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K’uk, el quetzal. Leyenda maya.

Algunas leyendas mayas relativas al origen del universo, cuentan que  Kukulkan, el dios creador, y Tepeu, el dios del Cielo, crearon al mundo. Cuando se afanaron en dar vida a las aves, el quetzal nació de los soplos que los dioses dirigieron a un árbol de guayacán. Con el soplo divino las hojas azul-verdosas del guayacán salieron volando, y en su vuelo adoptaron la formar de esta maravillosa ave de majestuoso y largo plumaje.

Kukulkán, el dios más importante del panteón maya, cuyo nombre significa Serpiente de Plumas, y precisamente de plumas de quetzal, se conoce en la mitología quiché con el nombre de Gucumatz. A este omnipotente dios se le veneraba mucho tiempo antes del asentamiento maya en la Península de Yucatán, y aun incluso antes de la formación de Chichén Itzá  en el siglo VI. El libro sagrado de los mayas quichés el Popol Vuh, relata que fue Gucumatz junto Tepeu, quienes, después de varios infructuosos intentos, dieron forma al mundo donde no existía nada sino un tranquilo y apacible mar. Inventaron la Tierra y la poblaron de animales y de seres humanos. Antes de la Creación, Tepeu-Gucumatz, la dualidad sagrada, vivía enterrada en plumas de quetzal. Un cierto día el dios triple llamado Uk’ux Kaj, Corazón del Cielo,  dios del Viento, las Tormentas y el Fuego, les despertó de su divino letargo con el propósito de inducirlos a realizar el acto supremo.

En el templo dedicado a Kukulkan, construido  por los mayas itzáes en el siglo XII d.C., en la mencionada ciudad de Chichén Itzá, ocurre un curioso fenómeno acústico. Se dice que en la famosa escalinata donde aparece en los equinoccios de primavera y otoño la Serpiente Emplumada descendiendo, si una persona hace palmas en la parte de enfrente de la escalinata, el sonido se propaga en el peralte de los escalones y se produce un eco distorsionado que se escucha como el suave canto del quetzal… De aquellos quetzales que llegaron en tiempos pasados y de los cuales nos dice el Chilam Balam de Chumayel:

Llegarán a su ciudad (hace referencia a Chichén Itzá) los itzáes, llegarán plumajes, llegarán quetzales, llegará Kantenal, llegará Xekik, llegará Kukulcán. Y en pos de ellos otra vez llegarán los itzáes…   

Y los quetzales siguen estando presentes.
 
Sonia Iglesias y Cabrera


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La Primera Atarazana de la Nueva España. Leyenda colonial.

En los inicios del año de 1522, los conquistadores empezaron la edificación de la Ciudad de México sobre los terrenos donde estuviera la antigua ciudad de Mexico-Tenochtitlan.  Después de cierto tiempo de haber dado comienzo la traza de la ciudad, entre 1522 y 1524,  se edificó la legendaria Atarazana, lugar para construir y reparar barcos, que más bien se utilizaba como una verdadera fortaleza que protegía a la ciudad de las posibles sublevaciones de los indios. Se construyó en el antiguo pueblo de La Candelaria de los Patos, cerca de la actual Avenida Circunvalación, espacio circundado por canales que llevaba el nombre de Macuitlapilco, “lugar de la cola de papel”. Ocupó la Atarazana el lugar de lo que anteriormente fuera un adoratorio dedicado a alguno de los dioses mexicas, sin saberse exactamente a cuál. Desde la Plaza Mayor, se llegaba a la Atarazana por la actual calle de Guatemala, antigua calle de Los Bergantines.

La fortaleza estaba construida una parte en tierra firme y otra sobre el agua. Tenía tres puertas lacustres que llevaba a tres galerías interiores. Contaba la Atarazana con una torre llamada Templum ubi orant, y un embarcadero que le sirvió a Hernán Cortés para atracar los famosos trece bergantines que empleó en la toma de Tenochtitlan. Como diría el Capitán: Puse luego por obra, como esta ciudad se ganó, de hacer una fuerza en el agua, a una parte de esta ciudad en que pudiese tener los bergantines seguros, y desde ella ofender a toda la ciudad si en algo se pudiese, y estuviese en mi mano la salida y entrada cada vez que yo quisiese…

ciudad de mexico mapa

Así pues, en caso de alguna rebelión por parte de los indios, los españoles tenían asegurada su escapatoria de la isla en los bergantines. Las piezas de artillaría, los instrumentos, y pertrechos de las naves se guardaban dentro de la Atarazana en una bodega localizada en su parte trasera. En el piso de arriba se encontraban las habitaciones de don Francisco de Solís, el alcaide de la fortaleza, y una cárcel casi siempre plena de presos.

