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Mitos Cortos

Los mayas y la tortuga

Cuentan los antiguos mayas en un hermoso mito, que cuando el Sol y la Luna huyeron de la destrucción del mundo se cobijaron bajo el caparazón de una tortuga, lo que permitió a la Luna efectuar su habitual recorrido, pues con ello evitó morir destruida por el cataclismo. Muchos de los códices mayas representan al dios Sol llevando a cuestas el caparazón de una tortuga. A más, la tortuga es la insignia de los cuatro bacaboob que sostienen el Cielo, y se encuentran situados en los cuatro puntos cardinales, ya que los mayas concebían al planeta Tierra como una gran tortuga, cuyo caparazón simbolizaba su redondez.

Pawahtún, el Cargador del Cosmos, uno y cuatro a la vez, se representa con los brazos en alto, el rostro arrugado, la boca desdentada, y el cabello cubierto con una red. Carga un caparazón de tortuga en la espalda, y su glifo se representa por medio del caparachón. Pawahtún mora en el Cielo, la Tierra, y el Inframundo; su tarea es sostener la bóveda celeste y la superficie de la Tierra. La naturaleza del dios es pétrea. A él le correspondía presidir los cinco días nefastos, wayeb’, del calendario solar, a más de ser el patrono de los pintores y los tlacuilos.

Mito corto Los Mayas y la Tortuga

En la astronomía maya la constelación AC se refiera a la Tortuga; es decir a Orión. En el Diccionario Motul, AC EK, las estrellas que están en el signo de Géminis, forman la figura de una tortuga. Además, se la identifica con el solsticio de verano, porque su lentitud de movimientos representa al tiempo cuando parece que el Sol no se moviese; el mes Kayab, tiempo del solsticio, está representado por la cara de una tortuga. Por otra parte, según el cronista Diego de Landa, la letra A es un glifo que representa a una tortuga.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

El Día de la Santa Cruz

Cuando la celebración de la Cruz de Mayo llegó a los lares mexicas ya tenía tiempo que se efectuaba en la vieja España, donde era costumbre que se pusiese una cruz en las casas profusamente adornada con flores en lo alto. Además, la gente salía en procesión y asistía a toda la parafernalia que exigía la liturgia católica, como misas, rezos y devociones, para después, por la noche, dedicarse a los placeres del canto, el baile, y la música, sobre todo en la provincia de Andalucía, que en este mes de plena primavera abundaba en flores de todo tipo: nardos, azahares, clavellinas, claveles, y azaleas.

Llegada la fiesta en los primeros tiempos de la Primera Traza colonial, cuando los edificios más importantes, iglesias, palacios y ayuntamientos, estaban en plena construcción, las cruces floridas fueron colocadas a instancias de los albañiles españoles en la parte de arriba de los inmuebles inacabados. Aunque la fiesta de la Santa Cruz inicialmente la solemnizaban tanto el gremio de los albañiles como el de los talabarteros, terminó siendo exclusiva de los primeros. Es muy posible que la festividad se celebrase en México ya desde los tiempos de fray Pedro de Gante, lego franciscano nacido en Bélgica, hacia finales de 1526 o principios de 1527. Desde entonces, los indígenas la adoptaron como parte de sus festividades rituales a las que eran tan proclives. Obviamente la imagen de la cruz (…) fue fácilmente aceptada por los indios: para ellos representaba el fuego, y por ende el Sol y su mensajero, Quetzalcóatl(…) Nos dice Luis Weckmann.

El dia de santa cruz en Mexico

Así pues, los indígenas mesoamericanos conocían, desde mucho antes del arribo de los españoles, el signo sagrado de la cruz. Fray Bartolomé de las Casas, misionero dominico (1474-1566), en su obra Historia de la Indias constata:
En el reino de Yucatán cuando los nuestros lo descubrieron hallaron cruces, y una de cal y canto, de altura de diez palmos, en medio de un patio cercano muy lucido y almenado, junto a un muy solemne templo, y muy visitado de mucha gente devota en la isla de Cozumel que está junto a la Tierra firme de Yucatán. A esta cruz se dice que tenían y adoraban por dios del agua-lluvia, y cuando había falta de agua le sacrificaban codornices.

Por su parte, Francisco López de Gomara nos dejó el siguiente testimonio:
… A causa de este oráculo e ídolo, venían a esta isla de Acuzamil (Cozumel) muchos peregrinos y gente devota y agorera, de lejas tierras, y por eso había tantos templos y capillas. Al pie de aquella mesma torre estaba un cercado de piedra y cal tan alta como diez palmos, a la cual tenían y adoraban por dios de la lluvia, porque cuando no llovía y había falta de agua, iban a ella en procesión y muy devotos; ofrecíanle codornices sacrificadas por aplacarla la ira y enojo que con ellos tenía o mostraba tener, con la sangre de aquella simple avecica. Quemaban también cierta resina a manera de incienso, y rociábanla con agua. Tras esto tenían por cierto que llovía.

