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El Tapacaminos y el Quetzal

Existe una leyenda muy curiosa que proviene del estado de Yucatán. Tiene como personaje central a una ave conocida con el nombre de Tapacaminos. Este pájaro es de color pardo con manchas blancas y negras en sus plumas que son cortas. Es de tamaño pequeño y casi no pueden caminar, pues sus patas se encuentran un tanto atrofiadas. Con las plumas que tiene al lado del pico caza los insectos que le sirven como alimento. Sus grandes ojos le permiten ver perfectamente por la noche. En el día se oculta en los árboles. Al volar no hace ruido, lo que le impide a sus presas huir. Es un animal bastante feo al que le gusta ponerse en las carreteras a la espera de los automóviles y camiones. Cuando el vehículo está a punto de atropellarlo, el Tapacaminos emprende el vuelo prestamente evitando ser apachurrado.

El Tapacaminos actual

Esta ave tan especial cuenta con una leyenda que a continuación relatamos. Un cierto día el gran tlatoani de la zona maya quiso averiguar quién era el rey de las aves. Para tal efecto ordenó a sus subordinados que organizaran un concurso en el que participaran todas las aves que se creyeran, o lo fuesen, hermosas, talentosas e inteligentes.

Entre las bellas aves que habitaban en la región se encontraba una que era especialmente fea, y considerada por las demás como desagradable y de mala entraña. Había otra ave que era todo lo contrario: de bellas plumas de magníficos y deslumbrantes colores, buena como un sol, inteligente y muy talentosa para volar, era el original Tapacaminos. La pobre ave fea fue a visitarlo, y le pidió que le prestase su encantador plumaje para poder participar en el concurso. Le juró que se lo devolvería en cuanto éste terminara. La hermosa ave, como era muy buena, no dudó en prestarle sus plumas a la fea.

El día del concurso, el feo pajarraco, engalanado como las plumas ajenas, se presentó muy oronda y exhibió su estupendo plumaje, y dijo que su nombre era Quetzal. Ante tal maravilla los jueces no dudaron en otorgarle el primero en belleza y darle el correspondiente premio. Al verse tan hermosa, el ave fea decidió que no le devolvería el plumaje a la otra. Y se fue huyendo muy quitada de la pena. El Tapacaminos, la buscó por todas partes para exigirle que le devolviese sus coloridas plumas, pero nunca la encontró. Por eso es que cuando el actual Tapacaminos encuentra a alguna persona o animal, siempre pregunta: -¿No has visto al Quetzal! Con la esperanza de poder recuperar su belleza que perdió por ingenua y buena.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Querétaro

Un nacimiento muy curioso

Una leyenda muy curiosa nos relata el nacimiento de uno de los presidentes de México, que a continuación narramos. En la Ciudad de Querétaro, en el siglo XVIII, vivía una pareja formada por doña María Úrsula Rodríguez y Salinas, y don Antonio Gómez Pedraza. Se trataba de una pareja criolla de clase alta, que contaba con varias propiedades.

En un día del año de 1789, justamente el 22 de abril, los corregidores de la Ciudad de Querétaro decidieron organizar una gran fiesta. Por supuesto que no dejaron de invitar a los Pedraza que a la sazón era la pareja más famosa y solicitada de la región por su riqueza y simpatía. Doña María Úrsula se encontraba embarazada y ya muy adelantada, poco tiempo le faltaba para dar a luz.

Aun así, decidieron acudir a la fiesta, pues no querían que los corregidores se enojasen y ofendieran si llegaban a faltar y se distanciase la amistad. Así que hicieron de tripas corazón y se alistaron para acudir al baile. Se engalanaron con sus mejores ropas y acudieron a la casa de los anfitriones.

