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Chihuahua Leyendas Cortas

Pascual el de las dos cabezas

Una leyenda posiblemente de Chihuahua nos cuenta que Pascual Piñón nació en 1889 y murió en 1929. Su familia era muy grande, por lo que Piñón tuvo que trabajar desde muy chico en el rancho que tenían. Contaba con una condición muy extraña, pues había nacido con un tumor en la frente. Su vida nunca fue fácil pues todas las personas que le conocían le miraban con repugnancia, y Piñón sufría mucho, porque se sentía un monstruo. Trataba de cubrir su deformidad utilizando un turbante, pero no era suficiente, la malformación se le notaba.

Como Pancho Villa le había despojado del rancho donde vivía con su familia de siete miembros, Piñón decidió irse para los Estados Unidos de Norteamérica. Cuando se encontraba trabajando en Texas como ferrocarrilero, lo vio el dueño del circo Sells-Floto y su Congreso de Personas Extrañas Más Completo del Mundo, de nombre John Schindeler e, impresionado por su deformidad, le llamó a trabajar en su espectáculo.Pascual Piñón y sus dos cabezas

Piñón aceptó. En la parte de su tumor, se fabricó una cara empleando cera y plata que le colocaron debajo de la piel. Esta operación dio como resultado que el hombre parecía tener dos caras la una sobre la otra. A la falsa cara la llamó María. Empezó a fantasear con su compañera, y hasta llegó a afirmar que María cantaba para hacerlo enojar.

Algún tiempo después de formar parte de la farándula del circo, y cansado de causar horror en los espectadores, Piñón, sumamente deprimido, se operó del tumor, ayudado económicamente por Schindeler, y quedó libre de tal engorro que le había procurado un buen dinerito y decidió regresar a Texas. Cierto tiempo después de ser operado, el hombre de las dos cabezas murió debido a las complicaciones que se presentaron por la intervención quirúrgica.

Algunos estudios afirman que Piñón no tenía un tumor, sino que efectivamente era otra cabeza la que le salía del cráneo, una patología que se conoce con el nombre de craniopagus parasiticus: o sea que cuando se encontraba en el útero de su madre empezó la división embrionaria para producir gemelos, pero no se completó. Pero tan solo fue una hipótesis que no se mantiene, ya que la “cabeza” del supuesto gemelo no nacía encima del cráneo.

El escritor Per Olov Enquist, escribió un libro acerca de Pascual y en él se lee:

Pascual había nacido con dos cabezas. La otra cabeza de mujer, su extraña historia llegó al mundo en algún momento de febrero de 1922 (…) Según sus palabras nació monstruo. Una de sus cabezas, la inferior, era de hombre, completamente normal siempre muy rígida y erguida. Tenía una barba bien poblada y cuidada. Por encima de esta cabeza crecía otra, surgía de su frente como un brote, o como un preso que desesperadamente intenta atravesar la muralla de la cárcel, pero falla, y es condenado a cadena perpetua, encerrado a medias en murallas.

 Sonia Iglesias y Cabrera

 

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Veracruz

Lucia Zárate, la Hermana de las Hadas

En el año de 1890, nació en San Carlos, Veracruz, Lucía Zarate, en el seno de una familia de la clase media alta. Su padre se llamó Fermín Zárate y su madre Tomasa Licona de Zárate. Nació muy pequeñita, tan solo midió diez y siete centímetros de largo y los médicos pensaron que no viviría. Sin embargo, la nena siguió creciendo hasta que llegó a los diez años y su crecimiento se detuvo. En ese entonces medía cincuenta y un centímetros y pesaba solamente dos kilos y medio. Este hecho se debió a que Lucía fue una enana primordial ostidisplástica microcefálica, lo que la hacía ser pequeña, pero proporcionada, a diferencia de otro tipo de enanismo. Dicha condición es de origen genético, y aquellos que la presentan mantienen proporciones normales en el cuerpo, ni padecen deficiencia de la hormona del crecimiento ni deficiencia de la hormona de crecimiento. Lucía era, además de chiquita, muy frágil, de carita aniñada, nariz grande y boca regular; sus ojos pequeños y lúcidos.