De tal manera que la cruz se empleaba con carácter religioso desde épocas muy remotas en México, sobre todo la cruz aspada llamada de San Andrés. Otras cruces se encontraron en muchos lugares más como Cholula y Texcoco, siempre venerada como Dios de la lluvia. En la Nueva España la fiesta de la Santa Cruz fue una de las mayores de la Iglesia y a ella debían acudir el virrey y la Real Audiencia. El gremio de albañiles la organizaba y sufragaba los gastos, que no eran pocos, pues así lo estipulaban las Constituciones de la Cofradía. La víspera del día de la Santa Cruz, se efectuaban los arreglos pertinentes y se decoraba la cruz con flores, joyas, tela y demás ornamentos que dictara el buen gusto. Al día siguiente se oía misa de réquiem, y el obispo de Catedral decía una homilía exaltando los méritos religiosos de la cruz donde muriera Nuestro Señor. La ceremonia incluía misas cantadas, novenarios, letanías, ofrecimientos de ceras y luminarias. Los mayordomos y mayorales presidían esta liturgia que se llevaba a cabo en la propia capilla que los agremiados tenían en la Catedral, situada cuatro capillas después al lado de la del Evangelio y dedicada a la Virgen María. Se denominaba Capilla de los Albañiles. En un principio estaba destinada a albergar los restos mortales de aquellos que habían construido la iglesia.

Además, se realizaba una procesión a la que era obligación que asistiesen todos los gremios, so pena de ser multados con treinta pesos o treinta días de cárcel. En cambio la puntual asistencia a la fiesta hacia posible la obtención de indulgencias plenarias o parciales.

Una vez terminadas las ceremonias religiosas, los agremiados se reunían a gozar de un buen banquete –antecesor de la comida de los albañiles actuales-, cuyos brindis se prolongaban hasta muy entrada la noche. Dicha comilona tenía como finalidad propiciar la convivencia fraternal y la cohesión del gremio y la cofradía. Como diversiones mundanas solía haber danzas, juegos artificiales, palo ensebado, música de tambor y chirimía, “árboles de fuego” (castillos), toritos y corridas de toros.

La ciudad virreinal estaba plagada de cruces en sus calles que también se adornaban en su día. Luis González Obregón nos dice:
Había cruces rematando torres de los templos y las cornisas de las casas; las había en las claves de los marcos de las puertas, en los muros, en bajo y en alto relieve y figuradas en todos los aplanados; unas sencillas y otras decoradas con las insignias de la Pasión de Cristo(…) También había cruces en las esquinas o ángulos de los edificios, pintadas algunas, como la Cruz Verde, que dio nombre a una calle; y las había, en fin, en los nichos, en los centros de las plazas como la Cruz de Tlatelolco, y en los cementerios de las iglesias y de los conventos, sobre los bordos que limitaban los atrios o sobre los pedestales que los sustentaban.

Sin olvidar la Cruz de Mañezca situada en la barda de Catedral hasta el siglo XVII, que después se pasó al cementerio del Sagrario; la Cruz de los Tontos, cerca de Catedral, hacia el Portal de Mercaderes; la Cruz de Cachaza en la esquina de la ex-Universidad, en la Plaza del Volador, junto a la cual se ponían los cadáveres de los pobres y se pedía limosna para poder enterrarlos; y la del atrio de la iglesia de Jesús Nazareno. Tal pareciera que la capital no fuera la Ciudad de los Palacios, sino la Ciudad de las Cruces, tal cantidad había de ellas.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Leyendas Mexicanas Época Colonial

De cómo conoció México la cerveza.

La palabra “cerveza” proviene del celtolatino cerevisia. Se trata de una bebida alcohólica fabricada con granos de cebada o de algunos otros cereales, cuyo almidón debe fermentarse en agua con levadura (Saccharomyces Cerevisiae, Saccharomyces Pastorianus), a la que se puede agregar lúpulo u otras clases de plantas para aromatizarla.

Los primeros pueblos en fabricar cerveza fueron los elamitas (actual sureste de Irán), los sumerios (antigua Mesopotamia) y los egipcios, hace 3500 años a.C., según evidencias arqueológicas provenientes de Godim Tepe en Elam, hoy Irán.