Todo iba de maravilla en la fiesta, había música, las parejas bailaban, había buena comida y buenos vinos y licores, y todos disfrutaban del bien organizado sarao. Para los Pedraza todo iba bien. Doña maría Úrsula gozaba de la música y la comida. Llegó la hora de despedirse, y de repente la embarazada empezó a sentir unos terribles dolores en  el vientre y la cadera. Habían comenzado los dolores de parto y en pleno festejo. As mujeres mayores y de más experiencia, la acostaron en un sillón y precedieron a ayudarla a dar a luz. Todo fue de maravilla y al poco tiempo un hermoso bebé nació.

El retrato de don Manuel Gómez Pedraza

El nene lloraba a todo pulmón, y todos los invitados estaban muy contentos pues consideraban que ese nacimiento en plena fiesta era un signo de buen agüero. Los más contentos eran los corregidores, pues les parecía muy distinguido que un bebé hubiese nacido en su casa y en medio de la fiesta. Todos los invitados le desearon buena suerte al recién nacido… y la tuvo, pues con el tiempo se convirtió en el gran general y presidente don Manuel Gómez Pedraza, aunque poco duró su período presidencial.

Gómez Pedraza murió a los sesenta y dos años de edad debido a una oquedad pulmonar, y fue enterrado, sin confesión, en el Panteón Francés de la Piedad.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Dos cruces legendarias

Cuando hablamos de la “cruz” nos referimos a un símbolo de carácter universal, que se ha presentado en casi todas las culturas del mundo, y por supuesto, con diferentes significados y connotaciones simbólicas. Se le considera como el tercero de los cuatro símbolos fundamentales, junto con el centro, el círculo y el cuadrado. Como diría G. de Champeaux, en su magnífico libro Introduction aux monde des symboles: Establece una relación entre los otros tres, por la intersección de sus dos rectas que coinciden en el centro abre éste al exterior; se inscribe en el círculo y lo divide en cuatro segmentos; engendra el cuadrado y el triángulo, cuando sus extremidades se entrelazan con cuatro rectas. La simbólica más compleja deriva de estas simples observaciones: ellas han dado lugar al lenguaje más rico y más universal. Como el cuadrado, la cruz simboliza la Tierra; pero expresa sus aspectos intermediarios, dinámicos y sutiles. La simbólica del cuatro se liga en gran parte a la de la cruz, pero sobre todo cuando designa un cierto juego de relaciones en el interior del cuatro y del cuadrado. La cruz es la más totalizante de los símbolos. Veamos ahora lo que ha significado legendariamente la cruz para los mayas y los mexicas.

La Cruz Maya. Para los antiguos mayas el icono de la cruz representaba el eje del mundo, el árbol del mundo. Es una cruz que representa a la Vida y a la Muerte, la concepción dual, en ella se integran todos los elementos cosmológicos de los mayas, quienes pensaban que el universo estaba constituido en varios niveles: el Cielo, que comprendía trece partes superpuestas; en él vivían los Oaxlahuntikú. Después estaba la Tierra, el lugar donde habitaban los hombres, y debajo de ella, se encontraba el Inframundo con nueve estratos que albergaban a los bolontikú. Estos planos del universo seguía cuatro direcciones asociadas con un determinado color, Así había: el oriente rojo, el blanco norte, el negro oeste, y el rojo este; a más del Árbol del Mundo en la parte central. Así pues, la Cruz Maya de la Vida y de la Muerte, se relaciona estrechamente con el origen mítico, con la cosmología y con la cosmografía de los mayas antiguos y aun modernos.