La familia de Lucía dejó el país para trasladarse a los Estados Unidos cuando ella contaba con doce años, para ser exhibida en la Exposición del Centenario de Filadelfia. Poco después trabajo en un círculo donde la pusieron como parte de una escenificación que se llamó la Hermana de las Hadas. P.T. Barnum, empresario y artista circense nacido en Estados Unidos, la quiso para su circo, y puso a Lucía acompañada de Francis J. Flyn, conocido como el General Mite, quien medía sesenta centímetros. Los rumores afirman que entre ellos dos nació un romance. Junto con él Lucía representaba escenas cotidianas en las que participaba un tío que medía dos metros treinta y cinco centímetros, chino de nacimiento y que respondía al nombre de Chang Woo-Gow. Con sus presentaciones, la pequeña Lucía hizo una buena fortuna y adquirió propiedades en su natal Veracruz.

Tras sus presentaciones en el circo Barnum, viajó varias veces a Europa donde tuvo un éxito notable, incluso actuó para la reina Victoria de Inglaterra y para el zar Nicolás de Rusia.

La pequeña Lucía Zárate

Según cuenta la leyenda, esta mujercita no renegaba de su condición, pues era muy coqueta y le gustaba hacerse de muchos y costosos vestidos y adornarse con joyas de lo mejor. Sin embargo. en todas sus fotografías aparece triste y nunca sonríe. Algunas fuentes aseguran que Lucía padecía de un ligero retraso mental. Parece ser que disfrutaba de su condición y le sacaba provecho. Como era caprichuda y mimada, tenía a su servicio un traductor, una cocinera –que le preparaba la comida que podía comer, ya que su frágil organismo no le permitía comer normalmente- y una sirvienta cuya principal tarea consistía en satisfacerle todos sus caprichos. Además, en sus viajes artísticos siempre la acompañaron sus padres y alguno de sus hermanos.

Su primer mánager fue el empresario y diputado Cristino Lobatón, a quien el presidente Porfirio Díaz habíale encargado la organización de un espectáculo de fenómenos que viajaría por la Unión Americana. En tal espectáculo pronto destacó la pequeña Lucía, y pronto de enriqueció su ambicioso mánager. Fue un éxito rotundo. En el famoso Ginnes, ha quedado registrada como la persona adulta más pequeña del mundo. La liliputiense mexicana viajó por muchos países exhibiendo su condición durante más de catorce años.

En 1890, Lucía viajó con sus padres en ferrocarril para asistir a una de sus actuaciones. El ambiente era muy frío y estaba nevando mucho: así pues, el ferrocarril se quedó aislado en las montañas de Nevada, Estados Unidos, durante quince días, lo cual fue terrible para la chica quien murió a causa de la hipotermia, el día 28 de enero, contaba con tan solo 26 años. Otra versión de su muerte afirma que murió a causa de trastornos intestinales.

A ciento veinte años de su muerte, La Mexicana Liliputiense, como la llamaban, sigue teniendo el cetro de la mujer más pequeñita de la historia.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Estado de México Leyendas Cortas

El Caballo Blanco

Cuenta una leyenda de Temoaya, Estado de México, que en una ocasión iba el apóstol Santiago paseando a caballo por el campo con su hermano San Felipe. El caballo de Santiago era blanco y el de San Felipe rojo. Felipe envidiaba mucho el caballo de su hermano, pero se trataba de conformar, aunque no lo lograba.

Decidieron prolongar su paseo hasta convertirlo en un viaje hacia otros poblados lejos de los suyos. Al llegar la noche se pusieron a descansar en el bosque, necesitaban dormir, aunque Santiago temía que les fuesen a robar sus cabalgaduras; razón por la cual le propuso a San Felipe que se durmiera mientras él vigilaba a los caballos. Sin embargo, Felipe protestó y le dijo a Santiago que era mejor que descansara primero porque se veía muy agotado, y que se amarrara el caballo a un pie para asegurarse de que nadie se lo llevaría. Y así lo hicieron.

