Hace mucho tiempo, mucho antes de que Tenochtitlan fuera desaparecida por los conquistadores españoles, existió un gran Señor que tenía siete hijos. Cada uno de ellos se llevaban un año. Era apuestos y audaces.
En cierta ocasión, el tlatoani se encontraba en sus aposentos descansando. Su recámara daba a un patio lleno de flores y de árboles. De pronto, el hombre se despertó al escuchar el llanto de una niña que se encontraba, desnuda y muerta de hambre, a la puerta de la estancia donde descansaba. Al verla, se dio cuenta de que la pequeña era sumamente bonita y decidió adoptarla y tratarla como si fuese su propia hija.
La niña comenzó a crecer, y cada vez era más bella. Su belleza deslumbraba a todo aquel que la veía. Como era de esperarse, los siete hijos del tlatoani se enamoraron perdidamente de la joven. Este hecho trajo como consecuencia que los hermanos empezaran a odiarse y a celarse los unos de los otros. La vida en palacio se convirtió en un terrible infierno. Sin embargo, la bella muchacha quería a los siete galanes como si fueran sus verdaderos hermanos, y no estaba enamorada de ninguno en particular.
Entonces, los siete hermanos decidieron entablar un combate para decidir quién se casaría con ella. El combate debía ser a muerte, y el único sobreviviente sería el afortunado esposo de la joven. Cuando el tlatoani se enteró de lo que planeaban hacer sus hijos para obtener el amor de la chica, tomó una horrenda decisión y ordenó a tres de sus guerreros que le quitaran la vida a la pequeña, pues era consciente de que no había otra manera de solucionar el conflicto.
Los guerreros se llevaron a la pobrecilla a un monte cercano a palacio y la apuñalaron. La muchacha cayó al suelo herida, pero no estaba muerta, aunque eso creyeron sus asesinos. Cuando despertó y se dio cuenta de lo ocurrido, se levantó y corrió a través del bosque en la más absoluta oscuridad. Pero pronto salió la Luna e iluminó el bosque. En ese momento la planta del toloache abrió sus flores. Una de ellas se dirigió a la asustada niña y le dijo que se escondiera dentro de ella. Inmediatamente la joven se hizo tan pequeña que pudo meterse entre los pétalos de la flor.
Desde entonces la bella joven vive en las flores del toloache, y los dioses le dieron poderes maravillosos a la planta por su buena acción. Pues el toloache es capaz de calmar los dolores de las personas, quita el insomnio, dilata las pupilas y cura las hemorroides. Su capacidad terapéutica es muy grande.
Para evitar que los siete hermanos enloquecidos de amor encuentran a la bella, las flores del toloache solamente se abren en las noches de plenilunio, y aunque los príncipes se transformaron en mariposas para encontrarla, nunca lo harán ya que las mariposas no pueden acercarse a dichas flores porque su olor las mata.
Sonia Iglesias y Cabrera