El proyecto republicano liberal triunfó sobre el segundo imperio y se consolidó en las siguientes décadas, hasta que fue puesto en tela de juicio en 1910. La Constitución de 1857 continuó siendo la expresión más acabada de las ideas liberales que fundamentaban la nación, aunque no reflejaba las aspiraciones del grupo conservador ni de muchos sectores de la población. Porfirio Díaz adoptó políticas conciliatorias con sus antiguos enemigos; se combinaron los proyectos políticos de los conservadores con los de los liberales: el Poder Ejecutivo, en pugna con el Legislativo desde la época de Iturbide, impuso su supremacía a un Congreso debilitado. Gracias a nuevas leyes y a los avances técnicos de la época, a la estabilidad política nacional y a un contexto internacional favorable, entre 1890 y 1910 muchas fábricas, minas y haciendas gozaron de una bonanza hasta entonces desconocida; se garantizó la seguridad en la inversión de capitales, se reordenó la hacienda pública y se fundaron los primeros bancos.
El ferrocarril unió al norte y al sur, al este y al oeste del país; permitió la exportación de henequén, algodón, chicle, café, azúcar, hule y metales. Porfirio Díaz mejoró los caminos vecinales y persiguió a los bandoleros que asaltaban a los viajeros y a los trabajadores del campo. Apoyó la inmigración de italianos y alemanes para trabajar y colonizar regiones poco pobladas. Chinos y japoneses llegaron como mano de obra para la construcción de los ferrocarriles.
1. El triunfo de la República
Después del triunfo liberal frente a la intervención francesa y el segundo imperio, Juárez regresó a la capital con un proyecto político diferente al de 1859-1863: ahora combinaría la posición liberal moderada de Ignacio Comonfort con la estrategia centralista y de consenso aplicada por Maximiliano. En 1867, Juárez fue reelecto presidente de la República. Para ello logró superar la oposición de sus propios compañeros liberales. A partir de ese año, intentó pacificar el país y sentar las bases del futuro progreso. Sin grandes resultados en lo político y económico, Juárez acudió al plebiscito para ratificar cinco reformas a la Constitución de 1857, entre ellas la que restablecía el Senado de la República. Sin embargo, no contó con el apoyo de los gobernadores de Guanajuato y Puebla ni del pueblo en general para dicha consulta. Ofreció una amnistía a la Iglesia, por lo que el arzobispo de México, don Antonio Pelagio de Labastida, pudo regresar del exilio. No obstante, muchos de sus proyectos cayeron en el olvido. En 1871 volvió a reelegirse; pero en esa ocasión el general Porfirio Díaz se levantó en armas con el Plan de la Noria. El 18 de julio de 1872, Benito Juárez falleció siendo presidente.
2. La consolidación del liberalismo
Al morir Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada asumió la presidencia de la República por ser el presidente de la Suprema Corte de Justicia. Convocó a elecciones, en las que resultó triunfador. Durante su gobierno, dio carácter constitucional a las Leyes de Reforma; estableció el Senado, poniendo en práctica la iniciativa de Juárez presentada en 1867, y permitió la participación de miembros de distintas tendencias políticas en su administración. En materia económica, correspondió a su gobierno concluir en su totalidad la línea ferroviaria entre Veracruz y la ciudad de México. Favoreció el establecimiento de fábricas de hilados y tejidos en Orizaba, Atlixco y Querétaro. De igual forma, otras ciudades, como Monterrey, comenzaron a experimentar un notable desarrollo. Al concluir su periodo de gobierno, Lerdo intentó reelegirse, pero se encontró con la oposición de José María Iglesias y Porfirio Díaz, quienes se lanzaron a la lucha armada para impedirlo. Díaz se apoyó en el Plan de Tuxtepec que pugnaba por el principio de la no reelección y desconocía a Lerdo. Éste fue derrotado y obligado a abandonar el país. Murió en Nueva York en 1889.
