Categorías
Leyendas Cortas San Luis Potosí

La Casona que no Quería Morir

Una leyenda de San Luis Potosí nos cuenta que, a finales del siglo XX, las autoridades de la ciudad decidieron modificar y modernizar algunas calles de la ciudad. Se eligieron las calles de Uresti, la Avenida Carranza y la Avenida Reforma. Para llevar a cabo tal medida se hacía necesario derrumbar algunas casonas que se encontraban en las calles mencionadas, lo que permitiría la creación de un pasaje turístico que atrajera visitantes.

Ni que decir tiene que tal medida contaba con simpatizantes y detractores que veía con malos ojos ese proyecto que restaría belleza a la ciudad. Algunos de los dueños de las casas se defendieron de la demolición, pero desgraciadamente perdieron y sus propiedades fueron demolidas.

Sin embargo, una de las casas que se encontraba en la Avenida Reforma y que hacía esquina con la Calle de Álvaro Obregón, propiedad de una mujer llamada Raquel Villalba, se salvó de la demolición y de la correspondiente expropiación, debido a algunas complicaciones de índole legal.La Casa Embrujada

La solitaria casa quedó abandonada en el paraje urbano y en ella solían meterse alguno que otro drogadicto o teporocho, para hacer de las suyas. Fue entonces que empezó a correr el rumor de que la casa estaba embrujada, y que en ella habitaban fantasmas de los cuales valía más la pena cuidarse, pues eran de temer, se afirmaba. Se veían luces por las ventanas y se escuchaban ruidos escalofriantes procedentes de la deshabitada casa. E incluso algunas personas aseguraban que por las ventanas se asomaban caras de terribles espectros.

Un cierto día aparecieron frente a la casa máquinas que tenían como tarea derribar la siniestra casona. Sin embargo, los días transcurrían y la casa seguía en pie. Algunas personas opinaban que se trataba de problemas legales, pero otras aseguraban que la casa se resistía a ser derribada, pues cuando los trabajadores preparaban las máquinas para tirarla, éstas se descomponían inmediatamente, Así sucedió una y otra vez. Además, muchas de las herramientas de trabajo desaparecían y no se las volvía a encontrar. Los obreros afirmaban que al estar dentro de la casa o cerca de ella, sentía cosas extrañas y escalofriantes que les ponían los pelos de punta. Muchos de ellos se negaron a seguir trabajando, aunque les aumentaran la paga.

Un día, los encargados de derrumbarla llevaron a un brujo para deshacer el hechizo que suponían pesaba sobre la casa. El exorcismo funcionó ¡Y por fin pudieron derrumbarla! Entonces descubrieron un túnel que comunicaba a la casa con varios templos y con otras casas aladañas, el túnel había sido construido durante la época colonial, cuando la casona había sido edificada.

De la casa no quedó nada, pero en el pasaje turístico, en el sitio que corresponde a la antigua ubicación de tal mansión, se pueden escuchar por las noches golpes en el suelo, tal cual si un hombre hubiese quedado atrapado en el túnel y quisiera salir desesperadamente.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Baja California

El Diablo y su Perla

Baja California Sur, uno de los estados de la República Mexicana, se encuentra en el sur de la Península de Baja California, su capital es La Paz. Limita al este con el Mar de Cortés, y al oeste y sur con el Océano Pacífico. Antiguamente estuvo habitada por grupos de indígenas cochimíes, guaycuras y pericúes, hasta la llegada de Hernán Cortés inició la fundación de dicha ciudad.

Baja California Sur es un estado poco poblado, pero con una gran tradición oral. Una leyenda de sus muchas leyendas nos relata que destacaba por las perlas que producían las conchas de sus mares. Al suroeste de la Isla de San José, sita en el Golfo de California, al norte de la Bahía de La Paz, y cerca de la Bahía La Amortajada, existe un yacimiento productor de perlas, cuyo auge se produjo a fines del siglo pasado.