A México, la cerveza llegó en el año de 1544. Dos años antes, en la Ciudad de Nájera, España, el emperador Carlos V, por medio de Cédula Real, otorgó al sevillano Alonso de Herrera el permiso para fabricar cerveza y montar una cervecería, con duración de veinte años, en la capital de la Nueva España. La Cédula estipulaba que además se le permitía fabricar aceite de naveta, jabón y rubia. De lo que ganase el fabricante debía entregar un tercio al Tesoro Real de la Corona. Ni tardo ni perezoso, Alonso de Herrera llegó a estas tierras indianas y dio comienzo a su tarea. De Flandes trajo maestros cerveceros, aparejos, calderas, y demás utensilios necesarios para la fabricación de cerveza. La Corona había convenido que el empresario correría con los gastos relativos a los trabajadores que llevase consigo. A cambio de las condiciones anteriores, Herrera contaba con la absoluta exclusividad para producir y vender los productos antes mencionados, y con la exención de pago del almojarifazgo en lo que transportara a España, y de llevar, libres de derechos, a doscientos esclavos de Portugal, Cabo Verde o Guinea, los cuales se encargarían de la mano de obra.

cerveza mexico tradicion

Fundó una caldera en la Ciudad de México, pero según le comentaba al emperador, podrían llegar a ser cien calderas productivas, por lo extenso del territorio y por el continuo aumento de la población. Para montar su taberna, que luego serían varias, se le concedió un corregimiento en la comarca de la Ciudad de México.

Tan bien le iba en el negocio a Alonso de Herrera que con frecuencia enviaba a Carlos I de España y V de Alemania, suntuosos regalos. Por su parte, el virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, bebía continuamente la cerveza que le obsequiaba el cervecero hispano. Además, como el vino escaseaba, los colonos consumían buena cantidad de cerveza en sus comidas y aun fuera de ellas. Debemos mencionar que el virrey estaba encargado por orden del rey de España de vigilar la producción de cerveza, para comprobar que se trataba de un buen negocio, y de estar al pendiente de los manejos de Alonso. Así las cosas, Mendoza nombró el 11 de diciembre de 1543, a Hernando de Pavía como inspector de la producción de cerveza, y de vigilar que el pago a la Corona se efectuase con regularidad y honestidad.

En aquel entonces, la arroba (alrededor de 16,133 litros) de cerveza costaba ocho reales, precio bastante elevado en ese momento, a causa de la escasez de trigo y cebada que  se vivía; pero Alonso Herrera pensaba bajar el precio en cuanto la situación se compusiese. La cerveza la fabricaba Alonso Herrera en una hacienda llamada El Portal, para ser vendida en la Ciudad de México. Las ventas de cerveza se llevaban a cabo en los mercados, plazas, y en la taberna que él había montado. La producción de cerveza sufría altibajos, e incluso llegó a detenerse la producción entre 1544 y 1549, cuando algunos de los maestros cerveceros decidieron regresar a Flandes, y otros optaron por trabajar en las minas de México para hacer buen dinero. Sin embargo, a partir de 1549 la producción aumentó: al fabricarse 1,158 arrobas entre el 28 de enero y el 25 de octubre de 1549 –una media de 128,6 arrobas por mes-  y llegarse a 4,192 arrobas entre la última fecha y el 8 de mayo de 1552, que sitúa la media mensual en aproximadamente 246,5 arrobas, según constata Emilio Luque Azcona.

La cerveza siguió produciéndose en México. Hacia 1813, el señor Tuallion empezó a producir una cerveza que pronto se popularizó. Se llamaba Del Hospicio de los Pobres, porque se fabricaba en un antiguo edificio que había sido una institución de caridad localizada en las calles de Revillagigedo. En 1825, Notley sacó a la venta una cerveza elaborada con jengibre inglés, recomendada para los viajes a clima cálido, ya que se decía ser muy eficaz contra las fiebres y los malestares producidos por el sol. En 1845, el suizo Bernhard Bolgard montó una fábrica llamada La Pila Seca, la cual producía una cerveza elaborada con malta de cebada mexicana y piloncillo, que sirvió de base a los cerveceros de México de finales del siglo XIX, hasta que se empezó a fabricar en la Cervecería Toluca y México del suizo Agustín Marendaz, una cerveza tipo lager. La primera cerveza de este tipo, la elaboró el alsaciano Emil Dercher en su fábrica llamada La Cruz Blanca, en 1898. Posteriormente, empezaron a abrirse cervecerías fuera de la Ciudad de México, como por ejemplo en Guadalajara. En 1882, un señor de apellido Graf, sacó a la venta la cerveza Toluca Lager, elaborada en la Cervecería Toluca y México que había comprado a Marendaz.

A finales del siglo XIX, en 1891, se fundó la Cervecería Cuauhtémoc en Monterrey, Nuevo León, a cargo de Isaac Garza. Para 1894, surgieron cuatro pequeñas cervecerías en Orizaba, Veracruz, conocidas como La Santa Elena, La Mexicana, La Azteca, y La Inglesa. Posteriormente, nacieron la Cervecería Sonora y la Cervecería del Pacífico, en 1896 y 1900, respectivamente.

Desde entonces, la cerveza ha sido para los mexicanos una de sus bebidas predilectas y de mayor consumo en el país.

Sonia Iglesias y Cabrera
 


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Leyendas Cortas

Tzacapontziza, Estrella de la Mañana. Leyenda totonaca.

