No bastó obtener la independencia para formar una nación fraterna. Los nuevos gobiernos del México independiente enfrentaron serios problemas para dotar al país de un sistema político sólido y respetado. Se ensayó la monarquía constitucional, la república federal y la central; cuatro poderes en vez de tres; se promulgaron la Constitución Federal de 1824, la Constitución centralista de 1836, llamada Las Siete Leyes, las Bases Orgánicas de 1843 y la Constitución Federal de 1857. Nada parecía resolver la inestabilidad política, económica y social que aquejaba al país. Las provincias resentían el poder de la Ciudad de México; los federalistas enfrentaban a los centralistas; se presentaban planes por doquier que no cuajaban; se buscó organizar la Hacienda Pública y aclarar la relación Estado-Iglesia. Centroamérica se separó en julio de 1823: sólo Chiapas quedó unida a México, y Texas se independizó en 1836. Hubo conatos separatistas en Jalisco, Zacatecas, Durango, Oaxaca, Puebla y Yucatán. Existían fricciones entre los ayuntamientos y los gobiernos estatales, y aparecieron nuevos grupos de poder como las logias masónicas yorkinas que, a partir de 1825, se enfrentaron a las ya existentes logias escocesas. Todo ello hizo vulnerable a México frente a otras potencias.
1. El primer imperio
El primer gobierno del México independiente fue la Junta Provisional Gubernativa (septiembre de 1821-febrero de 1822). Los 38 «padres de la patria» representaban tendencias diversas: siete eclesiásticos, catorce ex funcionarios virreinales, nueve nobles mexicanos, cinco militares, dos comerciantes y un hacendado. En ese momento México era el país más extenso de la América española: en un territorio de 4’665,000 km2 vivían aproximadamente siete millones de personas. El 24 de febrero de 1822, se instaló el Primer Congreso Constituyente Mexicano. Ante el rechazo de España del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, el Congreso eligió como emperador a Agustín de Iturbide. Los enfrentamientos del Congreso con el emperador fueron inmediatos, debido a la bancarrota del país y a que ambos poderes reclamaban para sí la soberanía. Cuando Iturbide impuso una contribución de 40 por ciento sobre el valor de cada casa, dicha medida afectó a los ricos propietarios, ya que la mayoría de la población vivía en casas rentadas. Apareció el siguiente reclamo: Cuarenta por ciento has gravado a la Patria de pensión, por eso en su estimación cuarenta por ciento has bajado. Cuidado, Agustín, cuidado… Iturbide abdicó el 19 de marzo de 1823, y salió al exilio a Europa con su familia. Regresó a México en 1824 y murió fusilado el 19 de julio de aquel año.
2. Ensayo de república
Al fracasar el imperio, México adoptó la forma de gobierno republicano, cuyos modelos eran Francia y Estados Unidos. La primera República Federal duró 11 años (enero 1824 – octubre 1835) y tuvo 16 presidentes. Las logias masónicas intensificaron su actividad y lograron convertirse en agrupaciones que prefiguraron a los partidos políticos. A ellas se afiliaron gobernadores, diputados, senadores, eclesiásticos y militares. La logia escocesa, formada a finales del siglo XVIII, agrupó a aquellos ilustrados y más tarde liberales proclives a la monarquía constitucional. La logia yorkina, formada en 1825, agrupó a los hombres que simpatizaban con el liberalismo y con el modelo de república norteamericana. En el seno de las logias se crearon y dirimieron muchos conflictos nacionales. Durante el gobierno de Guadalupe Victoria, primer presidente de la República Federal (1824-1828), los «escoceses» perdieron poder; al final de este periodo, y estando próximas las elecciones, los «yorkinos» se dividieron en dos bandos: unos postularon para la presidencia a Manuel Gómez Pedraza y otros a Vicente Guerrero, quien perdió las elecciones. Sus partidarios se sublevaron, declararon nulas las elecciones y lo nombraron presidente. Guerrero fue depuesto por su vicepresidente Anastasio Bustamante, y fusilado en 1831 en Cuilapan, Oaxaca.
3. Secesión texana (1836)
Quizá el suceso más lamentable en los primeros años del México independiente fue la pérdida de Texas. Varios actores participaron en este drama: los mexicanos nacidos en Texas; los colonos, que habían recibido una concesión legal en Texas y aceptaban en parte las leyes mexicanas; los rebeldes texanos, muchos de ellos recién llegados a la región, deseosos de separar Texas de Coahuila y de la República Mexicana, y los voluntarios extranjeros, mercenarios procedentes de 22 estados de la Unión Americana, enganchados por agentes de los rebeldes en cantinas y establecimientos de Nueva York, Tennessee, Kentucky o Nueva Orleáns. Ejemplos de ello fueron los «Gray Volunteers», cuya bandera fue tomada en El Álamo. Para 1853 se habían acumulado unas 80 reclamaciones de Estados Unidos contra México, cuyo pago alcanzaba millones de dólares. Presionado por el país del norte, México tuvo que ceder 76,845 km2 en La Mesilla para que los estadounidenses pudieran construir el ferrocarril proyectado para unir el este con el oeste de su país. La Mesilla fue el único territorio objeto de venta a Estados Unidos, ya que los otros fueron cedidos en 1848 como botín de guerra. Los defensores del fuerte de El Álamo eran, en su gran mayoría, voluntarios recién llegados a Texas procedentes de 22 estados de la Unión Americana. Entre ellos se encontraba la «First Company of Texan Volunteers from New Orleans», cuya bandera se exhibe aquí.
4. Tres proyectos de reforma (1833 – 1867)
Los proyectos reformistas mexicanos tienen su raíz en el pensamiento ilustrado y la revolución francesa del siglo XVIII. El primer intento por reformar las relaciones Estado- Iglesia fue obra del vicepresidente Valentín Gómez Farías, quien quiso acabar con el poderío del clero —al que se atribuían el malestar y las miserias del país—; reducir el número de conventos, destruir el monopolio educativo ejercido por la Iglesia y privar de sus propiedades tanto a ésta como a las corporaciones civiles, entre ellas las comunidades indígenas. La segunda reforma se intentó después del triunfo del Plan de Ayutla (1854). Se inició con la «Ley Lafragua» que reconocía la libertad de expresión. El 25 de junio de 1856 se expidió la Ley de Desamortización de Bienes de Corporaciones Civiles y Religiosas, conocida como «Ley Lerdo», y en abril de 1857 se expidió la «Ley Iglesias» sobre Derechos y Obvenciones Parroquiales. Entre 1858 y 1861 dos grupos gobernaron en México: el conservador, del general Félix Zuloaga, emanado del Plan de Tacubaya, y el liberal, del presidente Benito Juárez, fundamentado en la Constitución de 1857, que en ese momento no estaba en vigor. En 1859 se dictaron en Veracruz las célebres Leyes de Reforma, un tercer intento, que incluía la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la creación del Registro Civil, el matrimonio como contrato civil, la secularización de los cementerios y la libertad de cultos.