Santiago se durmió inmediatamente y hasta roncaba fuerte. Felipe, al verlo tan dormido, pensó que era la oportunidad que esperaba para hacerse del caballo blanco que tanto le gustaba. Ensilló al caballo blanco e. irónicamente, le dijo a su hermano: ¡Hasta pronto, Santiago!Santiago montando sus caballo.

Al día siguiente cuando Santiago se despertó, vio que no estaba su caballo y el de su hermano sí. Se dio cuenta que se lo había llevado y se enojó muchísimo. No se explicaba por qué se había robado Felipe su caballo. Era un robo terrible. El apóstol se montó en el caballo rojo y siguió andando. Cuando se encontró con Felipe, muy molestó le preguntó la causa de ese robo entre hermanos. Pero Felipe negó el hecho de habérselo robado y le contestó que el caballo blanco que montana lo había comprado. Al decirla Santiago que el caballo rojo que montaba era el del ladrón de caballos, Felipe lo negó y respondió que él nunca había visto a ese caballo rojo. Santiago se enojó terriblemente con su hermano y ya nunca le volvió a hablar.

Desde entonces, las personas empezaron a adorar a los dos santos. Cada uno en su barrio y con su imagen propia. El día del Santo Patrono se les festejaba a ambos, cada uno en su respectivo templo. Pero era curioso que durante la celebración de la fiesta de Santiago siempre llovía, había truenos y hasta granizaba. Sin embargo, cuando se celebraba la fiesta de San Felipe el sol salía majestuosamente y el cielo estaba por completo azul. Este hecho se debe a que San Felipe está muy contento de tener el caballo blanco; a diferencia del pobre Santiago que lo perdió y tuvo que conformarse con el caballo rojo de su trinquetero hermano.

Sonia Iglesias y Cabrera

Fuente: Abraham Hernández Crisanto, mayordomo. Jiquipilco El Viejo, barrio de Temoaya. En Araceli Campos Moreno, Algunas historias que en México se cuentan sobre el apóstol Santiago.

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Leyendas Cortas Zacatecas

Una dama muy caritativa

En la época colonial, en la Ciudad de Zacatecas vivía María Ana de la Campa y Cos, condesa de San Mateo de Valparaíso, mujer muy querida por todos por ser sumamente bondadosa y caritativa. Era una mujer muy rica que ayudaba a los pobres dándoles dinero y a los enfermos proporcionándoles medicinas.

Vivía doña María Ana en una casona situada en la Plaza de Villarreal. Un día, siendo ya una mujer madura, se casó con un joven humilde, pero sumamente guapo. Y ante esta desigual condición, la sociedad de Zacatecas afirmaba que el joven no amaba a la condesa y que se había casado con ella por su gran fortuna, pues era de todos sabido que la mujer le había entregado todo su dinero. El marido pronto empezó a malgastar la fortuna, teniendo cuidado de que la condesa no se enterase de sus despilfarros.

Cierto día, María Ana encontró un papel en los bolsillos de su marido en el que se ponía de manifiesto que le era infiel con una joven y bella zacatecana. Ante tan terrible desilusión, la condesa decidió vengarse del infiel. Preparó una cena-baile e invitó a las familias más linajudas de la sociedad zacatecana. Cuando el baile estaba en su apogeo, la condesa desapareció del sarao y en uno de sus coches se dirigió a su hacienda que se encontraba cercana a la ciudad. Cuando hubo llegado a pocos metros de los terrenos de la hacienda, ordenó al cochero que se detuviese, bajó del carruaje y le dio la orden de que la esperase.La casona de la condesa.

