Los uemas, los “gentiles”, fueron los ancestros de los indios otomíes. A estos seres gigantescos los dioses los crearon de manera imperfecta, aun cuando fueron las deidades que inventaron el sagrado oficio de la alfarería. Todos los secretos de este arte los eumas se los transmitieron a los otomíes que habitaban el hoy pueblo de José María Pino Suárez. Desde entonces, los pobladores se dedican a la producción de cerámica, su modo de vida junto con la agricultura. Los uemas se alimentaban, principalmente, de conejos, aunque no descartaban la carne de otros animales a los que daban caza, y de cuyas pieles se vestían. Los gigantes uemas eran nómadas, les gustaba moverse de un lado a otro libremente, por lo cual sembraban poco y siempre estaban faltos del suficiente maíz para completar su alimentación. Aunque iban por todos lados y llegaban a lejanos terruños, su territorio favorito era el Occidente, el Oeste, porque por ahí el Sol se mete hacia su viaje al Inframundo. Así pues, los uemas simbolizan la tierra caliente de arriba; es decir, del ámbito celeste donde moran los dioses.
Los uemas poseían una enorme fuerza física, podían levantar toneladas de piedras sin sufrir ningún daño. Gracias a su fuerza pudieron construir enormes pirámides en una sola noche. Sin embargo, a pesar de su gran fortaleza tenían un punto débil, pues si llegaban a caerse se rompían en muchos pequeños pedazos como si fueran de vidrio. Los que no se rompían y morían por otra causa, dejaban regadas sus gigantescas osamentas. Aún ahora se pueden ver cerca del poblado de José María Pino Suárez esparcidas por el campo. Si las osamentas de los uemas se muelen y se mezclan con algún líquido como agua o alcohol, tienen magníficos poderes curativos que aprecian mucho los otomíes.
Los uemas, los antepasados de los hñähñü, “los que hablan la lengua nasal”, se extinguieron cuando el mundo desapareció, y la Tierra se volteó debido a un terrible diluvio que arrasó con todo: hombres, naturaleza, dioses. Desde entonces, los uemas le tienen un miedo atroz al agua… porque no hay que dudarlo, estos seres fantásticos aún visitan la Tierra, para espanto de algunos mortales que tienen la buena o mala suerte de toparse con ellos…
Sonia Iglesias y Cabrera