Una leyenda del pueblo de Todos Santos sito en Baja California Sur en el Municipio de La Paz, Pueblo Mágico fundado en 1733 con la misión de Santa Rosa de las Palmas de Todos Santos, por el padre italiano jesuita Segismundo Taraval, nos relata la historia de una mujer atea y metiche que solía asomarse a su ventana para ver lo que ocurría afuera y así satisfacer su malsana curiosidad.
La mujer tenía varias amigas con los cuales se reunía para efectuar actos de brujería. En una ocasión decidieron invocar al Diablo y se colocaron alrededor de la mesa del comedor. Pero no lo consiguieron, pues el Demonio nunca apareció.
Poco después, cuando llegó la Semana Santa, una peregrinación recorrió el todo el pueblo parsimoniosamente. Al pasar por su casa, la mujer salió a verla para ver quiénes eran los vecinos que participaban. Al observar a los integrantes, que no eran muchos, se dio cuenta de que todos los peregrinos eran forasteros que no pertenecían a Todos Santos y que vestían de una extraña manera que ella no conocía, pues nunca había visto esa clase de ropajes.
Cuando los peregrinos vieron a la mujer se acercaron a ella y le pidieron permiso para entrar a descansar en la casa y para dejar los cirios que llevaban, pues se encontraban muy cansados y pesaban mucho, según dijeron. La dama aceptó, y los grandes y redondos cirios quedaron depositados sobre la mesa del comedor.
Al día siguiente, cuando la atea fue hacia el comedor, se dio cuenta de que en el lugar donde habían dejado los enormes cirios se encontraba un gran montón de huesos humanos. Asustada ante este hecho que no podía explicarse, en seguida acudió a las autoridades para que investigasen qué era lo que había pasado, pero éstas nunca llegaron a ninguna conclusión, y no pudieron explicar tan inverosímil situación. Por lo que la mujer quedó terriblemente asustada.
Mirando por la ventana, la mujer se puso a cavilar y se acordó del día en que había invocado al Diablo junto con sus amigas. En ese instante se dio cuenta que había sido el Chamuco quien le había enviado un mensaje y había convertido los cirios en huesos. ¡La peregrinación venía del mundo demoníaco!
Sonia Iglesias y Cabrera