La mujer se introdujo en la casa, y en seguida escuchó risas y voces. Se dirigió hacia donde provenían las tales voces, que era nada menos que el cuarto de su marido; abrió la puerta y se encontró a la pareja de adúlteros en una situación comprometedora. Al ver tan terrible escena, María Ana, cegada por los celos y el dolor, tomó un puñal antiguo que se encontraba en una mesa y llena de odio apuñaló a los amantes hasta matarlos.

Tras haber dado muerte a su marido y a la amasia de éste, regresó al carruaje y retornó a la ciudad. Entró en la casona con la certeza de que nadie la había echado de menos y se unió a la diversión y regocijo de sus invitados.

Al día siguiente, cuando se supo del asesinato del joven esposo de la condesa, toda la sociedad zacatecana fue a darle el pésame a la viuda. Después de aquel terrible acontecimiento la condesa se volvió más piadosa y no dejaba de rezar por el crimen que había cometido. Sus caridades aumentaron y dio dinero para que se realizaran mejoras en la iglesia a la que iba siempre a rezar y contribuyó para que se llevaran a cabo mejoras en la ciudad.

Cierto tiempo después, la condesa fue objeto de sospechas; se la acusaba de haber sido ella quien diera muerte a su marido y a su amante. Sin embargo, nada pudieron probarle, y como era tan buena y caritativa nadie creía verdaderamente en la acusación, al poco tiempo se la declaró inocente. Sin embargo, a partir de entonces ella jamás volvió a salir de la casona y guardo eterno luto por el infiel y aprovechado de su marido.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Tabasco

La Mujer Descarnada

Una leyenda de los indios choles, que habitan en los estados de Chiapas y Tabasco, nos relata que en un poblado de la zona maya vivía una mujer muy bella con su esposo y su hijito. El matrimonio se llevaba bien y era relativamente feliz.

Cierta noche se fueron los tres a dormir, después de una agotadora jornada de trabajo. El hombre y el niño se quedaron dormidos muy pronto. La mujer los observaba y cuando se dio cuenta de que ya estaban completamente metidos en sus sueños, se levantó y se dirigió hacia el panteón de la localidad.

Al llegar al cementerio, la mujer empezó a despojarse de su carne. Poco a poco se la fue quitando y la dejaba tirada en el césped del camposanto. Ya despojada completamente de su carne se fue a pasear por las calles del pueblo, haciendo un terrible ruido con sus huesos que se entrechocaban. Al llegar a su casa, se subió al tejado sin dejar de hacer ese tenebroso ruido de huesos, que daba horror.

Al escuchar el sonido de los huesos, el marido se despertó vio al esqueleto de su esposa, y se asombró de que no tuviera carne. Decidió espiarla para saber dónde había dejado su carne. La mujer descarnada decidió volver al camposanto para ponerse la carne y regresar a su hogar. Cuando el esposo encontró la carne de su esposa regada en el suelo del cementerio, rápidamente regresó a su casa para traer varios chiles. Con los chiles embarró toda la carne y el pellejo de su esposa.La mujer se quita la carne de su cuerpo

Cuando la mujer se dirigió al cementerio para volverse a poner su carne, se dio cuenta que por más que trataba no podía pegarla al esqueleto, pues se volvía a caer. Desesperada por lo que le estaba ocurriendo empezó a gritarle a su carne pidiéndole que se pegara. Pero nada, la carne seguía sin pegarse y caía al suelo irremediablemente.

Al dar las cinco de la mañana la mujer decidió regresarse a su casa, aunque fuera descarnada. Y le reprochó al esposo lo que le había hecho, y le aseguraba que si hubiera sabido que a su esposo no le gustaba que saliera y se quitara la carne, ella lo hubiera obedecido con mucho gusto. En cambio, ahora ya no había remedio porque no podía ponerse la carne de vuelta.

Y como la carne se negaba a adherirse al hueso, al poco tiempo la pobre mujer murió completamente descarnada. El esposo quedó muy triste por lo acontecido.