La hermosa Cruz Maya

La Cruz Mexica. A esta cruz la encontramos, principalmente, formando parte del llamado Calendario Azteca o Piedra Solar, disco basáltico con inscripciones en las que se relata la cosmogonía de la cultura de los mexicas. La Piedra tiene 3,60 metros de diámetro y 122 centímetros de grosos. Su peso es de 24 toneladas. En el centro de dicha Piedra se encuentra el dios del Sol Tonatiuh, dentro del jeroglífico ollin, movimiento, el cual tiene la forma de una cruz. Cada brazo de la cruz, representa a una de las cuatro eras o soles, por la que ha pasado la creación del mundo antes de llegar al actual, que conocemos como el Quinto Sol. Los brazos de la cruz son del mismo tamaño y cuadrados. En el brazo superior de la derecha, se encuentre el día 4 Jaguar, que fue el momento en que terminó la primera era, misma que duró 676 años, y la cual diera fin a causa de monstruos que salieron a la tierra y mataron a las personas. Este brazo representa el elemento Tierra. En el brazo que queda a la izquierda está el jeroglífico 4 Viento, el cual representa los huracanes que, después de 364 años, asolaron a la Tierra, y convirtieron a los hombres en monos. El brazo inferior izquierdo, 4 Lluvia, representa a la era que terminó debido a una lluvia de fuego, elemento al que representa; en este sol algunos hombres murieron y otros se volvieron guajolotes. Su duración fue de 312 años. El brazo inferior derecho, 4 Agua, tuvo una duración de 676 años, mismos que terminaron a causa de torrentes de agua, Los hombres que no murieron se convirtieron en peces. Entre los signos de los brazos, las eras, se encuentran los signos de los puntos cardinales: 1 Pedernal, 1 Lluvia, Xiuhuitzolli (signo heráldico), y 7 Mono; o lo que es igual norte, sur, este y oeste, respectivamente. La cruz representa la totalidad del mundo.

 Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

 

 

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Ciudad de México Leyendas Cortas

El Portugués

En el año de 1556, vivía en la Ciudad de México un matrimonio de españoles. Al poco tiempo de establecidos, tuvieron una hija sumamente hermosa. Era blanca y rubia. Un sacerdote, amigo íntimo de la familia, fue el encargado de bautizarla. La pequeña creció, y al llegar a la adolescencia su belleza se había incrementado. Pero la mala fortuna quiso que sus padres muriesen en un terrible accidente. El sacerdote que la había bautizado, al verla desamparada se hizo cargo de ella. La jovencita lo consideraba como a su padrino.

Al ir creciendo la joven se volvía cada vez más bella y deseada. Razón por la cual contaba con un gran número de pretendientes. Un joven portugués que llegó a la Nueva España huyendo de las deudas de juego y de los acreedores que lo acosaban, conoció a la muchacha y se enamoró de ella. La cortejó en seguida, pero el fraile que la cuidaba no estaba de acuerdo en ello, pues se había enterado que en Portugal el galán había dejado a su familia sin avisar a dónde se iba, y además, ya en la Ciudad de México solía frecuentar por la noche antros de mala reputación donde se emborrachaba, jugaba y se divertía con mujeres de la vida fácil. El sacerdote padrino le prohibió a la ahijada cual trato con ese rufián de mala muerte.

Al enterarse de la prohibición, el joven le pidió a la bella que se fugase con él. Ella aceptó. La noche en que iban a huir, llegó el padrino y empezó a discutir con el tarambana a la puerta de la casa. Entonces éste sacó un puñal y se lo clavó en la cabeza al clérigo, quien murió instantáneamente. Arrojó el cadáver al río y huyó para el Perú.

Tres años después, el asesino regresó a la Ciudad de México y quiso contactar a su antigua novia, más movido por sus riquezas que por amor. Pero para llegar a la casa de la mujer, debía pasar por un puente que estaba sobre el río donde había arrojado al fraile. Decidido a llegar a la casa subió al puente y cuando ya casi terminaba de cruzarlo, se le apareció un horrendo cadáver en estado de putrefacción y vestido con desgarrados hábitos de fraile. Asustadísimo, el jugador trató de quitarse la mano que le aferraba la garganta sin lograrlo.

Al día siguiente, los vecinos encontraron en el puente al cadáver del portugués y sobre de él el blanco esqueleto del sacerdote con un puñal incrustado en la cabeza y que tenía grabadas las iniciales de su asesino en el mango.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

 

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Leyendas Cortas Michoacán

¡Yo te bautizo con el nombre de Santa Teresa!

