Categorías
Jalisco Leyendas Cortas Leyendas de Terror

¡El que la hace, la paga!

Tapalpa se encuentra ubicada en el estado de Jalisco. El nombre de esta población proviene de la lengua otomí y significa Lugar de Tierra de Color, de dicha localidad proviene la leyenda que a continuación relataremos.

En la iglesia de Tapalpa vivía el padre Bernardo. Entre sus feligreses había una mujer, Marta, que cada domingo iba a confesarse. El cura ya estaba cansado de oírla, pues sus confesiones tenían mucho de fantástica y de terroríficas, por lo cual suponía que eran puro invento de la dama.

Un domingo del mes de octubre, apareció en el confesionario Marta, como ya era costumbre y el padre Bernardo se apresuró a escucharla a fin de quitárselo pronto de encima. La mujer le dijo que había visto un aparecido en su casa, y lo describió: era un hombre robusto, pero de baja estatura, moreno y de pelo lacio, con una protuberancia en la nariz. Al oír el relato el cura le preguntó a Marta si lo había conocido en vida, pregunta a la cual la mujer contestó que no, que nunca lo había visto ni conocido. Pero le afirmó que el espanto estaba seguro de conocer al padre Bernardo.La Iglesia de Tapalpa

Ante estas palabras el sacerdote se mostró extrañado y expresó: ¿Ese ente del Más Allá le dijo a usted dónde me conoció? La mujer haciendo memoria le respondió al cura: – ¡Sí, padre mío, creo recordar que mencionó un sitio en el que había abedules o algo relacionado con ellos!

Al escuchar la respuesta a Bernardo se le fueron los colores de la cara, pues en una finca donde había muchos abedule le había dado muerte a su hermano menor. Después de cometido tan nefando crimen, Bernardo había huido del pueblo en donde se encontraba la finca y se escondió en la población de Tapalpa, que quedaba bastante lejos. Llegó a este nuevo poblado y se hizo pasar por un cura al que esperaban en la iglesia y que, por supuesto, nunca llegó, posiblemente asesinado por Bernardo, el falso cura, y del cual tomó su identidad.

El cura Bernardo siguió interrogando a Marta y le preguntó si el espectro le había dicho algo más. Marta aseguró que no, que solamente le había pedido que fuera con el sacerdote del templo porque quería hablar con él.

Asustado ante lo acontecido Bernardo le dijo a la mujer que se fuera a su casa y que la esperaba a la siguiente semana. Al anochecer, el falso cura encendió un gran cirio y con la Biblia en la mano se puso a rezar con un fervor inhabitual en él.

Cuando dieron las doce de la noche con doce minutos, súbitamente la puerta de la iglesia se abrió, y un tenebroso fuerte viento como venido del Infierno echó las bancas por tierra. En ese momento se escuchó una terrible voz que decía: ¡Conque ahora te escondes bajo una identidad que no te corresponde, te haces pasar por quien no eres! ¡Pero te juro que pagarás por tu espantoso crimen! A lo que Bernardo respondió: ¡No me arrepiento, pues nunca dejaría que ella fuese tuya!

Entonces, el aparecido emitió unas palabras en un lenguaje extraño, una lengua que ningún humano había escuchado antes y Bernardo, el cura apócrifo, cayó al suelo convertido en polvo.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Leyendas Cortas Leyendas de Terror Yucatan

Una hermana muy amorosa

La tradición oral de Mérida, capital del estado de Yucatán, cuenta con una leyenda que se relata desde hace ya algunos años. En ella se nos cuenta que de la terminal de autobuses que se encuentra ubicada detrás del Palacio Municipal de la ciudad, suele bajar una guapa muchacha de unos de los autobuses. Su equipaje consiste en una caja de cartón y un ramo de flores. Al salir de la terminal, la joven se dirige a una de las calesas que se estacionan por ahí, para ofrecer sus servicios a los pasajeros que llegan constantemente.