Hacia 1535, las aguas del lago empezaron a disminuir, por lo que la Atarazana corría un grave peligro de dañarse y, por supuesto, los bergantines no podían zarpar en esas condiciones. Debido a ello, las autoridades de la Nueva España, encabezadas por el primer virrey don Antonio de Mendoza, pensaron en la posibilidad de trasladarla a la calle de Tacuba. Sin embargo, en 1550 seguía en el mismo lugar muy destruía, deteriorada, y apuntalada para que no se cayese. En tales condiciones el edificio se mantuvo hasta principios del siglo XVII.

Cabe la triste gloria a la Atarazana el haber sido el primer edificio construido en la capital de la Nueva España: la Ciudad de México, y el haber albergado a los bergantines del capitán Hernán Cortés con los cuales derrotó a los valerosos tenochcas.
 
Sonia Iglesias y Cabrera


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Ilancuéitl, la primera reina de México. Leyenda prehispánica.

Reina de MexicoFalda de Anciana o Ilancuéitl, fue una hermosa mujer que gobernó a los mexicas. Nació en el año de 1299 y murió a los 48 años de edad. Su padre fue Acolmiztli, Señor de Acolhuacan, e hijo de Tlacatéotl y de Chalchiutoxochtzin. Muy jovencita contrajo matrimonio con Acamapichtli, El que Empuña la Vara de Caña, el primer gobernante tenochca. Su matrimonio fue impuesto por Cóxcox, el gran tlatoani de Acolhuahcan por razones políticas. Juntos subieron al trono en 1376. Acamapixtli había nacido en 1347 (ca.) en la ciudad de Tenochtitlan, como fruto de la unión entre Opochtli Iztahuatzin y Atotoztli, princesa de Culhuacan e hija de Nauhyotl. De Acamapixtli descienden todos los otros tlatoanis que gobernaron la Gran Tenochtitlan hasta la llegada de los conquistadores hispanos. Poco después de ser el huey tlatoani de Tenochtitlan, Acamapixtli emprendió numerosas batallas contra los pueblos aledaños con el fin de someterlos; por ejemplo, según queda asentado en el Códice Mendocino, guerreó contra Xochimilco, Mixquic, Cuahunáhuac y Cuitláhuac.

Aparte de casarse con Ilancuéitl, tuvo veinte mujeres más, escogidas entre las hijas de los nobles mexicas. Para desgraciada de la reina no pudo tener hijos con su esposo Acamapixtli debido a su  esterilidad. Esta incapacidad le ocasionó una terrible depresión, y Ilancuéitl lloraba y se lamentaba todo el tiempo caminando por los pasillos de palacio. Por otra parte, los celos que sentía hacia las concubinas de su esposo eran terribles, pues el tlatoani había engendrado varios hijos con algunas de ellas. En su desesperación por ser madre pidió a su esposo que

…y fue que ya que el Señor de lo creado le había privado del fruto de bendición, que para que aquel pueblo perdiese aquella mala opinión que de infecunda de ella tenía, le concediera que aquellos hijos que de las otras mujeres naciesen, que en naciendo ella los metería en su seno y se acostaría fingiéndose parida, para que los que entrasen a visitarla le diesen el parabién del parto y nuevo hijo. El rey, inclinado a su ruego, mandó que así se hiciese, y así en pariendo que paría alguna de aquellas mujeres, acostábase ella en la cama y tomaba al niño en sus brazos… recibiendo las gracias y dones de quienes la visitaban.

La pobre reina estéril Ilancuéitl murió en el año de 1383 sin haber dado a luz nunca.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Chalchiutecólotl y Tlacatecólotl. Leyenda nahua.