A dicho yacimiento acudían, todos los años, multitud de buzos para procurarse las preciadas perlas. Cuando la temporada de cosechar perlas llegaba a su fin, debido a que ya estaban por llegar los fuertes vientos del noroeste y el frío empezaba a hacer de las suyas, los pescadores de perlas tenían la arraigada tradición de sacar una última perla que dedicaban a la virgen: – ¡Esta es la última perla “para la Virgen”! solían decir.La Perla Negra del Diablo

Un año en que los pescadores habían terminado con su labor, uno de los trabajadores se iba a meter al mar, cuando en eso uno de sus compañeros le avisó: – ¡Oye, amigo, ya no te metas al mar, pues ya tenemos la perla para la Virgen! Sin embargo, el aludido, entre irónico y burlón, volteó a ver al compañero que le hablaba, y le respondió: – ¡No compa, yo no voy a buscar la perla para la Virgen! ¡Voy a buscar la perla “para el Diablo”!

Desconcertado, su amigo le vio tirarse al mar muy decidido a buscar la perla. El Diablo que acechaba y les había escuchado, bajó al mar y esperó a que el pescador encontrara la perla. Después. Ya que el hombre había encontrado lo que buscaba, lo mantuvo dentro del agua hasta que murió ahogado.

Nunca más salió el pescador blasfemo. Su cadáver nunca subió a la superficie. En el lugar en que se lanzó al agua ya nadie solía pescar perlas por considerar que estaba maldito. Se volvió un sitio prohibido al que nadie acudía por temor.

Sin embargo, aquellos pocos que se atrevieron a lanzarse al mar en el ese lugar, aseguraban que en el fondo del agua se podía ver al fantasma del pescador, quien lucía una larga cabellera enmarañada, así como una barba que le llegaba hasta el ombligo. El hombre-fantasma sostenía en su mano derecha una gran concha de madreperla. Y el Diablo disfruta aún de una enorme perla negra.

Según aseguran algunos atrevidos que se han lanzado al agua del lugar prohibido aún puede verse a la terrible aparición de aquel sacrílego que quiso darle una perla al demonio.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

Categorías
Guerrero Leyendas Cortas

Amor Eterno

En el bellísimo e histórico pueblo de Taxco de Alarcón, ubicado en el norte del estado de Guerrero, vivía, hace ya unos cientos de años, una familia muy rica, fanática de la religión y de las costumbres tradicionales; está de más decir que dicha familia tenía prejuicios raciales y de clase, y no se permitía ninguna relación que n fuese con personas de su misma alcurnia. La familia estaba formada por los padres, una hija, y un varón llamado Álvaro, joven blanco, de ojos azules y de cabello como la miel.

En cierta ocasión llegó a servir a la casona donde vivían una joven mulata, Felisa, bonita, de pelo negro, largo y rizado, delgada, morena, dulce como las flores. Se trataba de una joven humilde de diecisiete años, muy cumplidora en sus deberes, alegre, y a la cual le gustaba mucho cantar mientras realizaba sus labores. Sobre todo, cuando alimentaba a los pájaros que se encontraban en las jaulas de la galería del patio central.

Un día, al oírla cantar Claudio se fijó en ella y quedó prendado de su voz y de sus encantos que saltaban a la vista. Se enamoró profundamente y le confesó su amor sin ambages. La mulata le correspondió y, al tiempo, decidieron casarse. Pero la joven estaba consciente de que los padres de Claudio no estarían de acuerdo con ese casamiento, por ser ella una mulatica de clase muy humilde. Y efectivamente, la madre, el padre y la hermana pusieron el grito en el cielo ante tal locura, de la que por supuesto no estaban de acuerdo.

Al muchacho no le importaba que sus padres se opusiesen y estaba dispuesto a desobedecer la prohibición que le hicieran de contraer matrimonio, por el gran amor que sentía por Felisa. Poco le importaba que lo desheredaran. Sin embargo, la hermana de Claudio que era caprichuda y malvada, un mal día agarró a golpes a Felisa y la corrió de la casa, amenazándola de muerte si volvía a ver a su hermano.

Desolada, Felisa su fue hacia las montañas, y en un río donde se encontraba una poza de agua transparente, se dejó morir hundiéndose poco a poco, segura de que nunca podría ser la esposa de Claudio.

Esa misma noche el enamorado tuvo un sueño en el veía a la mulata que lo llamaba desde la poza cristalina. La vio parada a la orilla y llamándolo con lágrimas en los ojos. Sin pensarlo mucho, el enamorado salió de su casa por la madrugada y se dirigió hacia la poza. Al llegar a ella vio a Felisa que se metía en el agua y enseguida la siguió. Ambos jóvenes se habían suicidado por un amor frustrado por las ideas obsoletas del padre de Claudio.