Cuando la chica alquila la calesa le indica al conductor que la lleve a una cierta dirección de la Colonia Rosario, que por cierto no queda muy lejos. En cuanto sube al transporte no deja de hablar con el conductor, platica ya platica. Cuando concluye el viaje y la mujer llega a la dirección que le proporcionó al calesero, le tiende un billete de doscientos pesos. Como casi nunca tienen cambio los choferes ya que la dejada solamente cuesta veinte pesos, la parlanchina mujer le dice que se quede con el billete y que al día siguiente regrese porque requiere de sus servicios y que traiga consigo el cambio que le debe.Una calesa de Mérida

Así le aconteció un día a un calesero, quien al siguiente regresó muy formal a la dirección donde había dejado a la mujer, con el fin de devolverle el cambio que le debía y de trasladarla al sitio donde ella le indicase. Cuando el conductor tocó a la puerta, le abrió un hombre quien le afirmó que en esa casa no vivía ninguna joven, El chofer la describió y el hombre le dijo que la descripción que le daba correspondía a una muchacha que se había colgado de un cercano árbol.

Se había suicidado ya que su hermano había muerto y ella no soportó tanto dolor, pues le quería entrañablemente. Lo había perdido en un funesto accidente. El calesero, desconcertado, sacó de su bolsillo el billete que la chica le había entregado el día anterior, y al hacerlo se percató de que no era sino un simple pedazo de papel. Según nos dicen algunas versiones de tal leyenda, en algunas ocasiones el billete se convierte en un hueso humano.

Cuando el conductor se dio cuenta de que tenía en la mano solamente un triste papel, se descompuso y subiendo a la calesa se alejó rápidamente hasta llegar a su casa. Se metió en la cama con el cuerpo temblando y con una fiebre muy alta, pues comprendió que su pasajera no era otra cosa sino el fantasma de la parlanchina joven.

Este hecho ocurre los días 3 de octubre que fue cuando la amorosa hermana se suicidó de pena y de dolor. Desde entonces no puede encontrar la paz.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Leyendas Cortas Leyendas de Terror Michoacán

El líder y el Aparecido

En el estado de Michoacán, hace ya algunos años, vivió un señor llamado Romualdo Juárez. Este señor era el líder de una comunidad de agricultores, los cuales le odiaban porque les trataba muy mal, siempre los ofendía y abusaba de ellos en el plano laboral; era inconsecuente y bastante corrupto. Con su comportamiento de había ganado a pulso el odio de sus compañeros jornaleros, los cuales deseaban verle muerto para librarse de él.

Como Romualdo era consciente de que nadie le tenía aprecio por las arbitrariedades que cometía siempre se hacía acompañar por dos de los campesinos que se decían amigos de él, y en los que confiaba relativamente; pues ya en varias ocasiones había sido atacado por jornaleros armados con machetes.

En una ocasión, saliendo de su lugar de trabajo se dirigió a su casa acompañado de sus guardaespaldas, pues ya la noche había avanzado. Al llegar a su hogar su esposa le comunicó que uno de sus hijos, el primogénito, estaba bastante enfermo y presentaba una fiebre muy elevada. Se hacía necesario la presencia del doctor. Pero Romualdo dudaba en salir de su casa solo, los guardaespaldas ya se habían ido y lo que temía el líder era no encontrarse con sus enemigos, sino que se le apareciera El Aparecido, que solía espantar muy cerca del rumbo donde el médico vivía.

Jornalesros  de Michoacán

Sin embargo, pudo más el amor que sentía por el niño que el miedo que le tenía al fantasma, y armándose de valor, salió y enfiló montado en su cuaco hacia donde vivía el único médico de la zona.

Cuando llegaron al sitio donde se decía que presentaba El Aparecido, el caballo de Romualdo se encabritó, se levantó en dos patas y lo tiró al suelo. Asustadísimo, el hombre se levantó como pudo y a voz en cuello gritó: ¡Hey, no sé quién eres, pero cualquiera que seas aléjate de mí! ¡No te metas conmigo!