Chalchiutecólotl, Precioso Búho Nocturno, dios del Inframundo, de la pestilencia y del misterio fue venerado y temido por los mexicas. El tecolote, “pico encorvado”, símbolo de la muerte y de la noche, era el décimo de los trece glifos del Tonalpohualli, Libro de la Adivinación. Chalchiutecólotl fue el eterno acompañante del dios Tezcatlipoca, a la vez que  el mensajero del dios de la muerte y patrón de aquellas personas que nacían el día Miquiztli, “muerte”. Se le temía porque presagiaba enfermedades y catástrofes, y se le ligaba con los Tlacatecólotl, “los hombres búhos”, ladrones y violadores quienes tenían la capacidad de convertirse en tecolotes cuando estaban a punto de ser atrapados y así poder huir. Desde entonces, el tecolote anuncia la muerte: “Cuando el tecolote canta el indio muere”, dice el refrán.

Los nahuas de la región de los Tuxtlas, Veracruz, ven al tecolote como un ave de mal agüero que envían los brujos con el propósito de quitar el alma a los hombres y causarles la muerte. Los brujos arrojan tecolotes disecados rellenos de hojas de maíz al techo de la casa donde vive la persona que desean matar.

Leyenda mexicana

Los nahuas de Chicontepec cuentan que en el inicio de los tiempos, Ompacatotiotzin, el dios dual, durante la repartición de las tareas que correspondían a cada uno de los dioses en el momento de la Creación, indicó a Tlacatecólotl, el Hombre Búho, que él sería el encargado de vigilar la conducta de los seres humanos y de dar el castigo que se merecían aquéllos que pecaran de desobediencia. Fue su esposa Miztli, la Luna, la designada para ayudarle a llevar a cabo dicha tarea. El Hombre Búho es también quien propiciaba el equilibrio cosmogónico, pues auxiliaba al dios Sol en su tarea de alumbrar a la Tierra; sus dos amos son el Sol y la Luna.

El dios Tlacatecólotl otorgaba riquezas a los hombres, pero que también podía quitárselas a su arbitrio; gustaba de provocar discordias, pero resolvía muchos problemas de difícil solución; curaba las enfermedades, pero también era capaz de provocar la muerte; era el actante  mediador entre el bien y el mal. Debido a estas cualidades contradictorias y al poder que tenía para ejercerlas, fue un dios muy respetado y muy temido. Tlacatecólotl tenía un espejo luminoso y mágico en un cerro llamado Xicoatepec. Gustaba de usar indumentaria de color café y de llevar  un sahumerio con copal en las manos del cual nunca se desprendía.

Sonia Iglesias y Cabrera


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El Santo Niño de Atocha. Leyenda zacatecana.

Mí muy amado Santo Niño de Atocha/en esta hora de aflicción: /te alabo, te glorifico,/te santifico con todo mi corazón,/y te doy esta oración.

El Santo Niño de Atocha es una de las tantas advocaciones del Niño Jesús. Su origen es español. Cuenta la leyenda que en el siglo XIII, la ciudad de Atocha fue invadida por los musulmanes quienes enseguida procedieron a encarcelar a todos los hombres cristianos. Los presos solamente podían recibir la comida que les llevasen sus hijos menores de 12 años. Empezó a correr el rumor de que un niño pequeño, vestido como peregrino, les llevaba comida a los presos que no tenían hijos o que eran mayores de 12 años. Los carceleros le permitían entrar a la prisión, y pronto se dieron cuenta de que la comida y la bebida que llevaba el niño en la canasta nunca se agotaban y alcanzaba para todos. Ante este prodigio, las mujeres de Atocha fueron al templo donde se encontraba Nuestra Señora de Atocha, le rezaron y le agradecieron el milagro. Al hacerlo, se percataron de que el niño que sostenía la Virgen en brazos tenía los zapatitos hechos jirones y se encontraban llenos de polvo. ¡El Niño de Atocha salía por las noches a auxiliar a los cristianos presos!