Las noches de luna llena, junto a la poza de agua plateada, se ven dos sombras que caminan a la orilla de la poza. Van tomados de la mano, en sus rostros puede verse la gran alegría que siente por haber podido unirse por toda la eternidad, a pesar de las prohibiciones que los orillaron al suicidio.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Baja California Leyendas Cortas

El Tesoro de la Faraona

Cuenta una leyenda de Baja California que una bailarina de nombre La Faraona fue contratada por el Casino de Agua Caliente para alegrar con sus danzas y su belleza a los clientes. Esta hermosa mujer tenía un amante, lord inglés, que no la amaba, pero a quien atraía su belleza y la suerte que tenía en el juego. La Faraona llevaba siempre un brazalete de esmeraldas que, según ella. le traía suerte en los juegos de azar. Todo lo que ganaba se lo entregaba a su amante, quien le aseguraba que cuando juntasen el dinero suficiente volverían a Inglaterra y ella sería su esposa. La relación entre ambos duró mucho tiempo. El lord era ya muy rico, gracias a la bailarina.

Una cierta noche, el velador del casino había observado por la ventana de la cabaña a la pareja y los había visto contando monedas de oro que guardaron en un baúl cerrado con llave y metieron al ropero. Al acabar de guardar el dinero, el hombre se acostó y se durmió en el acto, gracias a unas copas de vino que había tomado. La Faraona, en camisón blanco bordado de ricas perlas, aprovechó que su amante estaba dormido y sacó la llave del baúl de debajo de la almohada del inglés. Sacó el baúl y tomó una pistola que se encontraba sobre la mesa del comedor donde habían estado degustando un buen vino.La Faraona

La Faraona se llevó el baúl y se perdió entre los árboles del jardín a fin de esconderlo. El velador se quedó en su sitio y esperó hasta que la bailarina volviese a su cabaña. Pasada una hora la mujer regresó y al cerrar la puerta se despertó el inglés, quien enseguida se dio cuenta de que la puerta del ropero estaba abierta, y que el baulito no estaba como tampoco su pistola.

Suponiendo lo peor, el hombre se lanzó encima de la mujer para ahorcarla, culpándola de la desaparición de sus riquezas. La bailarina lloraba angustiada y enojada, ya que se dio cuenta que su adorado no la quería y sólo la usaba para conseguir dinero. Al poco rato, ya más calmados, pero aun discutiendo, La Faraona sirvió dos copas de vino. De su seno sacó una pequeña bolsita de papel y vertió el contenido en ambas copas Al entregarle la suya a su amante, le susurró algo al oído, nunca se supo qué le dijo. Bebieron. Al momento ella se desplomó en el suelo muerta y el inglés salió corriendo y despavorido de la cabaña pidiendo auxilio.

Lo auxiliaron y salvó la vida. El lord inglés decidió irse para siempre de aquellos lugares sin el dinero robado por su amante. Se desconoce lo acontecido con el cadáver de la bailarina. Pero la leyenda nos cuenta que por las noches lluviosas se puede ver a la bella mujer caminando por los jardines del Casino de Agua Caliente, luciendo su bella bata y descalza. Al mismo tiempo que camina va danzando sobre el césped. Se dice que vigila que nadie le robe su tesoro que tanta desdicha le ocasionó.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

 

Categorías
Leyendas Cortas Veracruz

El Callejón de «Jesús Te Ampare»

Jalapa, cuyo nombre en lengua náhuatl significa “manantial en la arena”, es la capital del estado mexicano de Veracruz. Su nombre oficial es Jalapa-Enríquez. Esta hermosa ciudad se fundó gracias a varias familias de indios totonacas que se asentaron en el sito. A la llegada de los españoles a esta localidad, en 1519, recibieron en santa paz a las huestes de Hernán Cortés, para convertirse en 1521 en tributaria de la corona de España.

La tradición oral de Jalapa cuenta con un sin fin de leyendas, a cuál más de curiosas. De entre ellas relataremos a continuación una que tuvo su origen hace ya muchos siglos, durante la etapa colonial.