Inmediatamente se escuchó una tenebrosa carcajada que parecía salir de ultratumba. Romualdo estaba pálido del terror y el cuerpo le temblaba sin poderlo evitar. Sin embargo, volvió a gritar con todas sus fuerzas: ¡Aléjate, espíritu del mal! ¡Soy el dueño de todo lo que ves alrededor tuyo y no te haré nada malo si te alejas inmediatamente! Volvió a escucharse la espeluznante carcajada y se escuchó una voz que nada tenía de humana que decía. ¿Acaso eres dueño de tu alma? ¡Porque es un hecho que me la voy a llevar!

En ese momento, a pesar de que Romualdo se decía ateo, empezó a rezar a Dios y a todos los santos con mucho fervor y pidiéndoles perdón por todas las malas acciones que había cometido con sus compañeros los campesinos. En ese mismo instante las carcajadas se dejaron de escuchar, ya no se oyó aquella terrible voz. Al sentir el silencio Romualdo echó a correr hasta la casa en donde se encontraba el doctor, para suplicarle que acudiese a revisar a su pequeño.

A partir de ese escalofriante día, Romualdo se convirtió al catolicismo y su mal comportamiento cambió tajantemente. Se volvió honesto y comprensivo con los problemas laborales y cotidianos de sus compañeros, nunca más los trató mal y se hizo querer de todos.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas de Terror Leyendas Mexicanas Época Colonial

Clara, la bella

En la Ciudad de México en los inicios de la época colonial, vivía un matrimonio joven de alcurnia y buenos recursos, en una casona que se encontraba muy cerca de la Plaza Mayor. Dicho matrimonio estaba ansioso de tener un hijo, pero no lo lograban. Por fin. la mujer se embarazó, después de muchas dificultades y tuvo una hermosa niña a la que pusieron por nombre Clara.

Era tan hermosa la pequeña que en el momento de nacer la partera sentenció que tanta hermosura solamente sería causa de problemas y se la disputarían Dios y el Diablo. Como es de suponer, los padres quedaron muy impactados con las palabras de la mujer y trataron de olvidarlas.

Quince años después, Clara. la niña de tanta hermosura, se había convertido en una señorita, que a su belleza agregaba la altanería y la mala educación, pues sus padres la habían consentido sobremanera convirtiéndola en una majadera. Ante el mal comportamiento de la chica, las monjas de un convento cercanos ofrecieron a los padres llevársela con ellas, a fin de educarla y hacerla una buena creyente de Dios Padre. Pero la chica se rehusó totalmente a enclaustrarse.

La bella Clara

Entonces los padres pensaron en casarla. Clara aceptó con la condición de que cada pretendiente debía batirse en duelo con los demás que tenía. El resultado fue que muchos de ellos murieron en el empeño y Clara no se casó.

En una ocasión, un guapo caballero se colocó abajo del balcón de Clara y, montado en un blanco caballo, comenzó a tocar una melodía extraña y muy bonita, al término de la cual le entregó a la caprichosa mujer una aromática rosa roja. Cada noche sucedió lo mismo, y al cabo de diez días la chica se enamoró profundamente de su galán.

Una noche acordaron fugarse y Clara montó en el corcel de su amado sin parar en mientes por el dolor que tal comportamiento acarrearía a sus padres. Mientras se dirigían hacia uno de los límites de la ciudad, ella le acariciaba la mano a su amante. De pronto, sintió algo raro: la mano estaba peluda y los dedos mostraban unas largas uñas horrorosas. Asustada, Clara se fijó en la cara del joven que se había convertido en la espeluznante y horrible cara del Diablo.

Ante tal descubrimiento, la joven mujer pegó un escalofriante y terrible grito que nadie escuchó. Los padres de Clara al darse cuenta de su desaparición empezaron a buscarla acompañados de las autoridades correspondientes. No la encontraban. Pasados quince días por fin fue encontrada la jovencita. Su cuerpo fue hallado en pleno campo y estaba completamente destrozado por las uñas del Diablo que la había arañado hasta darle muerte. ¡Ese fue el terrible destino de la desafortunada joven malcriada!

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Leyendas Cortas Leyendas de Terror Querétaro

Una mujer sola

Una leyenda de Querétaro nos relata que en el siglo XVII llegó a vivir a la ciudad un matrimonio que procedía de Zacatecas. La pareja parecía bien avenida y el motivo de su cambio de residencia se debía a que el hombre trataba de mejorar su estado financiero realizando negocios en Querétaro y sus alrededores.