Santo niño de Atocha

Un buen día, llegados ya a México los conquistadores españoles, un general y sus tropas llegaron a un fresno que se encontraba cerca de un pozo donde la gente iba a acarrear agua. Como el lugar era fresco el general descansó bajo el árbol y decidió llamarle al paraje Fresnillo; también pensó que sería ocurrente fundar una villa en ese sitio. Cuando el pueblo se estaba construyendo, unos mineros que se encontraban cerca de un lago vieron llegar una mula que cargaba una gran caja de madera en el lomo. Los mineros liberaron a la mula de la caja para que pudiese descansar y beber agua, pero en cuanto le quitaron la caja, la mula salió huyendo. Los mineros abrieron la caja y encontraron una moneda de plata con un Cristo crucificado llamada “corpus”. El general ordenó que ahí se construyera una iglesia y que el nombre de la ciudad fuera Plateros. Mandó traer de España una imagen de Nuestra Señora de Atocha, la cual colocó en el altar de la iglesia  -a la que se llamó Iglesia de San Agustín-  junto con el Cristo de plata. Poco tiempo después, se descubrieron minas de plata en Fresnillo. En una ocasión ocurrió una terrible explosión y muchos mineros quedaron atrapados. Las esposas de los trabajadores acudieron a la iglesia a rezarle a la Virgen de Atocha y se percataron de que el Niño no se encontraba en los brazos de su madre, pues el Santo Niño de Atocha había acudido donde se encontraban los mineros atrapados para darles comida y agua, y para mostrarles el camino de salida de la mina… sus ropas y zapatitos sucios eran testimonio de su divina ayuda. Desde entonces, cada vez que les acontecía alguna catástrofe a los mineros, el Niño acudía en su auxilio. Al Santo Niño de Atocha se le colocó en una caja de cristal para que todos los vieran y lo adoraran; se convirtió en el Patrón de Zacatecas y en el protector de los mineros.

Hoy en día, las peregrinaciones acuden a Plateros, Zacatecas, a venerarlo y llevarle juguetes para su esparcimiento en el día de su nacimiento: Navidad. El Santo Niño de Atocha es una de las más bellas imágenes de la iconografía católica vestido con su capita, su sombrero adornado con plumas, su bastón de peregrino con un guaje en una mano, y su canasta plena de pan en la otra.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Los Jaguares Cósmicos. Leyenda lacandona.

Cuentan los indios lacandones de la selva chiapaneca que el mundo fue creado cuatro veces por el dios Hach Ak Yum, Nuestro Verdadero Padre. El Primer Mundo fue destruido por medio de fuertes vientos y lluvias que inundaron la Tierra. El Segundo, llegó a su término a causa de un eclipse que provocó que los monstruos terrestres y celestiales devoraran a los hombres. El Tercer Mundo fue destruido por Hach Ak Yum, descontento a causa del comportamiento poco piadoso de los hombres hacia  él. Cuando Hach Ak Yum, creó el Cuarto Sol; es decir, el Cuarto Mundo,  las almas de los muertos se despertaron y volvieron a poblar la Tierra.

Cada vez que el mundo se destruía a causa de los enojos de Hach Ak Yum, el dios cubría al Sol con su manto, y los grandes Jaguares Cósmicos bajaban a la tierra para devorar a los hombres. Los jaguares, connotados con características masculinas, se encontraban amarrados a un árbol de copal, copalcuáhuitl, y vivían en el Este del universo.

Jaguar cosmicoEn cambio, los jaguares hembras habitaban el Oeste, y se mantenían atadas a un tronco de guaje, huaxin. Entre ambos bandos se entablaban, constantemente, cruentas luchas. Siempre triunfaban los jaguares masculinos, pues de otra manera el mundo hubiera terminada irremediablemente, pues nunca la Luna, hembra, puede derrotar al Sol, macho, y sumir al mundo en las tinieblas a causa de su triunfo. Ya que Hach Ak Yum calmaba su ira,  encerraba a los jaguares debajo de la Tierra, en el Inframundo donde reinaba el terrible dios Menzabak, el Hacedor de Humo, quien cuidaba las almas de los muertos, producía las negras nubes que traen consigo las lluvias, y colocaba un nuevo Sol; es decir, se iniciaba una nueva etapa en la historia de la vida de los hombres.

Un día, tal vez no muy lejano, el dios Sol y los Jaguares Cósmicos provocarán el último cataclismo y será el fin de la humanidad. Posiblemente, las plegarias a la diosa Luna pudieran detener tal catástrofe, pero aun antes de que acontezca este suceso, los dioses ya se han alejado de la selva, la han abandonado, razón por la cual los hombres viven actualmente sin sus dioses protectores y deben luchar, escarnecidamente, por sobrevivir en el mundo de los blancos. Los dioses se han ido, los dioses se han muerto…

Sonia Iglesias y Cabrera


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«¡Ahí viene El Coco!». Leyenda colonial.