El Volcán de los Espinos se encuentra en el estado de Michoacán,  en el interior de su cráter tiene un lago, al cual se le suele llamar Alberca de los Espinos. Este remanso de agua cuenta con una leyenda muy antigua en la que se nos narra que en tiempos pasados el volcán estaba consagrado al dios del agua Tiripeme Curicaveri. A él acudían las mujeres indígenas para bañarse y lavar la ropa.

A la llegada de los españoles conquistadores, los frailes franciscanos emprendieron su tarea evangelizadora entre los indios purépecha, y mientras más adeptos ganaban para la religión católica, más enojado se ponía el Diablo. Estaba tan furioso en Chamuco que  cada vez que las mujeres acudían al cráter para cumplir con sus faenas agitaba el agua con tanta fuerza que el agua se salía de su cauce y se levantaban enormes olas que cubrían las paredes del cono volcánico.

Este hecho asustaba muchísimo a las mujeres que salían corriendo del cráter por temor a morir ahogadas. Y si volteaban la cabeza mientras iban huyendo, podían ver en medio del lago la cabeza extraordinariamente fea y maligna del Diablo. Sus cuernos eran enormes, su cara roja y sus carcajadas semejaban estruendosos truenos que ponían los pelos de punta.

La Alberca de los Espinos

Mucha de las indígenas murieron ahogadas por las maldades del siniestro personaje.

Tan desesperados estaban los purépechas que decidieron acudir a fray Jacobo Daciano, misionero danés que Carlos V Había enviado a la Nueva España, que vivía en Zacapu y era defensor de los indios. Cuando los escuchó el padre, y después de meditar lo que había que hacer, les comunicó a los solicitantes que era necesario bautizar el agua. El fraile preparó lo conveniente para la ceremonia, y el 15 de octubre de 1550 subió hasta lo alto del cerro. Las aguas verdosas estaban quietas, había sol y se escuchaba el suave rumor del viento. Fray Jacobo alzó la mano en la que portaba una cruz y dio inicio a la ceremonia del bautismo observado por todos los habitantes de la comunidad.

Cuando el fraile arrojó el agua bendita al cráter se levantó un gigantesco remolino acompañado de un fuerte viento. Inmediatamente el Diablo salió huyendo y maldiciendo al clérigo que se atrevía a sacarlo. Pero nada detuvo al santo varón, quien pronunció las siguientes palabras: ¡Yo te bautizo con el nombre de Santa Teresa!

Todo volvió a la normalidad, y desde entonces en la fecha mencionada se lleva a cabo una fiesta todos los años.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El pacto

El Cerro del Zapotecas, se encuentra en San Pedro Cholula, Puebla. Por supuesto cuenta con su leyenda, la cual nos cuenta que en una ocasión un hombre estaba muy preocupado porque tenía que hacer la mayordomía de la fiesta del pueblo y no tenía dinero. Los gastos eran enormes: la banda de música, los cohetes, los “toritos”, a más de la comida y la bebida. No dormía de la angustia. Ante tal calamidad decidió seguir los consejos de su compadre e ir al Cerro de Zapotecas para hacer un pacto con el Diablo, a fin de que le consiguiese dinero. Su compadre le había dicho que él también pensaba ir.

El hombre lo pensó muchos días, y una noche, después de haber realizado su trabajo en el campo, tomó su chamarra y salió de su casa a hurtadillas. Muy temeroso, caminó por el pueblo hasta que llegó al cerro y empezó a subirlo sudando por el miedo, y muy sofocado por el esfuerzo, razón por la cual decidió quitarse su chamarra. Era noche cerrada, no se veían las estrellas ni la luna. Cuando, arrepentido, estaba a punto de regresarse, escuchó una ronca voz que le decía: -¡Ya sé que me andas buscando, yo te puedo ayudar, pero me tienes que dar al alma de un miembro de tu familia. Piensa en quién. Tienes un minuto para que yo regrese y firmemos un pacto con sangre! En seguida, El Chamuco, de gabán y sombrero, desapareció entre los árboles.

