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La Mujer Descarnada

Una leyenda de los indios choles, que habitan en los estados de Chiapas y Tabasco, nos relata que en un poblado de la zona maya vivía una mujer muy bella con su esposo y su hijito. El matrimonio se llevaba bien y era relativamente feliz.

Cierta noche se fueron los tres a dormir, después de una agotadora jornada de trabajo. El hombre y el niño se quedaron dormidos muy pronto. La mujer los observaba y cuando se dio cuenta de que ya estaban completamente metidos en sus sueños, se levantó y se dirigió hacia el panteón de la localidad.

Al llegar al cementerio, la mujer empezó a despojarse de su carne. Poco a poco se la fue quitando y la dejaba tirada en el césped del camposanto. Ya despojada completamente de su carne se fue a pasear por las calles del pueblo, haciendo un terrible ruido con sus huesos que se entrechocaban. Al llegar a su casa, se subió al tejado sin dejar de hacer ese tenebroso ruido de huesos, que daba horror.

Al escuchar el sonido de los huesos, el marido se despertó vio al esqueleto de su esposa, y se asombró de que no tuviera carne. Decidió espiarla para saber dónde había dejado su carne. La mujer descarnada decidió volver al camposanto para ponerse la carne y regresar a su hogar. Cuando el esposo encontró la carne de su esposa regada en el suelo del cementerio, rápidamente regresó a su casa para traer varios chiles. Con los chiles embarró toda la carne y el pellejo de su esposa.La mujer se quita la carne de su cuerpo

Cuando la mujer se dirigió al cementerio para volverse a poner su carne, se dio cuenta que por más que trataba no podía pegarla al esqueleto, pues se volvía a caer. Desesperada por lo que le estaba ocurriendo empezó a gritarle a su carne pidiéndole que se pegara. Pero nada, la carne seguía sin pegarse y caía al suelo irremediablemente.

Al dar las cinco de la mañana la mujer decidió regresarse a su casa, aunque fuera descarnada. Y le reprochó al esposo lo que le había hecho, y le aseguraba que si hubiera sabido que a su esposo no le gustaba que saliera y se quitara la carne, ella lo hubiera obedecido con mucho gusto. En cambio, ahora ya no había remedio porque no podía ponerse la carne de vuelta.

Y como la carne se negaba a adherirse al hueso, al poco tiempo la pobre mujer murió completamente descarnada. El esposo quedó muy triste por lo acontecido.

Fuente: Daniel Moreno Zaragoza, Tesis de Maestría, El Mundo Subterráneo

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

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El Látigo

Tabasco es un estado de la República Mexicana que se encuentra en la región sureste del país. Fue fundado el 7 de febrero de 1824 y su capital es Villahermosa. El nombre de Tabasco proviene de Tabscoob, como se llamaba el cacique indígena que gobernaba la región cuando arribaron los conquistadores españoles en 1518.

Este bello estado, como todos los estados que conforman nuestro país, cuenta con una rica tradición oral. Entre sus mitos, cuentos y demás expresiones del folklore, existe una leyenda que se ha trasmitido de boca en boca.

Dicha leyenda nos narra que hace ya muchos años, en la Plazuela de la Concepción, en una hermosa casa de piedra, vivía una mujer a la que se conocía con el nombre de doña Beltrana. Se trataba de una mujer robusta, buena y muy piadosa, que cuidaba mucho de su reputación y del qué dirán. Acudía a misa todos los días y destacaba por ser devota.

El Látigo que se convirtió en serpiente

Doña Beltrana tenía una hija, María Violeta, que pudiera decirse que era todo lo contrario de su madre: veleidosa, grosera, impía y, sobre todo, ligera de cascos. Le gustaban muchos los hombres y se acostaba con ellos sin discriminación. Como era una joven muy bella – rubia, delgada de piel como la nata y ojos verdes-, no le faltaban pretendientes. Todas las noches se escapaba por la ventana de la sala que daba a la calle y buscaba pareja para darle vuelo a la hilacha. Cuando regresaba a su casa, doña Beltrana la esperaba con un largo látigo que empleaba para azotarla, con la esperanza de que cambiara su lasciva conducta, pero esto no sucedía. La madre estaba desesperada.

Una cierta noche, María Violeta regresó a su casa y trepando por la ventana se introdujo en ella. En esta ocasión la bella ninfómana no había podido encontrar a nadie con quien retozar y satisfacer sus apetitos sexuales; de tal manera que estaba furiosa y muy nerviosa. Cuando la señora de la casa la vio entrar, cogió el famoso látigo dispuesta a castigarla una vez más; pero María Violeta, enardecida como estaba, empujó a su madre, le quitó el látigo y empezó a darle tremendos latigazos a los que la pobre mujer respondía con gritos de dolor y cara de estupefacción ante el atrevimiento de su malvada hija.

