Cuenta la tradición oral del estado de Campeche que hace muchos años, en la época colonial de México, vivía en tierras campechanas un señor que era muy rico, tenía una hija que vivía con él, la cual destacaba por su belleza y donaire. Por ser tan bella, el padre la cuidaba en demasía de los pretendientes inoportunos.
Este rico hombre odiaba a los piratas, pues en una ocasión que andaba navegando con su esposa, uno de ellos le dio muerte a la mujer que tan querida era de don Sebastián. Sin embargo, a pesar de las guardas que el padre le ponía a la bella hija, ésta se enamoró de un hombre. Como era una buena chica, le confesó su amor a su progenitor, asegurándole que se trataba de un joven de buena familia que vivía en Cuba. Muy enojado, don Sebastián le prohibió a la joven que volviera a ver a ese descarado hombre.
Un mal día, el padre descubrió que la hija recibía a su enamorado en su propia recámara. Al verlos, el padre perdió completamente los estribos y sacó su espada para matar al atrevido pretendiente. Éste hizo lo propio, y los dos hombres emprendieron una lucha a muerte. En un descuido don Sebastián cayó completamente muerto con la espada clavada en el corazón. Nunca se enteró que el enamorado era nada menos que un pirata muy conocido que respondía al nombre de Barbilla. La muchacha, al ver a su padre muerto, cogió la espada de su padre y con ella dio muerte al pirata asesino.
Terriblemente afectada, la joven donó toda la fortuna de su padre a los pobres y se metió de monja a un convento.