La vainilla, ixtlixóchitl, “flor negra”, es un género de orquídeas que produce un fruto saborizante muy exquisito. Sumamente apreciada en la época prehispánica en toda Mesoamérica, los mexicas y los mayas la empleaban para preparar el xocólatl, bebida destinada a los nobles y guerreros, hecha con chocolate, en una de sus tantas variedades. La vainilla la producían los totonacos de las zonas costeras de Veracruz, y la enviaban hasta el Altiplano, para ser consumida por los mexicas. A los totonacos se debe la leyenda que nos cuenta su origen.

Los abuelos nos relatan que hace mucho tiempo existió una bella princesa llamada Tzacapontziza, Estrella de la Mañana, de largos cabellos negros, lacios, y lustrosos; sus rasgados ojos expresaban dulzura y malicia; era tan atractiva que los jóvenes nobles la perseguían a todas horas. Zkata-Oxga, Venado Joven, y príncipe también, era uno de esos enamorados; tan enamorado estaba que un día decidió raptarla, aún cuando contaba con el beneplácito de la noble doncella. Huyeron de sus respectivos hogares, y trataron de esconderse lo mejor que pudieron. Sin embargo, el padre de la princesa había dado órdenes de que se la buscase por doquier, hasta encontrarla. Después de mucho batallar, los sacerdotes de la diosa de las cosechas Tonoacayohua, acompañados de guerreros, los encontraron, los apresaron, y los decapitaron como había sido ordenado por el padre de  Tzacopontziza.

Leyenda mexicana Tzapontziza

Poco tiempo después de morir, el príncipe Zkata-Oxga reencarnó en un fuerte, alto y bello arbusto. A  su vez, la desdichada princesa se convirtió en una liana de maravillosas orquídeas que se enredaba con amor y dulzura en el príncipe-arbusto. Se amaban tanto que, aun después de la muerte se mantuvieron juntos. Desde entonces, los totonacos llaman a la vainilla caxixanath, dulce nombre que significa “flor casada”, o más brevemente, xanath.

Agregan los ancestros que Xanath era tan bondadosa que después de muerta quiso ayudar a los indios totonacas: decidió que su cuerpo-flor sería curativo. Así pues, la vainilla es un muy buen estimulante del sistema nervioso, cura la histeria, la melancolía, y la depresión, además del reumatismo, y las lesiones musculares. Asimismo, se emplea como infusión, aceite esencial, y tintura.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Mitos Cortos

Ozómatl y Cihuaozómatl, los dioses monos

En los códices Borgia y Bolonia podemos ver representado al dios Mono de los mexicas como una cabeza sin cuerpo, o en forma completa vestido con manojos de hierba. En los códices mencionados aparece con orejeras ovaladas de color blanco y esplendoroso pectoral. En algunas representaciones el dios saca la lengua burlonamente.

El dios Mono llamado Macuilozomatli, Cinco Mono, representaba en la mitología mexica al espíritu masculino encarnado en los hombres que habían encontrado la muerte durante las batallas militares; ya que se trataba del portador de los augurios de muerte llegados desde el Mictlan.  Macuilozomatli tenía como compañeros de faena a Macuilcozcacuauhtli, Cinco Buitre; a Macuilcuetzpalin, Cinco Lagartija; a Macuilmalinalli, Cinco Hierba; a Macuilxóchitl, Cinco Flor; y a Macuilácatl, Cinco Caña.

Mito corto Ozomatl

A la par que el dios simio, existía en la mitología una diosa mono. Se trata de Cihuaozomatl, la Mujer Mono, espíritu femenino de las mujeres de la clase alta de la sociedad mexica que encontraron la muerte al dar a luz. La Cihuaozomatl formaba parte de las Macuiltonaleque, diosas de los excesos, cuya jefa fue la Cihuacóatl, la Mujer Serpiente, diosa del nacimiento y patrona de los médicos. Como hermanas tenía a: Cihuamázatl, la Mujer Venado; Cihuiaquiahuitl, la Mujer Lluvia; Cihuacalli, la Mujer Casa; y Cihuacuahtli, la Mujer Águila.

En el mito de creación mexica durante el Segundo Sol, Nahui Ehécatl, Cuatro Viento, regido por Quetzalcóatl se menciona la participación de los monos sagrados. El mundo desapareció después de siete veces cincuenta y dos años de existencia, cuando Tezcatlipoca golpeó a la Serpiente Emplumada y se provocó un gran huracán. Fue entonces que  los seres humanos empezaron a caminar encorvados hasta que se convirtieron en monos. Sólo sobrevivió una pareja que se refugió en un bosque.

Asimismo, Ozómatl, el mono, está representado en el símbolo décimo primero del calendario azteca o Piedra del Sol, asociado a Xochipilli, el dios Príncipe Flor, y con el rumbo cardinal del Oeste.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Tradiciones

La Pascua Florida.

