Cuentan los abuelos pimas de Sonora y Chihuahua que en el principio no había más que oscuridad y agua. En un momento dado, la oscuridad se congeló en algunos sitios, y entonces el dios Creador se formó. El dios estaba solo y caminaba sin rumbo fijo, iba de aquí para allá po encima del agua. Caminaba pensando, muy concentrado. En un momento dado sus pensamientos le llevaron a tomar conciencia de quién era y de lo que debía hacer…
Una vez que supo cuál era su tarea, de su corazón saco una vara mágica: era la Vara de la Creación. Empleó la vara como un bastón, y cuando vio que una resina se formaba en el tope la colocó sobre las hormigas. Tomó más de la maravillosa resina y la depositó a sus pies con los cuales la rodó hasta formar una bola perfecta, mientras cantaba:
Chuhwuht tuh maka-i
Chuhwuht tuh nato
Chuwuhtu tuh maka-i
Chuwuhwuht tuh nato
Himalo, Himalo
Himalo, Himicho!
Lo cual significaba: Yo creo al mundo y lo veo, el mundo está terminado, yo hago el mundo y lo veo, el mundo está terminado. Déjalo ir, deja que se vaya!
Cuando el dios estaba cantando, la bola de resina crecía más y más, hasta que llegó a tener el tamaño que ahora tiene. Así se creó la Tierra. Entonces el Creador tomó una enorme roca, la rompió y aventó los pedazos al Cielo. En ese momento se crearon las estrellas. Del mismo modo dio vida a la Luna. Sim embargo se dio cuenta que ni la Luna ni las Estrellas daban bastante luz.
Entonces el señor de la Creación pensó en tomas dos cajetes que llenos de agua, a los cuales sacó de su carne, y pensó en la luz. El Sol apareció en el Cielo, mientras el dios apartaba los cajetes. El Creador se dio cuenta que el Sol no se movía, entonces el dios le dio una patada y envió al Sol, como si fuera una pelota, hacía el este. Después lo envió hacia el oeste y el Sol adquirió el movimiento que ahora tiene, pues sale por el este y se oculta por el oeste cada día.
Sonia Iglesias y Cabrera