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Ciudad de México

Un Ángel de leyenda

En el año de 1843, el presidente Antonio López de Santa Anna decidió que sería adecuado construir un monumento que conmemorara la Independencia de México. A través de la Academia de San Carlos convocó a un concurso para escoger el más bello proyecto, según bases estrictamente estipuladas de cómo debía ser dicho monumento.

De entre los participantes al concurso ganó un francés llamado Enrique Griffon, apoyado por los jueces de San Carlos, pero a Santa Anna no le pareció adecuado el diseño y escogió la propuesta de Lorenzo de la Hidalga, un arquitecto español asentado en México, aun cuando los trescientos pesos del primer premio se le otorgaron al arquitecto francés.

El monumento se empezó a erigir en la Plaza de Armas de la Ciudad de México. La primera piedra se colocó el 16 de septiembre de 1843, y dio comienzo la construcción de su zócalo –de ahí que al Zócalo le llamemos Zócalo-, la que muy pronto se abandonó por falta de dinero, y porque el gobierno cambio.

Años después, durante el Imperio de Maximiliano, se retomó la construcción, otorgada a Ramón Rodríguez Arangoity, y cupo la gloria a la emperatriz Carlota colocar la primera piedra. Pero tampoco logró realizarse el proyecto, ya que el imperio cayó.

No fue sino hasta el mandato de Porfirio Díaz, cuando cerca del Paseo de la Reforma – antiguo Paseo del Emperador y luego Paso de Degollado- a raíz del surgimiento de nuevas colonias para gente rica, como la Americana y la Tabacalera, se decidió colocar estatuas de héroes de la reforma, aceras y árboles en el Paseo.

En 1886, se retomó la idea de construir el monumento a la Independencia, esta vez en una de las glorietas del Paseo, pero el proyecto no prosperó.

No fue sino hasta el año de 1900 cuando se le encargó el proyecto a Antonio Rivas Mercado. Las esculturas y bajorrelieves estuvieron a cargo de Enrique Alciati y como responsable de la obra civil estuvo Roberto Gayol, un ingeniero mexicano.

La primera piedra se colocó en 1902, el 2 de enero, y se añadió un cofre que contenía el acta de independencia de México, junto con varias monedas de la época. Sin embargo, la columna estaba mal cimentada y hubo que derribarla y construirla de nuevo en 1907. Por fin, el monumento se inauguró en 1910 con un costo de dos millones mil quinientos pesos. Obviamente la inauguró Porfirio Díaz.

El ángel que corona el monumento es una Victoria Alada hecha de bronce recubierto de oro, en actitud de vuelo con las alas abiertas, en el brazo derecho colocado hacia arriba, lleva una corona de laurel; el brazo izquierdo que pende lleva en la mano una cadena rota de tres eslabones, mismos que simbolizan los tres siglos del sometimiento a España. La Victoria mide 6.7 metros y pesa siete toneladas. Alciati utilizó la técnica de la cera perdida en Florencia donde llevó los moldes de yeso a los Talleres Galli.

El Ángel de la Independencia se destrozó a raíz de un terrible terremoto que tuvo lugar el 28 de julio de 1857, y se construyó un nuevo ángel. La cabeza de la antigua Victoria, se encuentra a la entrada del Archivo Histórico de la Ciudad de México.

Sonia Iglesias y Cabrera