soldados de ambos mandos, murieron muchos guerreros, fue una espantosa carnicería. En un momento dado, junto a la escalinata del templo a Centéotl, se encontraron frente a frente Cacama e Itecupinqui, pelearon con sus filosas macanas. Ambos eran notables y valerosos guerreros. Súbitamente el guerrero totonaca se tropezó y el Caballero Águila aprovechó la ocasión para asestar un terrible golpe de macana en el pecho del príncipe que le dejó fuera de combate y herido de muerte. Cacamatzin lanzó un estridente grito de victoria y procedió a cortarle las manos a su contrincante. Las manos amputadas eran un poderoso talismán con poderes mágicos. Contento con su trofeo Cacama se creía invencible, gritaba enloquecido: -¡Ya tengo las manos del guerrero más poderoso del Totonacapan! ¡Ahora seré invencible y famoso!

Cacamatzin llamó a Catzintli, un reconocido embalsamador, para que le preparase las manos que había de llevar hasta Tenochtitlan para presentárselas, lleno de orgullo, a Moctezuma II. Pero Catzintli quería mucho a Itecupinqui, porque había conocido a su padre, y había servido en su corte. Esa misma noche, aprovechando un descuido de los mexicas, tomó las manos cercenadas y huyó. Llegó hasta el río Chichicasepa y en un trozo de roca basáltica gris esculpió las maravillosas manos de Itecupinqui. Cuando terminó, enterró las manos del guerrero y se dirigió al templo de la diosa Centeocíhuatl,  colocó en su altar el par de manos esculpido en la roca, para que la diosa protegiera a los totonacas de los terribles acontecimientos que se avecinaban.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

La Onza Real

A finales del siglo XVIII seis agrimensores españoles se encontraban trabajando entre Lampazos y Santa Rosa, en el estado de Coahuila, ayudados por dos indios de la región. El portador de la vara de los puntos de referencia se alejó de sus compañeros que llevaban el teodolito. Como tardaba en regresar se sentaron a esperarlo. De pronto, escucharon el llanto lastimero y espeluznante de una mujer; los españoles pensaron, divertidos y burlones, que su compañero de la vara se estaba entreteniendo en violar a una mujer india que hubiera tenido la mala idea de pasar por ahí. Nadie presto atención. El llanto cesó, pero el hombre no regresaba, por lo que el jefe de los trabajadores decidió ir en su búsqueda. En esas estaban cuando oyeron un grito de espanto, todos corrieron hacía el bosque empuñando las armas y se encontraron con su compañero que tenía el pecho y el vientre abiertos y sin  ninguno de sus órganos internos. Un gesto de horror se pintaba en su pálido rostro. Trataron de encontrar la razón de tan horripilante muerte, pero nada encontraron. Regresaron al campamento. En la noche, volvieron a escuchar el llanto de la mujer, que se oía hacia todos los puntos cardinales, como si volara por todas partes alrededor del campamento. Después de una noche de vigilia, decidieron buscar el origen de aquel llanto. Espantados, encontraron el cuerpo de otro trabajador en las mismas condiciones que el primero, al tiempo que se escuchaba el escalofriante llanto demoníaco. Enterraron el cuerpo. No sabían qué hacer, pensaron en regresar al pueblo, tanto era su miedo. En esas estaban cuando uno de los guías indios dijo:

-Se trata de un gato muy grande, que tiene las patas delanteras muy grandes y con fuertes garras. Puede saltar más de diez metros, su pecho y cuello son muy poderosos, con su mandíbula puede romper huesos grandes. Le gusta comer tripas y bofes. No sabe rugir, pero emite un sonido muy semejante al llamado de una mujer en celo, y llora de gozo una vez que ha saciado su truculenta hambre.