Decidieron habitar una casona muy grande y bella. Todo iba bien; sin embargo, el esposo tenía que ausentarse mucho de la ciudad para realizar aquello que se había propuesto: obtener sustanciosos negocios que le proporcionaran muchos negocios. Este hecho no tenía muy contenta a su mujer, pues se quedaba frecuentemente sola, cosa que no era de su agrado.

Los habitantes de la ciudad pronto empezaron a llamar a la mujer con el gentilicio de la Zacatecana. Y a pesar de que los negocios que efectuaba su marido iban viento en popa, la mujer cada día estaba más fastidiada por encontrarse tan sola, pues no conocía a nadie ni trataba de hacer amistad con otras mujeres de su entorno.

La Casa de la Zacatecana

Por la ciudad de Querétaro empezaron a rodar rumores de que la Zacatecana le era infiel a su esposo, a causa de aquella soledad que tanto la afectaba. Tales rumores llegaron hasta el marido, quien decidió cerciorarse y poner fin a tal situación.

Sumamente enojado y molesto, el hombre se presentó en su casa de manera intempestiva con la intención de sorprender a su mujer con su amante. Sigilosamente abrió la puerta de la recámara y ¡Oh, sorpresa! La Zacatecana se encontraba haciendo el amor con un joven galán. Al verse descubierta, la hermosa mujer se volvió loca de temor y sintiéndose sorprendida en un ataque de furor mató a su marido y a su amante.

A los cuerpos de ambos decidió enterrarlos en el jardín de la casa. Y ella decidió encerrase para siempre en la casona, a fin de evitar las habladurías que había traído consigo la desaparición de su marido que nadie se explicaba.

Pero la Zacatecana se encontraba muy mal. Por un lado, sabía que toda la ciudad sospechaba de su crimen; y por otro, ella misma sentía remordimientos y culpa por lo haber cometido tan espantosos asesinatos. Ante ese estado de cosas, un día, la mujer tomó una cuerda y se colgó del balcón principal de su hermosa casona.

Desde entonces se escuchan por la noche los lamentos de la Zacatecano y se aparecen tres fantasmas rondando la casa que no pueden encontrar la paz y que eternamente serán dolidas almas en pena.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Chiapas Leyendas Cortas Leyendas de Terror

La Misa de Medianoche

En el pueblo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, vivía una señora llamada María Josefina a la que todos los habitantes respetaban mucho. Era viuda y dedicaba parte del dinero que le había dejado su esposo a ayudar a los necesitados que no faltaban. Todos la querían y la consideraban muy bondadosa por actos de caridad.

Doña María Josefina, además de buena y caritativa era muy piadosa y todos los días acudía a la muy antigua iglesia del Carmen a oír misa a las cinco de la mañana. Cuando salía de su casa procuraba no hacer ruido al abrir el gran portón para no despertar a su criado, pues éste era ya un anciano enfermizo y débil. Ella sabía que cuando regresara de la misa en la mesa del comedor encontraría un sabroso chocolate y ricos panes para desayunar que su empleado solía prepararle todos los días.

En cierta ocasión a María Josefina la despertaron las campanadas de la iglesia que anunciaban el comienzo de la misa. Al escucharlas la mujer se apresuró, pues se dio cuenta que llevaba un poco de retraso. Rápidamente se vistió y salió de la casa con su Biblia y su rosario en la mano.

El Templo del Carmen en San Cristóbal de las Casas, Chiapas

Al llegar a la iglesia la dama ocupó su sitio habitual que se encontraba en la parte posterior y esperó a que diera comienzo la misa, mientras tanto se puso a leer la Biblia. Sin embargo, un extraño silencio hizo que la mujer dejara su libro y levantara la cabeza para ver lo que pasaba en la iglesia. Al momento se dio cuenta que todos los que estaban sentados delante de ella carecían de cabeza. Este hecho insólito la llenó de terror.