Fuente: Daniel Moreno Zaragoza, Tesis de Maestría, El Mundo Subterráneo

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

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Leyendas Cortas Zacatecas

Cipriana, la coqueta

En el Barrio de El Vergel en Zacatecas. vivía Cipriana Villarreal, muchacha la mar de coqueta que contaba con muchos pretendientes. Un buen día decidió casarse con Severo Sánchez, agricultor muy rico del vecino poblado de Morelos. El día de la boda los enamorados de Cipriana le jugaron una broma al novio y le pusieron su lujoso sombrero a un burro. Broma que no gustó nada a Severo y le puso de mal talante.

A la boda fue especialmente invitado el último de los novios de la coquetuela, Marcos Torres, el cual aceptó inmediatamente la invitación, para que no creyeran que estaba ardido. El día de la boda todo era expectación en la casa de la muchacha. Llegó el novio montado a caballo y acompañado de sus familiares y amigos, todos vestidos con suntuosos trajes de charro.

Al poco rato salió la novia vestida con un primoroso traje rosa y una soberbia mantilla blanca, y acompañada de sus amigas se dirigió hasta la iglesia de Nuestro Padre Jesús. La ceremonia se efectuó. Sin embargo, la novia estaba absolutamente arrepentida del paso tan trascendental que acabada de realizar.Los no tan felices novios

Al terminar la ceremonia, la novia se montó en la parte trasera del caballo de su ahora marido, y triste y nostálgicamente echó una breve mirada al famoso Cerro de la Bufa y sus numerosas amigas y amigos montaron a caballo para seguirla al pueblo de Morelos.

Al llegar a la Flor del Vergel, su nueva casa, había música y todos los habitantes del pueblo estaban presenten para participar en la fiesta. La novia reía, pero por dentro estaba muy triste. Al caer la tarde, llegó a la celebración Marcos, acompañado de varios amigos, todos ellos mineros. A todos se les atendió lo mejor que se pudo.

El baile se llevó a cabo en un corralón y los muchachos y muchachas se pusieron a bailar muy contentos por la ocasión. Uno de los invitados le pidió a la novia que cantara, pues la chica contaba con muy buena voz, pero Cipriana no tenía ganas de cantar; sin embargo, su marido insistió en que lo hiciera y tuvo que obedecerle a pesar de su tristeza. Marcos tomó la guitarra para acompañarla. En ese momento se escuchó la triste voz de Cipriana, quien cantó: Huye de mis miradas yo te lo ruego / no vuelvas nunca donde yo esté / siento que ya vacila la fuerza mía / y así olvidarte jamás podré.

Al escuchar la copla todos enmudecieron, El marido se puso pálido y Marcos rompió la guitarra. Los cuchillos salieron a relucir y empezó la trifulca. La pobre Cipriana se desmayó sobre una silla. Todo fue un bochinche tremendo.

Al poco rato los policías llegaron al corralón de la fiesta y encontraron el cuerpo de Severo sin vida y a Marcos agonizando, junto a la que fuera su novia, la coqueta Cipriana, que por caprichosa e indecisa se quedó viuda el mismo día de sus esponsales.

De esta tragedia el pueblo compuso un corrido que hasta la fecha se canta y que comienza: Año de mil novecientos / sin que yo sepa contar, / en que mataron al novio / de Cipriana Villarreal. / Cipriana era coqueta / como en el mundo no hay dos / los hombres la enamoraban / nomás de pura tos…

 Sonia Iglesias y Cabrera

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Ciudad de México Leyendas Cortas

La escuela de los espíritus

Cuenta una leyenda de la Ciudad de México que una pareja de recién casados se fue a vivir a una casa de la Colonia Roma. Estaban muy felices porque la mansión se había construido recientemente, era grande y por el día recibía mucho sol.