Leyenda corta mexicana - Onza Real

Los españoles no le creyeron al indio guía, pensaron que eran cuentos de gente supersticiosa, y decidieron volver al trabajo. Transcurrió un día sin novedad. Al atardecer, vieron que un matorral se movía. Aprestaron sus mosquetones y machetes. De pronto una bestia de enormes colmillos y espeluznantes garras se abalanzó hacia los trabajadores, quienes dispararon en vano. La bestia huyó. Los españoles pasaron la noche sin dormir, pensando en irse al día siguiente sin más demora.
Era la Onza Real que se les había aparecido. Ese terrible animal de color gris y bayo, con rayas negras desde la frente hasta la cola cuya punta era negra, y que disfrutaba comiéndose los órganos internos de los humanos. La Onza Real se esconde por los caminos de Coahuila y hasta la fecha gusta de sorprender a los caminantes que tienen la osadía de salir de noche.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Coyote le hace maldades a Chamán de la Tierra.

Los indios pimas, akimel o’odham, de Sonora y Chihuahua cuentan que cuando Chamán de la Tierra, Juh-Wert-A-Mah-Kai, el supremo Dios Creador, terminó su labor y el mundo estaba poblado de exuberante flora y rica fauna, decidió dar vida a los hombres. Construyó un horno, tomó un poco de barro, y dio forma a dos figuras: un hombre y una mujer. Cuando el dios se encontraba en plena creación humana, llegó Coyote y, haciéndose el chistoso, le dijo que el horno estaba listo para meter cualquier cosa que se quisiera. El Chamán aunque conocía lo mentiroso que era Coyote, pensó que decía la verdad pues al fin y al cabo Coyote era parte de la creación y tenía facultades para realizar buenas acciones, así que metió las figurillas al horno. Pasado cierto tiempo, Coyote le avisó a Chamán de la Tierra que sea lo que fuese lo que había metido al horno, ya estaba listo. El Creador le hizo caso y sacó a la pareja del horno. Pero al hacerlo comprobó que no estaban bien cocidas, que estaban blancuzcas. Así surgieron los hombres blancos de esta pareja que al salir del horno corrió a poblar tierras lejanas.

mito mexicano - coyote

Chamán decidió hacer otras dos figurillas: tomó barro, las esculpió y, por consejo de Coyote, las metió al horno el doble de tiempo que empleó para cocer a la pareja de raza blanca. Cuando las sacó del horno vio que estaban negras. Enojado, el Chamán de la Tierra despidió a Coyote con cajas destempladas y le envió hacia la gran llanura a molestar a quien pudiera con sus engaños y bromas.

Volvió a tomar barro y formó una nueva pareja. Como ya sabía el punto exacto de cocción sacó a las figurillas en el tiempo justo y, ¡Oh, maravilla!, surgieron los primeros pimas que poblaron la Tierra con  el punto de cocción exacto; es decir, doradito.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Tradiciones

El Hospital de Jesús Nazareno

Huitzillan, Junto al Colibrí, es el nombre del histórico lugar donde Hernán Cortés y Moctezuma Xocoyotzin se entrevistaron por primera vez. Se encontraba cerca del templo dedicado a Huitzilopochtli, el Colibrí Zurdo, por el camino hacia Iztapalapa.  En este lugar se erigió el primer hospital que los españoles fundaron en la Nueva España, por órdenes expresas del capitán Hernando, para que se atendiese a los soldados que salían heridos en las contiendas contra los mexicas. La dirección del hospital estuvo a cargo de fray Bartolomé de Olmedo, fraile mercedario. La construcción se debió a Pedro de Vázquez, aunque en otras fuentes encontramos que el constructor inicial se llamaba Pedro López y era de profesión medico. Para el trazo del nosocomio se inspiró en el de la Cinco Llagas, ubicado en Sevilla de donde era originario. El edificio ocupó terrenos que fueron cedidos por Hernán Cortés para tal propósito. Sin embargo, el capitán murió antes de verlo terminado.

