Cuenta una leyenda mixe de Oaxaca que hace mucho tiempo en un pueblo pequeño gobernaba un rey que vivía solamente con su hijo, pues carecía de esposa. Para comer, iba a la casa de una mujer que le atendía. Cierto día, la vieja señora decidió envenenar al rey y le puso veneno a su comida. Al comerla, el hombre murió inmediatamente. La señora, que contaba con muchos criados, envió a un grupo de ellos a matar al hijo del rey. Los criados llegaron cuando el joven se dirigía a la montaña a platicar con los animales que eran sus amigos. Cuando llegó los animalitos le avisaron que unos hombres venían a matarlo. El muchacho ordenó a sus amigas las avispas que se colocaran en un árbol. Cuando llegaron los asesinos, el joven azotó tres veces el suelo con su machete y las avispas atacaron a los hombres, quienes salieron corriendo.
Al enterarse del fracaso, la señora envió a otros criados a cumplir la tarea. El hijo del rey se enteró, y reunió a varios puercoespines. Cuando llegaron los criados, el muchacho azotó el suelo tres veces con su machete, y los animales se encargaron de lanzarles sus espinas a los malosos, quienes huyeron malheridos.
La mala mujer al enterarse del nuevo fracaso, decidió enviar a otros criados a cumplir el malévolo encargo. El muchacho, enterado de la nueva amenaza, junto muchos monos y les dio palos y piedras. Al llegar los crueles asesinos al sitio donde se encontraba el joven, éste golpeó el suelo por tres veces seguidas con su machete y, diligentes, los monos les aventaron piedras y golpearon a los criados.
Ante su fracaso los servidores ya no regresaron a la casa de la mala mujer por miedo a que los matara. La señora se frustró en su tarea asesina y el hijo del rey se salvó y vivió muy feliz hasta muy viejo, y muy agradecido por la ayuda recibida por sus amigos los animales que nunca lo abandonaron.
Sonia Iglesias y Cabrera