En esas estaban cuando, ante el temor y el azoro de ambas mujeres, el látigo se convirtió en una grandísima serpiente roja de cerca de seis metros que enseguida se enroscó en el delgado cuerpo de María Violeta y la trituró rompiéndole todos los huesos y convirtiendo su carne en una masa amorfa y sanguinolenta.

Una vez que la chica estuvo muerta, como es de suponer, la terrible y vengativa serpiente salió de la casona y se dirigió hacia el Río Grijalva en el cual se sumergió. Fue un suceso terrible que nadie se explicaba, doña Beltrana alegaba que era obra de la Divina Providencia como castigo de las acciones lujuriosas que su hija, María Victoria, cometía día con día, y por haberle levantado la mano a su madre para darle de latigazos. A otros la mano solamente se les seca.

Sonia Iglesias y Cabrera

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María Violeta

Tabasco, también llamado El Edén de México, es un estado que está situado al sureste de la República Mexicana. Su capital es la ciudad de Villahermosa, antiguamente fundada por el español Diego de Quijada, en el año de 1564. En esta hermosa ciudad se encuentra la plaza de La Concepción, en el llamado Barrio de La Punta, sito hacia el sur de la ciudad, fundado sobre la loma de La Encarnación.

En dicha plaza había una casa habitada por una atractiva joven que se llamaba María Violeta junto con su madre doña Beltrana. La joven no contaba con buena fama, pues se la consideraba una muchachita casquivana, sin moral e inclinada a los placeres sexuales. Solía salir por la noche y regresar a su casa ya muy tarde con cierto tufillo de alcohol y de amor. Cuando llegaba a su hogar, la madre montaba en cólera y le daba tremendos latigazos con el fin de corregirla y volverla una honesta muchacha. Pero los golpes de nada servían, pues María Violeta no entendía razones y seguía con sus escapadas y sus noches de sexo y alcohol.

La terrible y enorme serpiente que mató a María Violeta.

Una cierta madrugada, María regresó a su casa muy tranquila. La madre que la había estado esperando, le salió al paso, sacó su látigo y estaba presta a golpearla, cuando se dio cuenta aterrorizada, que el látigo se convertía en una gran serpiente que se enroscó en el cuerpo de María Violeta, le rompió todos los huesos, y de su pobre cuerpo tan sólo quedó una masa ensangrentada y casi sin forma humana.

Una vez que la serpiente hubo asesinado a la chica, reptó fuera de la casa, y su enorme cuerpo se metió en el río Grijalva que quedaba cerca de la casa de las dos mujeres. Doña Beltrana, ante tal espantoso prodigio, quedó sin habla, y muda estuvo mucho tiempo tras la horripilante pérdida de su hija, a la que a pesar de su comportamiento frívolo y descocado, quería muchísimo.

El tiempo pasó y doña Beltrana enfermó de gravedad. En su lecho de muerte llamó a su confesor y le contó lo acontecido a María Violeta. ¡Al fin había recobrado el habla! Después de la confesión pasó a mejor vida.

A partir de entonces, todos los habitantes del barrio empezaron a nombrar a doña Beltrana con el epíteto de La Mujer de la Serpiente.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Una bruja llamada Tía Nati

Una leyenda del estado de Tabasco nos relata que hace unos cuantos años cerca de la población de Acahual, vivía una familia de campesinos. La integraban el padre, don Remigio; la madre, doña Eustaquia, un hijo llamado Ernesto de once años, y una pequeña de siete, Silvia.

En una ocasión, Silvia, desobedeciendo las órdenes de su madre de no irse lejos de la casa a la caída del día, se alejó de la misma y fue a dar hasta un lugar que tenía muchos árboles, un pequeño riachuelo y rocas que invitaban a sentarse. La pequeña Silvia viendo el lugar tan bonito, decidió quedarse a ver las mariposas que aún volaban cerca de las flores que crecían a la orilla del riachuelo.

La terrible Tía Nati

Se encontraba muy entretenida, cuando de pronto vio acercarse a una mujer. Al principio no tuvo miedo, pero conforme la mujer se aproximaba, el terror fue apoderándose de la niña, Se trataba de una mujer que tenía el cuerpo todo peludo, con enormes ojos desorbitados en los cuales se podían ver llamas rojas y amarillas; la mujer sonreía con una mueca terrible. Silvia trató de gritar, pero no pudo y se quedó como paralizada. Al acercarse más la mujer, Silvia se dio cuenta de que se trataba de la Tía Nati, una mujer demoníaca a la que se consideraba como una bruja maligna, tan fea como blasfemar en cuaresma; y de quien se cuenta que si se la llega a ver, las personas enferman fatalmente.

Poco después, los acongojados padres supieron que la causa de la muerte de su hija había sido la terrible Tía Nati, que acostumbra vagar por todos los pueblos de Tabasco, en espera de que alguien la vea para hacerle daño y matarlo.

Sonia Iglesias y Cabrera