tradicion mexicana - imagen del hospital

Este hospital recibió en un principio recibió el nombre de la Purísima Concepción; después se le llamó Hospital del Marqués. El hospital aún existe y es uno de los primeros edificios de la Ciudad de México. La conseja popular nos dice que una indígena muy rica de nombre Petronila Jerónima, legó en su testamento una fuerte cantidad de dinero para que se construyese una iglesia para el hospital, con la condición que ahí se venerase la imagen de Jesús Nazareno en un adoratorio construido ad hoc. Dicha condición se realizó en 1524. Dos años después, el hospital dejó de llamarse Hospital del Marqués y tomó el de Jesús Nazareno. Otras fuentes nos informan que la imagen fue donada por don Juan Manuel de Solórzano, y no por la india rica. Cuenta la leyenda que la imagen regalada por Petronila era muy milagrosa y desde lejanos lugares acudían las personas a pedir sus bondades y milagros.

Muchos fueron los arquitectos que participaron en la construcción del hospital y en su mantenimiento. Entre ellos podemos mencionar a Miguel Custodio Durán, Francisco Antonio Guerrero y Torres y Pedro de Arrieta. Al Hospital de Jesús se le considera como la institución de beneficencia privada más antigua no sólo de México sino de América, en donde cualquier menesteroso podía ingresar si su estado lo ameritaba.

La construcción inicial se hizo con naves en forma de cruz, capillas, patios con arcos de medio punto, escalera claustral, claustros, y enfermería. Se empleó el tezontle y la cantera. El Hospital de Jesús constaba de dos patios iguales con jardines, con arcos de dos niveles sobre pilares. En medio de los dos patios estaba situada la escalera claustral de diseño avanzado para su época. El templo tenía dos fachadas barrocas. La capilla del Hospital, llamada de la Santa Escuela, sirvió durante la Colonia como refugio de negros que trataban de escapar de la esclavitud.

Cuando Hernán Cortés murió fue enterrado en Sevilla, pero según sus deseos sus restos se trasladaron a la Nueva España. En un principio se llevaron a la Iglesia de San Francisco en Texcoco; poco después se pasaron al Convento de San francisco de la Ciudad de México, y finalmente, en el siglo XVIII, se condujeron al Templo de Jesús Nazareno del Hospital de Jesús, donde se depositaron en un mausoleo con el busto del conquistador esculpidos por Manuel Tolsá y Sarrión, arquitecto y escultor valenciano, quien fuera director de la Academia de San Carlos de la Ciudad de México. En la ceremonia fúnebre, fray Servando Teresa de Mier pronunció la oración fúnebre, y el virrey de Branciforte, considerado como uno de los virreyes más corruptos que tuvo la Nueva España, presidió las exequias. En la etapa de la Independencia, algunos fanáticos pensaron en exhumar los restos del capitán y quemarlos, pero fueron sacados con anticipación y escondidos bajo la tarima del Altar Mayor. En 1836, los huesos se colocaron en un nicho sin ninguna inscripción, en donde reposaron hasta el años de 1946, fecha en que se les confirmó como pertenecientes al Marqués del Valle y se añadió al nicho una placa certificándolo.

En el año de 1646, en el  hospital que nos ocupa, el primer protomédico del Continente Americano, Pedro López realizó la primera autopsia, para enseñar anatomía a los estudiantes de la Real y Pontificia Universidad de México, institución creada por Cédula Real e inaugurada el 25 de enero de 1553. Existe constancia de que en cinco años Correa “realizó 1,252 sangrías, sacó 37 muelas, puso 92 pares de ventosas… y sanó a 28 atormentados, 27 azotados y 492 enfermos». Los profesores médicos llegaban de España, con certificados de protomedicato. Entre ellos, hubo médicos muy notables, como es el caso de Nicolás Bautista Monardes, de origen sevillano, que escribió un libro en el que narra las vicisitudes de la práctica médica y farmacológica en la Nueva España, titulado Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales.

