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Mitos Mexicanos

Tatei Urinaka, el universo

Tatei Urinaka, el mundo-diosa, está formado por una calabaza a la que circundan cinco hermosos mares, y  dividida en cinco regiones donde habita un dios poderoso cuyo nombre no se conoce. Tatei Urinaka es de índole femenina, simboliza la fertilidad y la matriz. Abajo de la calabaza se encuentra una zona cóncava, Heriepa, ahí moran los seres humanos. En la parte de hasta arriba de la calabaza está el Cielo, una puerta que da acceso al mundo de los muertos. La parte baja de la calabaza cobija al Inframundo: Watet Uapa, cavidad oscura y acuática. Las tres partes están regidas por el movimiento del Sol, Tau, que baja del Cielo hasta el mar, continúa su recorrido por debajo de la calabaza y vuelve a subir por una escalera mágica llamada Umumui por la montaña situada en el Este.

Los límites del mundo están marcados por rocas situadas en cada punto cardinal. Cada punto está regido por una deidad de la cual toma su nombre: el Norte, Tzakaimute; el Sur, Rapaviemeta; el Oeste, Haramara; y el Este, Nariwame.
La Tierra, Heriepa, es femenina, surgida del sacrificio de la dios Tatei Urianaka quien copuló con Kauyumarie, el Ciervo-Sol, y su vientre se ensanchó lo suficiente para formar a la Tierra, a quien Tatewari, el dios del fuego, dividió en cinco rumbos cardinales al mando del Sol  cuidados por venados: en el Norte está Narihuame; en el Sur, Ushikuikame; en el Este, Kauyumarie; y en el Oeste, Watemukame. La Tierra, aunque de índole femenina, está gobernada por cuatro venados machos.

El Cielo, Taheima, de índole masculina, está formado por la deidad Tatei Werika Wimari, Joven Madre Águila, el espíritu el Cielo, surgida de una sombra de Kauyumarie. Esta diosa se representa como un águila de dos cabezas que irradia energía entre ellas, y de la cual se creó el Cielo. Esta diosa-águila se encuentra en el centro del firmamento y se encarga de cuidar la entrada a la región de los muertos. El Cielo es inmaterial, ventoso. Cerca del Sol, vive la Luna, llamada Mezeri. Debido a la lunación que dura veintiocho días, el Cielo tiene características masculinas y femeninas. El Sol es más poderoso que la Luna, sube al Cielo por el Este por medio de cinco pasos sagrados que lo llevan hasta la cima de la montaña Rreunar: Sheiwitari, Jutariaka Niwetari, Jairaka Niwetari, Nairaka Niwetari, y Ashuwirieka,  llega al Oeste donde se mete en el Inframundo. Al dejar la Tierra, el Sol por cuatro mares hasta que llegar al quinto. Un mar rojo lleno de flamas y espuma candente donde se introduce en un hoyo para adentrarse al Inframundo. Cuando desciende, se provocan enormes olas que llegan hasta el Cielo. El mundo celestial está gobernado por las águilas que son tan importantes como el Sol. En el centro se encuentra Tatei Werika Wimari, que tiene a su lado dos águilas más pequeñas rodeadas por otras más que se sitúan en cada uno de los puntos cardinales: Shurike (Sur), de plumas negras bordeadas de blanco; Piwame (Norte) de color gris con blanco; Kuishutasha (Oeste) de color amarillo y blanco; y Japuri (Este) rosa y negro. Todas las diosas femeninas del Cielo están relacionadas con el Sol. Arriba del Sol se encuentran las estrellas que surgieron por las chispas que produjo el astro cuando ascendió por primera vez al Cielo, de la cual la más importante es la Estrella de la Mañana y dos constelaciones: Simanixi, La Cabra, y Nivericate, La Campana. Las estrellas acompañan al Sol en su recorrido diurno, como cristales de roca que representan a las almas de los antepasados, pero se quedan en el Cielo cuando el Sol debe pasar por el Inframundo.

A su vez, el Inframundo, Watet Uapa conlleva el concepto de los cinco mares, cual cinco regiones llenas de serpientes, algunas de las cuales atacaron al Sol al inicio de la Creación. Los mares, llamados Tatei Haramara, tienen una amante que es una roca llamada Washiewa, situada frente a las costas de Nayarit. Cada uno de los mares está asociado a una deidad que lo rige, sus nombres son: Shewitemaka, Jutariakamaka, Jairakamaka, Nauriakamaka, y Aushiviriamaka. Es en Watet Uapa donde los antepasados vivieron cuando aún no tenían forma definida; está gobernado por el dios de la muerte, Tukákame, asociado con los animales de la noche que acechan al Sol en su trayectoria nocturna. Por eso siempre va vigilado por Tatewari. Cuando el Sol entra en el Inframundo debe pasar por Shiraunita, un mar de ruido; por Mayashure, el lugar de los precipicios; por Paritauta, la tierra de la oscuridad; y por Werikamuta, el lugar del águila que sube. En el Inframundo también mora Tatewari, el dios del fuego y Nakawé, la diosa máxima de los huicholes.

Sonia Iglesias y Cabrera


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