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Leyendas Cortas

EL Forastero y La Niña

Leyenda real de una niña de 8 años que anda en los pueblos de la sierra del Perú.

Esta leyenda nacio en un pueblo alejado de las carreteras, rodeado por chacras donde las casas estan a 600 metros de distancia entre si.

La historia ya era conocida en ese pueblo. Un dia un forastero decide hospedarse por unos dias en una casa de ese pueblo por una semana y luego continuar su viaje.

forastero leyendaEn ese dia el forastero ya dormido a la media noche escucha la puerta : pod pod pod. Él se desperto y se pregunto quien toca a estas horas, al abrir la puerta se encuentra con una niña con rasgos de quemaduras, entonces el forastero le pregunta: ¿que necesitas niña a estas horas?, ella responde, ¿me regalaria un vaso con agua?, y el le dice si claro que si , despues de darle el vaso con agua la niña se retira.

Al dia siguiente la misma niña fue a la misma hora donde el forastero y lo mismo le pidio; pasaron 4 dias seguidos que la niña iba. Entonces el Forastero decide hacerle unas preguntas, esperó que sea la media noche, y llegada la hora la niña toca la puerta, pod pod pod, el forastero abre la puerta y la niña le pide si le pudiera regalar un poco de agua en su vaso, el forastero saca un poco de agua y le da a la niña.

Cuando la niña se iba ,el forastero decide preguntarle y le dice: ¿niña para quien llevas ese vaso con agua?..ella dice para mi papà , y el forastero pregunta ¿y donde esta tu papá?..ella le dice: él se esta quemando…el forastero queda sorprendido y le pregunta: ¿QUIEN ES TU PAPA?..y la niña grita con una voz terrorizante: ¡es EL DIABLOOO!. 

Aquel grito fue escuchado por todo el pueblo y el forastero fallecio 2 dias despues..se dice que la niña sale a penar los 21 de febrero de todos los años, durante 2 semanas atacando a turistas ….quien sera la proxima victima?

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Leyendas Cortas

El Cerro del Elefante – Cerro la Teresona

Leyendas de Toluca, Mexico. Cerro la Teresona.

Dicen que debajo del Cerro del Elefante hay una ciudad encantada y se dice que está habitada por el Diablo y que un día que una señora quería verlo, se tuvo que desvestir y se montó en una cabra. Nunca más se supo de ella.

Dicen que la ciudad se llama Tollocan. .

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Leyendas Cortas Leyendas infantiles Yucatan

La paloma torcaz

Había una vez un guerrero muy valiente y apuesto. Amaba la caza y  con frecuencia iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y lleno de asombro contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa.

El guerrero quedó tan enamorado que volvió muchas veces al lugar con el ánimo de verla; pero fue inútil, pues, ante sus ojos sólo brillaron las aguas del lago. Entonces, pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:

—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.
—¡Sólo quiero verla otra vez!
—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.
—¡Sólo quiero volverla a ver!
—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.

Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Levantó el vuelo y se dirigió al lago, se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer. Sin poderse contener se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos.

Entonces, la mujer lo tomó entre sus manos y al acariciarlo le quitó la espina que tenía clavada en el cuello. ¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma.  Desde aquel día llora la muerte de su palomo.

Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo Yucatán de Emilio Abreu Gómez. Fondo de Cultura Económica, México.

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Aparición en la Basílica

 

Una de las leyendas que todavía se cuentan en nuestra ciudad, es la que dicen las personas que visitan la Basílica de Guadalupe o los que por sus circunstancias duermen en la escalinatas de dicho lugar. Cuentan que hay ocasiones en las que ha sido vista una mujer que sale de la Basílica vieja, portando una vela encendida, sin que el intenso viento nocturno o una lluvia torrencial apaguen su flama . La mujer camina en dirección a la Nueva Basílica y para sorpresa de muchos atraviesa las paredes del edificio.

 

Algunos curiosos y otros que han sabido dominar el miedo han sido testigos de que ya en el interior de la Nueva Basílica, la mujer deja la vela como ofrenda y después de rezar una oración desaparece.

 

Tal vez se trata de un alma en pena que tiene como manda hacer la visita al sagrado recinto o puede ser la manifestación de algún compromiso que dejó de cumplir la persona a quien perteneció dicha imagen. No lo sabemos pero queda el misterio de dicha aparición.

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La confesión de un muerto

 

Se dice que una noche a principios del siglo XVII el Abad de la antigua Basílica de Guadalupe vió que entraba un hombre de elegante apariencia que le solicitó la confesión, por lo que el Abad pidió a unos familiares que lo esperaban unos minutos. Después de un rato, el Abad salió con el rostro pálido, y cerró las puertas, por lo que sus familiares se extrañaron y le preguntaron por qué cerraba si el hombre elegante aún no había salido, sin embargo, el Abad se negó a contestar y los apresuró a dejar el lugar.

 

Ya en casa de los familiares, uno de sus sobrinos le preguntó al Abad qué le había pasado, sin embargo, el Abad llevó su mano derecha hacia su oído, haciendo notar que se le dificultaba escuchar. Después de que el sobrino le hiciera nuevamente la pregunta, el Abad le respondió que el hombre que había entrado a la Basílica horas antes era un muerto que había venido de ultratumba para confesarse, y que después de escuchar la confesión había tenido dificultad para escuchar por el oído derecho.