Muchos siglos duraron la iglesia y el hospital en su construcción original, hasta que en 1934, al ampliarse en la Avenida 20 de Noviembre en donde se encuentran situados, se construyó un horrible edificio de cinco pisos. Actualmente, de la construcción colonial solamente quedaron los hermosos patios.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

El chocolate

Esa deliciosa bebida que llamamos chocolate, propia de emperadores y dioses, se elabora con las semillas del cacao, planta perteneciente a la familia de las Esterculiáceas, del género Theobroma, cuyas especies principales son el T. Cacao, el T. Angustifolium y el T. Bicolor H. y S. Al árbol del cacao los antiguos mexicanos lo llamaban cacao-cuauhuitl, del cual diferenciaban cinco especies: cuauhcacáhuatl, mecacáhuatl, xochicacáhuatl, cuauhpatláchtli y tlacacáhuatl. De estas especies la que se empleaba más frecuentemente para hacer el chocolate era la tlalacacáhuatl, cuyo nombre significa “cacao de tierra”, las restantes servían como moneda de cambio.

En referencia a la etimología de la palabra “cacao”, la Enciclopedia de México nos informa que se trata de una voz maya, cacau, que al ser empleada por los mexicas se adoptó a la fonética del náhuatl y se convirtió en cacáhuatl.
… ( Tal vez por conducto del zoque cacahua) y a la mayoría de las lenguas europeas casi sin alteración. Parece que la radical cau, que se encuentra igualmente en las formas caoc, chauc y chac y que significa “rayo”, se emparenta con muchas palabras mayas relacionadas con el fuego, la fuerza, el color rojo y el calor. En cacau convergen los conceptos de fuerte, por su singular propiedad energética, bien conocida por los mayas y otro atributo que se expresa en la radical cac: el color rojo de su cáscara. Las siguientes lenguas mesoamericanas emplean formas afines a caco. Chol: cucuo;chorti: cacao; have: cacau; kekchí: cacao; lacandón: chau; kakchiquel: cacou; maya del Chilam Balam de Chumayel, del Códice Pérez y moderno de Yucatán: cacau; mopán: cucuh; pocomchí: quicou; popoluca de Sayula: cágua; quiché del Popol Vuh; caco o cacu; tzeltal: cacab, en el siglo pasado y actualmente (en Bachajón): cacau; tarasco: cahecua.

leyenda mexicana del chocolate

En cuanto a la palabra xocólatl, Sebastián Verti opina que era el nombre que los indios daban al cacao y que proviene de – atl, agua, y de xoco, onomatopeya del ruido producido por el agua en donde se hierve al cacao.

Por su parte, Ramón Cruces Carvajal opina que xocólatl proviene del náhuatl xócoc, agrio, y atl, agua; lo que significaría “agua agria”, etimología que se sustenta en el hecho de que el cacao sin endulzar tiende a ser agrio.

Don Artemio del Valle-Arizpe cita a Eufemio Mendoza quien afirma que el vocablo chocólatl, significa “agua que gime”, por el ruido que se produce al ser batido. De tal manera que la palabra vendría de choca, llorar y atl, agua; o bien de choca, llorar, de coloa, rodear o dar vueltas y de atl, agua; lo que significaría “agua que gime al dar vueltas el molinillo”. El historiador menciona también que don Jesús Sánchez deriva la palabra de pozólatl, bebida de maíz cocido acompañado de varios ingredientes, término que los españoles descompusieron en pozolate y luego chocolate.

Sea cual fuere la etimología de la palabra, lo cierto es que los mexicas tenían en alta estima a esta deliciosa bebida cuyo fruto simboliza al corazón humano y cuya preparación representaba la sangre. Al corazón correspondían la vitalidad, el conocimiento, la afección, la memoria, el hábito, la voluntad, la acción, y la emoción. Así como la sangre tenía la importante función de fortalecer, dar vida y posibilidad de crecimiento.

