Los mayas yucatecos actuales consideran que la superficie de la Tierra, U Yook’ol Kaab’, es plana; cada una de sus esquinas, las kan tu’uk, simbolizan las posiciones del Sol en los atardeceres y amaneceres de los solsticios de invierno y verano. Los rumbos sagrados del universo están situados en los lados de dicho plano. El lado que se encuentra situado hacia el Este se llama La-K’in; el del Oeste se conoce como Cik’in; al sur corresponde el Nohol; y al norte se le conoce como Saman. Lak’in Nohol, Sureste, corresponde al amanecer durante el mes de diciembre. En cambio, la salida del Sol en el mes de junio recibe el nombre de Lakk’in Saman. Es claro que se trata de los solsticios, llamados Kóoc U Táan K’i’in, cuyo significado es “cuando el lado del Sol es ancho”. En cambio, durante el equinoccio, cuando el Sol asoma a la mitad del lado llamado Lak’in, se dice que tiene su lado estrecho, Ku Un’utal Ki’in.
El Sol, Jesucristo, de nombre Halal Dios, tiene a los Chaacoob, diosecillos de la lluvia que habitan en una de las esquinas del plano de la Tierra, ya que son cuatro los babahtunoob: Sakbabahtun, de color blanco; Ek’babahtun, negro; K’an Babahtun, amarillo; y Ya’ash Babahtun, amarillo, situados en el noreste, noroeste, suroeste y sureste, respectivamente.
Los Baalamo’oob’, deidades que están encargados de vigilar y proteger a los seres humanos, habitan las esquinas del plano de la Tierra, y en general en las esquinas de los lugares importantes como las milpas, los pueblos, las casas, etc. Se les conoce con los nombres de Ah Kanan, el Protector; Ah K’at, el Enano de Barro; Ah Báalam, el guardián; y Ah Túun, la Piedra.
En Kumuk Lu’um, el centro de la Tierra, habitan los seres humanos, y se cree que es la proyección del centro de la Bóveda Celeste, O Cumuk Ka’an. En esta bóveda está situado un agujero que permite acceder al Cielo (el cénit solar) Dicho agujero es muy importante, pues es a través de él que los rezos y peticiones de los hombres llegan hasta Halal Dios, y por el mismo conducto, Jesucristo envía las curaciones pertinentes que los curanderos emplean para sanar a las enfermos, las cuales son mucho más eficaces cuando las peticiones se hacen al mediodía. Entre el orificio celeste y la Tierra existe una sustancia mágica, la Yiicil Ka’an, que es psicopompe entre las divinidades y los simples mortales.
El Sol y la Luna salen de una enorme cueva, hacen su recorrido y se meten a otra gran cueva, por supuesto llevan a cabo separadamente su recorrido. Las cuevas sagradas reciben el nombre de Áaktun, colocadas una en el Este y otra en el Oeste.
Sonia Iglesias y Cabrera