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Carmen la desdichada

Esta leyenda data del año de 1705, cuando era alguacil mayor de Puebla don Juan de Mendoza y Escalante, hombre tenido por muy honrado y profundamente devoto a su religión. El alguacil tenía una hermosa y rubia hija llamada Carmen, a la que adoraba, y a quien decidió meterla en un convento cunado la chica contaba con diez y ocho años de edad. La muchacha no contaba con la menor vocación religiosa; sin embargo, aceptó la orden de su padre ya que pensó que en el convento habría manera de seguir se verdadera vocación que era el canto.

Así las cosas, Carmen entró al convento de monjas agustinas de la ciudad. El padre la visitaba frecuentemente, y en una de esas visitas llevó con él a don Sebastián de Torrecillas, un hombre rico a quien le gustaba mucho Carmen la novicia. Sebastián empezó a cortejar a la chica a pesar de encontrarse en el convento. Como era de esperar, pasado un tiempo, Carmen se embarazó de su enamorado, quien al saber el estado de su amante huyó como buen cobarde que era.Carmen, la burlada

El padre de Carmen se enteró de lo ocurrido e inmediatamente sacó del convento a su hija y lleno de vergüenza se la llevó a la casa donde residían. El deshonrado padre decidió encerrar a su mancillada hija en una habitación del fondo de la casa, por todo el tiempo que durase el embarazo y aún más.

El día llegado, Carmen dio a luz a un hermoso varoncito. El padre, que continuaba enojado y ofendido, tomó al niño en sus brazos y, presuroso, le fue a arrojar a un río. Sin embargo, poco tiempo después don Juan fue presa de arrepentimientos por su mala acción y murió víctima de un infarto fulminante.

Carmen se encontraba completamente afectada por el robo de su hijo, y por la muerte de su padre; poco a poco su salud se quebrantó, hasta que empezó a desvariar y acabó en la absoluta locura. Después de algunos meses de encontrarse completamente trastornada, la infeliz mujer murió.

Su alma, que no encontraba descanso, empezó a penar por la casona en que vivió. Los vecinos y aquellos que pasaban frente a la morada, escuchaban el llanto y los patéticos lamentos de Carmen que penaba por su hijo y por su amado,

Actualmente la casa en que ocurrió la terrible tragedia es sede de una escuela de música de la Ciudad de Puebla, ubicada en la calle 8 Oriente número 409. Donde los lamentos desgarradores de Carmen aún se siguen escuchando para tormento y espanto de los estudiantes.

Sonia Iglesias y Cabrera