La tradición oral de los mexicas nos cuenta en una leyenda que Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, dio a los toltecas el maravillo cacao, junto con algunas otras plantas y raíces comestibles, como el maíz, el frijol, y la yuca. El propósito del dios consistía en tener a los hombres bien alimentados para que pudiesen dedicarse con tranquilidad a estudiar, convertirse en hombres sabios, en magníficos arquitectos, y en delicados artistas y artesanos. Quetzalcóatl se robó el árbol del cacao del paraíso donde vivían los dioses y plantó un pequeño arbusto de hojas rojizas en las tierras de Tula. Ya que hubo plantado el arbusto, se dirigió a ver al dios del agua Tláloc y le pidió que enviara lluvia para que la planta se alimentara y creciese bella y abundante. Poco después, se dirigió a la morada de Xochiquetzal, Flor de Plumaje Precioso, diosa de la belleza y del amor, y le pidió que diese a su árbol flores maravillosas. Con el tiempo, la planta dio frutos de cacao. Entonces, Quetzalcóatl les enseñó a los toltecas a tostar los granos que crecían dentro de una vaina, a molerlos, y a batirlos con agua para obtener la estupenda bebida que conocemos con el nombre de chocolate. Los toltecas, bien alimentados con la sabrosa y energética bebida, acrecentaron sus poderes y se convirtieron en hombres fuera de serie.

Cuando llegó a conocimiento de los dioses lo maravillosos que eran los toltecas gracias al chocolate que Quetzalcóatl había tenido la desfachatez de robarles, montaron en cólera y la envidia los embargo sin piedad. Opinaban que la tal bebida sólo había sido destinada a los dioses, que nadie más podía gozar de su sabrosura y de sus cualidades. Así pues, rojos de ira, juraron vengarse de Quetzalcóatl y de los toltecas.

Un mal día, uno de los dioses, Tezcatlipoca, el eterno enemigo de Quetzalcóatl, se transformó en mercader de pulque, se acercó a la Serpiente Emplumada y le ofreció una jícara con tlachihuitli, pulque, para que lo bebiera, asegurándole que esa bebida tenía el poder de quitar las penas y cualquier incómodo malestar. Quetzalcóatl tomó el brebaje y, como era de esperarse, se emborrachó. Al otro día, el dios despertó, y al darse cuenta de lo acontecido, se sintió avergonzado y humillado por la borrachera que se había puesto y por la venganza  y la envidia de los dioses. Maltrecho y deshonrado, decidió irse para siempre. Antes de partir vio que todos los árboles de cacao que con tanto cariño habían cuidados los toltecas, estaban secos y convertidos en huisaches. Sin embargo se percató que  en el suelo habían quedado algunas semillas intactas. Quetzalcóatl las recogió y se las guardó en su morral. Al llegar a Tabasco, las arrojó en tierra fértil, donde se reprodujeron generosamente, como podemos ver hasta estos días.

Gracias a tal acción de la Serpiente Emplumada podemos disfrutar de la exquisita bebida que en todas partes se conoce como chocolate, y es un aporte de México a la coquinería de todo el mundo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Manuelito e Isabel. Leyenda yaqui.

Manuel Tapia Gutiérrez era un indio yaqui convertido al catolicismo. Manuelito era muy inteligente y sabía adaptarse a la sociedad criolla en la que vivía, pues tenía más contacto con hombres blancos que con indios de su tribu. Trabajaba en una oficina administrativa del gobierno colonial de inicios de 1800, en Villa del Pitic. Tenía como novia a una bella joven criolla llamada Isabel de la Torre y Landavazo, enamorada de Manuelito y prendada de su guapura, su buen comportamiento, y de su buena conducta. Su jefe, el capitán Andrés de Alcocer, lo apreciaba porque era buen trabajador. En cambio, la madre de Isabel, doña Ignacia Durazo, lo detestaba y lo consideraba muy poca cosa para su hija. El padre, don Pedro, era más benevolente con el amor de su niña hacia el indio, pero le tenía miedo a su esposa, de carácter enojón y escandaloso, y aceptaba todo lo que ella decidiera.

leyenda mexicana de manuelito e isabel

Isabel creyó que lo más conveniente era casarse en seguida con Manuelito, pero su madre se negó rotundamente, amenazando a su hija de la peor manera y augurándole como mínimo los terribles fuegos del infierno si llegaba a casarse con un indio “salvaje”, descendiente de chamanes, de raza inferior, pagano y, para colmo, moreno. A pesar de las súplicas, las lágrimas, y los berrinches de Isabel, doña Ignacia no sólo no cambió de parecer sino que se opuso  con mayor fuerza a ese “desatinado y desigual matrimonio”, y acudió a un brujo del pueblo para impedirlo.