¿Quién no ha sido amenazado siendo pequeño, por ese ser fantástico llamado El Coco? Pero, ¿quién es El Coco?. Pues El Coco es un personaje fantasmagórico que existe en la tradición oral de casi todos los pueblos de América Latina y de España. En algunas partes del Cono Sur se le conoce como El Cuco; en Brasil recibe el nombre de Cuca, y en el Paraguay se la llama Cucú. En Cuba recibe el nombre de Cocorícamo; en Perú, se transforma en Cucufo. En México se le conoce con el temido nombre de El Coco; pero no en todo México, ya que  por ejemplo en Michoacán y Zacatecas se le llama Kukui. Pero llámese como se llame la principal tarea de El Coco consiste en asustar a los niños que no quieren dormirse, que se obstinan en desobedecer o que se portan muy mal: -¡Pedro, si no obedeces lo que te digo viene El Coco y te va a llevar!

Mucho se ha especulado acerca del nombre de El Coco, unos estudiosos dicen que procede del latín coquus, cocinero; otros que del náhuatl kojko, daño. Pero como El Coco suele representarse como un fantasma cuya cabeza es una calabaza vacía con tres orificios que hacen las veces de ojos y boca, el lingüista y filólogo catalán Joan Corominas deduce que los hombres del almirante Vasco de Gama, cuando conocieron el fruto de la palmera le llamaron “coco” por los tres hoyuelos que presenta en la parte superior que se asemejan a la cabeza de calabaza de El Coco. Recordemos que, popularmente, también se la llama a la cabeza “coco”: me duele el coco, te van a partir el coco, le patina el coco…

El Coco - Leyenda Corta de MexicoLa referencia más antigua de la existencia de El Coco, se encuentra en el Cancionero de Antón de Montoro (c.1404-c.1483), poeta satírico judío probablemente nacido en Córdoba, España, que data de 1445. En él pueden leerse los siguientes versos:

Tanto me dieron de poco
Que de puro miedo temo,
Como los niños de cuna
Que les dicen ¡cata el coco!

Por otra parte, la nana más antigua para dormir a los niños en la que se menciona a El Coco, proviene del siglo XII, como parte de una obra dramática titulada El Auto de los desposorios de la Virgen de Juan Caxés:

Ea, niña de mis ojos,
Duerma y sosiegue,
Que a la fe venga el coco,
Si no se duerme.

Terminemos con unas palabras del estupendo poeta español Federico García Lorca, acerca de este intimidante personaje sin figura:

El Coco […] forma parte de ese mundo infantil, lleno de figuras sin dibujar, que se alzan como elefantes entre la graciosa fábula de espíritus caseros que todavía alientan en algunos rincones de España.

Sonia Iglesias y Cabrera

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De cuando Eréndira, la Risueña, se casó. Leyenda purépecha.

Cuando Eréndira, la Risueña, la querida princesa purépecha iba a contraer matrimonio, un cacique de un señorío cercano a Pátzcuaro, donde vivía la joven, envió a un mensajero a pedir la mano a su señor padre. Al llegar al mensajero a su destino, el padre de Eréndira preguntó: -¿Pues, qué hay, señor? ¿Qué negocio es por el que vienes? A lo que el mensajero respondió: -Señor, envíame el Señor de Tzintzuntzan a pedir a tu hija*. Entonces el padre replicó: -Seas bien venido. Efecto habrá, basta que lo ha dicho. – Señor, dice que le des a tu hija, para su hijo, preciso el mensajero. El padre, gustoso, aceptó afirmando que estaba de acuerdo porque él había pensado en el hijo del señor de Tzintzuntzan para marido de su hija, ya que el mismo pertenecía a ese lugar y a ese linaje, y prometió enviar a Eréndira con un propio a la casa de tan noble señor. En seguida, el padre de la joven se dirigió a sus esposas y concubinas y les preguntó: -¿Qué haremos a lo que nos han venido a decir? Y ellas le respondieron: – ¿Qué habemos nosotras de decir? Señor, mándalo tú solo. -¡Sea como dicen! Replicó el padre.

ErendiraEn seguida, las mujeres procedieron a ataviar a la princesa y a preparar su ajuar que consistió en mantas para el esposo, hachas para partir la leña de los templos, petates para la espalda, y cinturones de cuero. Las mujeres que acompañarían a Eréndira se arreglaron lujosamente, y colocaron en envoltorios los efectos personales de la muchacha que consistían en joyas, petacas, algodón para hilar, y sus hermosos trajes. Cuando partieron a la casa del novio, la princesa y su séquito de mujeres iban acompañados de varios sacerdotes. Al llegar a la casa de su prometido vieron con satisfacción que ya estaban preparados los grandes tamales de boda hechos de maíz y rellenos de frijoles molidos; a más, había jícaras, mantas, ollas, maíz y chile, semillas de amaranto, enaguas y demás ropa femenina. Los parientes y amigos se reunieron en una estancia donde un sacerdote colocó a la pareja nupcial en el centro. Y dijo: –Esta envía tal señor, ques su hija. Plega a los dioses que lo digáis de verdad pedilla y que seáis buenos casados. Plega a los dioses que seaís buenos casados y que os hagaís beneficios. Mirá que señalamos aquí nuestra vivienda de voluntad, no lo menospreciemos ni seamos malos, porque no seremos infamados y tengan qué decir del señor que dio su hija.