El Domingo de Pascua -también conocido como Pascua, Domingo de Resurrección, Domingo de Gloria, y Pascua Florida-, Cristo resucitó en la madrugada. Pasados cuarenta días, se les presentó a sus apóstoles y todos se fueron al Monte de los Olivos donde los bendijo; hecho lo cual subió al Cielo en medio de una maravillosa nube. Mientras tanto, un Ángel bajó de las alturas y les dijo a las personas reunidas:- ¡Qué esperáis creyentes galileos, Jesucristo no volverá a la Tierra hasta que, con esta misma majestad, venga a juzgar a todos los hombres!

La palabra pascua proviene del hebreo pesach que significa “paso” o “tránsito”. La Pascua judía se celebraba todos los años desde la víspera del día 15 de Nisán al  hasta la puesta del sol del día 22 (marzo-abril). En ella se conmemoraba el “paso” de Jehová por Egipto, el castigo infringido a los primogénitos egipcios, la liberación de los judíos del yugo egipcio, la instauración del sacrificio del cordero pascual, y la comida de los mazath o pan ázimo. Ya lo dice la Biblia: Siete días comerás ázimos y el día séptimo será fiesta de Yahveh… En aquel día harás saber a tu hijo: ‘Esto es con motivo de lo que hizo conmigo Yahveh cuando salí de Egipto’  (Éxodo 13:6)

pascua florida tradicion mexicana

La primera celebración de la Pascua cristiana, coincidió con la Pascua judía. Para los judíos-cristianos, que consideraban a Cristo como el Cordero Pascual, la Pascua estaba estrechamente ligada a la hebrea y festejaban la Pascua Florida inmediatamente después del ayuno, sin importar en qué día cayese. En cambio, los cristianos no judíos pensaban que habiendo tenido lugar la Resurrección en  domingo, la Crucifixión debía conmemorarse el Viernes Santo, sin importar el día del mes. En 325, el Concilio de Nicea decretó que la Pascua cristiana debía celebrarse el domingo después del plenilunio que sigue al equinoccio de primavera; por lo tanto, nunca antes del 22 de marzo ni después del 25 de abril. Es pues de vital importancia la fijación del equinoccio de primavera, ya que no sólo marca el inicio de una estación, sino también la duración del año solar, porque de acuerdo a la traslación y rotación de la Tierra en relación con el Sol, se ajusta el tiempo de todo el mundo. El día del equinoccio la duración del día y de la noche es igual, de doce horas. Cuando ya ha sido fijada la Pascua, se pueden determinar todas las fiestas móviles de calendario católico como la Cuaresma que da inicio cuarenta días antes de la Pascua, descartando los domingos.

La Pascua Cristiana empezó a celebrarse a partir del siglo II. Con ella da inicio la Cincuentena o Tiempo Pascual, que se prolonga hasta el Día de Pentecostés o Pascua del Espíritu Santo. Se trata de cincuenta días de regocijo en que se celebra la realidad del reino de Dios.

En México la fiesta fue implantada desde principios de la Colonia, en que se festejaba con una procesión que salía del templo de San José (situada en lo que es hoy la esquina de Isabel la Católica y Madero), con doscientos treinta andas con imágenes, acompañadas por las cofradías y los gremios, colocados por orden de importancia. Indios y españoles se vestían de blanco y llevaban guirnaldas de flores en la cabeza y en las manos; de tal manera que el acto se convertía en una verdadera Pascua Florida. Estas procesiones dejaron de existir a mediados del siglo XIX; cuando surgió la costumbre de regalar dulces y postres a los familiares y amigos, invitándolos a las tan preciadas Meriendas Chocolateras de la Pascua Florida en las cuales podían saborearse suspiros de novia, cajetas, jamoncillos, bizcochos de huevo, cabellitos de ángel, animalitos de pepita, delicias de almendra y muchos más dulces con que contaba nuestra gastronomía y de los cuales tantos han desaparecido.
El estudioso de las tradiciones don Sebastián Vertí, nos refiere:

Es por ello que la auténtica costumbre derivada de la tradición mexicana haya sido el obsequiar dulces y postres autóctonos, así como las meriendas con sus deliciosas frutas de horno.
Recientemente, y como consecuencia de la comunicación con otras culturas, se ha tratado de introducir las costumbres de otros países, entre ellas la de regalar huevos y conejitos de Pascua. Se trata de un uso popular europeo que pasó a la América sajona en la época colonial. El huevo simboliza para los pueblos campesinos (la pascua en sus orígenes judaicos fue una fiesta campesina) la creación del reino animal sobre la tierra. En cuanto al conejo, simbolizaba la fecundidad por excelencia, lo cual entendido en sentido espiritual era como una actitud de la mente humana en la que debe fructificar la palabra de Dios para dar frutos de bondad, amor y buenas acciones.

He aquí una de las tantas tradiciones que se han perdido en nuestra cultura popular.

Sonia Iglesias y Cabrera
                       


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Leyendas Mexicanas Época Colonial

La mujer herrada. Leyenda colonial.