A la entonces Villa de Jalapa llegó en cierta ocasión una familia procedente de España. La hija del matrimonio español contaba con diecisiete años de edad, y era considerada como toda una belleza: alta, delgada, rubia, de ojos verdes y sonrisa cautivadora. La familia compró una hermosa casona para instalarse la cual se encontraba situada en un callejón.El famoso Callejón de Jesús te Ampare

Por azares del destino la joven conoció a un estudiante que vivía en Jalapa. Ambos se enamoraron y se hicieron novios. El respondía al nombre de Cosme de Taboada y se trataba de un atractivo y educado joven, apenas un poco mayor que la chica. Como los padres los padres le apreciaban, el joven contaba con el permiso para visitarla a través de las rejas del balcón de la sala. Juntos se pasaban horas platicando de una y mil cosas y jurándose amor eterno.

Así transcurrían las amorosas tardes de los jovencitos. Hasta que, en una ocasión, en un feo día de llovizna ligera, un borracho pasó por la ventana de la casa en donde se encontraba la pareja y vio a los amantes en amorosa plática. Como el ebrio había perdido hacía poco a su esposa a la cual adoraba, al ver la felicidad de los novios se llenó de envidia y rencor.

Mientras el borracho los observaba con odio, los chicos gozaban de su felicidad sin sospechar los sentimientos que había provocado en aquel tipo briago.

Sigilosamente, el borracho se fue acercando a Cosme y sacó una navaja del su cinto. Atacó al joven por la espalda y le provocó multitud de heridas mortales. Al ver lo que sucedía, la bella muchacha grito empavorecida: – ¡Cosme, que Jesús te ampare!

A partir de ese momento, los habitantes de Jalapa empezaron a nombrar al callejón donde se encontraba la casona de la familia española como El Callejón de la Muchacha de Jesús te Ampare o El Callejón de Jesús te Ampare, como hasta la fecha se la conoce.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Leyendas Cortas Oaxaca

La Isla del Gallo

En el estado mexicano de Oaxaca, se encuentra la llamada Isla del Gallo que forma parte de la Laguna de San José Manialtepec, que se encuentra en el Municipio de San Pedro Mixtepec. La Laguna dista 18 kilómetros de Puerto Escondido, la famoso ciudad y puerto de la región costera de Oaxaca.

La Laguna de San José Manialtepec es muy especial, pues se caracteriza porque cuenta con agua salada, agua dulce y agua termal.

La Isla del Gallo es pequeña y cuenta con muy pocos habitantes, que ocupan tan sólo cuatro viviendas. De esta isla salen en el día las embarcaciones que llevan a la Laguna de Manialtepec a los turistas interesados en ella. Por las noches, las embarcaciones se adentran en la laguna para mostrar la fosforescencia que se produce en el agua y que parece como si el agua se llenara de escamas de plata.Una cabaña en la Isla del Gallo

La conseja popular afirma que la Isla del Gallo se formó porque, hace ya muchos años, un pedazo de estrella cayó del cielo a la Laguna de San José. Entre los primeros habitantes de la isla se encontraba un señor cuyo nombre se ha perdido en los vericuetos del tiempo. Este hombre tenía como mascota a un hermoso gallo. Ni que decir tiene que los dos se querían mucho y nunca se separaban, salvo cuando el señor tenía que ir a cazar cocodrilos, trabajo con el que se sostenía, pues la vida era muy dura en esos lares en aquellos lejanos tiempos.

Cuando el hombre se alejaba de su casa para ir a cazar, el gallo le cantaba para despedirle, y lo mismo hacía cuando llegaba cansado y fatigado de ir a su labor. El hermoso gallo se quedaba solo y pacientemente esperaba hasta que su dueño volvía y le daba su alimento. Así iba pasando la vida de estos dos seres.

En cierta ocasión el señor de los cocodrilos salió a trabajar. Pasó el tiempo, llegó la hora en que debía encontrarse en su casa, pasó, y el hombre no volvió en toda la noche. Así sucedió durante varias tardes. El gallo cantaba llamando a su compañero, que no volvía; hasta que un 24 de diciembre el gallo lanzó su último canto de desesperación y murió de hambre, soledad y tristeza.