El Chamuco

Ahí se quedó el hombre pensando que ahora tenía dos problemas, cuando escuchó unos terribles quejidos. Creyó que alguien solicitaba ayuda y buscó entre los árboles. Pero caminando se encontró con una hacienda muy grande, siguió andando hasta entrar por el portón de la hacienda. Al abrirlo se sorprendió de ver a muchos hombres que colgaban de las manos y tenían los pies amarrados. Entre ellos reconoció a su compadre que había desaparecido hacía ya más de una semana. Corrió a socorrerlo y oyó que le decía con débil voz: ¡Compadre, vete, sálvate, vete y no vuelvas la cara, olvídate de mí! ¡Huye del Diablo ahora que puedes!

El hombre salió huyendo a la carrera. Corrió hasta llegar a su pueblo a eso de la una de la madrugada. Llegó a su casa y se acostó en la cama con su esposa, y se quedó dormido. Cuando despertó se acordó de lo sucedido la noche anterior y decidió que para salir del problema de los gastos de la mayordomía vendería dos vacas y haría una fiesta sencilla para el Santo Patrón. Así lo hizo, y ya con el dinero en la mano se dirigió a la iglesia para comenzar con los preparativos de la fiesta. En eso vio a un grupo de personas alrededor de una carreta en la que venía su compadre muerto y ensangrentado. Al verlo, el hombre se impresión mucho pues su compadre traía puesta la chamarra que él se había quitado al subir el Cerro de Zapotecas.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ciudad de México Leyendas Cortas Puebla

Dos Santos Niños legendarios

El Santo Niño de las Suertes: “Tú que estás lleno de benignidad y clemencia/ escúchame te lo ruego” (Oración)

Cuenta la leyenda que a principios del siglo XIX se les apareció a dos misioneros que vivían por el rumbo de Tlalpan, Distrito Federal, un bebé de escasos cuatro meses de edad. Al tomarlo en sus brazos se les convirtió en una escultura de gran belleza, de posición recostada, y con los bracitos apoyados sobre una calavera, en señal de su victoria sobre la muerte. En el mismo lugar donde apareció el Niño, brotó un manantial que llevó el nombre de Ojo del Niño.

Es sabido que cuando se va a visitar al Santo Niño de las Suertes al Convento de San Bernardo de monjas concepcionistas, donde vive, se le debe llevar un juguete, pues acostumbra por las noches bajarse de su nicho a jugar con sus obsequios. Sus regalos se multiplican el día de su fiesta el segundo domingo del mes de enero, cuando las monjas lo engalanan con esmero. Se le considera un Niño muy milagroso, siempre y cuando se le agasaje con juguetes.

El famoso Santo Niño de las Suertes

El Santo Niño Cieguito: “Niño cieguito, niño cieguito/¡Mi andarieguito!” (Oración)

La historia del Santo Niño Cieguito del Templo de la Capuchinas en la Puebla de los Ángeles data del siglo XVIII, cuando, durante una tormenta, un loco descreído, que se había introducido al templo con el propósito de robar,  arrebató al Niño Jesús de los brazos de su madre la Virgen María, que se encontraba por aquel entonces en el Convento de la Merced de Morelia, Michoacán. Enfurecido porque el Santo Niño empezó a llorar, el demente le arrancó los brazos y las piernas. Al observar que el Niño seguía llorando de pena por el ultraje y la miseria humana, furioso al escuchar el lastimero llanto, el loco le arrancó los ojos con un punzón.