Como Isabel persistía, un día doña Ignacia le dijo: -¡Bien, hija, puesto que estás decidida a casarte, boda tendrás, de eso no te quepa la menor duda! Isabel se puso eufórica, pero luego le pareció que las palabras de su madre estaban cargadas de un cierto tonillo que no le gustó nada y le asustó. Llena de aprehensión acudió a don Pedro para exponerle su temor. Su padre la escuchó y conociendo la mala índole de su esposa decidió tomar providencias. Ambos acudieron a la iglesia y se encomendaron al Señor para que protegiera a los amantes de las malas y hechiceras intenciones de doña Ignacia.

Los novios se casaron con gran fausto. Al salir de la iglesia, el cielo se oscureció y un enorme rayo cayó sobre Manuelito que quedó en el acto todo calcinado. La descarga eléctrica alcanzó a Isabel, quien murió fulminada en el acto. Algunos invitados corrieron a la casa de Ignacia que no había asistido a la boda, y le dieron la terrible noticia a gritos: -¡doña Ignacia, doña Ignacia, los novios han muerto alcanzados por un rayo!, -¡Cómo! exclamó la mujer, ¿Ambos han muerto? -¡Sí, señora, al dirigirse a la carreta, en el atrio de la iglesia un rayo los alcanzó y los fulminó, los dos están muertos! Como loca, la madre acudió de nuevo al brujo, le compró un potente veneno, lo bebió, y cayó muerta al instante. El padre, desolado, no volvió a hablar de la fatal boda, se encerró en su casa a esperar que le llegase la muerte cuando Dios así lo dispusiera.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Suawaka, el flechador.

Hace muchos miles de años, en una colina llamada Tácale situada al noroeste de Guaymas, vivía una serpiente de siete cabezas. Cerca del río, en So’ri, existía otra colina poblada por más serpientes de siete cabezas. Los indios yaquis afirmaban que cada serpiente era una persona que se había casado con un pariente. Cuando morían los incestuosos, iban a parar a las colinas convertidos en serpientes. Al cumplir un año de muertos les salía una cabeza, al segundo otra, y así hasta completar las siete cabezas. Cada siete años, las serpientes salen de su morada y ocasionan fuertes vientos y terribles lluvias que perjudican a los humanos. En el Cielo se encuentra el dios Suawaka, el arquero de las estrellas fugaces, casado con la diosa de las plantas y de la supervivencia en el desierto. Desde su celestial lar observa la salida de las serpientes de siete cabezas. En cuanto las ve, les arroja una flecha de fuego, que los indios ven como si fueran estrellas fugaces que se aparecen por las noches. En cuanto la serpiente es flechada, Suawaka la apresa y la lleva al Cielo, donde lo esperan su esposa, su suegro, llamado Yuku, y su suegra que es nada menos que la Lluvia. Con la serpiente preparan ricos platillos y se la comen. Cada siete años, el dios desciende a la Tierra y se dirige a Tácale y a So’ri a recoger las presas flechadas con su arco. A su familia nunca le falta el alimento. Cuando Suawaka por alguna razón no baja a la Tierra, empiezan a salir serpientes de las colinas y se produce mucho viento y mucha lluvia.

El terrible monstruo

Un mito nos relata que una vez un pescador se encontraba pescando cerca de Guaymas cuando se dio cuenta de que Suawaka mataba a una serpiente. El hombre le preguntó lo que hacía, a lo que el dios respondió: -Mato una serpiente, ¿acaso no lo ves? El pescador le preguntó en dónde vivía: -En el Cielo, respondió el flechador. – ¡Llévame a tu casa!, dijo el hombre.  El dios aceptó, se puso la serpiente en un hombro, colocó encima al pescador, le ordenó que cerrase los ojos y emprendió el vuelo.