Desde ese día, cada 24 de diciembre se escucha en la Isla del Gallo el último canto lastimero del ave que murió esperando, inútilmente a su amo al que tanto había querido.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

Categorías
Leyendas Cortas Puebla

Los Ángeles sin Sombra

La Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción está considerada como Patrimonio de la Humanidad. Su belleza es incuestionable y orgullo de la Ciudad de Puebla de los Ángeles, Se construyó entre los siglos XVI y XVII. Los trabajos se iniciaron en el año de 1575 y dieron término en 1649, cuando fue consagrada como tal. Por su suntuosidad se la considera un verdadero museo de obras de arte religiosas en escultura, orfebrería, pintura, y tapicería.

La catedral que mide 97.67 de largo y 51 metros de ancho se trazó siguiendo la forma de una cruz griega. Destacan en ella sus dos hermosas torres. La denominada Torre Vieja, que se encuentra hacia la parte norte se terminó de construir en el año de 1678, y es la única que tiene campanas, la torre sur carece de ellas. Ambas miden 70 metros de altura. Aunque no fueron construidas en el mismo año.

La torre norteña cuenta con varias campanas: la de San Ignacio de Jesús, la de San Joaquín, la de Santa Bárbara, la de Santa Ana, Ánima Grande, Ánima Chica, El Niño, Santo Óleo y la de María. También se encuentra siete menores o esquilas llamadas: El Venerable Sr. Palafox, Santo Domingo, San Pantaleón, San Pedro, San Miguel, Nuestra Señora de los Dolores y El Santísimo.  La legendaria Campana María

La Campaña María es la mayor de ellas y alcanza la ocho toneladas y media. La fundió el 28 de marzo de 1729, el maestro campanero llamado Francisco Márquez ayudado por su hermano Diego. Se trata de una campana mágica que cuenta con una bonita leyenda.

Fue una campana difícil de hacer que requirió de tres (otras fuentes nos hablan de cuatro) intentos previos para fundirla, hasta que se logró hacerlo empleando cobre (80%), plomo (10%) y estaño (10%) y lograr un sonido puro y sonoro. Los religiosos y los constructores estaban seguros de que la dificultad para fundirla se debía a la soberbia de querer obtener una campana tan grande.

Como la campana era tan grande costaba mucho trabajo subirla a la torre correspondiente por las escaleras. Los encargados de la obra y de subir la bella campana estaban sumamente desesperados y tratando de encontrar la manera de subirla tantos metros. Mientras tanto la campana esperaba en el atrio.

Una mañana, muy tempranito, los vigilantes se dieron cuenta de que la campana había desaparecido. Todos se dieron a la tarea de buscarla. Pero no la encontraron. Era imposible que por su tamaño alguien se la hubiese podido llevar.

Al cabo de cierto tiempo, se percataron los habitantes de la ciudad de que la Campana María se encontraba en su sitio en la torre. Era un milagro. Unos ángeles habían intervenido para que pudiese ser subida, pues estaban muy agradecidos ya que al ser fundida la campana se la había puesto la salutación “Ave María Gratia Plena.” Por supuesto que los ángeles no necesitaron de ninguna grúa para poderla subir, simplemente emplearon sus manos y volaron con sus alas hasta la torre donde la colocaron. Los ángeles encargados de dicha tarea carecían de sombra.

Otra versión de la leyenda nos cuenta que el vigilante de la construcción de la catedral y de la campana, mientras cumplía su turno, por la noche soñó que unos ángeles bajaron del cielo y se encargaron de subir la campana. Cuando amaneció, por toda la ciudad se escuchó el repique de la misma.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Leyendas Cortas Puebla

De cómo nació Puebla de los Ángeles

Según el padre Francisco de Florencia, la fundación de Puebla –unos de los actuales estados de la República Mexicana- tuvo un origen mágico-religioso. Esta leyenda de la fundación la difundió el clérigo mencionado en el año de 1647, en su escrito titulado Narración de la maravillosa aparición que hizo el arcángel San Miguel a Diego Lázaro de Francisco.

En dicha narración se consigna que, en cierta ocasión, fray Julián de Garcés, el obispo de la Ciudad de Tlaxcala, tuvo un sueño en las vísperas de la fiesta de San Miguel, sueño en el cual unos ángeles le señalaban el lugar donde debería fundarse una nueva ciudad. Este sitio era sumamente bello, un gran campo con ríos, y lleno de plantas y flores. Los ángeles anunciadores bajaron del cielo y con unos cordones delinearon los límites de lo que sería la nueva ciudad, según afirmó el fraile.