 

El Abad nunca pudo contar lo que le había dicho el misterioso personaje, guardando el secreto de confesión, quedando la duda para siempre.

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El callejón de la Condesa

La Casa de los Azulejos, ahora mejor conocida como el Sanborn's de los Azulejos, tiene una fachada que da al Callejón de la Condesa. Su nombre se debe a que por ahí salían los carruajes de la Condesa del Valle, y ese callejón, llamado de Dolores, con el tiempo y hasta nuestros días se le conoció como el Callejón de la Condesa.

 

Sólo a través de los siglos y en aras de la tradición, ha llegado hasta nuestros oídos una curiosa anécdota, referente al Callejón de la Condesa, que tomó su nombre de alguna de las del Valle. Cuentan las consejas que cierta vez entraron por los extremos del callejón, dos hidalgos, cada uno en su coche y que por lo estrecho de la vía se encontraron frente a frente sin que ninguno quisiera retroceder, alegando que su nobleza se rebajaría si cualquiera de los dos tomara la retaguardia.

 

Por fortuna, como asienta un grave autor, la sangre no llegó al arroyo ni mucho menos, ni si quiera hirvió en las venas de los dos Quijotes; pero a falta de cuchilladas salió paciencia a los hidalgos quienes estuvieron en sus coches tres días de claro en claro y tres noches de turbio en turbio. De no intervenir la autoridad, de seguro se momifican los hidalgos; el Virrey previno, pues, que los dos coches retrocedieran hasta salir, uno hacia la calle de San Andrés, y otro hasta la Plazuela de Guardiola.

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Ciudad de México Leyendas Cortas

El fantasma de la Basílica de Guadalupe

La antigua Basílica de Guadalupe.

Algunas personas que visitan por la noche la moderna Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México,  o algunos mendigos que duermen en sus escalinatas relatan haber visto a una mujer que sale de la antigua Basílica. Porta en la mano derecha una vela que nunca se apaga,  a pesar de la lluvia o del viento. La mujer camina hasta la moderna Basílica, donde se introduce atravesando las paredes.

Algunos  curiosos han entrado a la nueva Basílica y la han visto dejar la vela en el altar como ofrenda. En seguida, la mujer se pone a rezar, y después desaparece. Se afirma que se trata de  un alma en pena que cumple una manda que no cumplió la mujer cuando vivía.

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El charro y la partera


En cierta localidad a la parte norte del pais solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes. Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió. El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro. Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos. Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera. Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.

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El Escudo de Armas

Existe una leyenda referente al Escudo de Armas, el Doctor Regino F. Ramón escribió una historia sobre el estado de Coahuila que nunca se público pero que otro a su vez al leerla, transcribe un documento que se encontró en el Archivo de la Nación y que en la parte que interesa dice lo siguiente: que Urdinola, desde Saltillo mandó por el rumbo del oriente a Don Diego de Montemayor, quien emprendió la marcha el 22 de Agosto de 1555, hasta que llegó a una gran planicie donde corría un hermoso riachuelo a cuyas márgenes estaban acampadas numerosas tribus indígenas, seguramente eran lo ojos de agua de Santa Lucía, estos indios medios domesticados no eran belicosos. Al salir el sol practicaban una curiosa ceremonia, se formaban todos dando frente al oriente y al aparecer el astro del día por entre los picachos del cerro de la Silla, le disparaban sus flechas, no de una manera hostil, sino con cierta humildad y reverencia que indicaba ser un acto de homenaje y veneración.
Don Diego de Montemayor quedó tan impresionado que muchos años después, que fundó en ese propio lugar de la ciudad de Monterrey, pidió y le fue concedido por el virrey, que el emblema de la ciudad metropolitana fuera un sol sobre el cerro de la Silla, al que disparaba un indio sus flechas.
Sin embargo y haciendo caso omiso de lo anterior, lo que si puede asegurarse sin lugar a dudas, es que el escudo data de mediados del siglo XVII, pues en la carta que envío el Gobernador de Nuevo Reino de León. Don Nicolás de Azcárraga a la reina Doña Maríana de Austria el 29 de Septiembre de 1667 y en la siguiente de fecha 5 de Abril de 1669, le decía textualmente que la ciudad necesitaba de privilegio de armas y que se cediesen según el escudo que hubiese acostumbrado, lo que confirma que el blasón ya existía para entonces.
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Milagro del diluvio

La leyenda nos relata que por el año de 1718 cayó en la ciudad una lluvia torrencial que duró 40 días e inundó gran parte de esta localidad. En ese entonces, afuera de la ciudad hacia el poniente, vivía una India tlaxcalteca esposa de un zapatero, que guardaba en su casa una imagen de la virgen de La Purísima y cuando las aguas desbordadas del río llegaron a ese barrio, se dice que la piadosa mujer acercó con fé la imagen al borde de las olas. Casi de inmediato, la corriente perdió fuerzas y se salvaron de la inundación aquella barriada y la ciudad también. Este milagro influyó para que esa mujer construyera una pequeña capilla que llamó casa de la virgen, donde las mujeres de esa época iban a rezar todos los sábados, aunque el lugar estaba fuera de la ciudad. Actualmente el templo que se encuentra en ese lugar refleja la arquitectura religiosa moderna de la ciudad.