Ya cegado,  abandonó al santo Niño en la cima del cerro de Punhuato, sito al poniente de la Ciudad de Morelia, entre espinosas breñas y animales ponzoñosos. Poco después, las autoridades apresaron al ladrón, quien confesó su crimen y señaló el lugar donde había abandonado al Niño. Éste fue en seguida rescatado y llevado a su convento de origen. Tiempo después se le trasladó a Puebla, donde empezó a realizar favores, cumplir peticiones, y obrar milagros. Y si no lo cree, vaya al Templo de las Capuchinas.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Chihuahua Leyendas Cortas

La partera y el tesoro

Una leyenda de Chihuahua relata que en un pequeño poblado vivía en una pobre casa una señora que era partera. En toda la región de Papigochi la conocían y la respetaban por sus conocimientos. Un día, acudió a la casa de la mujer un grupo de apaches quienes se la llevaron por la fuerza. Después de cubrirle los ojos con un paliacate, la montaron en un caballo, la llevaron a un lugar que quedaba muy lejos de la casa en que vivía la mujer, y que se encontraba en lo alto de una montaña.

Al llegar a la cumbre, los apaches se metieron a una cueva y le quitaron la venda de los ojos a la partera. En seguida, ella vio a una muchacha joven que estaba en dificultades para dar a luz. Era la hija del jefe de la tribu, quien le ordenó a la mujer que la ayudara a parir. Después de un cierto tiempo la mujer dio a luz a un nene.

El Cerro de Miñaca en el estado de Chihuahua.

Toda la tribu de apaches estaba muy contenta por el nuevo nacimiento. Entonces, la mujer se dio cuenta que en la cueva –de grandes dimensiones- había un increíble tesoro: joyas, monedas, oro y muchas cosas más de mucho valor. En agradecimiento por haber ayudado a su hija a parir, el jefe le regaló a la mujer mucho oro y muchas monedas. A la partera la regresaron los indios a su casa sana y salva.

Nunca supo la mujer a dónde la habían llevado con exactitud, pero maliciaba que se trataba del Cerro de Miñaca que tiene una altura de 2,288 msnm, ya que es la única montaña que se encuentra en la región. Con el dinero que le entregó el jefe indio, la mujer pudo comprarse una buena casa, y además compró algunas cabezas de ganado que le permitieron vivir tranquilamente el resto de su vida.

Desde entonces, todos los habitantes de Chihuahua afirman que en el Cerro de Miñaca existe una caverna oculta en donde se encuentra el fabuloso tesoro que guardaban los indios apaches, desde hace muchos siglos. Muchas son las personas que acuden al cerro a buscar el tesoro con la esperanza de volverse ricos de la noche a la mañana. Sin embargo, hasta el día de hoy nadie ha podido dar con él.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

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Los enanos carpinteros

Cuenta una extraña leyenda de Zacatlán de las Manzanas, Puebla,  que en el año de 1901, llegó a vivir al pueblo una familia de enanos, cuyos miembros se dedicaban a la carpintería. Se trataba da una familia muy feliz, que no se avergonzaba de su condición diferente y entre ellos todo era paz y armonía. Eran muy unidos y trabajaban con ahínco. Nadie sabía de dónde procedía la familia, pero como eran simpáticos y laboriosos, la comunidad los aceptó de inmediato.

Los enanos decidieron poner un taller de carpintería, donde empezaron a fabricar muebles y objetos muy hermosos. Y como sus trabajos eran bellos a la vez que muy bien acabados se hicieron de una buena clientela. Pero a pesar de haber sido bien aceptados por la comunidad no faltaban los muchachitos traviesos y mal educados – y uno que otro adulto- que se dedicaban a burlarse de ellos. Sin embargo, este hecho no hacía mella en la familia de enanos que se dedicaba a sus labores, tratando de no hacer caso a los discriminadores.