El suceso que vamos a relatar está registrado en el capítulo octavo, de la Vida del P. don José Vidal de la Compañía de Jesús, impresa en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, que fuera escrita por el R.P. don Juan Antonio de Oviedo, basado en un relato real del que dejó constancia el P. José Vidal. De este acontecido también dio fe el señor don Francisco de Sedano en  sus Noticias de México, en 1760, quien lo escuchó de boca de un religioso jesuita. Por lo que queda comprobado que se trata de un suceso verídico y espeluznante.

En 1670, un deshonesto clérigo vivía en la casa situada en la calle de La Puerta Falsa de Santo Domingo Núm. 3, con una mujer que era su amasia. Cerca de esta casa, en la calle de Las Rejas de Balvanera, había una casa llamada Casa del Pujavante, debido a que tenía sobre la  puerta, esculpido en la cantera, un pujavante (instrumento usado por los herreros para cortar las pezuñas de los caballos antes de herrarlos) y unas tenazas cruzadas. En tal casa vivía un herrero que era buen amigo del clérigo mencionado. Como se tenían confianza, el herrero le daba consejos al clérigo para que se apartase del mal camino y dejase a la mujer con la que cohabitaba, sin ningún resultado por otra parte. Una noche, cuando el herrero estaba dormido escuchó que tocaban fuertemente  a su puerta. Alarmado, acudió a ver quién era el impertinente que tocaba a tan altas horas de la noche. Cuando abrió la puerta se encontró con dos grandes negros que le llevaban una mula y un recado de su amigote el clérigo, en el que le pedía que herrase, sin pérdida de tiempo, a la mula, ya que la necesitaría a muy temprana hora para acudir al Santuario de la Virgen de Guadalupe. Un poco molesto, el herrero aprestó sus herramientas y le puso las herraduras a las cuatro patas de la mula. Terminada la tarea, los negros se llevaron a la mula azuzándola con terribles y despiadados golpes.

Leyenda mexicana: La mujer herrada

Al día siguiente muy temprano, el herrero acudió a la casa del clérigo para enterarse la razón por la cual su amigo debía ir al Santuario de la Virgen. Entró en la casa y se encontró que el clérigo estaba acostado con su manceba en la cama. Desconcertado, el herrero dijo: -¡Cómo es eso, amigo, haberme despertado en la noche para herrar sus mulas y aún te encuentras en la cama tan tranquilo! A lo que el clérigo respondió: – Yo no he mandado herrar a ninguna mula, ni pienso ir a ninguna parte el día de hoy. Ante estas circunstancias, ambos amigos pensaron que habían sido víctimas de una broma. El clérigo trato de despertar a su mujer. La llamó, la movió, le gritó, pero la mujer no despertó; su frialdad y rigidez le indicaron al deshonesto hombre que estaba muerta.

Al levantar la sábana que cubría el cuerpo de la mujer, los amigos se dieron cuenta de que las manos y los pies estaban herrados, tenían sendas herraduras. Muertos de pánico, convinieron en que se trataba de una acto de la Justicia Divina, y que los dos negros eran dos demonios salidos del Averno. Inmediatamente le avisaron al cura de la Parroquia de Santa Catalina, quien acudió a la casa del clérigo, donde ya se encontraban el R.P. don José Vidal y un religioso carmelita, los cuales se habían dado cuenta de que la mujer llevaba un freno en la boca, y señales de los fuertes golpes que había recibido de los dos negros que la llevaron a herrar.

Ante tan macabro sucedido, se decidió que la mujer fuese enterrada en un hoyo que se hizo en la misma casa, y todos los presentes juraron mantener el más estricto secreto. El clérigo pecador abandonó la casa de La Puerta Falsa de Santo Domingo y nunca más se supo de él. El cura de Santa Catarina, decidió entrar al convento de la Compañía de Jesús, donde vivió hasta los 84 años en olor de santidad. Se ignora que fue del herrero, las crónicas no lo mencionan.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Los dioses ancianos. Mito maya.

Los mayas representaron simbólicamente al tiempo, Kinh, y al Sol, Ak Kin o Kinich Ahu,  por medio  de una figura humana con rasgos de  anciano. Así, la máxima deidad, el Sol, representaba a un anciano. El dios Sol estaba vinculado con Itzamná, el dios más importante del panteón maya, quien fuera un anciano creador del universo. Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, una mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado. Desde su residencia en el Cielo, Itzamná dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica, ya que fue uno de los dioses que dibujaron las constelaciones. Itzamná fue el primer sacerdote de la cultura maya, a quien se debe la invención de la escritura y de los códices; de las ciencias y de los conocimientos. Creó a los hombres y al Mayab, el lugar donde debían residir; es por tanto el símbolo del Creador. En su faceta humana, Itzamná recibió el nombre de Zamná, gran sacerdote maya llegado con los clanes de Bacalar, los posteriores itzáes, para establecer Chichén Itzá.

