5. Los primeros conflictos internacionales
En 1829 y 1838-1839 la joven nación tuvo que afrontar dos agresiones provenientes del exterior. La primera fue protagonizada por España, que no reconoció la independencia sino hasta 1836 y por ello urdió varios proyectos de reconquista. El más sonado fue el del general Isidro Barradas, quien desembarcó en la costa tamaulipeca en junio de 1829 con ánimos guerreros, pero pronto sucumbió cuando sus 800 efectivos fueron víctimas de fiebres, falta de agua y alimentos. El presidente Vicente Guerrero colocó las banderas arrebatadas a los españoles en el santuario del Tepeyac. Entre 1838 y 1839 una escuadra francesa bloqueó el puerto de Veracruz y abrió fuego sobre el fuerte de San Juan de Ulúa. En esa ocasión Francia exigió el pago de 600 mil pesos como indemnización por las pérdidas que habían sufrido ciudadanos de esa nacionalidad durante las frecuentes revueltas y motines acaecidos en México desde 1821. En este conflicto, el general Antonio López de Santa Anna perdió la pierna izquierda al ser herido por un cañón francés y los mexicanos tuvieron que pagar el dinero reclamado, en cuya suma se incluía los 60 mil pesos demandados por un pastelero francés de Tacubaya como compensación al destrozo de sus mercancías. De este suceso proviene el nombre que el pueblo dio al conflicto: «Guerra de los Pasteles».
6. La invasión norteamericana
Desde el siglo XVIII Estados Unidos se interesó por las vastas regiones de nuestro territorio. El 12 de mayo de 1846, el presidente James Polk acusó a México de haber derramado «sangre norteamericana en suelo norteamericano», aseveración totalmente falsa ya que tropas de ese país invadieron territorio mexicano entre los ríos Nueces y Bravo. A partir de ese día, el general Stephen Kearny se dirigió a Nuevo México y California; el general John Wool a Nuevo León, Coahuila y Chihuahua; y el general Zachary Taylor hacia el interior de la República. El 22 de marzo de 1847, el general Winfield Scott y unos 12 mil hombres sitiaron el puerto de Veracruz. Las armas del ejército de Estados Unidos eran las mejores del mundo, por lo que la lucha fue desigual. Chapultepec fue defendido por unos mil hombres, incluyendo casi medio centenar de cadetes del Colegio Militar. El día 13 de septiembre a las 9:30 de la mañana, el general Nicolás Bravo capituló e inmediatamente ondeó la bandera de Estados Unidos en lo alto de Chapultepec. Cayó la ciudad de México, a pesar de que el pueblo luchó contra la artillería norteamericana por 37 horas consecutivas. El 14 de septiembre, el ejército norteamericano izó su bandera en Palacio Nacional. Como concesión de guerra —no por venta—, México tuvo que ceder la mitad de su territorio: Alta California, Arizona y Nuevo México.
7. La intervención francesa
En 1861 Benito Juárez ocupaba la presidencia de la República. La falta de recursos lo obligó a suspender el pago de la deuda pública a acreedores nacionales y extranjeros. Como reacción, el emperador Napoleón III de Francia se alió a España e Inglaterra para reclamar a México sus obligaciones. Por medio de un convenio firmado en Londres en 1861, los tres países resolvieron cobrar el adeudo apoyados por sus armadas. A principios de 1862 las escuadras de las tres potencias sitiaron el puerto de Veracruz. Conforme a los Preliminares de la Soledad, España e Inglaterra se retiraron. Los franceses, en cambio, avanzaron, y el 5 de mayo de 1862 fueron vencidos por el ejército mexicano en las afueras de la ciudad de Puebla. Justo un año después tomaron esa plaza tras un sitio de 72 días, y emprendieron el avance hacia la ciudad de México. Juárez decidió entonces marchar hacia San Luis Potosí, emprendiendo una lucha desigual en la que se salvaguardó la integridad territorial y la soberanía nacional. El mariscal francés Elías Federico Forey se apoderó de la capital y, acto seguido, convocó a la Junta de Notables, compuesta por miembros del grupo conservador. Esta Junta propuso que el país adoptara la forma monárquica de gobierno y que se integrara una comisión encargada de ofrecer la corona de México a Maximiliano de Habsburgo.
8. El segundo imperio
En octubre de 1863 Maximiliano de Habsburgo recibió el apoyo político, bélico y económico de Francia. En abril de 1864 aceptó el trono mexicano, y al mes siguiente desembarcó en Veracruz junto con su esposa Carlota Amalia de Bélgica. Entretanto, el presidente Juárez mantuvo vigente el gobierno de la República. El segundo imperio se caracterizó por ser una monarquía liberal moderada con adaptaciones a la realidad mexicana. Entre otras disposiciones, decretó la protección de las tierras comunales indígenas; mantuvo la separación de la Iglesia y el Estado, lo cual le acarreó los ataques del clero mexicano y de los conservadores; propuso leyes laborales que limitaban las horas de trabajo de los peones de las haciendas, y tuvo constantes diferencias con los generales franceses. Napoleón III, urgido por los problemas en Europa, decidió suspender toda ayuda, por lo que en 1866 las tropas francesas comenzaron a salir del territorio, al tiempo en que los contingentes republicanos ocupaban las plazas. Juárez, que había trasladado su gobierno hasta Paso del Norte, pudo regresar a Chihuahua con la fortaleza del vencedor. El emperador formó entonces un ejército al mando de generales conservadores mexicanos. Finalmente se refugió en Querétaro, donde fue sitiado por las fuerzas republicanas y hecho prisionero. Sometido a juicio, fue sentenciado a muerte, y junto con sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía fue fusilado, en el Cerro de las Campanas, el 19 de junio de 1867.