Al cabo de dos semanas de habitar su nuevo hogar, un día de asueto laboral decidieron quedarse en la casa tranquilamente a disfrutar de su mutua compañía y a descansar merecidamente. La pareja se encontraba echada en la cama, cuando, de pronto, escucharon pasos en la azotea, El hombre se levantó para ir a ver de qué se trataba, y en un principio pensó que el perro que tenían se había escapado a la azotea y andaban corriendo en ella. Sin embargo, no era así, ya que el perro se encontraba a los pies de la cama muy tranquilo durmiendo. El hombre subió a revisar la azotea y no encontró nada, todo estaba tranquilo.

Entonces decidió prepararse un café y se dispuso a ver la televisión y disfrutar de algún buen programa. La taza de café se encontraba en la mesita de al lado de su sillón favorito. Cuando el caballero trató de tomar la taza para disfrutar del aromático brebaje, la taza ya no se encontraba donde la había dejado. Aunque sorprendido decidió ir a la cocina para prepararse otra taza de café, pero en el momento que se levantó vio con sorpresa que la taza se encontraba en la mesa y estaba completamente vacía. En seguida, empezó a escuchar murmullos y risas, volteó para todos lados tratando de identificar de donde provenían dichos sonidos, pero no vio nada.El niño fantasma muerto en el temblor

Asustado el señor volteaba para todos lados a ver si descubría algún chistoso que le estuviese haciendo una broma. En eso se dio cuenta de que por las ventanas se notaba algo, o como si alguien pequeño le estuviera observando y riéndose al mismo tiempo. Pensó que se trataría de alguno de los hijos de los vecinos y se dispuso a salir para reclamar por tal acción. Sin embargo, al salir y ver sus ventanas se dio cuenta de que no había ningún niño y de que la calle estaba completamente tranquila y vacía, a no ser por un señor como de sesenta años que pasaba por ahí en ese momento. Al ver al señor le preguntó si no había visto a algunos niños traviesos que se estaban asomando a sus ventanas y dándole la lata.

Al escucharlo, el sesentón le dijo que la nueva casa en donde vivían él y su esposa había sido construida en lo que fuera una escuela primaria y secundaria, y que la tal escuela se había derrumbado durante el temblor que sufrió la Ciudad de México en el año de 1985, en el cual se cayeron muchas casas y edificios y habían muerto incontables personas. De la escuela mencionada habían muerto aplastados cientos de niños, solamente se habían salvado unos cuantos. El espíritu de muchos de ellos se había quedado en lo que fuera su escuela y eran esos espíritus los que gastaban bromas a la gente del barrio, y de ellos provenían las risas y los susurros que había escuchado el dueño de la casa. Agregó que a veces los espíritus de los niños se materializaban y era posible verlos jugar como si hubiesen cobrado vida. Le dijo que eso pasaba en otros planteles escolares que habían vuelto a ser construidos en el mismo sitio como escuelas o como casas habitación.

El hombre quedó muy impactado con el relato del anciano. Cuando se lo contó a su esposa decidieron que lo mejor sería mudarse de casa, pues encontraban muy triste y molesto tener que lidiar con las travesuras de los pobres niños muertos durante el aquel terrible sismo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Estado de México Leyendas Cortas Leyendas Urbanas de Terror

El Perdón

Durante la época colonial, en la ciudad de Toluca, Estado de México, vivía una dama aristocrática llamada Isabel Hernández. Un día la mujer acudió muy asustada a ver a su confesor, Benito de Pedrochea, para comunicarle en confesión que todas las noches, y a veces durante el día, se le aparecía la figura de un hombre colgado de una cuerda. Al escuchar la narración, el cura trató de calmar a la mujer y le dijo que tal aparición la causaba su imaginación o que tal vez se trataba de una pesadilla.