De la boca de la asustada mujer salió un gemido de pánico y angustia. En eso dio comienzo la misa, el padre salió y se colocó frente al altar. ¡Cuál no sería la sorpresa de la mujer cuando se percató que el sacerdote tampoco tenía cabeza! En ese momento María Josefina sintió una mano que le tocaba el hombro, volteó y vio los hábitos de un fraile, fue alzando la cabeza y ¡horror! El fraile tampoco tenía cabeza… y sin embargo escuchó que le decía: ¡Querida señora, esta misa no es para los vivos, es una misa para los muertos!

Aterrorizada, la mujer asintió con la cabeza y se apresuró a salir de la iglesia. Pero no podía salir de prisa porque sentía el cuerpo muy pesado, como si no le obedeciese. Cuando por fin logró llegar a su casa y empezaba a abrir la puerta, escuchó las campanadas del templo indicando que era la medianoche.

Así pues, desde entonces nadie se atreve a ir a las doce de la noche a la misa. Cuando las personas escuchan las campanadas anunciando la misa de doce, echan a correr hacia sus hogares temerosos de participar en una misa dedicada solamente a los difuntos quienes además carecen de cabeza… vaya usted a saber por qué

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Coahuila Leyendas Cortas Leyendas de Terror

Laura

La ciudad de Saltillo es la capital del estado de Coahuila de Zaragoza. Esta ciudad es famosa por su producción de pan de pulque y por sus multicoloridos sarapes que son toda una belleza. El origen de su nombre es un tanto oscuro. Para algunos estudiosos de la filología su nombre proviene del chichimeca y significa “tierra alta de muchas aguas”; para otros, proviene del nombre dado a un salto de agua, a cuyo pie se fundó la inicial villa, a finales del siglo XVI, gracias a un portugués llamado Alberto del Canto, quien la llamó Villa de Santiago de Saltillo.

Varios siglos después en esta misma ciudad, vivía una muchacha llamada Laura que era un tanto cuanto vanidosa y le gustaba tomarse fotos en un espejo de su recámara. Una cierta noche, después de haberse sacado una serie de fotos frente al espejo de su coqueta, ya cansada se metió en la cama para dormir, y lo hizo profundamente.

En la madrugada empezó a caer una fuerte lluvia y un trueno despertó a la muchacha e iluminó la recámara por unos cuantos segundos. Tiempo suficiente para que Laura viera en el espejo a una serie de personas sin cara, pero a pesar de lo cual tenían los ojos fijos en ella. Esas terribles miradas le produjeron un miedo cerval y se le puso la carne de gallina. A pesar de su miedo la chica se quedó de nuevo dormida, pues se encontraba muy cansada.El tocador de Laura

A la mañana siguiente acordándose de lo que había visto Laura decidió quitar el espejo de su tocador. Al llegar la noche, de acuerdo a su costumbre, la mujer decidió tomarse las fotos, pero esta vez en el espejo del cuarto de baño. Al terminar, decidió lavarse las manos en el lavabo; cuando iba a abrir el grifo del agua caliente, éste se abrió solo y salió un tremendo vapor que empañó el espejo. Laura se asustó mucho y deseó correr con todas sus fuerzas, pero sus músculos no le obedecieron y se quedó clavada frente al lavabo. De repente, al ver el espejo vio que sobre el vapor que le cubría aparecían estas extrañas palabras: ¡Laura, mujer vanidosa, regresa el espejo a tu cuarto, pues nosotros extrañamos verte cuando te tomas fotografías y cuando te encuentras dormida en tu cama!

Laura casi se vuelve loca del susto por el terrible letrero que le habían escrito entes del más allá.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas de Terror

La Escalera

En la Ciudad de México, en el último piso de un antiguo edificio de cinco pisos, vivía una señora que te tenía un esposo, dos hijos y una hija. El padre de familia enfermó y la mujer quedó viuda. Como se sentía muy sola inició relaciones con un hombre que llevó a vivir a su casa. Al principio todo iba de maravilla. El amante era bueno con los niños y todos estaban contentos. Sin embargo, no todo era perfecto, ya que el hombre era alcohólico y cuando agarró confianza empezó a beber en demasía.