Cuando llegaron al Cielo, el pescador vio mucha carne de serpiente y muchas escaleras de víboras. La esposa del dios le ofreció un plato lleno de carne, pero al hombre no le gustaba la carne de serpiente y lo rechazó. La mujer, ofendida, le dijo a su marido: – ¡Este hombre no quiere comer, se va a morir, hiciste mal en traerlo! Asustado, el pescador le pidió a San Miguel, el otro nombre de Suawaka, que lo regresara a la Tierra. El dios aceptó y le dio una escalera de víboras para que la mostrara a todos y así se les quitaran las ganas de subir al Cielo. Cuando el pescador llegó a su pueblo enseñó la escalera de serpientes que le había dado el flechador, y todos fueron presa de pánico y a nadie le dieron ganas de ir a visitar al dios en las alturas celestiales.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

De cómo se fundó la Ciudad de Morelia

Nuño de Guzmán inició la conquista de Michoacán en 1521 sin enfrentar ninguna resistencia guerrera por parte de los indígenas debido a las amenazas que hiciese Cristóbal de Olid a la embajada que mandó el cazonci encabezada por  Cuiniarangari, de masacrar a todos los habitantes de Michoacán en caso de oposición de los indígenas.  El 25 de junio de 1522, Cristóbal de Olid con sus sanguinarias huestes españolas, tomó la ciudad de Tzintzuntzan, sin ninguna oposición de Tangaxoan Tzintzicha, el cazonci. Al darse cuenta de la barbarie de Olid, el cazonci, Tangaxoan II, atemorizado, huyó a Pátzcuaro, ocultándose del conquistador. Sin embargo, pronto resintió las amenazas del español y tuvo que someterse a todos sus caprichos y ambiciones, entregando oro a cambio de que el indígena conservara su puesto de gobernante de los p’urhépecha. Poco le duró el gusto, ya que en 1530, Nuño de Guzmán dio muerte a Tangaxoan quemándolo en la hoguera.

Consumada la conquista, en el año de 1531, llegaron los franciscanos Juan de San Miguel y Antonio de Lisboa, quienes evangelizaron a los naturales del valle de Guayangareo, conformándose así el primer asentamiento español: el Convento de Buenaventura. Dos años más tarde llegaba don Vasco de Quiroga con la finalidad de construir una ciudad para los españoles y defender a los indígenas de las vejaciones sufridas por Nuño de Guzmán. Don Vasco ubicó la ciudad española cerca de Tzintzuntzan, donde se constituyó un cabildo. El 8 de agosto de 1536, el rey Carlos V, autorizado por el Sumo Pontífice, redactó un documento para la creación del Obispado de Michoacán, de acuerdo a la Bula Illios Fulciti emitida por Pablo III. Un año después, por Cédula Real del 20 de septiembre, se ordenó la construcción de una Catedral en el lugar donde al obispo se pareciere mejor. No se pensaba en Tzintzuntzan, por los inconvenientes que presentaba, pero don Vasco tomó la iniciativa y decidió que el lugar apropiado para la edificación de la catedral fuera Pátzcuaro, uno de los barrios de Tzintzuntzan. Esta decisión no gustó a los españoles quienes opinaban que no había suficiente tierra para los cultivos y la cría de ganado; además de que alegaban que había muchos asentamientos indígenas.