Los antepasados, los moradores antiguos del mundo, fueron también ancianos, se llamaron los k’ilis kah in yum. Estos los ancianos son considerados como los primeros seres que existieron sobre la Tierra, y como los continuadores de la vida humana. El Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, nos relata lo que decían los k’ilis:

¿Cómo haremos para formar otros seres que de veras sean superiores y sepan oír, hablar, comprender lo que dicen, nos evoquen y sepan lo que somos y lo que siempre seremos en el tiempo?

En la primera creación del mundo estuvieron los kinh; en la segunda, los abuelos que fueran creados por los kinh; en la tercera, los humanos surgieron de los abuelos. El anciano brujo sagrado, Ank’in Chilam Balam profetizó, en fecha 11 ahua katum, la llegada de los conquistadores españoles, y  expreso ahogado de sufrimiento:

¡Ay, entristezcámonos porque llegaron! Ay de Itzá, brujo del Agua, que vienen los cobardes blancos del Cielo, los blancos hijos del Cielo… sólo de pecado se hablará, sólo de pecado será su enseñanza… Tendréis exceso de dolor y exceso de miseria.

Entonces, vaticinó que cuando llegaran los hombres blancos, los ancianos morirían y se terminarían los linajes mayas, tal cual aconteció en la historia. Por tanto, los ancianos en la cultura maya se consideraban como transmisores de la sabiduría y profetas excelentes.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Gonzalo Guerrero. Leyenda colonial.

Don Gonzalo Guerrero, nació en Palos de la Frontera, Huelva, España, alrededor de 1470. Entró a la milicia desde muy joven. En 1510, llegó a América con Diego Nicuesa quien fuera nombrado gobernador de Veragua (territorio asentado en parte de las actuales Nicaragua y Costa Rica). Después de participar en luchas de poder entre Nicuesa y Alonso de Ojeda, navegante y gobernador, participó en la expedición de Pedro de Valdivia con rumbo a la isla de Santo Domingo. El barco en que navegaban naufragó, y solamente lograron salvarse ocho marineros que llegaron a las costas de Yucatán, entre ellos se encontraba Gonzalo y Valdivia. Después de luchar contra los indios cocomes, fueron apresados. Cuatro españoles sirvieron de alimento a los indios, y los restantes fueron encerrados en jaulas de ramas, pero lograron escapar. Llegaron con los tutul xiúes, a la cuidad de Maní, donde el cacique Taxmar, los entregó como esclavos a su sacerdote Teohom. Debido a los duros trabajos a los que fueron sometidos, sólo sobrevivieron Gonzalo y su compañero Gerónimo de Aguilar. Taxmar donó al sacerdote Na Chan Can a Gonzalo, quien a su vez lo cedió a Nacom Balam, un jefe guerrero.

Leyenda colonial de Gonzalo Guerrero

Poco a poco, Gonzalo se adaptó a la cultura maya, la hizo suya, se hizo tatuajes rituales, mutilaciones dentarias, y ostentaba bezote de oro en el belfo inferior. Cuando llegó Hernán Cortés en 1519, Aguilar, su compañero, se unió a los conquistadores, mientras que Gonzalo decidió quedarse con los indios, pues se había casado con la hija del cacique de Chetumal llamada Zazil Ha, hija de Na Chan Can, con la que había procreado tres hijos a los que permitió se les hiciese la deformación craneana. Tanta era su aculturación que permitió que su primera hija fuese sacrificada en el cenote sagrado de Chichén Itzá.

Cuando Aguilar le preguntó si deseaba regresar con sus hermanos los españoles, Gonzalo respondió, a decir de Fray Bernardino de Sahagún: Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tiénenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas que dirán de mi esos españoles, si me ven ir de este modo? Idos vos con Dios, que ya veis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traéis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra.

Así pues, Gonzalo Guerrero se quedó en tierras mayas. Se sabe que murió luchando contra los españoles a causa de un tiro de arcabuz. De esta manera encontró la muerte el responsable del inicio de la primera casta: la de los mestizos.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

La Mutilación Dentaria, una tradición perdida.

Mesoamérica   
En el territorio cultural denominado Mesoamérica, florecieron culturas tan importantes como la olmeca, la tolteca, la maya, la mixteca, la zapoteca y  la mexica. Todas ellas fueron afectas a las mutilaciones dentarias; iniciadas 1,400 años antes de Cristo,  la práctica se prolongó hasta los primeros años del siglo XVI, cuando llegaron los conquistadores españoles y la prohibieron. Veamos dos ejemplos de mutilaciones.

Los mexicas   
Según un estudio realizado por el antropólogo físico Eusebio Dávalos Hurtado, los mexicas mutilaban los dientes superiores e inferiores, aun cuando en épocas anteriores de su historia solamente se mutilaron los dientes  superiores. Esta práctica se efectuaba tanto en hombres como en mujeres. Solía hacerse en los incisivos y en los caninos. Las técnicas empleadas fueron el limado; para la incrustación se uso el taladro. Se mutilaban los dientes una vez que se había llegado a la edad adulta, a fin de no lesionar el paquete vasculo-nervioso y provocar la muerte de la pieza dentaria. A los trabajos de los dientes, fuera por remediar patologías o por mutilación ornamental, los mexicas contaban con la palabra tlanatonauiztli para designarlos; a la enfermedad del neguijón que pudría los dientes la llamaban tlanqualoliztli.