Entonces todo se convirtió en un infierno, porque el tipo se emborrachaba todos los días y golpeaba sin piedad a su querida y a los tres hijos. La hija menor, la preferida de la mujer, trataba de detener al bruto que maltrataba a su madre y a sus hermanos, pero nada conseguía, pues el señor era grande y muy fuerte. Esta situación de alcohol, golpes, groserías y malos tratos tenía ligar varios días a la semana.

Como el tipo tomaba tanto no había trabajo que le durara, por lo cual la situación económica de la familia era sumamente precaria, y lo poco que ganaba se lo gastaba en bebidas en su cantina favorita, donde no faltaban amigos que lo convidaran a beber.

La niña asesinada

En una ocasión, el borracho estaba sin un centavo y con unas ganas locas de beber. En su desesperación arremetió como nunca contra su amasia: la golpeó y la pateó. La niña como pudo trató de detenerlo, pero lo único que logró fue que le pegase con mayor saña, como nunca antes lo había hecho. La madre, desesperada, le rogaba que se detuviera, pero mientras más suplicaba más se ensañaba el borracho. Estaba tan furioso contra la pobre niña que defendía a su madre que en un arranque de odio infinito tomó a la criatura en sus brazos y la arrojó por la escalera.

La pequeña murió inmediatamente y la madre la tomó en sus brazos llorando desesperadamente. Al ver lo que había sido capaz de hacer, el asesino trató de huir, pero al final no lo hizo, sino que tomó una cuerda y se ahorcó en una viga de la recámara. Pasados los funerales, la familia restante decidió irse del departamento.

El fantasma de la niña se quedó por siempre en la escalera: va vestida de negro y siempre sonríe. Se convirtió en un espíritu bueno, pues cada vez que alguien sube la escalera lo acompaña, cuidando que no vaya a dar un mal paso y se caiga y muera. Si alguien llega a trastabillar, inmediatamente la niña le ayuda a recobrar el equilibrio para que no caiga y se mate.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas de Terror

La Niña de la Pelota Roja

La ciudad de México cuenta con un aeropuerto cuyo nombre completo es Aeropuerto Internacional Benito Juárez que se encuentra localizado en la zona metropolitana del Valle de México, situado en el pueblo de Peñón de los Baños y rodeado de zonas urbanizadas.

Este aeropuerto cuya historia se inicia en el muy antiguo Aeródromo de Balbuena en 1911, cuenta con una leyenda que ha corrido de boca en boca por la ciudad y otros lares más alejados.

Hace ya muchos años, en el aeropuerto de la Ciudad de México tuvo lugar un nefasto accidente cuando un avión comercial, debido a la terrible neblina que había, efectuó un aterrizaje en una pista equivocada, que por cierto se encontraba cerrada debido a que la estaban arreglando. Había en ella maquinaria pesada y un enorme camión de volteo, contra el cual el avión se estrelló. En el horrible accidente murieron setenta y dos personas que iban en al aparato.

A partir de entonces, trabajadores del aeropuerto, visitantes y viajeros aseguran que se ven los fantasmas de las personas muertas en el accidente, las cuales deambulan por la famosa pista y aun por otros sitios del aeropuerto. Se les ve pálidos, perdidos, andrajosos, llenos de sangre y con partes del cuerpo amputadas y purulentas. Caminan entre las personas y de repente desaparecen dejando aterrados a quienes los ven.

La niña fantasma del aeropuerto de la Ciudad de México.

Entre estos horripilantes fantasmas puede verse el de una niña de alrededor de siete años de edad. Siempre lleva consigo una pelota roja con la que juega haciéndola rebotar. A diferencia de los otros fantasmas que no le dirigen la palabra a nadie. Esta pequeña se suele comunicar con las personas que la ven. Se acerca a ellas y les pide que le aten las agujetas de sus zapatos. Cuando alguien empieza a amarrárselas, la niña súbitamente desaparece sin dejar rastro, hecho que ocasiona un terrible susto al solicitado, del cual tarda cierto tiempo en reponerse, si es que lo logra.