Pero al siguiente día, Isabel regresó a la iglesia con el mismo cuento y muy asustada. Esto sucedió durante una semana, y como el padre ya estaba fastidiado de oír quejarse a su feligresa, decidió acudir a la casa de la mujer y ver por si mismo tan extraña aparición. Y efectivamente, cerca de la medianoche apareció en el salón la imagen del hombre colgado. Isabel se desvaneció del susto y el sacerdote, aunque también asustado instó al hombre para que le dijese qué era lo que quería. El espanto le respondió que solamente hablaría con Isabel. Rápidamente, el cura despertó a la mujer. Entonces el fantasma habló.El fantasma del seductor

Les contó que hacía unos cuantos años había seducido a una joven prometiéndole matrimonio el cual nunca se celebró. Al verse deshonrada, la pobre chica jamás volvió a salir de su casa, por la vergüenza que sentía. El seductor huyó de la ciudad una vez satisfecho su deseo. Al poco tiempo murió en un fatal accidente. Afirmó el fantasma que ahora se encontraba en un horrible lugar donde todo era oscuro y frío; nunca más saldría de ese tenebroso lugar a no ser que consiguiera el perdón de la joven a la que había arruinado la vida. Deseaba que Isabel fuese a la casa de la joven mancillada como intermediaria, pues sabía que eran amigas.

Isabel accedió de no muy buena gana y acudió a ver a la chica. Comunicó a su otrora amiga y a su madre la petición del hombre colgado, pero la madre, montada en cólera, se opuso terminantemente a que su hija perdonara a tan malevo hombre. Al final la muchacha ultrajada accedió a darle el perdón para que dejara de aparecerse en la casa de Isabel, pero no era un perdón de corazón, pues nunca olvidaría lo que le había hecho el desgraciado.

Desde entonces, la misericordiosa Isabel dejó de ver al hombre colgado. Muchas noches y muchos días, en compañía del sacerdote Benito, se pasó esperando verlo, y ambos quisieron suponer que el perdón otorgado por la infeliz muchacha había surtido efecto y el alma del espectro por fin se encontraba en paz al salir de aquel lugar tan lúgubre y tétrico donde se encontraba el hombre pendiente de una soga.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

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Hidalgo Leyendas Cortas Puebla Veracruz

El Hombre de la Caja

De los indígenas tepehuas, “gente de la montaña”, que habitan en los estados de Hidalgo, Veracruz y Puebla, proviene la leyenda que a continuación relatamos.

En tiempos muy remotos y lejanos, cada que se cumplía un año, era de ley que la Tierra se inundara y todo se volviera un espantoso caos.

En cierta ocasión a un indígena tepehua se le ocurrió la idea de elaborar una caja y meterse dentro de ella para no morir ahogado cuando llegara el momento de la inundación. Y dicho y hecho, se puso a construir una buena caja con la madera que recogió de su entorno.

Cuando empezó a notar que llegaba el día de tan terrible inundación que devastaba la Tierra, el hombre se metió dentro de la caja, la cerró con un tablón y encima de la tapa colocó a un verde loro que tenía como mascota.El loro que e volvió encorvado

Mientras tanto, el agua caía torrencialmente y cada vez se inundaba más y más la Tierra, hasta que la inundación llegó al cielo. El agua se movía demasiado y provocaba que la caja chocara contra el cielo. El loro, que se encontraba encima de ella, se daba de golpes contra el cielo, y trataba de esquivarlos bajando la cabecita y encorvándose; razón por la cual ahora todos los loros andas medio agachados.

Al cabo de un cierto tiempo, el agua de la inundación empezó a bajar, y bajó tanto que llegó de nuevo a la Tierra. En ese momento, el hombre decidió abrir la caja y salir de ella, pues se encontraba medio entumido.

Cuando quiso poner un pie en la superficie, se dio cuenta de que la tierra estaba demasiado enlodada y chiclosa, lo cual no le permitía salir, pues se quedaría atrapado en el lodo. Entonces decidió esperar hasta que se secara lo suficiente. Esperó y esperó hasta que la tierra se secó.

Cuando pudo salir, el hombre se dio cuenta de que a su alrededor habías muchos pescados que el agua había dejado en su tremenda subida. Este hecho lo puso muy contento y se dispuso a hacer un buen fuego para para los pescados y comérselos.