Durante una visita del virrey de la Nueva España a Michoacán, don Antonio de Mendoza –quien gobernara en territorios mexicanos de 1535 a 1549-, los encomenderos españoles, inconformes, le expusieron su inconformidad diciéndole que no les parecía adecuada la construcción de la ciudad en Pátzcuaro. Así las cosas, los españoles le escribieron a la reina de España Juana, llamada la Loca, a fin de que la ciudad de Michoacán, se reubicara en Guayangareo; la reina dispuso entonces que se fundara la villa de los españoles en 1537, con el nombre de Valladolid, ciudad en la que se expidiera la Cedula Real de su fundación. La tal Cédula decía que en la villa deberían establecerse sesenta familias españolas y nueve religiosos, para “impedir los desmanes de la gente bárbara”. Así, el virrey visitó el valle de Guayangareo en 1540, y el 18 de mayo de 1541, a las ocho de la mañana, se fundó la villa de la Nueva Mechuacán, siendo los comisionados el escribano público y de Cabildo Alonso de Toledo y los jueces Juan de Alvarado, Luís de León Romano y Juan de Villaseñor quienes tomaron el Valle de Guayangareo y fundaron la mencionada ciudad: En el Valle que se dice de Guayamgareo, de la provincia de Mechoacán de esta Nueva España, encima de una loma llana e grande del dicho valle que está entre dos ríos, por la una parte hacia el sur el río que viene de Guayangareo, y por la otra parte hacia el norte el otro río grande que viene de Tiripetío, en miércoles diez y ocho días del mes de Mayo, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesú (sic)  Cristo de mil quinientos é cuarenta é un años, podía ser á hora de las ocho antes de medio día… para asentar y poblar la Ciudad de Mechoacán é repartir los solares a los vecinos que son é serán de aquí en adelante, con huertas é tierras para hacer sus heredades y granjerías, como su Señoría Ilma. Les es mandado, y en cumplimiento de ello se apearán de sus caballos en que venían, é se pasearon por el dicho sitio de Ciudad de una parte a otra, hollándola con sus pies é cortando con sus manos las ramas é yerbas que allí había é mandado a ciertos naturales limpiar el asiento de plaza, Iglesia, Casa de Cabildo é Audiencia é Cárcel é carnicerías todo en señal de verdadera posesión de Ciudad De Mechoacán, todo pacífica y quietamente sin haber ni parecer persona alguna que lo contradixiese ni perturbase…

Aunque la ciudad se cambió de lugar, los poderes civiles y eclesiásticos siguieron en Pátzcuaro, hasta poco después de la muerte de don Vasco en que se trasladaron a Valladolid el 25 de diciembre de 1575, cuando por Cédula Real pasaron el Ayuntamiento de Michoacán y la sede de Justicia, a Valladolid. Para 1580, el Obispo Juan de Medina Rincón trasladó la sede de la diócesis de Pátzcuaro y el Colegio de San Nicolás Obispo, que fuera fundado por Tata Vasco. La ciudad empezó a progresar aceleradamente, surgieron hermosos edificios civiles y eclesiásticos, como la Catedral en 1660 y el primer acueducto que dirigió, en 1657 don Lorenzo de Lecumberri.

Don Vasco de Quiroga, quien no estaba de acuerdo con lo sucedido, protestó ante el papa porque su autoridad de obispo había sido menoscabada, y en 1547, viajó hasta Europa para presentar una apelación ante la corte. Sin embargo nada pudo lograr, pues las circunstancias le fueron adversas al principio, y cuando ya creía haber conseguido su propósito, murió y quedó vacante su puesto durante cerca de dos años, cuando le sucedió don Antonio Morales de Molina, quien ya no continúo la tarea de Tata Vasco. En 1553, (otras fuentes mencionan el 19 de septiembre de 1537), las autoridades reales otorgaron un escudo a la ciudad, por Cédula Real.

Por tanto problema como había con la decisión de cuál sería la ciudad a pesar de las cédulas reales, durante el siglo XVI, la ciudad no creció mucho. Para 1580, tan solo había en ella diez casas de españoles, y los conventos de San Francisco y San Agustín. El obispo Quiroga dijo que en 1545, los habitantes eran 30, pero que de ellos la mitad se había ido a vivir a sus haciendas La traza corrió a cargo de don Antonio de Godoy y del alarife (arquitecto) Juan Ponce, quien con seiscientos pesos oro levantó las primeras casas.

Sonia Iglesias y Cabrera