A la niña le gusta aparecerse en el cementerio de aviones, en los pasillos de acceso a las salas de espera, en las tiendas donde los viajantes suelen comprar recuerdos de última hora. En fin, la niña de la pelota roja anda por todo el aeropuerto. Nadie sabe cómo se llama ni con quién se encontraba en el avión. Sólo se sabe que está muerta.

Los videos del aeropuerto han logrado captarla en muchos de los sitios mencionados, y se les puede ver accediendo a internet.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas de Terror

Una rica moronga

En las fiestas dedicadas a San Pedro Oztotepec, que se celebran en el Barrio de la Asunción en Xochimilco, hace ya mucho tiempo un grupo de amigos se encontraba festejando muy contento. Ya por la madrugada decidieron regresar a sus casas, cansados de tanta pachanga. Cada quien tomó el camino correspondiente hacia su respectiva casa. Una de las participantes se llamaba Felipa Sánchez y emprendió el camino bastante agotada, junto con algunos compañeros que vivían en el mismo pueblo que ella.

Cuando llegaron cerca de la orilla del lago de Xaltocan, Felipa escuchó un llanto que le llamó la atención, y les pidió a sus amigos que revisaran el lugar porque tal vez alguien se encontraba en peligro y necesitaba ayuda. Uno de los acompañantes de nombre Jacinto se percató que en la copa de un gran árbol se encontraba una mujer atorada  y se dispuso a bajarla. Ya que lo logró, la depositó sobre el pasto y se dio cuenta que la mujer estaba muy pálida. Todos la observaban y notaban que le causaba trabajo respirar. Se llamaba Inés.

Asustados, se dieron cuenta que a Inés le faltaba la mitad de sus piernas y que su cuerpo estaba tinto en sangre. No sabían qué le había pasado ni porqué se encontraba en lo alto de un árbol. La mujer les sonrió para agradecerle a Jacinto que la hubiese bajado, pero su sonrisa tenía algo raro, como malévolo. La señora, que en realidad era una bruja, se arrastró hasta la base del árbol. Tomó en sus manos una olla y una escoba de varas, al tiempo que les suplicaba a los hombres que la pusiesen en pie y que la llevaran hasta su casa, pues había sufrido un accidente y su marido la estaba esperando en su casa en Xaltocan.Plato con rebanas de moronga

Dos de los hombres del grupo se ofrecieron a ir hasta la casa de la mujer a cumplir un encargo, pues la mujer no podía moverse. Tocaron a la puerta y les abrió la puerta un señor. Le dijeron que habían encontrado a su esposa en el camino hacia Xochimilco y que necesitaban que los dejara pasar a recoger las piernas de la mujer que se encontraban en la cocina. Azorado, el hombre los condujo hasta la cocina, en donde encontraron las piernas de la bruja colocadas en forma de cruz.

La mujer bruja les había advertido a los hombres que cuando encontraran sus piernas no le fueran a quitar la ceniza que se encontraba en sus muñones, y que las envolvieran con mucho cuidado en una manta para llevarlas camino a Xochimilco donde se encontraba. Cuando el marido y los dos ofrecidos llegaron a Xochimilco, vieron con estupefacción como la bruja les quitaba la ceniza a los muñones de sus piernas y se los colocaba en los cercenados muslos.

Jacinto le preguntó al esposo si no sabía que su esposa era una bruja, pero éste alegó por completo que lo supiese. No sabia nada de las actividades nocturnas de su cónyuge. Solamente se había dado cuenta que por las noches se quedaba profundamente dormido y nada lo despertaba.

Cuando le enseñaron la olla de la bruja vieron que estaba llena de sangre. Entonces, empavorecido el marido exclamó: – ¡Con razón siempre me quiere dar moronga de almuerzo! Cuya sangre procedía de las heridas de sus piernas y de la que obtenía hiriendo a sus víctimas.

La bruja de Xaltocan salió libre, por uno de esos misterios de la ley. Pero como los habitantes de su pueblo la querían quemar, la pareja tuvo que huir a vivir a otro poblado. ¿Será acaso donde tú vives?

Sonia Iglesias y Cabrera