3. El sueño del progreso
En noviembre de 1876, el general Porfirio Díaz asumió interinamente la presidencia y llamó a elecciones para los tres Poderes de la Unión. Díaz resultó triunfador y ocupó la titularidad del Poder Ejecutivo desde mayo de 1877 a noviembre de 1880. Con la reforma al artículo 78 de la Constitución que hacía posible la reelección, Díaz gobernó ininterrumpidamente de 1884 a 1910. Don Porfirio buscó el ordenamiento económico del país como base del progreso nacional. A través del Ministerio de Fomento, que encabezó el militar Carlos Pacheco, planeó el desarrollo de la producción y del comercio nacional. La instauración de la paz permitió la estabilidad de la vida cotidiana de los mexicanos. De acuerdo con las ideas tenazmente defendidas por los liberales, el buen ejercicio legal debería llevar a la tan esperada prosperidad general. Para los aproximadamente 10 millones de habitantes de México, luego de casi 70 años de incertidumbres, epidemias y guerras, la llegada de Porfirio Díaz al poder significó el comienzo de una nueva etapa de su historia. Con firmeza, Díaz impulsó la modernización del país. Su intención como liberal era convertir México en una nación de pequeños propietarios respetuosos de los derechos individuales, aunque ello significara abandonar las tradiciones comunitarias de sus ancestros.
4. La presidencia de Manuel González
El general González gobernó al país entre 1880 y 1884. Su administración hizo efectivos muchos de los contratos y concesiones que se habían establecido durante la primera presidencia de Porfirio Díaz. El Ferrocarril Central Mexicano fue concluido hasta El Paso, Texas, y se construyeron vías que comunicaron la ciudad de México con Toluca, Morelia y Celaya. Se tendieron más de 30 mil kilómetros de líneas telegráficas, y el cableado submarino entre Veracruz, Tampico y Brownsville permitió la comunicación de México con todo el mundo. Debido a la crisis bancaria internacional de 1884, se llevó a cabo la fundación del Banco Nacional de México mediante la fusión del Nacional Mexicano y del Mercantil; el Monte de Piedad se vio obligado a suspender sus pagos, y se tuvo que hacer una emisión de monedas con una mezcla de cobre y níquel, lo que provocó descontento en la capital. La renegociación de la deuda con Gran Bretaña también fue motivo de levantamientos, pese a lo cual nunca se limitó la libertad de imprenta. Además de concretarse la implantación del sistema métrico decimal en toda la República, se promovió la inmigración de europeos y la educación primaria se impuso como obligatoria en muchas entidades de la federación.
5. La instrucción pública
La falta de recursos y estabilidad política en las primeras décadas del siglo XIX impidió que se llevara a cabo con regularidad la disposición establecida en la Constitución de 1824, que obligaba a los ayuntamientos a impartir la educación primaria. A partir de 1867 todos los sectores sociales se esforzaron por mejorar la educación. Se decretó la educación pública obligatoria y gratuita; se fundaron nuevas escuelas; se fomentó la educación de la mujer y las autoridades se preocuparon por la educación indígena. Ignacio Manuel Altamirano escribía: «Lo que necesita México no son cárceles… lo que necesita es abrir escuelas de enseñanza primaria». Ese mismo año se reorganizó el Museo Nacional de México fundado en 1825, convirtiéndose en un sitio que atraía gran número de adultos y niños de escuela. El presidente Juárez dispuso que la Biblioteca Nacional, fundada en 1833, se instalara en la antigua iglesia de San Agustín. Durante el gobierno de Porfirio Díaz se dio énfasis a la educación superior, más que a la básica. Se multiplicaron las escuelas normales y se restableció la Universidad Nacional de México. Existieron publicaciones dedicadas a la educación como El Porvenir de la Niñez, La Enseñanza, La Voz de la Instrucción y La Niñez Ilustrada. La mayoría de los libros para niños se imprimía en España y Francia.