El discurso continuaba recomendando a los novios ser fieles y alejarse de la lujuria y las malas acciones, para evitar se ahorcados o matados con la porra. A Eréndira le invitaba a no hablar con ningún hombre en la calle, y a portarse correctamente para evitar las habladurías. Al novio de la princesa lo instó a que si descubría que Eréndira le había sido infiel, la rechazase y la regresara a su hogar paterno.

Terminado el discurso, el sacerdote preguntó a los novios si habían entendido bien las normas matrimoniales, y precedió a nombrar a todos los antepasados que habían vivido en ese sitio y a recordarles que procedían del noble linaje de los chichimecas. Una vez casados, la pareja real y los invitados pasaron a un salón para disfrutar de los tamales y de otros sabrosos manjares y bebidas. El suegro de Eréndira, muy orgulloso, les enseñó, el terreno que les había regalado para que fuese sembrado. A las mujeres del séquito y a los sacerdotes que le acompañaron les obsequió con mantas, y al padre de la novia le entregó un lujoso presente.

*Textos originales en cursiva tomados de la Relación de Michoacán.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Cipactli Tlalatecuhtli. Leyenda mexica.

Cipactli Tlaltecuhtli, el Señor de la Tierra, animal cuya existencia transcurre  entre el agua y la tierra, simboliza las contradicciones de la naturaleza: noche-día, maldad- bondad, odio-amor. Dios lujurioso representativo de la fecundidad, la crueldad, y la muerte; criatura marina de cuerpo mitad cocodrilo y mitad pez; de sexo indefinido,  siempre hambriento y voraz; de cuerpo dividido en dieciocho partes articuladas, cada una provista de una boca.

Tezcatlipoca, el Espejo Humeante, Señor de los Cielos y la Tierra, encarnación de la Muerte y la Noche, fue el segundo hijo de Ometéotl, el dios creador del universo, dios dual a la vez masculino y femenino. Tezcatlipoca, junto con su hermano Quetzalcóatl, dieron origen al mundo, pues en el principio de los tiempos sólo existía el océano primigenio y nada más. Cipactli, el  Monstruo de la Tierra,  moraba en ese único mar. Un día, a posta, Tezcatlipoca metió su pie en el océano, y Cipactli se lo comió prestamente.  Cuando salió a devorar el sagrado pie, los divinos gemelos aprovecharon su salida del agua y lo atraparon. Extendieron el cuerpo del Cocodrilo sagrado, hasta formar la Tierra con él. Al conjuro divino sus ojos se convirtieron en lagunas y estanques; sus fosas nasales devinieron las cuevas que se encuentran en la naturaleza.

Los dioses creadores decidieron partir a Cipactli por la mitad: con una parte formaron el Cielo, con la otra la Tierra. Arriba, en ámbito celestial, quedaron nueve partes a las cuales llamaron Chicnauhtopa, “los nueve que están sobre nosotros” que se encuentran en la cabeza de Cipactli. Abajo, en el Inframundo, quedaron otras nueve partes, a las que denominaron Chicnauhmictlan, “los nueve mundos de los muertos”, ocupan la cola del cocodrilo sagrado. Ambas zonas se encontraban separadas por un tronco de árbol. En el espacio que quedó en medio de ellas residían  los seres humanos, en Tlalticpac, rodeada del agua divina, Atéotl, situada en la mitad del cuerpo del Señor de la Tierra. La pareja primigenia, Oxomóco y Cipactónal, a petición de Quetzalcóatl, inventaron la medición del tiempo y crearon el calendario en honor a Cipactli, cuyo primer mes de los dieciocho que lo conformaban, llevaba precisamente el nombre del legendario animal. Desde entonces, el cocodrilo sagrado simboliza  la Tierra flotando en las aguas primordiales; y sus enormes fauces son las puertas de entrada al Inframundo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tangáxoan Tzintzicha, el último cazonci purépecha.