Los mexicas, así como todos los grupos mesoamericanos, utilizaron láminas de pedernal y obsidiana, y frotamiento con polvos abrasivos y agua. Para la incrustación debieron tener muchos conocimientos dentales, así como  de las piedras y de los metales preciosos que incrustarían, tales como el oro, la turquesa, la jadeíta, la pirita, e incluso el hueso, que pertenece a materiales orgánicos. Los trabajos en los dientes requirieron el conocimiento de dentistas, y la finura y cuidado de joyeros y orfebres.

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Mutilación Dentaria

Los mayas

En Yucatán, las mujeres limaban los dientes del solicitante con piedras específicas y agua, y según algunas opiniones de antropólogos, sólo entre individuos de alto nivel social, sin importar si eran hombres o mujeres. Se calcula que hasta un sesenta por ciento de la población maya recurrió a la mutilación dentaria, siendo más frecuente entre los hombres. Las mujeres gustaban más del limado que de la incrustación.

La mutilación se hacía en el borde y las caras de los incisivos, en forma de escotaduras rectangulares o triangulares; algunas mutilaciones formaban una T que era el símbolo jeroglífico del Dios del Viento Ik, relacionado con el dios Chac; de tal manera,  por medio de magia simpática se tenía la connotación del dios Ik en la boca.

En las incrustaciones los mayas solían colocarse discos de jade u obsidiana en los incisivos superiores. Las perforaciones se efectuaban con el empleo de un taladro de madera tropical y un abrasivo. Las horadaciones penetraban la capa del esmalte y las capas externas de la dentina. Para la preparación de la cavidad se empleaba un taladro de hueso, lo que se infiere por los surcos circulares que se pueden ver en el fondo de las perforaciones. Los mayas de Guatemala utilizaban una broca cilíndrica con un barreno de arco o de presión para hacer la oquedad. Cuando el agujero estaba listo, se colocaba la incrustación de la piedra elegida, con estricta precisión, pues debía ajustarse perfectamente a la cavidad. La piedra se pegaba con pegamentos tan potentes, que aun hoy se encuentran piezas dentarias con las incrustaciones en su sitio.

En general, los mayas sólo emplearon el limado y la incrustación, que fueron las técnicas de su preferencia. Se usaban independientes una de la otra, o combinadas en un mismo diente. Sin embargo, a la llegada de los españoles los mayas solamente empleaban el limado, pues hacía ya quinientos años que la práctica de la incrustación se había perdido, dado el colapso de la civilización maya.

Ni los dioses se escapan de la mutilación dental, como lo prueba el dios solar maya que presenta uno de los dientes superiores limados en forma de T. Es más, según las interpretaciones del antropólogo Gutierre Tibón, en toda Mesoamérica las mutilaciones dentarias aparecen antes en las representaciones de los dioses que en los hombres, como se ve en múltiples figuras y esculturas de dioses tales como el mencionado Ik, en la divinidad Chac, y en Kinich Ahu, el Dios del Sol. El dios supremo de los mayas, Itzamna, Rocío del Cielo, representado como un anciano demacrado y sin dientes, presenta en la quijada inferior, dos únicas muelas a cada lado, símbolo del poder y la gran fuerza generadora. Así pues, para los mayas antiguos, el diente representaba la fuerza y la energía vital, el poder y el éxito en la lucha, capacidades que se perdían a la par que se iban perdiendo los dientes. Concepción que se refuerza en el Popol Vuh cuando nos cuenta: Estos jóvenes (Hunaphu y Xbalanque) deseaban abatir al soberano que se había hecho insoportable por su soberbia; concertaron un plan para llevar a cabo sus propósitos, vigilándolo continuamente, Hunaphu logró el momento propicio para lanzarle por medio de una cerbatana una de bola de barro endurecido que le dislocó la mandíbula y le aflojó los dientes, los cuales Vacub-Cakix Siete Guacamaya, tenía incrustados en piedras preciosas. Hunaphu e Xbalanque recurrieron entonces a Zaquiminac y Zaquimacis, para que fingiéndose médicos le sacaran los dientes a Vacub-Cakix, quien debía ignorar que le habrían de practicar tal operación. Haciéndole creer que ejercían el oficio de sacar gusanos de sus dientes, causantes de su mal.

El poder de Vacub-Cakix estaba en sus dientes -aparte de sus ojos- cuando se los sacaron le pusieron unos de maíz, pero no era igual y sus rasgos se afectaron y decayeron, ya no eran más los de un jefe de gran poder; entonces el rey Siete Guacamaya murió, falto de poder y prestancia.   

Sonia Iglesias y Cabrera