6. Prensa, fotografía y cine
En el verano de 1839 se dio a conocer en París el daguerrotipo. Las primeras tomas realizadas con esta técnica que se conocen de nuestro país se atribuyen al francés Jean François Prelier y retratan Veracruz, la catedral de México, la Plaza Mayor y el Parián (demolido en 1843), entre otros paisajes y edificios. En 1846-1848 el ejército invasor de Estados Unidos trajo daguerrotipistas que dejaron testimonios de tropas, soldados y paisajes. Estas fotografías son las primeras que existen en el mundo sobre una guerra. El estudio fotográfico fue uno de los primeros sitios que abrió sus puertas al trabajo profesional de la mujer. En 1895 los hermanos Augusto y Luis Lumière registraron en Francia la patente del cine silencioso y en 1896 mandaron uno de sus aparatos a México. Una cámara fue adquirida por Salvador Toscano Barragán, quien abrió la primera sala pública, el Cinematógrafo Lumiere, en la calle de Jesús María. La función costaba 10 centavos. La prensa fue un factor decisivo en la vida decimonónica. Durante este siglo aparecieron cantidad de periódicos, algunos de ellos ilustrados con litografías y, más tarde, con fotografías, como El Mundo Ilustrado. Gracias a la fotografía, los lectores pudieron conocer la apariencia real de personajes, los interiores y exteriores de edificios públicos, e incluso el estilo de vida de muchos particulares.
7. Las apariencias del México moderno
Durante su prolongada administración, el general Porfirio Díaz procuró mostrar a México como una nación en la que reinaba la paz e imperaban las instituciones. El país debía parecer moderno para atraer a los inversionistas y lograr el reconocimiento internacional. Entre los medios utilizados para ello figuró la instalación de pabellones en las exposiciones internacionales de Filadelfia (1876), Nueva Orleáns (1884) y París (1889). Asimismo, en 1910 se aprovecharon las conmemoraciones del Primer Centenario del inicio de la Independencia de México para llevar a cabo actividades y festividades cívicas en las que estuvieron presentes delegaciones de los países con los que México mantenía relaciones diplomáticas. La crónica destacó la inauguración de la Columna de la Independencia en la ciudad de México. Los banquetes, recepciones y desfiles se multiplicaron. Fue memorable la ceremonia del Grito de la Independencia que, según las notas periodísticas, fue «animada y solemne como nunca, y la apoteosis de los héroes, broche dignísimo con que el gobierno cerró la conmemoración del Centenario». Además, el acontecimiento festejó simbólicamente al «Héroe de la Paz», Porfirio Díaz. Sin embargo, apenas dos meses después los antirreeleccionistas encabezados por Francisco I. Madero, descontentos por el fraude electoral que mantendría al presidente en su puesto otro periodo más, llamó a la insurrección popular. Iniciaría así, la Revolución Mexicana (1910 – 1920).
8. Oposición organizada
Durante el porfirismo el fraude electoral y el abstencionismo no fueron extraños. Las elecciones presidenciales y de gobernadores se desarrollaban bajo estrecha vigilancia de jefes políticos y fuerzas rurales. Clubes y partidos se reunían para apoyar a sus candidatos, pero sin desconocer la autoridad del presidente como árbitro máximo. A fines del siglo, el periódico Regeneración fue tribuna de subversión que circulaba clandestinamente en México. En vísperas de las elecciones presidenciales de 1910 la inquietud política creció al publicarse la entrevista que Porfirio Díaz concedió al periodista James Creelman, en la que el presidente declaró que ya no se presentaría como candidato. Varios partidos se prepararon entonces para la contienda: el Nacional Democrático, que postuló al general Bernardo Reyes como vicepresidente; el Reeleccionista, que apoyaba la fórmula Porfirio Díaz-Ramón Corral, y el Antirreeleccionista, organizado por Francisco I. Madero, quien recorrió gran parte del país divulgando los principios de su partido. Ante la popularidad que despertó, Madero fue encarcelado; más tarde huyó a San Antonio, Texas, donde redactó el Plan de San Luis Potosí que convocó al levantamiento armado para el 20 de noviembre de 1910.