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Ciudad de México

La confesión de un muerto


Cierta noche del siglo XVII, el abad de la Antigua Basílica de Guadalupe estaba a punto de retirarse de allí con sus familiares cuando llegó un hombre elegante a confesarse. Los familiares del abad lo esperaron y después de un rato él salió espantado, cerró las puertas sin esperar al hombre y apresuró a su familia a su casa sin dar explicaciones. En casa de ellos, el abad comentó que aquel hombre elegante era un muerto venido de ultratumba y que se volvió sordo del oído derecho después de oír la confesión que nunca reveló por ética de su oficio.

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