Al despertarse fray Julián lo primero que hizo fue efectuar una misa muy devotamente, y después se dirigió presuroso a ver a los padres franciscanos que se encontraban en la ciudad de Tlaxcala. Entre estos padres había figuras de mucha importancia, entre ellos se encontraba Toribio Paredes de Benavente, además de algunos indígenas pertenecientes a la nobleza aliada a los conquistadores españoles. El religioso, emocionado, en seguida les relató a todos los presentes el sueño que había tenido y les pidió que lo acompañaran a los campos a ver si encontraba el sitio que le habían señalado los maravillosos ángeles de su sueño.

Los Ángeles anunciadores de la Catedral de Puebla

Después de un cierto tiempo de deambular por el campo, fray Julián de Garcés se detuvo y pronunció estas palabras: – ¡Este es el lugar que me mostró el Señor y donde quiere que se le funde la nueva ciudad! Ni que decir tiene que a todos los religiosos les encantó el sitio elegido.

El lugar escogido por los ángeles, según nos informan ciertos documentos antiguos, se trataba de un lugar que anteriormente había sido un asentamiento indígena que llevaba el nombre de Cuetlaxcohuapan, “lugar donde se lavan entrañas”, o “tierra de las serpientes”.

Otro testimonio que consta en un informe del Oidor Juan Salmerón y que envió a la Segunda Audiencia, afirma que el lugar elegido por los ángeles se encontraba a tan sólo una legua de un pueblo indígena llamado Totimehuacan, pueblo antaño importante, que para la época que nos ocupa estaba habitado solamente por sesenta familias, mismas que se mostraron inconformes al arribo los frailes que deseaban fundar Puebla, pero como el pueblo pertenecía a la encomienda de Alonso Galeote, nos les quedó otra más que aguantarse ante el hecho de la fundación. El encomendero quedó como vecino de Puebla y pasó a formar parte del cabildo en el año de 1533.

La primera fundación de la ciudad –porque hubo varias-  se encontraba entre el Cerro de Belén – actual Cerro de Guadalupe- y Totimehuacan, al sureste de la Plaza Mayor de hoy en día. La fecha de su fundación nos remite a dos hipótesis. Unos investigadores afirman que fue el 16 de abril, fecha del día dedicado a Santo Toribio de Astorga, cuya misa la llevó a cabo fray Toribio de Benavente. Para otros estudiosos la fundación fue el 29 de septiembre. El día de San Miguel Arcángel. Sin embargo, las dos posiciones señalan el año de 1531.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Durango Leyendas Cortas Leyendas de Terror

Joaquín y el alma

Joaquín era un muchacho que vivía solo en un pequeño apartamiento en la Ciudad de Durango. Las paredes de su hogar estaban pintadas de un feo color amarillo que no le gustaba para nada, por lo cual decidió cambiarlas por colores más a su gusto. Acudió a unos pintores de brocha gorda del barrio para que se encargasen de la tarea, pero como le cobraban un dineral, decidió hacerlo por su cuenta. Compró todo lo necesario en la tienda de pinturas y se puso manos a la obra el fin de semana.

Pasados tres horas, Joaquín había terminado de pintar la sala y el comedor, y como el trabajo le había cansado bastante, decidió que bien se merecía un descanso, y así poder comer una torta que contribuyera a reponerle sus fuerzas. Así pues, se dirigió a la cocina, se hizo una buena torta de pollo, se preparó un agua de Jamaica y se dirigió al comedor para disfrutar de su tentempié.

Después de comer, Joaquín empezó a sentir mucho sueño y decidió echarse en la cama a dormitar un poco; al fin y al cabo, nada ni nadie le apuraba en su trabajo de pintor en ciernes. Su gatita gris, Matilde, se acostó a su lado para acompañarle, En seguida se quedó dormido. No había pasado mucho tiempo cuando escuchó que de la sala provenían muchos ruidos, y Joaquín pensó que era la gata quien causaba tanto escándalo; salió de la recámara dispuesto a reprender a la gatita, pero vio que ésta maullaba con el lomo curvado y el pelaje erizado, a la vez que espantada volteaba para todos lados.El alma de don Bartolomé

De repente, el muchacho se fijó que una figura fantasmal se materializaba en medio de la sala, era como un ser luminoso que se dirigía hacia donde él se encontraba. Horrorizado, Joaquín intentó echarse a correr, pero sus piernas no le respondieron, estaban débiles y como clavadas en el suelo. Por fin después de un tiempo que le pareció tremendamente largo, la aparición desapareció.