Por su astucia el hombre se había salvado de morir ahogado y había obtenido un sabroso y buen alimento.

Sonia Iglesias y Cabrera

Fuente: Heiras Rodríguez, Carlos Guadalupe, Pueblos Indígenas de México y Agua:Tepehuas

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Blanca, la fea

Esta historia ocurrió en las Fuentes Brotantes de Tlalpan, en el siglo XVII, cuando don Fernando Lorenzo de Guevara, acompañado de dos criados, fue de cacería e hirió de muerte a un venado. El animal herido huyó para esconderse en la tupida vegetación, y Fernando, por no perderle, lo siguió seguro de que en algún momento la presa caería muerta.

En su persecución, el joven llegó hasta un paraje en donde se encontraba un arroyuelo. Al ver sus criados que el amo tenía la intención de saltarlo llenos de miedo le gritaban que no lo hiciera, pues más adelante se encontraba una fuente embrujada. Pero Fernando no les hizo caso y siguió su camino, hasta llegar a una hermosa cascada. En tal momento el cazador escuchó que el agua cantaba una hermosa melodía y se escuchaban extraños y hermosos cánticos, que le invitaban a seguir el curso del arroyuelo que formaba la cascada.Las Fuentes Brotantes de Tlalpan hoy en día.

Cayó la noche y los criados no se atrevían a ir en busca de su amo. De repente le vieron llegar con una expresión totalmente idiotizada. Prestos le condujeron hasta su casona en el pueblo de Tlalpan. A partir de entonces, Fernando no dormía, tenía fiebre y lanzaba risotadas y gritos estridentes. Un día decidió volver a cazar. Cruzó de nuevo el arroyo y llegó hasta la fuente de agua clara y pura. Se paró junto a la fuente y volvió a oír la bella melodía que salía de las aguas y los bellos y enternecedores cánticos, y vio a la joven más hermosa de toda Nueva España. Cuando el joven regresó a su casa estaba peor de desmejorado. Intrigado el joven por lo que le sucedía, mandó llamar a unos de los criados más viejos para que le explicase lo que pasaba en aquella fuente de agua. Entonces el viejo inició su relato:

­­- “Hace ya mucho tiempo llegó a la Nueva España una joven de alcurnia llamada Blanca de Gascón. Siempre llevaba un velo que le cubría la cara, pero como era buena y caritativa todos consideraban que era muy bella. No faltaron galanes que la pidieron en matrimonio, pero al acercarse a ella y verle la cara, todos salían huyendo horrorizados de lo fea que era. Terriblemente dolida, la muchacha recurrió a la magia negra para volverse bella: se ponía en el rostro sangre de animales y le ofrecía niños al demonio. Entonces se volvía bella por las noches y salía en busca de algún galán que la admirara. Cuando lo encontraba, con su magia le transformaba la cara en la de cualquier animal. Un día, la joven decidió huir para siempre y se suicidó en la fuente cantarina.”

Fernando no creyó en el relato del viejo criado, y empecinado volvió a la fuente hechizada montado en su caballo favorito. Llegó al arroyo y a la fuente brotante rebosante de amor por la extraña joven del relato. Caminó sobre el agua y se encontró con Blanca. Al verse, se abrazaron y se dieron un beso, y abrazados se fueron hundiendo en las aguas de la fuente. Al momento de sumergirse, la bella Blanca empezó a convertirse en un ser horripilante, más fea aún que cuando estaba con vida, pues su faz aparecía putrefacta e hinchada. A Fernando no le importó y se mantuvo abrazado a ese cuerpo carcomido.

Desde entonces la fuente dejó de estar hechizada y ya nunca más se escucharon los cánticos ni apareció la figura de Blanca de Gascón. Esta es la historia de la famosos Fuentes Brotantes de Tlalpan.

Sonia Iglesias y Cabrera