Tangáxoan II nació en fecha desconocida. Hijo mayor de Henziua (Zuangua), Señor de Cumanchen, fue el último cazonci (caltzontzin o irecha) de Tzintzuntzan, “donde está el templo del colibrí mensajero”, ciudad que fuera fundada por Tariácuri en 1325, junto al Lago de Pátzcuaro, en la región de la Meseta Tarasca. Tangáxoan recibió de su padre, Zuanga, el reinado en el año de 1521. Zuanga fue hijo del  décimo sexto irecha llamado Harame, quien luchó valientemente en la famosa Guerra del Salitre, y murió muy viejito a causa de una epidemia de viruela. Tangáxoan participó en la tal guerra, emprendida contra los pueblos de Autlán y Sayula, la cual perdió ante el empuje de los pueblos confederados y aliados, comandados por Copatzin, Señor de Autlán, “lugar donde camina el agua”, ciudad de la región Costa Sur de Jalisco. Como Zuanga no dejó claro quién le sucedería en el mando, se provocó un cierto caos en el gobierno, aunado a que poco tiempo después de la muerte de su padre, Tangáxoan recibió la vista de unos guerreros mexicas que llegaron a pedir ayuda armada para luchar en contra de los españoles. Tangáxoan, desconcertado, no supo qué hacer y mandó asesinar a los guerreros para que así le llevasen el mensaje a Zuanga hasta el más allá, al país de los muertos.

 A la llegada de un grupo de españoles, Tzintzicha organizó una cacería y ordenó ataviar a los hispanos como si fueran dioses, con guirnaldas de oro en la cabeza y rodelas al cuello, y les regaló cinco venados, tortillas de bledos, pulque y frutas; además les dio mujeres. A su vez, los españoles le obsequiaron con un perro –para que cuidase a su esposa-  y diez puercos. Poco después, llegaron más españoles, y Tzintzicha les ayudó a la conquista de Colima, proporcionándoles guerreros. Finalmente, llegó el sanguinario Cristóbal de Olid. En 1522, el irecha tuvo que rendirse, -después de varias huidas por el territorio purépecha y arrastrando tras de sí una actitud temerosa y mojigata, como su colega Moctezuma-  para evitar una  masacre de las acostumbradas por los bárbaros hispanos. Derrotados, Tangáxoan y su pueblo juraron obediencia a la Corona española y el emperador selló un pacto de paz con Olid. Poco después, al cazonci se le bautizó con el nombre de Francisco. Su hijo, don Antonio Huittzimengari, le sucedió como cacique de Pátzcuaro.

Conquista Michoacan por Nuño de GuzmánNuño de Guzmán, en 1529, acusó a Tangáxoan de seguir practicando su antigua religión a pesar de su supuesta conversión, de conspirar contra el gobierno español, e incluso de haber ordenado la muerte de varios hispanos. A causa de estas acusaciones, se le arrastró con un caballo, le dieron garrote y, finalmente, le ahogaron: su cadáver fue quemado en una hoguera. Debido a este hecho, el pueblo purépecha se levantó, comandado por Eréndira, Mañana Risueña, la hija de Tangáxoan. Veamos el documento de su condena:

Sentencia contra el Cazonci.
Fallo que devo condenar e condeno al dicha (sic) Cazonzi llamado don Francisco, en pena de lo que así ha delinquido, a que de la prisión donde está, sea sacado, las manos e pies atados, con una soga a la garganta, e con voz de pregonero que manifieste su delito, e sea metido en un zerón, si pudiere ser havido, e atado a la cola de un rocín, e sea traído en derredor del lugar donde está asentado este real e sea llevado junto al paso de este río e allí sea atado a un madero e quemado en vivas llamas hasta que muera naturalmente e hecho polvos. E si el dicho Cazonzi quisiere morir como cristiano, pues ha recibido agua del batismo, puesto después que la recibió era tornado a idolatrar, como por su confesión e por este proceso consta e paresce. Mando que antes que sea quemado, le sea dado un garrote a la garganta en manera que el dicho Cazonzi muera, e del espíritu vital sea apartado, e después sea echado en el fuego e quemado como dicho es. (“Proceso que hizo Nuño de Guzmán contra el Cazonzi” Año de 1530)

Sonia Iglesias y Cabrera