Conforma pasaba el tiempo, la familia carpintera más afianzaba sus relaciones con los habitantes del pueblo, las cuales llegaron a ser muy sólidos y respetuosas. Parte del dinero que los enanos ganaban con sus trabajos, lo ahorraban; hasta que llegó el día en que juntaron lo suficiente para comprarse una casa propia.

La Famosa Casa de los Enanos

Empezaron la edificación de la casa de sus sueños en un terreno muy bonito. La casa constaba de dos pisos, con ventanas, puertas y balcones que fueron la inmediata admiración de los pobladores de Zacatlan. La morada era chiquita, como debe de ser una casita para ennanos. En la parte posterior de la casa construyeron un huerto, donde sembraron muchas verduras y frutas que utilizaban para su autoconsumo y para la venta al menudeo.

El tiempo fue pasando y, poco a poca la familia de los enanos carpinteros se fue acabando, hasta no quedar nadie de ellos. Solamente la casa quedó en pie. Nadie supo qué pasó con ellos. Lo que la leyenda nos relata es que los enanos eran seres mágicos llegados de otro plano existencial. Sólo contaban con cierto número de años para vivir en este mundo. Al agotarse el término de los mismos, los enanos tuvieron que regresar al mágico mundo en que vivían antes de llegar a esta tierra.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

 

 

 

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Amor eterno

Durante la época colonial llegó a la Ciudad de Valladolid, hoy Morelia, doña Martha Jimena de Montserrat, sobrina del virrey don Joaquín de Montserrat y Crüilles, para convalecer de una enfermedad larga y grave que había padecido. La condesa tenía fama de bondadosa y hermosa, y contaba con veinticinco años de edad. La recibieron en la Catedral de Morelia, y cuando el sacristán Pedro González y Domínguez la vio, se enamoró perdidamente de ella. Entonces, decidió escribirle una carta de amor. En una ocasión en que doña Martha fue a misa, el sacristán se cruzó con ella, la joven soltó su devocionario, Pedro la ayudó a recogerlo, e introdujo entre sus páginas la carta de amor que le había escrito.

La condesa leyó la carta con indiferencia. Cierto día en que la dama recibía la comunión en Catedral, vio al sacristán que lloraba de amor, y se conmovió ante la devoción que el muchacho sentía por ella. En ese momento Martha se dio cuenta que ella también le quería, y para indicarle a su enamorado que ella también lo amaba, depositó en el cesto de las limosnas un anillo de esmeraldas.

Pedro estaba feliz. Recibió una carta en donde la condesita le pedía que tuviera mucha prudencia en sus relaciones. Sus entrevistas amorosas tenían lugar en la Capilla de las Ánimas, siempre vigiladas por la dueña de Martha. Sus amores eran un secreto muy bien guardado, nadie se enteró de ellos. Ante la imposibilidad de realizar sus amores, la enamorada decidió ir a España para pedirle al rey que le diese un título al sacristán, que le permitiera casarse con él.

La Catedral de Morelia

Pasaron seis meses y la condesa no regresaba. Un día, el sacristán fue llamado al Puerto de Veracruz por un funcionario del rey. El joven acudió presto, suponiendo que le anunciarían el regreso de su novia. Pero en vez de ellos el servidor del rey le comunicó que Martha había muerto víctima de aquella antigua enfermedad, pero que él había sido nombrado intendente de Nueva Galicia. Pero Pedro no aceptó el cargo y regresó a Morelia, donde se pasaba los días llorando en la Capilla de las Ánimas de tanta tristeza que sentía por haber perdido lo que más amaba en el mundo.

El pobre enamorado enfermó y se envejeció rápidamente, según decían las personas a causa de una enfermedad que había contraído en Veracruz… pero la verdad es que Pedro murió de amor y desesperación por haber perdido a su dulce y bondadosa amada.

Desde entonces, la víspera del Día de Muertos se ve el fantasma de Pedro y de Martha abrazándose y jurándose amor eterno en la Capilla de las Ánimas.

Sonia Iglesias y Cabrera