Sin embargo, al otro día, sábado, volvió a suceder lo mismo. Joaquín estaba medio desquiciado del susto, vivía aterrado y escondido entra las cobijas de su cama. El día domingo, cuando apareció el fantasma, Joaquín pudo verle la cara y se dio cuenta que era don Bartolomé, el vecino que vivía en el siguiente apartamento, frente al suyo. El joven se dirigió hacia el mismo y se percató que la puerta estaba completamente abierta. Fue entonces cuando decidió entra a la casa de don Bartolomé a ver qué sucedía.

En la recámara se dio cuenta de que unos pies asomaban por debajo de la cama y al agacharse vio que pertenecían a su vecino. Al verlo ahí tirado sus primeros pensamientos fueron pensar que el pobre hombre estaba muerto, pues ya no era muy oven. Pero ya observándolo con más detenimiento notó que aún respiraba. En seguida tomó su celular y llamó a una ambulancia para que trasladaran a su vecino a la Cruz Roja de la ciudad.

Cuando los paramédicos se lo llevaron Joaquín empezó a atar cabos y llegó a la conclusión de que ¡el alma de don Bartolomé se había desprendido de su cuerpo para ir a pedirle auxilio al muchacho que vivía enfrente se de casa! Desde entonces, Joaquín nunca dudó de la existencia del alma.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas de Terror

El Reloj de Oro

En la antigua y hermosa Calle de Plateros de la Ciudad de México, vivía una pareja que se amaba mucho. Él se llamaba Felipe Lorenzana, apuesto joven que tenía como oficio la relojería, razón por la cual llevaba el apodo de El Relojero.  Felipe pecaba de responsable y cuidadoso en su trabajo, lo cual le había proporcionado una buena clientela, que acudía a él cuando lo necesitaba. En su labor le ayudaba su esposa, Diana, también responsable y bien hecha como su marido aparte de ser muy bella.

En cierta ocasión, un comerciante al que se conocía por el nombre de Artemio, acudió a la relojería de Felipe con el fin de que le compusiera un bello reloj de oro, caro y muy especial. Felipe tardó más tiempo del que pensaba en componerlo, lo que permitió a Artemio acudir varias veces al negocio del matrimonio, so pretexto de conocer el avance de El Relojero.

Cuando acudía a la relojería, miraba con lascivia y deseo a Diana, quien se sentía molesta con tales miradas.El Reloj de Oro

Un día, Artemio le dio cita a Felipe en su casa para que le llevase el reloj que por fin ya estaba arreglado. Al saber de la cita Diana le rogó a su marido que no fuese, sino que Artemio acudiese a la relojería, pues tenía un mal presentimiento. Pero Felipe insistió en ir para entregar el famoso reloj en persona y explicarle a su cliente porque se había tardado más de lo debido.

Al día siguiente encontraron el cadáver de Felipe tirado en un barranco lleno de heridas de cuchillo. La policía afirmó que se había tratado de un asalto, pero Diana nunca se lo creyó y estaba segura que Artemio la había dado muerte a su querido esposo.

Una tarde gris, Artemio acudió a la casa de Diana y la solicitó en matrimonio. Propuesta que la joven rechazó rotundamente. Llena de repulsión y desesperanza, la mujer se arrodilló en el altar doméstico y le rogó a Dios que la librara de ese horrendo hombre que la perseguía.

Al otro día, los sirvientes de Artemio encontraron el cuerpo sin vida de Felipe bajo uno de los árboles del jardín del pretendiente. En la mano derecha llevaba el reloj de oro que le entregara a Artemio.

En seguida, Felipe fue sepultado de nuevo. Pero al siguiente día volvió a suceder lo mismo, el cadáver de Felipe estaba bajo el mismo árbol con el reloj en la mano.

Este hecho se produjo durante una semana, al término de la cual, Artemio, horrorizado y terriblemente asustado por las macabras apariciones de su víctima, murió de un fulminante infarto. ¡Por fin Diana se vio libre del molesto y asesino pretendiente!

Sonia Iglesias y Cabrera